11.¿perdida?

Darío me dió el día libre, por lo que desde ayer decidí que hoy me levantaría temprano para recorrer Paris, nunca hubiese venido y sería una lástima irme sin conocer.

Anoche me tomé el tiempo de buscar en internet algunos lugares bonitos y sobretodo gratis, a los cuales podría ir caminando.

Tomo mis cosas y me dirijo a la recepción del hotel, para darle inicio a mi tour, lo primero que haré es visitar un museo, llevo una botella de agua para la caminata, hoy será un día cansoso, pero valdrá la pena.

Llego al museo y me deleito viendo tantas esculturas y cosas interesantes, a lo lejos alcanzo a ver un grupo de personas siendo guiadas por un hombre alto de tez oscura; me apresuro para alcanzarlos y unirme al recorrido.

—Buenos días, bienvenidos todos a  Musée du Quai Branly (El Museo del muelle Branly), mi nombre es Víctor Fuentes, los estaré guiando y enriqueciendo sus conocimientos durante este recorrido.

—Buenos días respondemos todos al unísono.

—¿Podemos empezar?—pregunta el susodicho, a lo que respondemos que si.

—Pueden anotar sus preguntas y hacerlas al final del recorrido, empezaré hablándoles del museo en si—presto atención, luce más entusiasmado que nosotros, se ve que ama su trabajo—El Museo del muelle Branly - Jacques Chirac (en francés, Musée du quai Branly - Jacques Chirac) es un museo etnológico francés el cual está constituido por colecciones de arte africano, Asia oriental, Océania y nativo americano con un total de 300,000 obras, 3500 en exposición; se inauguró el 20 de Junio del 2006. La colección es el resultado de la fusión de la colección de etnología del Museo del Hombre y de las colecciones del Museo nacional de Artes de África y de Oceanía (ubicado en Porte Dorée).

Lo seguimos atentos a sus palabras y los objetos que señalaba, hasta el final del museo.

—Aquí termina el recorrido, fue un placer para mí haber tenido su atención en todo momento, ¿alguna pregunta?— Levanto la mano— usted, la señorita de atrás.

—¿Cuál es su exhibición favorita?—preguntó con interés.

—El wampum—responde sonriendo.

—Okay, gracias.

—¿Alguna otra pregunta?—Nadie más levanta la mano, por lo que Víctor da por concluido el recorrido.

Esta es mi señal para continuar con el mío.

Próxima parada: Torre Eiffel.

Salgo del museo y me adentro en las hermosas calles de Paris, adornadas con grandes edificios y personas caminando de un lado a otro, no dudo en tomar mi celular para checar la ubicación.

—¡Perfecto!, voy en el camino correcto, si sigo así, en unos 6 minutos estaré en la torre Eiffel—digo para mí misma.

—Hola señorita— se acerca una señora de algunos 80 años, que por alguna razón habla mi mismo idioma.

—Hola—respondo amablemente—¿qué necesita?

—Menos mal habla español—responde aliviada—es que mi nieto se perdió y necesito que alguien me ayude a buscarlo, como puede ver usted es mi única esperanza, ya que nadie más puede entenderme.

—Está bien, con mucho gusto— total, ¿qué me podría pasar ayudando a una pobre envejeciente?

—Muchas gracias—extiende su mano, la cual estrecho— mi nombre es Marissa.

—Yo soy Naylea, ¿dónde fue la última vez que vió a su nieto?

—Estábamos dando un paseo por los alrededores, a veces lo hacemos porque nos aburrimos en casa, él estaba feliz correteando una paloma y me distraje por unos minutos, cuando volteé ya no estaba. Él lleva un suéter negro, jeans azules y botas del mismo color, su pelo es rubio, ojos verdes y piel pálida, responde al nombre Steward, llevo horas buscándolo y no he tenido éxito, al estar sola, no puedo abarcar mucho terreno, por esta razón decidí acercarme.

—Está bien, no hay problema, la ayudaré.

—Tenemos que dividirnos así abarcar más.

Me dirigí hacia donde la señora Marissa me había indicado y ella se fue en dirección contraria.

—STEWARD—grito lo más fuerte que mi garganta me permite—STEWARD—grito nueva vez, para no tener éxito.

Han pasado alrededor de dos horas y seguimos recorriendo las extensas calles de Paris, con la ilusión de encontrar al niño,  mis planes del día han sido arruinados, sin embargo, me consuela el saber que fue por ayudar a una envejeciente y un niño que lo necesitaba.

—Naylea— me llama Marissa por detrás—¡qué susto!—agarro mi pecho

—Disculpa—responde apenada.

—¿Aún nada?—pregunto, esperando su respuesta que no tarda un segundo en llegar.

—Lo perdí—se abalanza a llorar sobre mí—lo perdí, ¡no puedo creer que lo perdí!— acaricio su pelo mientras la escucho desahogarse— soy la peor abuela del mundo y tendré que darle la cara a mi hija por esto—me da muchísima pena por la señora, pero ya no hay nada que podamos hacer, tiene que avisarle a las autoridades—¿me podrías acompañar a la estación de tren?

—Claro, es lo menos que puedo hacer por usted, me hubiese gustado poder ayudarla más.

Me toma las manos y nos adentramos a la estación.

—Hola abuela— escucho decir a un hombre al lado de nosotros.

—¡Ah mira, es mi nieto!—no entiendo nada.

—Me había dicho que era un niño—reclamo desconcertada.

—¡Ups! Los desconocidos mienten.

No escondo la sorpresa que me llevo al presenciar el cinismo de esta señora.

¿Qué está pasando aquí?

Es lo último que inunda mi mente antes de recibir un gran golpe que me deja aturdida; para no caer por el mareo, me siento en uno de los bancos y le permito a mis ojos cerrarse.

Abro los ojos y me encuentro un poco desorientada.

¿Dónde rayos estoy?— pregunto para mí misma.

Los cierro para aclarar mi mente e intentar recordar lo sucedido. Los recuerdos empiezan a azotarme como si de su enemiga se tratara, ¡esa señora me engañó! Toco mi cabeza la cual siento húmeda y me sorprendo al abrir mis ojos y dirigir la vista hacia mis dedos.

¡Estoy sangrando!

Busco mis pertenencias para tomar mi celular y llamar James, sin embargo, ¡no hay nada!, me robaron todo.

¿Ahora qué voy a hacer?

Me levanto un poco mareada y me dirijo a las puertas de la estación, con gran esfuerzo me acerco a una pareja sentada en un banco, está anocheciendo y a pesar de que todo a mi alrededor es hermoso no puedo detenerme a apreciarlo, puesto que tengo que encontrar la forma de comunicarme con James.

—Buenas noches— llamo su atención rogando porque al menos uno de ellos pueda entenderme.

—Buenas noches, ¿qué necesita?—responde el chico, su acompañante solo me mira con curiosidad.

—¿Podría prestarme un celular?, me asaltaron y no sé regresar sola, necesito llamar a mi compañero de trabajo.

—Claro, no hay problema, ¿está usted bien?

—Si, solo necesito el celular.

Me extiende su celular y lo miro dudosa, los únicos números que me sé de memoria son los de mi madre, que obviamente no servirá de nada y el de Sthi.

¿Qué voy a hacer?

Pienso, hasta llegar a la conclusión de que debería llamar a mi mejor amiga, para que llame a Natalia y ella se comunique con James, si, eso haré. Marco el número y espero a que conteste.

—¿Buenas?— pregunta mi amiga adormilada.

—Sthi, soy yo, no tengo tiempo para explicarte, pero, necesito que llames a Natalia, y le digas que se comunique con James, estoy herida.

—¿Dónde te encuentras?—pregunta asustada.

Tapo el micrófono y le pregunto al chico, el cual me hace señas para que se lo pase, hago lo que me pide y me dedico a observar a la chica, aún luce confundida, seguro no habla español.

—Dice que lo hará enseguida.

—Muchas gracias, de verdad.

—¿Estás segura de que te sientes bien?

—Si, gracias, esperaré a mi compañero en aquel banco que está por allá.

Con la intención de no seguir interrumpiendo su cita, me dirijo al banco a esperar a James.

¡No lo puedo creer!

Esa señora me engañó, últimamente mi vida solo se trata de pasar malos ratos y de sufrir.

¿Qué haré sin celular?, no puedo darme el lujo de comprarme uno justo cuando me estoy independizando, menos mal no andaba con gran cantidad de dinero, todos mis ahorros están en la maleta que dejé donde Natalia.

No sé cuánto tiempo paso sumida en mis pensamientos, puesto que cuando vuelvo en sí, tengo a James bombardeándome con preguntas.

—¡Ey, ey, ey! Tranquilo, te contaré todo camino al hotel.

—¡No, Naylea!, estás sangrando, lo mejor es que te lleve al hospital.

—Está bien, como quieras— me paro con su ayuda y nos dirigimos al vehículo de mi jefe, James abre la puerta trasera y...

¡Mierda!

¿Qué hace él aquí?

Darío está sentado expectante, decido ignorarlo y me subo al auto, sin embargo, sé que me sigue mirando, siento su pesada mirada.

No me imagino qué estará pensando en estos momentos.

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