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Celeste tiene su corazón partido. Venía a dar una agradable sorpresa a su marido y la que se llevó la sorpresa mayor fue ella y no le gustó.

—No es necesario que te hagas el atento en este momento, Bastian. ¿Dónde está la mujer con la que estabas follando hace unos segundos? —indaga la chica, cubriendo su rostro con ambas manos, pues, las lágrimas han vuelto a hacer de las suyas.

—¿De qué me acusas, Celeste? Te estoy diciendo que vengo de la cafetería. ¿Acaso crees que me follaría a alguien en la mesa cuando hay muchos empleados yendo y viniendo, y lo peor es que no sea a ti a quien tenga empotrada?

—¡Mientes! Yo misma los vi con mis propios ojos en la oficina, estaban follando descaradamente. ¡No te atrevas a negarlo, Bastian! —reclama con dolor en sus palabras.

—¡Ah! no me digas que ese imbécil, de nuevo está usando mi oficina como motel. —Se quejó Bastian.

—¿A quién te refieres? —pregunta ella frunciendo el ceño.

—¿Viste si ese hombre que mencionas, en realidad era yo?

—Bueno, la v
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