Oímos un suave golpe en la puerta y Babi entró, sin saber qué hacer cuando me vio con Theo cogido por el cuello.
- Suelta a tu hermano, Malu -dijo muy seria.
Solté a Theo, que cayó con la cabeza sobre la almohada.
- Me ha provocado, mamá.
- Ha dicho que me encontraste en el cubo de la basura, mamá... He oído eso toda mi vida. No es justo volver después de años y que esta loca insista en ello.
- Es tan bonito veros pelear... - Babi se tiró en la cama, abrazándonos.
Entre las cosas buenas de la vida, el abrazo de mi madre era una de ellas. Y el olor de Theo era la segunda... O quizás la inversión del orden era lo que realmente pensaba. Cuando fuimos a soltarnos, sus dedos se enredaron en mi pelo y nuestra madre tuvo que intervenir mientras yo gemía de dolor.
- ¿Todavía te enredas el pelo cuando estás nerviosa? - me preguntó Theo, cuando por fin consiguió liberarse de los mechones.
- No", mentí.
- Sí -confirmó Babi-.
- Así que hoy estaba muy nerviosa. - Theo se rió.
- Bueno, he venido a decirte que te acuestes pronto. He pedido que sirvan el desayuno a las ocho. Anon y Ben vienen a comer con nosotros. Hace tiempo que no podemos reunir a toda la familia.
- ¿Va a venir el tío Sebastian?
- No. Ya tienen una cita. Por cierto, ¿has hablado con tus tíos y primos?
- Sí... Por cierto, Jordana está preciosa. - Comentó.
- Sí, se parece mucho a mi hermano. Y como Sebastian es un travieso, por supuesto que su hija también lo sería.
- Igual que Dimi. - Miré a Theo.
- ¿"Dimi"? ¿Desde cuándo le llamas "Dimi"?
- Desde que te fuiste. - Fui honesto.
- Malu tiene una buena relación con Dimitry... Lo que increíblemente no ocurre con Jordana -reveló Babi, riendo.
Me levanté y me estiré:
- Ha sido un día ajetreado... Me voy a la cama.
Babi nos dio un beso a Theo y a mí y se fue.
- Buenas noches, gilipollas. - Le guiñé un ojo y salí por la puerta.
- ¿Sunshine?
Me di la vuelta y le miré:
- Estás preciosa rubia y con las mechas rosas en el pelo.
Sonreí y cerré la puerta.
Soñé toda la noche con Dimitry follándome en el salón de mi padre. Y no era un sueño erótico. Era más bien una película de terror.Puse el despertador a las siete de la mañana para no llegar tarde al desayuno familiar. En cuanto puse la mano en el móvil, vi su mensaje.
"No puedo dormir. Tu olor sigue en mí".
Respiré hondo y miré la hora a la que había enviado el mensaje: las dos de la madrugada. Escribí:
"Me arrepiento amargamente de lo que hice. Si pudiera volver atrás en el tiempo, ayer no me habría acostado contigo. Fui una persona horrible. Y no quiero ser así, Dimi. Ayúdame a ser mejor. Y no vengas más a mí para eso".
Me di una larga ducha y me dejé el pelo húmedo, sin usar el secador. Me puse un poco de eyeliner rosa neón y me puse unos vaqueros y una camiseta estampada, anudada a la cintura. Lo rematé con unas botas blancas y salí al balcón, ya que estaba bastante segura de que el desayuno estaría allí, el lugar favorito de Theo.Y no me equivocaba. Olí café recién hecho en el aire y me quejé, tomando asiento en la mesa:
- ¿El café pasado es sólo cuando Theo está en esta casa? Eso es injusto.
Babi se rió y no tardaron ni un minuto en aparecer Theo y Heitor, charlando animadamente. Mi padre me dio un beso en la coronilla:
- Buenos días, preciosa.
- Buenos días, papá. - Volví a aspirar el olor del café.
- ¿Ya no es tu rayo de sol, papá? - se burló Theo, sentándose a mi lado-.
- A tu hermana ya no le gusta que la llamen así... Ahora quiere ser Malú, porque María Lúa tampoco le vale -dijo Heitor.
- ¡Buenos días, solete! - bromeó Theo dándome un codazo con el hombro.
Cómo echaba de menos eso: los cuatro juntos. Desde que Theo se fue, cuando yo tenía dieciocho años, ya nada era divertido. Y aún me desconcertaba que hubiera abandonado la universidad en Noriah Norte y decidiera vivir en otro país, terminando la carrera de Ingeniería Química lejos de nosotros.
Y no era porque a Heitor le pareciera una tontería que no quisiera hacerse cargo del negocio familiar, dejándolo todo sobre mis hombros.
Raio de sol me recordaba a la infancia. Y yo ya no era un niño. Y a pesar de toda la m****a que hice, quería ser vista como una mujer. Y llamarme con ese apodo tonto pero entrañable seguía haciéndome una niña a sus ojos. Y yo no era un rayo de sol... Especialmente Theo Casanova.
Me serví café puro y un trozo de tarta de cacahuete con glaseado de leche condensada.
- ¿Todavía quieres postre antes de la comida principal? - me preguntó Theo.
- Sí, todavía lo hace. - Babi se echó a reír.
- ¿Y Ben y Anon? - preguntó Theo.
- Ben dijo que llegarían tarde. Dormían más que la cama.
El móvil de Heitor no paraba de sonar. Le miramos y dijo:
- No te preocupes... No voy a contestar. - Tocó la pantalla, sin duda bajando el volumen.
Mi teléfono empezó a vibrar en mi bolsillo y también el de Heitor. Saqué el mío del bolsillo y abrí el mensaje de Ben:
"No bajes a desayunar. Es más, finge que tienes una enfermedad grave para que no te maten".
Miré a todos, que seguían comiendo tranquilamente.
- Deja el móvil, Malu, por favor -me pidió Babi.
Me metí el móvil en el bolsillo y aparté el plato.
- Creía que eras alérgica a los cacahuetes -me recordó Theo.
- No... Ya no... - dije nerviosa, tratando de entender qué había pasado.
El ama de llaves salió al balcón y dijo:
- Sr. Casanova... El Sr. Perrone llamó a la casa... Y me pidió que mirara su teléfono móvil... Inmediatamente.
Ella se fue y Heitor cogió su móvil:
- Sebastian ni siquiera me deja desayunar tranquilamente. Ha nacido para entorpecerme la vida", se quejó.- ¡Ay! - grité.- ¿Qué te pasa? - se preocupó Theo.- Me duele la cabeza... ¡Mucho!Me tocó la cabeza:- Debe ser porque no te has secado el pelo.- Claro que no, Theo. - Arrugué la frente. - No tienes cerebro para decir eso.- ¿Cerebro gelatinoso? - Estaba confuso.- Estoy teniendo un ataque de pánico... - Me levanté de la silla. - Voy al médico.Babi se levantó:- Dios mío... Voy contigo.Heitor se quedó mirando el teléfono, con los ojos muy abiertos, sin decir una palabra. Cuando Babi se acercó a mí, gritó:- ¡No la toques, Bárbara!Todos me miraron:- Se me cierra la garganta... ¡Me voy a morir!Intenté desmayarme, pero Heitor me agarró, haciéndome mirarle a los ojos:- No te mueras de alergia, Malu... Te voy a matar yo misma. Con mis propias manos.- ¿Qué ha pasado? - preguntó Babi, preocupada.- Míralo tú mismo. - Heitor le entregó el móvil, sin dejar de abrazarme, impidiénd
Entré en el garaje y miré mi BMW M4 Rosa y el Maserati plateado de mi padre. Había pensado que quizá amaba más a su coche que a su vida... Hasta que me di cuenta de cómo miraba a mi madre.Mi teléfono vibró y lo cogí, tocando con el dedo la fría y brillante carrocería plateada.- Dime que estás viva, Malú.- Mi cuerpo está vivo, ¡pero han destruido mi alma, Ben! - Me enjugué las lágrimas.- ¿Estaba enfadado Thor?- Sí...- ¿Estás llorando?- Sí... Y ahora mismo tengo mi dedo en su Maserati, pensando que si escribo "Perdóname" en la carrocería, volverá a estar bien conmigo.- Él destruye su cuerpo a partir de ahí... Y no quedará más Malú en esta encarnación.- Tal vez sea lo mejor... - Quité la mano del Maserati y me dirigí a mi coche, sentándome frente al volante.- ¿Qué coño le pasa al buenorro de Dimitry?- Está jodidamente bueno, Ben...- Aparte de que yo tampoco podría resistirme si tuviera un primo tan perfecto como ése, eres un puto pervertido, Maria Lua Casanova.Respiré hondo
Ya sabía adónde tenía que ir. Quería crecer, aunque la Malú que llevaba dentro se negaba, temerosa de ser independiente y tener que resolver ciertas situaciones de adulta que quizá no supiera manejar muy bien.No encendí el equipo de música del coche para no arriesgarme a tener que volver a escuchar "You are my Sunshine". Cuando me detuve frente al edificio de Robin, respiré hondo y miré hacia arriba, intentando divisar su piso, el más alto, el más imponente... Y caro.Dejé el coche aparcado en la calle y salí, con algo dándome vueltas en la cabeza. ¿Y si Jordana lo había montado todo, grabándome con Dimi en el salón de mi padre? Sí, porque ella era capaz de cualquier cosa para destruirme. Pero, ¿también era capaz de hacerle daño a su propio hermano? Aunque Dimitry no había salido perjudicado, ya que un hombre follando con una mujer a ojos de la sociedad era algo varonil y digno de aplauso... Por otro lado, una mujer, recién prometida, dándoselas en la mesa de trabajo de su padre era
Antes de salir del coche, cogí una chaqueta del asiento trasero y me la puse sobre el cuerpo para que no vieran que estaba sangrando.Nada más entrar, encontré a Heitor al teléfono, paseándose de un lado a otro en la habitación principal. Babi estaba al otro teléfono, sentada en el sofá. Cuando me vieron, los dos vinieron hacia mí. Pude ver la preocupación en sus caras y me sentí fatal.- Papá, mamá... Lo siento mucho. Sé que puedo decir mil cosas, intentar dar innumerables explicaciones... Pero tal vez nada sea convincente, ¿sabes? Cometí un error. Y lo siento.Ambos me abrazaron y dejé que las lágrimas fluyeran, agradecida de tenerlos allí.- Fui muy dura contigo - dijo Heitor.- No fue... Fui intrascendente.- Lo bueno de todo esto es que no te vas a casar con Robin Hood -me animó Babi, rizándome el pelo con los dedos, pues sabía que eso era lo que yo hacía cuando estaba nerviosa.- Ni siquiera me gustaba -coincidió Heitor-. - Pero eso no significa que te quiera con Dimitry.me reí
- Intentaré ser más suave esta vez.- No tienes por qué... Ya no soy virgen.Volví a sentir las despiadadas pinzas sacando el otro trozo de cristal. Seguramente esta era la forma que tenía Theo de castigarme. Podría apostar que estaba feliz de ver mi dolor y sufrimiento. Pero yo era fuerte, como siempre. Nunca dejé que se diera cuenta de que tenía sentimientos y podía ser débil y necesitar ayuda urgentemente.Me enseñó los dos trozos de cristal, aún ensangrentados. Me senté en la cama y Theo levantó la colcha, cubriéndome.- ¿No te gustan mis pechos, Theo? - bromeé.- No, no me gustan.- ¿Quieres que les ponga silicona? - Quité la colcha, haciendo ademán de enseñársela.Theo se levantó:- Quiero que tomes un té de responsabilidad. Y que madures, de una vez por todas.Agaché la cabeza, recogí la colcha y me tapé, avergonzada. Respiré hondo y me tragué mi orgullo:- Siento lo que hice, Theo. Ya me he disculpado con nuestros padres... Y ellos lo han aceptado. Fui una irresponsable. Y me
Ni siquiera esperé a que salieran del coche. Salí corriendo y entré en el bar, buscando el baño.Después de vaciar la vejiga, encontré a mi padre y a Theo sentados en la sencilla cafetería de carretera. El olor a comida frita impregnaba la estancia y sólo había un empleado, que sin duda cogía el dinero y hacía la comida con la misma mano.- ¿Qué haces ahí sentado?- Quiero comer algo grasiento -respondió Theo, sonriendo libertinamente.- No... No voy a escuchar eso. Sólo porque has engordado un poco crees que puedes estirar la pata y abandonar la dieta y el ejercicio, niñato? - me burlé.- No estoy a dieta. Y no voy a abandonar el ejercicio, si eso es lo que estás sugiriendo.- ¿Así que no te gusta lo que se sirve en la mansión Casanova? - preguntó Heitor.- Tranquilo, papá. Y prueba algo diferente por una vez -sugirió Theo-.- Este sitio es raro. - Heitor miró a su alrededor.- Y no parece nada higiénico. - Miré.- Siéntate con nosotros y cállate, sol. - Theo fue duro.- ¡No quiero!
Miré su mano y la aparté, furiosa:- ¿Cuál es "tu" problema, Theo?- Ayer mismo estabas en la mesa de papá con Dimitry, nuestro primo, el día de tu compromiso. Hoy estás ligando con un chico como si nada.- Creo que ya no debería acostarme con nadie de mi familia -bromeé.Theo se me quedó mirando un rato sin decir nada. Intenté mantener mis ojos en los suyos verdes, pero no pude sostenerlos. Miré al suelo.- Pensé que podríamos divertirnos un poco... Hacía siglos que no iba a Babilonia. - Theo era más amable, incluso dulce, de un modo que me irritaba. - Pero si quieres quedarte aquí, hablaré con papá... ...y te cubriré.- ¿No te importaría que me quedara?- No, no me importaría.- Entonces iré contigo.- Maria Lua, ¿entendiste lo que dije?- Sí.- ¿Has tomado drogas? ¿Has bebido?- Todavía no... - Sonreí, cogiéndole la mano. - Vamos, Theo.Heitor ya estaba en el coche esperándonos. Nos soltamos la mano en cuanto salimos del pub, caminando uno al lado del otro hasta llegar al Maserati.
Theo me trajo el "brebaje lunar", la bebida que yo había creado y que no le gustaba a nadie más que a mí. Tomé un vaso, dos, tres, cuatro y al quinto apenas podía soportar el peso de mi cuerpo.- Vamos a bailar, Theozinho.- Has bebido demasiado, Maria Lua. - oí su voz, sujetándome mientras intentaba que se moviera al ritmo de la música electrónica.- Tú no sabes bailar... - grité. - Y dudo que sepas follar -le susurré al oído.- No necesito oír esto. - Intentó marcharse, pero le sujeté la camisa.- Quédate, Theo... Quédate conmigo. - Le miré con seriedad.Sí, la cabeza me daba vueltas y sentía que si caminaba me caería. Pero era consciente de todo lo que ocurría y de cada palabra que se decía.Respiró hondo y me quitó las manos de la camisa:- ¿Por qué me sigues agarrando así?- ¿Quieres que te coja de otra manera? - me burlé, riéndome.- ¡Por el amor de Dios, mujer! No me tomes en serio.- Solía pensar que eras sexy cuando te enfadabas... ¿Sigue siendo así?- Vete a bailar. Dudo que