Dimitry me cogió por las nalgas mientras yo cruzaba las piernas sobre sus caderas, aferrándome a él, nuestros labios encontrándose ansiosos y enloquecidos.
Me llevó hasta el escritorio de mi padre, colocándome sobre él mientras el sonido de algunas cosas cayendo al suelo resonaba en la habitación. Desde allí no se oía casi nada, salvo el sonido de conversaciones en la distancia.
Dimitry me abrió las piernas y me bajó las bragas con destreza, tirándolas detrás de mí. Me miró con lujuria antes de humedecerse los labios:
- Eres mía, Malu.
- Fóllame, Dimi... Ahora...
- Primero con la lengua, como a ti te gusta...
- Rápido, Dimi... Rápido. - Supliqué, sintiendo que mi coño clamaba por él.
Dimitri atrajo mi cuerpo contra su boca, lamiendo pausadamente mi húmedo coño, que clamaba por su majestuosa polla. Me tumbé sobre la mesa, arqueando ligeramente la espalda en un espasmo de placer. Aquel cabrón sabía exactamente cómo volverme loca por él. Su lengua trabajaba hábilmente y sin prisas, haciéndome sentir su saliva goteando a propósito.
Gemí cuando un dedo rodeó mi clítoris con fuerza y mis manos fueron a su pelo, del que tiré sin piedad:
- '¡No tardes, joder! - me quejé.
- Siempre con prisas... - Se rió, aún entre mis piernas.
- "No es culpa mía si tu polla me entra perfectamente... -me burlé, tirando con más fuerza de las hebras rubias, haciéndole gemir de dolor.
- 'Pequeño cabrón caliente...' - Dimi se levantó y me hizo sentar, envolviendo mi pelo entre sus dedos y tirando de ellos con fuerza, hasta que nuestras caras quedaron frente a frente. - 'Dices que me echarás de menos....
- Voy a echar de menos... ¡Tu polla! - Me mordí el labio, dejándole poseído.
Dimitry se bajó los pantalones, junto con los calzoncillos, lo suficiente para liberar su polla. Sacó un condón del bolsillo y lo ajustó rápidamente a su longitud. Abrí las piernas y sentí cómo me penetraba con fuerza, sin piedad, empujándome como si el mundo fuera a acabarse en ese momento y el sexo fuera nuestro último deseo.
Cerré los ojos y metí las manos dentro de su camisa, sintiendo la piel de su espalda completamente lisa y su cuerpo esbelto y atlético, ardiente como el fuego.
Mis uñas se clavaron en sus clavículas, dejándolo marcado, tal y como a él le gustaba. Nuestras bocas se encontraron y los gemidos se contuvieron en el depravado beso. Sentí las gotas de sudor de Dimitry goteando por su piel y me corrí antes que él, incapaz de contenerme un segundo más.
Dimi siguió penetrándome, un poco menos agresivamente. Luego me puso boca arriba, haciendo que mis pies tocaran el suelo.
- ¿Quieres que me corra otra vez, grandullón? - bromeé.
- Ahora me toca a mí, traviesa. Como a mí me gusta... - Volvió a penetrarme, profundamente, haciéndome gemir, tan mojada que el sonido de su polla al follarme resonó por toda la habitación.
- No podemos tardar mucho... - le recordé.
- ¿Es mejor que yo, Malú?
¿Por qué los hombres siempre tenían que hacer esa pregunta? ¿Tan importante era para ellos saber que follaban mejor que el compañero que tenían al lado?
Y si dijera que Dimi no era mejor que Robin estaría mintiendo descaradamente. No es que Robin fuera malo... Pero mi conexión sexual con Dimitry siempre fue perfecta.
- ¡Eres el mejor, Dimi! - Lo dejé satisfecho, como el líder de la manada.
Ya me había corrido y estaba demasiado nerviosa para alcanzar el orgasmo por segunda vez. No recordaba haber cerrado la puerta y la duda empezó a preocuparme. Y Dimitry no llegó a correrse.
- '¡Ven pronto, m*****a sea! - me quejé, autoritaria.
Era lo que necesitaba para liberarse del todo, el preservativo llenándose dentro de mí. Le empujé ligeramente hacia atrás con el culo y me puse en cuclillas, cogiendo las bragas que había en el suelo y poniéndomelas rápidamente.
- ¿Dónde pongo esto? - Señaló el condón.
Cogí la papelera que había junto a la mesa y abrí la tapa, tirándolo allí mismo:
- Lo tiraré en otra papelera más tarde, no te preocupes. Papá no estará en la oficina hoy.... ni mañana. Y no puedo salir con esto detrás de un retrete. De hecho, deberías deshacerte tú de esta m****a, no yo -me quejé, ayudándole a meterse la camisa en los pantalones.
Dimitry realmente tenía un cerebro de gelatina y no iba a encontrar un lugar donde deshacerse del condón. Me arreglé el vestido y tenía la mano en el pomo de la puerta cuando sentí su cálida mano en la mía. Me volví hacia él y le miré, sintiendo aún que el corazón se me aceleraba.
- No acepto que éste sea nuestro último polvo", dijo con seriedad.
- Tú pediste el último.
- 'Malú, sabes que no puedes estar sin mí.
- Dimi, siempre fue sexo. Y tú lo sabes. - Era sincero.
- Sexo de buena calidad.
- Aún así, "sexo"... Eso es todo.
- ¿Y cuando lo echo de menos?
Me reí:
- Piensa en mí... Y ya sabes qué hacer. - Parpadeé.
Abrí la puerta y miré hacia el pasillo, que estaba vacío.
- Espera aquí un rato y sal después de mí, para no llamar la atención. No quiero que nadie nos vea juntos.
- Somos primos. ¿Qué tiene eso de malo? Siempre hemos estado muy "conectados".
- Físicamente - dije en serio.
- Y emocionalmente.
Arqueé una ceja:
- '¡No la cagues, Dimi!
Me fui sin mirar atrás, un poco inseguro de si Dimitry estaba consiguiendo separar las cosas.
Increíblemente, Heitor, Theo y Robin seguían hablando en medio de la sala. Y yo estaba segura de que se trataba de negocios. Eso era exactamente lo que me molestaba de Robin: la falta de tiempo para mí mismo y la comprensión de que en la vida no todo era ganar dinero.
Entré en el centro del círculo que habían formado con sus cuerpos y mi padre me pasó el brazo por los hombros:
- ¿Dónde estabas, Malu?
- I... Fui al baño. - Me sentí culpable y no le miré a los ojos.
Robin me cogió de la mano e intentó darme un beso, pero me aparté. Después de todo, tenía mis principios. No podía besarle cuando acababa de besar a otro hombre. Eso no me hacía tan mala chica. ¿O no había diferencia? Era una zorra sin corazón.
La madre de Robin lo llamó y, dándome un beso en la mejilla, fue a su encuentro.Miré en dirección a Theo, que tenía su mirada clavada en mí. Me sonrojé, como si él supiera lo que acababa de hacer. Porque siempre me pareció que podía ver dentro de mí, más profundo de lo que yo misma podía llegar.- No me gusta que esté contigo', dijo Heitor, con el brazo todavía alrededor de mí.- '¿Y te gusta alguien con quien me haya relacionado hasta ahora, papá?- Me gusta menos'.- No lo creía... 'Después de todo, ¿cuánto tiempo hablaste de negocios en mi fiesta de compromiso?- Es exactamente por eso que no me gusta. - No había ni un atisbo de broma en el semblante de mi padre.Tragué saliva.- Es a María Lúa a quien tiene que gustarle. - Theo se mostró enfático y serio.- Gracias, Theo. - Sonreí.- 'Si te hace algo, lo convierto en vino. - Heitor me dio un beso en la mejilla y se fue.- No me des las gracias", dijo Theo. - 'He dicho que eres tú quien tiene que gustarle...' Eso no significa que
- ¿Por qué coño huyes de esta conversación? - gritó Barbara.- Mamá, ya hemos hablado de esto antes de que fuera a la fiesta de compromiso más caliente del año. - Fui sarcástica.- No te burles de tu hermano. Hace mucho tiempo que no se acuesta. Quiero que vuelva a pasar.- Sucederá de nuevo. Pronto estaré en mi casa.... Con Robin Hood. - Parpadeé. - Quiero decir Robin Giordano -me corregí.Me molestaron tanto con Robin Hood que sin querer acabé repitiendo lo que tanto odiaba, que eran las bromas sobre mi novio.Porque así era: Ben y Babi perdían a sus amigos pero no la broma.Llamé ligeramente a la puerta de Theo y no escuché ningún sonido del otro lado. Por supuesto que no iba a despertarle. Pero hacía tanto tiempo que no le veía y no quería que se fuera sin contarme en persona cómo le iba la vida.Me estaba dando por vencida, dándole la espalda, cuando se abrió la puerta. Llevaba pantalones de chándal y estaba sin camiseta y descalzo.- ¿Cuándo te han crecido los pechos? - le pregu
Oímos un suave golpe en la puerta y Babi entró, sin saber qué hacer cuando me vio con Theo cogido por el cuello.- Suelta a tu hermano, Malu -dijo muy seria.Solté a Theo, que cayó con la cabeza sobre la almohada.- Me ha provocado, mamá.- Ha dicho que me encontraste en el cubo de la basura, mamá... He oído eso toda mi vida. No es justo volver después de años y que esta loca insista en ello.- Es tan bonito veros pelear... - Babi se tiró en la cama, abrazándonos.Entre las cosas buenas de la vida, el abrazo de mi madre era una de ellas. Y el olor de Theo era la segunda... O quizás la inversión del orden era lo que realmente pensaba. Cuando fuimos a soltarnos, sus dedos se enredaron en mi pelo y nuestra madre tuvo que intervenir mientras yo gemía de dolor.- ¿Todavía te enredas el pelo cuando estás nerviosa? - me preguntó Theo, cuando por fin consiguió liberarse de los mechones.- No", mentí.- Sí -confirmó Babi-.- Así que hoy estaba muy nerviosa. - Theo se rió.- Bueno, he venido a
- Sebastian ni siquiera me deja desayunar tranquilamente. Ha nacido para entorpecerme la vida", se quejó.- ¡Ay! - grité.- ¿Qué te pasa? - se preocupó Theo.- Me duele la cabeza... ¡Mucho!Me tocó la cabeza:- Debe ser porque no te has secado el pelo.- Claro que no, Theo. - Arrugué la frente. - No tienes cerebro para decir eso.- ¿Cerebro gelatinoso? - Estaba confuso.- Estoy teniendo un ataque de pánico... - Me levanté de la silla. - Voy al médico.Babi se levantó:- Dios mío... Voy contigo.Heitor se quedó mirando el teléfono, con los ojos muy abiertos, sin decir una palabra. Cuando Babi se acercó a mí, gritó:- ¡No la toques, Bárbara!Todos me miraron:- Se me cierra la garganta... ¡Me voy a morir!Intenté desmayarme, pero Heitor me agarró, haciéndome mirarle a los ojos:- No te mueras de alergia, Malu... Te voy a matar yo misma. Con mis propias manos.- ¿Qué ha pasado? - preguntó Babi, preocupada.- Míralo tú mismo. - Heitor le entregó el móvil, sin dejar de abrazarme, impidiénd
Entré en el garaje y miré mi BMW M4 Rosa y el Maserati plateado de mi padre. Había pensado que quizá amaba más a su coche que a su vida... Hasta que me di cuenta de cómo miraba a mi madre.Mi teléfono vibró y lo cogí, tocando con el dedo la fría y brillante carrocería plateada.- Dime que estás viva, Malú.- Mi cuerpo está vivo, ¡pero han destruido mi alma, Ben! - Me enjugué las lágrimas.- ¿Estaba enfadado Thor?- Sí...- ¿Estás llorando?- Sí... Y ahora mismo tengo mi dedo en su Maserati, pensando que si escribo "Perdóname" en la carrocería, volverá a estar bien conmigo.- Él destruye su cuerpo a partir de ahí... Y no quedará más Malú en esta encarnación.- Tal vez sea lo mejor... - Quité la mano del Maserati y me dirigí a mi coche, sentándome frente al volante.- ¿Qué coño le pasa al buenorro de Dimitry?- Está jodidamente bueno, Ben...- Aparte de que yo tampoco podría resistirme si tuviera un primo tan perfecto como ése, eres un puto pervertido, Maria Lua Casanova.Respiré hondo
Ya sabía adónde tenía que ir. Quería crecer, aunque la Malú que llevaba dentro se negaba, temerosa de ser independiente y tener que resolver ciertas situaciones de adulta que quizá no supiera manejar muy bien.No encendí el equipo de música del coche para no arriesgarme a tener que volver a escuchar "You are my Sunshine". Cuando me detuve frente al edificio de Robin, respiré hondo y miré hacia arriba, intentando divisar su piso, el más alto, el más imponente... Y caro.Dejé el coche aparcado en la calle y salí, con algo dándome vueltas en la cabeza. ¿Y si Jordana lo había montado todo, grabándome con Dimi en el salón de mi padre? Sí, porque ella era capaz de cualquier cosa para destruirme. Pero, ¿también era capaz de hacerle daño a su propio hermano? Aunque Dimitry no había salido perjudicado, ya que un hombre follando con una mujer a ojos de la sociedad era algo varonil y digno de aplauso... Por otro lado, una mujer, recién prometida, dándoselas en la mesa de trabajo de su padre era
Antes de salir del coche, cogí una chaqueta del asiento trasero y me la puse sobre el cuerpo para que no vieran que estaba sangrando.Nada más entrar, encontré a Heitor al teléfono, paseándose de un lado a otro en la habitación principal. Babi estaba al otro teléfono, sentada en el sofá. Cuando me vieron, los dos vinieron hacia mí. Pude ver la preocupación en sus caras y me sentí fatal.- Papá, mamá... Lo siento mucho. Sé que puedo decir mil cosas, intentar dar innumerables explicaciones... Pero tal vez nada sea convincente, ¿sabes? Cometí un error. Y lo siento.Ambos me abrazaron y dejé que las lágrimas fluyeran, agradecida de tenerlos allí.- Fui muy dura contigo - dijo Heitor.- No fue... Fui intrascendente.- Lo bueno de todo esto es que no te vas a casar con Robin Hood -me animó Babi, rizándome el pelo con los dedos, pues sabía que eso era lo que yo hacía cuando estaba nerviosa.- Ni siquiera me gustaba -coincidió Heitor-. - Pero eso no significa que te quiera con Dimitry.me reí
- Intentaré ser más suave esta vez.- No tienes por qué... Ya no soy virgen.Volví a sentir las despiadadas pinzas sacando el otro trozo de cristal. Seguramente esta era la forma que tenía Theo de castigarme. Podría apostar que estaba feliz de ver mi dolor y sufrimiento. Pero yo era fuerte, como siempre. Nunca dejé que se diera cuenta de que tenía sentimientos y podía ser débil y necesitar ayuda urgentemente.Me enseñó los dos trozos de cristal, aún ensangrentados. Me senté en la cama y Theo levantó la colcha, cubriéndome.- ¿No te gustan mis pechos, Theo? - bromeé.- No, no me gustan.- ¿Quieres que les ponga silicona? - Quité la colcha, haciendo ademán de enseñársela.Theo se levantó:- Quiero que tomes un té de responsabilidad. Y que madures, de una vez por todas.Agaché la cabeza, recogí la colcha y me tapé, avergonzada. Respiré hondo y me tragué mi orgullo:- Siento lo que hice, Theo. Ya me he disculpado con nuestros padres... Y ellos lo han aceptado. Fui una irresponsable. Y me