Dario
Me despierto por el insoportable ruido de mi alarma, me estiro y decido pararme. Me quito el bóxer para quedar completamente desnudo, entro a la ducha y dejo caer el agua sobre mi cuerpo. Hoy tengo ganas de usar un traje negro con una camisa azul cielo. Al salir del baño, tomo el traje que tenía en mente y me dirijo hacia el comedor, donde una de las señoras del servicio me tiene mi acostumbrado plato de frutas servido. —Buenos días Irisa— digo al llegar. —Buenos días señor Dario, ¿cómo está? —Muy bien, ¿y usted?. —Bien, la señorita Natalia le mandó a decir que se fue temprano porque tenía algo que hacer antes de llegar a la empresa. —Está bien—es lo único que contesto. Irisa es una señora mayor, lleva años en casa, desde antes del fallecimiento de mis padres, crecí con ella, es como una madre para mí. Tomo el tenedor y llevo el primer trozo de manzana a mi boca, seguido de esto, tomo un poco de jugo de naranja. Mientras me desayuno, reviso mis redes sociales, salí en el periódico como "el empresario joven del año", lo que hace un notable cambio en el número de mis seguidores y solicitudes de mensajes, mi correo está explotando ya que no tengo asistente y he tenido que lidiar con todo esto yo solo. Al terminar, me despido de Irisa y salgo directo al garage de la mansión. No soy de tener una gran colección de vehículos, solo tengo dos, más de ahí sería gastar dinero en algo innecesario, odio hacer malas inversiones, menos cuando se tratan de impresionar a terceros, a la única persona que me importa impresionar es a mí. Salgo de casa y me dirijo a la empresa, el camino se me hace corto; al entrar saludo a la recepcionista y miro con cara de desaprobación a algunas secretarias que por alguna razón no están en sus puestos de trabajo, subo al elevador directo al piso de presidencia, donde solo están las oficinas de mi hermana, la de su secretaria, la de mi asistente y la mía. Hablando de asistente, hoy tengo el día más cargado de lo normal, debido a que tengo que revisar algunos currículos, necesito una nueva. Entro y dejo mi maletín sobre el escritorio, suspiro al notar la pila encima de él, mucho por leer y descartar. —Buenos días hermanito—entra Natalia con una gran sonrisa. —Natalia, ¿qué necesitas?, estoy ocupado tratando de conseguir una nueva asistente—me siento en la silla giratoria. —De eso te quería hablar, te tengo una propuesta. —¿Qué?, ¿tan rápido conseguiste a alguien?—pregunto un poquito aliviado, ya que eso me quitaría un gran peso de encima. —Si, es una amiga—habla emocionada. —Sabes lo que pasó la última vez que contraté a una amiga tuya, me rehuso a tener que pasar por una más—le aclaro. Las amigas de Natalia suelen ser muy descuidadas, vienen con la ilusión de trabajar menos, algo que no tolero, todos mis trabajadores son iguales aquí dentro. —Es Naylea. —De ninguna manera— niego— no hablas en serio, ¿verdad?—al ver sus expresiones entiendo que si—Natalia, es joven, obviamente no tiene experiencia laboral, no podrá con el cargo. —Si, hablo en serio, sabes lo mucho que necesita este trabajo, no tiene hogar, su madre la echó y su amiga se irá, está sola. Yo le puedo enseñar a trabajar. Tú eres joven—se burla de lo último. —No puedes simplemente venir y pedirme que le entregue mis cosas personales a una chica inexperta que acabas de conocer y que ni siquiera sabes si miente, solo porque te cayó bien. Deja de mezclar tus emociones con la empresa. —Entrevístala, quizás te sorprenda, es puntual, responsable, aplicada, sabe de moda y habla inglés, tu antigua asistente no lo hacía, ella te servirá para cuando tengas que hacer viajes de negocios. —Yo sé hablar inglés Natalia—digo obvio—¿algo más? —Por favor hermano, sabes que no te lo estaría pidiendo si no estuviera segura de que ella lo necesita, confía en mí, yo la enseñaré. —Está bien—la dejo ganar, quiero ahorrarme el tener que revisar tantos currículos. Tengo cosas más importantes que hacer. —Gracias hermano, ya verás que no te defraudaremos—contesta emocionada. —Espero que no. La observo cansado, espero no terminar arrepintiéndome por lo que haré, no puedo andar de asistente en asistente. Sale emocionada de mi oficina, supongo que en busca de aquella chica. Mi suposición es acertada, pocos minutos después la veo entrar. —Permiso—dice Naylea abriendo la delicada puerta de cristal. La miro de pies a cabeza, su pelo está suelto, lleva una falda blanca pegada al cuerpo, un crop top negro, una terrible cartera naranja y unos tacones dos o tres tallas más grandes que la suya. —Pase. —Muchas gracias por la oportunidad, yo—habla. —Quiero dejarle todo claro, odio perder el tiempo y de paso odio a las personas que me hacen perderlo, nunca había sido capaz de siquiera pensar en contratar a alguien tan joven y sin alguna experiencia laboral, considérese afortunada. —Si... El movimiento de su pie, de arriba hacia abajo, la forma en que muerde su labio inferior y su mirada perdida, ponen a prueba su nerviosismo. Claramente la estoy intimidando, eso me gusta, que tenga en claro que esto no será nada fácil y que tendrá que esforzarse para permanecer. Nunca me ha temblado la mano a la hora de despedir a alguien, todo aquel que no me sirva, que sea ineficiente, se va, esta es una empresa respetada, por lo tanto, debe tener empleados comprometidos a cumplir con su trabajo. —Le explicaré como funciona esto—tomo una pausa antes de continuar— Johnson es una marca muy reconocida para personas privilegiadas, tenemos varias tiendas alrededor del mundo, usted va a ser mi asistente, estará pegada a mí en todo momento tomando notas, revisando mis correos y organizando mis horarios, espero y sea discreta. Esta no habla, solo se dedica a escuchar lo que digo. —Al decir "estar pegada a mí en todo momento" me refiero a que iremos a visitar las tiendas, a las revisiones de telas, reuniones con compradores y compartiremos mi oficina. —¿Por qué compartiremos su oficina?, Natalia me mostró la oficina de su antigua asistente. —Normalmente no comparto mi oficina con mis asistentes, pero usted es inexperta, necesito tener vigilado todo lo que hace, al menos las primeras semanas. —¿Cuándo empiezo?—pregunta con nerviosismo. —Mañana, tenemos que preparar su contrato. —Si ya no tiene nada más que decir, me retiro, gracias por la oportunidad—dice levantándose del asiento— pase feliz resto del día señor, gracias por todo, usted sabe cuanto necesito el trabajo. —Mañana espero que venga con ropa más adecuada para una empresa, peínese y busque zapatos de su talla, la imagen es muy importante en esta empresa. Tomo el teléfono y marco a la oficina de Natalia, su secretaria es quien contesta. —Buenos días, empresa Johnson, ¿en qué puedo ayudar?— responde Jessica desde la otra línea. —Jessica, dile a mi hermana que venga. —¿Me llamas?—dice Natalia desde el Marco de la puerta. —Quiero que llames a la niña, le pidas sus datos y hables al departamento de recursos humanos para que se encarguen del contrato. —Si, señor—dice en forma militar, con la mano en la frente. —Deja de jugar y haz lo que te pedí. —Si, señor—repite lo de antes. Mi hermana y yo, literalmente, somos polos apuestos, ella sonríe demasiado y yo básicamente no lo hago, ve la vida y a las personas de una forma tan positiva y linda, mientras que yo, simplemente no me detengo a ver ni a la vida, ni a las personas. Nuestros padres murieron hace cuatro años, dejándonos este imperio que diariamente me esfuerzo por hacer más grande. Mi hermana está casada, tiene dos hijos, un niño y una niña; yo me quedé viviendo en la mansión de nuestros padres, desde entonces he remodelado varias veces, ella en ocasiones va a dormir allá, así no estoy tan "solo", algo que no encuentro necesario ya que nunca me ha importado la soledad, puesto que en ella solo me tengo a mí y yo soy de lo mejor. El amor no me importa en lo absoluto, no le veo nada interesante a entregarle mi corazón, tiempo y estabilidad emocional a otra persona, el amor destruye y yo no seré una víctima más, planeo morir millonario, con el corazón intacto y con muchas mujeres, claro, ninguna para amar. Me gusta dar rondas por la empresa, así inspecciono todo y me aseguro de que las cosas estén en orden, camino por los pasillos mientras veo a mis empleados con la mirada fría que me caracteriza. La debilidad les da ventaja a los demás, les da poder, nunca me mostraría débil ante los demás, menos de mis empleados, se necesita ser imponente y exigente para que todo marche bien.NayleaSalgo de la empresa echando humo, no quería demostrarle a Darío que su comentario sobre como voy vestida me afectó, no entiendo como una persona puede tener tan poquito tacto, él sabe mi situación y aún así no duda ni por un segundo hacerme sentir mal.Decido ir a la casa de mi madre, mi mejor amiga me dejó dinero suficiente para tomar tomar dos taxis (uno para ir para la empresa y otro de vuelta) pero necesito ir por mi ropa y mis ahorros.—Taxi—grito alzando mis manos—TAXIIIIISe para en frente de mí, abro la puerta y me subo.—Gracias señor.—A la orden—contesta—ponga en el GPS la ubicación del lugar al que quiere ir—dice señalando una pantalla que está pegada en la parte de atrás de su asiento—al final del recorrido le saldrá el costo del viaje.Me relajo en el asiento, cierro los ojos, quiero descansar aunque estoy segura de que llegaremos pronto, la casa de mi madre no queda tan lejos.—Señorita, llegamos.Observo la pantalla y saco el dinero del bolso para pagarle.—Muc
Naylea- MiércolesEntro a la empresa con toda la seguridad del mundo, que en segundos se esfumina al detallar al personal de esta, todos se ven muy maduros y profesionales, creo que soy la más joven aquí.—Buenos días—le digo a la recepcionista.—Buenos días señorita, ¿qué se le ofrece?—responde amablemente.—Quiero saber donde se encuentra el área de recursos humanos, necesito pasar a recoger un contrato.—En el piso dos, tome el ascensor.—Gracias.Me dirijo al ascensor fascinada por el tamaño de esta empresa, es enorme, creo que nunca me cansaré de decirlo, me siento como la primera vez que entré. Rápidamente me arrepiento de estar de curiosa porque choco con una persona que trae unos papeles.—¡Ay, lo siento!—digo antes de agacharme a ayudarlo a recoger todo lo que dejó caer por mi culpa.—No hay problema—dirige su vista a mí, es precioso, tiene una recortada militar que queda perfecta con su tipo de cara, sus facciones son duras y su cuerpo, a pesar de llevar traje, se ve ejercit
No sé en qué momento me dejé convencer por Stheisy para venir a esta fiesta. Ella, Matias, su novia y yo, nos adentramos a la gran casa.—¡Chicos, vinieron!Veo a Kris acercarse de manera despreocupada con un vasito rojo plástico en su mano izquierda, lleva un short verde de baño.—Hola amigo—se dan un cálido apretón de mano, yo solo observo la escena.—¡Amanda volviste!, ¿cómo te fue?—Muy bien, los colombianos y sus comidas se robaron mi corazón—responde esta con emoción.—¡Naylea!— dirige su atención hacia mí—me alegra que estés aquí.Lo saludo un poco tímida, me arrepiento de haber venido, a juzgar por la cantidad de vehículos del parqueo, hay muchas personas.—Vengan, la fiesta es aquí atrás.Salimos al patio, es hermoso y espacioso, tiene una piscina, algunas mesas con sombrillas, sillas de playa y varias parrillas situadas en distintos lugares, al fondo se aprecia a ver un gazebo, distintos tipos de árboles, una pequeña cascada y muchas flores de distintos colores.Nos sentamos
Sthi no se tomó nada mal lo del viaje, al contrario, se ofreció a buscarme un departamento cerca de la zona, ya que cuando regrese, no podré quedarme en su casa, ellos no estarán. Las pocas cosas que pude sacar de casa las dejé guardadas en la de Natalia.Nos dirigimos al aeropuerto en silencio, ambas con el semblante caído, la extrañaré mucho, pero estoy segura de que las cosas mejorarán y pronto estaremos juntas riéndonos de todo esto. Es impresionante el giro que dió mi vida de un día a otro, el Lunes mi único problema era levantarme temprano para ir a la universidad, hoy estoy camino al viaje del trabajo que me dará de comer.Por otro lado, no he vuelto a hablar con mi madre, no entiendo cómo se pudo haber dejado consumir por el miedo de perder a su esposo, el miedo a estar ¿sola?, he intentado ignorar todo, de verdad que si, pero no puedo simplemente seguir y fingir que no sucedió; un gran vacío se implantó en mi corazón y duele... Duele no haber sido suficiente para ella.—Llega
Estamos camino al hotel, ya está anocheciendo y estoy exhausta. Solo quiero llegar, darme un buen baño, ponerme pijama y acostarme a dormir por tres días seguidos.—Señorita Naylea, cuando lleguemos, acompáñeme a mi suite, necesito ver sus notas— ruedo los ojos al ver que mi plan tiene interrupciones—estoy hablando con usted, ¿es sorda?—No jefe, estaba entretenida, no hay problema.—Pues, para la próxima, no se entretenga, no olvide que usted vino a trabajar.Llegamos al hotel y nos dirigimos a la suite del gruñón, como ya lo había imaginado, despampanante, digna de él. Se dirigió al baño y salió con ropa de dormir, ¡genial! Él si puede estar cómodo y yo aún en tacones y ropa de trabajo. Nos sentamos en los muebles.—Diga—me hace seña para que empiece a hablar.Tomo la tablet y con cuidado leo todo lo que escribí en la reunión. Veo su semblante endurecerse, justo cuando creo que me va a gritar y decir que hago todo mal, de su boca salen estas palabras:—Buen trabajo, anotó puntos cla
ViernesMe levanto súper cansada por todos los acontecimientos ocurridos en la madrugada, pero es tarde, tengo que levantarme y reportarme ante mi jefe para que sepa que estoy disponible, por si me necesita. Me deshago de mi pijama para dirigirme al baño, me encantaría quedarme en la tina un buen rato, pero no puedo, por lo que opto por abrir la ducha y dejar caer la lluvia artificial sobre mí; cierro los ojos al sentir el agua fría.Después de unos minutos de gloria, tengo que salir del baño y volver a mi realidad, me dirijo a mi maleta para buscar el atuendo de hoy. No he utilizado el closet de la habitación porque encuentro innecesario colgar ropa para estar tan pocos días, saco una falda roja pegada al cuerpo por encima de la rodilla, una blusa de mangas cortas con cuello tortuga y unos tacones de aguja.Salgo de la habitación y me dirijo a la de mi jefe, toco la puerta y espero su respuesta.—Buenos días— digo cuando diviso al hombre por el cual no pude dormir bien.Sale y sin de
DaríoLuego de comer y conversar con los compradores, ya estoy en el hotel, es temprano, faltan tres horas para la celebración, por lo que decido quitarme a mi asistente de encima diciéndole que podría irse a descansar. Me dirijo a mi suite, para así estar fresco para la noche, una persona como yo siempre debe lucir impecable. Entro y me despojo de mis pertenencias, tomo ropa de dormir limpia y me la pongo.—Jefe—escucho que tocan mi puerta—es James.Me levanto y me dirijo a la puerta, necesito saber si pudo completar el encargo de hoy. Lo dejo pasar mientras me acomodo en la pequeña sala de mi habitación, James llega a mi lado y lo observo con atención.—Todo salió mal, me engañó.—¿Qué?— lo observo incrédulo—¿Cómo te pudiste haber dejado engañar por esa mujer?—La fui a buscar como usted ordenó y le dije que me envió para comprarle todo lo que ella quisiera, que la única condición era que lo sucedido ayer quedara en el olvido, que no haga una controversia en los medios. Gastó tod
Darío me dió el día libre, por lo que desde ayer decidí que hoy me levantaría temprano para recorrer Paris, nunca hubiese venido y sería una lástima irme sin conocer.Anoche me tomé el tiempo de buscar en internet algunos lugares bonitos y sobretodo gratis, a los cuales podría ir caminando.Tomo mis cosas y me dirijo a la recepción del hotel, para darle inicio a mi tour, lo primero que haré es visitar un museo, llevo una botella de agua para la caminata, hoy será un día cansoso, pero valdrá la pena.Llego al museo y me deleito viendo tantas esculturas y cosas interesantes, a lo lejos alcanzo a ver un grupo de personas siendo guiadas por un hombre alto de tez oscura; me apresuro para alcanzarlos y unirme al recorrido.—Buenos días, bienvenidos todos a Musée du Quai Branly (El Museo del muelle Branly), mi nombre es Víctor Fuentes, los estaré guiando y enriqueciendo sus conocimientos durante este recorrido.—Buenos días respondemos todos al unísono.—¿Podemos empezar?—pregunta el susodi