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6.Fiesta de piscina

No sé en qué momento me dejé convencer por Stheisy para venir a esta fiesta. Ella, Matias, su novia y yo, nos adentramos a la gran casa.

—¡Chicos, vinieron!

Veo a Kris acercarse de manera despreocupada con un vasito rojo plástico en su mano izquierda, lleva un short verde de baño.

—Hola amigo—se dan un cálido apretón de mano, yo solo observo la escena.

—¡Amanda volviste!, ¿cómo te fue?

—Muy bien, los colombianos y sus comidas se robaron mi corazón—responde esta con emoción.

—¡Naylea!— dirige su atención hacia mí—me alegra que estés aquí.

Lo saludo un poco tímida, me arrepiento de haber venido, a juzgar por la cantidad de vehículos del parqueo, hay muchas personas.

—Vengan, la fiesta es aquí atrás.

Salimos al patio, es hermoso y espacioso, tiene una piscina, algunas mesas con sombrillas, sillas de playa y varias parrillas situadas en distintos lugares, al fondo se aprecia a ver un gazebo, distintos tipos de árboles, una pequeña cascada y muchas flores de distintos colores.

Nos sentamos en una de las mesas que están desocupadas, hay muchas personas en las parrillas y alrededor de la piscina, todos parecen divertirse, mientras que yo soy un mar de nervios.

—¿Gustan algo de beber?— pregunta Kris sacándome de mis pensamientos.

—Dos cervezas—Matías luce fresco, se integró rápido a las vibras del lugar.

—Estúpida, está acostumbrado a compartir con estas personas—Me reprende mi querida conciencia, a mí se me hace difícil estar en estos lugares y relajarme.

—Agua—los cuatros me miran extrañados.

—¿Cómo vas a pedir agua en una fiesta Naylea?— Amanda me mira como una madre regañona—queremos cuatro cervezas, hoy te enseñaré lo que es diversión.

A los pocos minutos regresa Kris con una pequeña nevera llena de latas de cervezas.

—Toma—me entrega una—salud—chocamos las cervezas y tomé un trago. No quería parecer una aguafiestas, total, ya estoy aquí.

Al inicio sentí un caliente extraño recorrer todo mi cuerpo, pero después de la tercera se pasa. Me estoy empezando a marear un poco por la cantidad de alcohol en mi sistema, no es que nunca haya bebido, una vez fui a una fiesta con Sthi y me bebí un vaso, no más de ahí.

Stheisy observa a todos en silencio, algo que me preocupa ya que ella es muy conversadora.

—¿Qué pasa?—le pregunto extrañada.

—Es muy bonito—es lo único que logra decir.

—¿Quién?

—Él, el amigo de tu jefe.

—¿Te gusta?

—No sé, igual no me puedo encariñar de más personas aquí, pronto tendré que irme—dice triste.

Esta futura separación es un tema que nos ha ido atormentando desde hace meses atrás, cuando le notificaron del empleo a su padre.

—¡Llegaste, pensé que ya no vendrías!—Kris grita para que la persona que está detrás de mí, pueda escucharlo a través de la música.

—Me quedé en la oficina unas horas extras, pero ya estoy aquí—responde la persona a mis espaldas.

Decido voltearme, la curiosidad me está matando, así soy, chismosa de naturaleza; casi se me cae la mandíbula al ver a mi jefe, primera vez que lo ve0 vestido de esa forma; lleva unos shorts de baño color rojo, pegados a sus trabajadas piernas y en la parte superior una franela negra sin cuello.

— Chicas, vamos a bañarnos— nos hala Matías sin siquiera saludar a su primo.

Me aterra tener que quitarme el vestido floral que llevo puesto, debajo tengo un traje de baño que deja poco a la imaginación, escogido por mi grandiosa mejor amiga, que se note el sarcasmo.

—Vamos, quítate el vestido—me apura Amanda.

—Es que hay muchas personas—me excuso.

—Y todas están en traje de baño.

Tiene sentido, creo que llamo más la atención estando parada al principio de las escaleras de la piscina, analizando si quitarme el vestido o no, que desvistiéndome de una vez por todas.

Ante las atentas miradas de Matías, Amanda y Stheisy, quienes ya están dentro, saco el brazo del tirante y dejo que el vestido se deslice por mi cuerpo. Lo tomo y me dirijo a la mesa donde estábamos con Kris.

—¿Y quién es esta chica tan hermosa?— halaga un completo desconocido.

—Gracias, soy Naylea, mucho gusto—respondo extendiendo mi mano.

—Erick— la toma con amabilidad.

—No exageres Erick—interrumpe Darío—se ve igual de básica que todas las chicas aquí—ruedo los ojos ante su comentario. Sus palabras hicieron tambalear la seguridad que hace apenas segundos había obtenido.

—No te pases Darío— habla mi mejor amiga adquiriendo un tono amenazante, ella tiene toda la valentía que a mí me falta—vamos a refrescarnos, aquí huele a pesimista amargado—me hace una seña con la mano y nos dirigimos de vuelta a la piscina.

Estamos todos disfrutando de la música y la piscina, excepto mi jefe, al parecer abandonó el lugar.

—¿Me podrías indicar dónde está el baño?—pregunto a Kris, las cervezas están haciendo efecto, necesito estabilizarme.

—Claro, arriba, subes y a la izquierda encontrarás una habitación, es de visitas, puedes ir al baño y utilizar lo que necesites—ofrece amablemente.

—Está bien, gracias—él solo me hace seña para que suba—vengo en unos minutos—esta vez me dirijo a mi mejor amiga.

—¿Necesitas ayuda?—pregunta al verme tambalear un poco cuando salgo de la piscina.

—Tranquila, voy al baño y regreso, continua divirtiéndote—asiente no muy segura y se queda atenta a mis movimientos.

Ya no quiero estar más en la piscina, tomo mi bulto y subo hacia la habitación que Kris me indicó, entro y justo cuando me volteo de cerrar la puerta, me percato de dos figuras encima de la cama, dos personas desnudas.

—¡Oh por Dios!—grito avergonzada—¡lo siento tanto!—me empiezo a disculpar al reconocer a una de las personas dentro de la habitación.

¡Es Dario!

Me giro para salir de aquí, pero mi jefe es más rápido y me toma de las muñecas. No sé en qué momento envolvió esa toalla en su cuerpo.

—No vas a ningún lado—habla demandante.

Regreso a mi posición inicial y encaro la situación, la chica se encuentra en una esquina tratando de tapar su cuerpo con las sábanas, está avergonzada, mientras mi jefe me sujeta fuerte de la muñeca.

—¿Qué haces aquí?—es su primera pregunta—¿Estás intentando robar?—se auto contesta con otra.

¿Qué?

—¿Cómo se le ocurre?—cuestiono indignada, es mi jefe, pero no permitiré que me rebaje—necesitaba ir al baño y Kris me indicó que subiera a esta habitación.

Me mira tratando de descifrar algo en mí, no me cree del todo, lo sé.

—Si quiere puede ponerse algo de ropa y bajar a preguntarle—le digo para tratar de marcharme de esta situación tan bochornosa.

—No vas a ningún lado—me hala con fuerza— no eres nadie, siquiera tienes derecho de contestarme, soy tu jefe y debes respetarme.

Se siente tan avergonzado que elige rebajar a otros para sentirse mejor.

—Ya le pedí disculpas, no veo porqué alargar el tema, esta puerta debió estar cerrada—digo para zafarme de su agarre, dando por terminada la conversación.

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