- Sabes que ya no tendrás mi cuerpo encima del tuyo tampoco.... follándote como a ti te gusta.... - Dimitry se burló de mí.
Aparté la mirada, un poco preocupada:
- Dimi, baja la voz.
- Nadie está escuchando. Tú lo sabes. Y lo que estás viendo son dos primos que se adoran.... Y se llevan bien... Especialmente en la cama.
Me estremecí al sentir su aliento caliente en mi oreja, recordando todo lo que Dimi era capaz de hacerle a mi cuerpo.
Dimitry Perrone era el tipo de hombre que siempre me había atraído: infantil, guapo, inmaduro, sarcástico y bueno en la cama. Cuerpo perfecto, cerebro gelatinoso. ¡Yo mandaba!
Era un poco más alto que yo, rubio, el pelo siempre desordenado, incluso cuando llevaba traje e intentaba parecer serio y responsable, como en aquel momento. Sus ojos claros eran exactamente iguales a los de mi tío Sebastián. Y yo no entendía cómo podía gustarme tanto y odiar tanto a su hermana.
- Fuiste injusta conmigo, Malu.
- Siempre supiste que sería así, Dimi.
- ¿Tendrías sexo conmigo aunque estuvieras comprometida con él?
- No. A partir de ahora voy a ser una mujer seria. Por eso he aceptado el compromiso que Robin me ha ofrecido.
- Él no tiene nada que ver contigo.
- Nadie tiene... Tú tampoco.
- Estamos en la cama y lo sabes. Siempre dejaste claro que disfrutabas de nuestra conexión física.
- Y no mentí, Dimi. Todavía no podemos seguir con esto. Sabes que nuestros padres nunca lo aceptarían.
- No somos realmente parientes. Lo sabes, ¿verdad?
- Claro que lo sé. Ahora explícaselo a Bárbara y a Heitor Casanova. O incluso a tus padres.
- ¿Has pensado alguna vez en tener una amante en tu tiempo libre? - De nuevo la voz en mi oído hizo que todo mi cuerpo se estremeciera.
- 'Ya no quiero eso, Dimi. Se acabó.
- ¿Crees que no quedarte conmigo mientras estoy comprometida será como no haber traicionado nunca a Robin Hood?
- No me gusta cuando lo llamas Robin Hood.
- Pero no te molesta cuando Ben te llama así. A él se le ocurrió el apodo.
- Ben podría... No es cierto. - Sonreí, sorbiendo el resto del líquido de la copa, mientras observaba a Robin, Theo y Heitor discutiendo de negocios.
- Me merezco un último polvo... Uno de despedida.
- ¡No podemos seguir follando! - dije más alto de lo que me hubiera gustado, sintiéndome un poco acorralado.
- El caso es que me gusta mucho cogerte.... Por detrás... - Sonrió.
Sentí que mis bragas se mojaban e intenté mostrarme firme:
- No...
Dimitry se rió, de esa forma traviesa que tanto me gustaba:
- Tu no suena como un sí.
- Mi no es un no. - Le toqué el pecho, mordiéndome el labio seductoramente, y luego me aparté, mirándole la polla, segura de que se la había puesto dura.
Caminé unos pasos y Ben me interceptó, abrazándome con fuerza, casi aplastándome con su fuerte cuerpo.
- 'No puedo creer que mi sol se vaya a casar. Y aún tan joven.
- Cálmate, Ben. Sólo era un compromiso.
- '¿Qué pretendes, rayito de sol? ¿Fingir que puedes casarte con un hombre de traje?
- No... - Intenté defenderme, aunque sabía que Ben era el tipo de persona a la que no podías ocultarle ni tus pensamientos, porque se enteraría.
- 'No voy a arruinar tu buena onda de chica. Sólo quiero que seas feliz. Sabes que tu luz es radiante.... Y si no la apagas, me parece bien que te quedes con Robin Hood.
Comencé a rizar nerviosamente un mechón de pelo con los dedos. ¿Qué coño tenía que ver todo el mundo con mi vida? ¿Quiénes se creían que eran? ¡Ni siquiera tenía la sangre de esa familia! Por mucho que los quisiera, sabía que mi verdadera familia estaba perdida en alguna parte (gracias a Dios).
Sin querer, vi a Ester hablando con Dimitry. La chica descalificada de mi amigo era guapísima, con 60 kilos muy bien repartidos en sus 1,75 metros, de los cuales al menos un metro debían de ser sólo piernas. Y unos tres kilos de pechos.... Falso, pero pechos.
Ester Santini era morena, de pelo largo y negro, ojos grandes y claros, boca grande, aunque comprada, siempre con labios color vino. También era una de las fieles consumidoras de los productos Giordano, sobre todo de maquillaje.
Aunque éramos amigas, no solíamos intercambiar muchas confidencias. Y aparte de las salidas nocturnas y las copas, no nos quedaba mucho de qué hablar. Y no podía quitarme de la cabeza que Ester siempre parecía interesarse por los hombres que se cruzaban en mi camino.
Dejé solo a Ben y me acerqué a ellos. Pasé el brazo por los hombros de Ester y le dije:
- 'Vamos, quiero que conozcas a alguien', le dije, diciendo lo que se me ocurría en ese momento.
- No quiero conocer a nadie más. - Miró a Dimitry. - Acabo de presentarme oficialmente a tu primo.
- 'Pero si ya os conocíais', argumenté.
- 'Tu amigo quiere conocerme "mejor"...'. - Dimitry se mostró cruel y sarcástico, sabiendo lo mucho que eso me molestaría.
- "Apuesto a que le presentaré a alguien 'mejor' que tú", bromeé.
- "En esta sala soy el mejor que encontrarás, primo", ironizó.
- "Apuesto a que lo eres.
- "Por cierto, te he comprado el mejor regalo de compromiso, Malu", dijo.
- "¿Me has comprado un regalo de compromiso? - Me quedé impresionada.
- 'Sí... Soy un buen tipo. - Dimitry me guiñó un ojo.
Sentí curiosidad y, al mismo tiempo, desconfianza. Dimitry no era el tipo de hombre que hacía algo sin segundas intenciones.
- ¿Qué pasa? Si digo que no estoy ansioso, estaría mintiendo.
- ¡Ven! Te lo enseñaré. - Me agarró de la mano, tirando de mí.
Le empujé rápidamente, asegurándome de que Ester no pudiera alcanzarme. Nos echamos a reír mientras corríamos por el pasillo. Abrí la primera puerta que encontré y llegué al despacho de mi padre.
Al girarme, tropecé con Dimitry, sintiendo su cuerpo junto al mío. Inmediatamente empecé a jadear y nuestras miradas se cruzaron.
- No tienes un regalo, ¿verdad? - pregunté levantando la cara hacia él.
Dimi me besó la punta de la nariz:
- Yo soy tu regalo.
- Dimi... Por favor...
- Sabes que estoy loco por ti, Malu.... - Sus manos fueron directas a mis nalgas, apretándolas.
- Joder... - Abrí el botón de sus pantalones, bajando apresuradamente la cremallera.
Dimitry me cogió por las nalgas mientras yo cruzaba las piernas sobre sus caderas, aferrándome a él, nuestros labios encontrándose ansiosos y enloquecidos.Me llevó hasta el escritorio de mi padre, colocándome sobre él mientras el sonido de algunas cosas cayendo al suelo resonaba en la habitación. Desde allí no se oía casi nada, salvo el sonido de conversaciones en la distancia.Dimitry me abrió las piernas y me bajó las bragas con destreza, tirándolas detrás de mí. Me miró con lujuria antes de humedecerse los labios:- Eres mía, Malu.- Fóllame, Dimi... Ahora...- Primero con la lengua, como a ti te gusta...- Rápido, Dimi... Rápido. - Supliqué, sintiendo que mi coño clamaba por él.Dimitri atrajo mi cuerpo contra su boca, lamiendo pausadamente mi húmedo coño, que clamaba por su majestuosa polla. Me tumbé sobre la mesa, arqueando ligeramente la espalda en un espasmo de placer. Aquel cabrón sabía exactamente cómo volverme loca por él. Su lengua trabajaba hábilmente y sin prisas, hacié
La madre de Robin lo llamó y, dándome un beso en la mejilla, fue a su encuentro.Miré en dirección a Theo, que tenía su mirada clavada en mí. Me sonrojé, como si él supiera lo que acababa de hacer. Porque siempre me pareció que podía ver dentro de mí, más profundo de lo que yo misma podía llegar.- No me gusta que esté contigo', dijo Heitor, con el brazo todavía alrededor de mí.- '¿Y te gusta alguien con quien me haya relacionado hasta ahora, papá?- Me gusta menos'.- No lo creía... 'Después de todo, ¿cuánto tiempo hablaste de negocios en mi fiesta de compromiso?- Es exactamente por eso que no me gusta. - No había ni un atisbo de broma en el semblante de mi padre.Tragué saliva.- Es a María Lúa a quien tiene que gustarle. - Theo se mostró enfático y serio.- Gracias, Theo. - Sonreí.- 'Si te hace algo, lo convierto en vino. - Heitor me dio un beso en la mejilla y se fue.- No me des las gracias", dijo Theo. - 'He dicho que eres tú quien tiene que gustarle...' Eso no significa que
- ¿Por qué coño huyes de esta conversación? - gritó Barbara.- Mamá, ya hemos hablado de esto antes de que fuera a la fiesta de compromiso más caliente del año. - Fui sarcástica.- No te burles de tu hermano. Hace mucho tiempo que no se acuesta. Quiero que vuelva a pasar.- Sucederá de nuevo. Pronto estaré en mi casa.... Con Robin Hood. - Parpadeé. - Quiero decir Robin Giordano -me corregí.Me molestaron tanto con Robin Hood que sin querer acabé repitiendo lo que tanto odiaba, que eran las bromas sobre mi novio.Porque así era: Ben y Babi perdían a sus amigos pero no la broma.Llamé ligeramente a la puerta de Theo y no escuché ningún sonido del otro lado. Por supuesto que no iba a despertarle. Pero hacía tanto tiempo que no le veía y no quería que se fuera sin contarme en persona cómo le iba la vida.Me estaba dando por vencida, dándole la espalda, cuando se abrió la puerta. Llevaba pantalones de chándal y estaba sin camiseta y descalzo.- ¿Cuándo te han crecido los pechos? - le pregu
Oímos un suave golpe en la puerta y Babi entró, sin saber qué hacer cuando me vio con Theo cogido por el cuello.- Suelta a tu hermano, Malu -dijo muy seria.Solté a Theo, que cayó con la cabeza sobre la almohada.- Me ha provocado, mamá.- Ha dicho que me encontraste en el cubo de la basura, mamá... He oído eso toda mi vida. No es justo volver después de años y que esta loca insista en ello.- Es tan bonito veros pelear... - Babi se tiró en la cama, abrazándonos.Entre las cosas buenas de la vida, el abrazo de mi madre era una de ellas. Y el olor de Theo era la segunda... O quizás la inversión del orden era lo que realmente pensaba. Cuando fuimos a soltarnos, sus dedos se enredaron en mi pelo y nuestra madre tuvo que intervenir mientras yo gemía de dolor.- ¿Todavía te enredas el pelo cuando estás nerviosa? - me preguntó Theo, cuando por fin consiguió liberarse de los mechones.- No", mentí.- Sí -confirmó Babi-.- Así que hoy estaba muy nerviosa. - Theo se rió.- Bueno, he venido a
- Sebastian ni siquiera me deja desayunar tranquilamente. Ha nacido para entorpecerme la vida", se quejó.- ¡Ay! - grité.- ¿Qué te pasa? - se preocupó Theo.- Me duele la cabeza... ¡Mucho!Me tocó la cabeza:- Debe ser porque no te has secado el pelo.- Claro que no, Theo. - Arrugué la frente. - No tienes cerebro para decir eso.- ¿Cerebro gelatinoso? - Estaba confuso.- Estoy teniendo un ataque de pánico... - Me levanté de la silla. - Voy al médico.Babi se levantó:- Dios mío... Voy contigo.Heitor se quedó mirando el teléfono, con los ojos muy abiertos, sin decir una palabra. Cuando Babi se acercó a mí, gritó:- ¡No la toques, Bárbara!Todos me miraron:- Se me cierra la garganta... ¡Me voy a morir!Intenté desmayarme, pero Heitor me agarró, haciéndome mirarle a los ojos:- No te mueras de alergia, Malu... Te voy a matar yo misma. Con mis propias manos.- ¿Qué ha pasado? - preguntó Babi, preocupada.- Míralo tú mismo. - Heitor le entregó el móvil, sin dejar de abrazarme, impidiénd
Entré en el garaje y miré mi BMW M4 Rosa y el Maserati plateado de mi padre. Había pensado que quizá amaba más a su coche que a su vida... Hasta que me di cuenta de cómo miraba a mi madre.Mi teléfono vibró y lo cogí, tocando con el dedo la fría y brillante carrocería plateada.- Dime que estás viva, Malú.- Mi cuerpo está vivo, ¡pero han destruido mi alma, Ben! - Me enjugué las lágrimas.- ¿Estaba enfadado Thor?- Sí...- ¿Estás llorando?- Sí... Y ahora mismo tengo mi dedo en su Maserati, pensando que si escribo "Perdóname" en la carrocería, volverá a estar bien conmigo.- Él destruye su cuerpo a partir de ahí... Y no quedará más Malú en esta encarnación.- Tal vez sea lo mejor... - Quité la mano del Maserati y me dirigí a mi coche, sentándome frente al volante.- ¿Qué coño le pasa al buenorro de Dimitry?- Está jodidamente bueno, Ben...- Aparte de que yo tampoco podría resistirme si tuviera un primo tan perfecto como ése, eres un puto pervertido, Maria Lua Casanova.Respiré hondo
Ya sabía adónde tenía que ir. Quería crecer, aunque la Malú que llevaba dentro se negaba, temerosa de ser independiente y tener que resolver ciertas situaciones de adulta que quizá no supiera manejar muy bien.No encendí el equipo de música del coche para no arriesgarme a tener que volver a escuchar "You are my Sunshine". Cuando me detuve frente al edificio de Robin, respiré hondo y miré hacia arriba, intentando divisar su piso, el más alto, el más imponente... Y caro.Dejé el coche aparcado en la calle y salí, con algo dándome vueltas en la cabeza. ¿Y si Jordana lo había montado todo, grabándome con Dimi en el salón de mi padre? Sí, porque ella era capaz de cualquier cosa para destruirme. Pero, ¿también era capaz de hacerle daño a su propio hermano? Aunque Dimitry no había salido perjudicado, ya que un hombre follando con una mujer a ojos de la sociedad era algo varonil y digno de aplauso... Por otro lado, una mujer, recién prometida, dándoselas en la mesa de trabajo de su padre era
Antes de salir del coche, cogí una chaqueta del asiento trasero y me la puse sobre el cuerpo para que no vieran que estaba sangrando.Nada más entrar, encontré a Heitor al teléfono, paseándose de un lado a otro en la habitación principal. Babi estaba al otro teléfono, sentada en el sofá. Cuando me vieron, los dos vinieron hacia mí. Pude ver la preocupación en sus caras y me sentí fatal.- Papá, mamá... Lo siento mucho. Sé que puedo decir mil cosas, intentar dar innumerables explicaciones... Pero tal vez nada sea convincente, ¿sabes? Cometí un error. Y lo siento.Ambos me abrazaron y dejé que las lágrimas fluyeran, agradecida de tenerlos allí.- Fui muy dura contigo - dijo Heitor.- No fue... Fui intrascendente.- Lo bueno de todo esto es que no te vas a casar con Robin Hood -me animó Babi, rizándome el pelo con los dedos, pues sabía que eso era lo que yo hacía cuando estaba nerviosa.- Ni siquiera me gustaba -coincidió Heitor-. - Pero eso no significa que te quiera con Dimitry.me reí