- No he tenido náuseas... O mareos. - Excepto cuando alguien me levanta y me hace girar como una loca. - Miré a mi marido.- ¿Desde cuándo lo sabes? ¿De cuántas semanas estás? - Heitor quería saberlo.- Esperé hasta estar de doce semanas. Tenía miedo... De lo que pasó la otra vez. - Miré a Theo - Siento no habértelo dicho antes, pero... De todos modos, no quería hacerte feliz y correr el riesgo de nuevo... Perder...- Mi amor, podrías habérmelo dicho. Pero me encantó la forma en que me sorprendiste. - Sabes que terminamos acercándonos con la pérdida del otro bebé, ¿no? - Después de esa situación, todo funcionó entre nosotros. No me has dejado sola en ningún momento, como prometiste.- Y nunca lo haré, Maria Lua. Porque significas todo para mí, mi amor.- Mírame. - pidió Heitor.Todos le miramos.- ¿Tengo cara de abuelo? - Abrió los ojos, preocupado, poniéndose la mano bajo los ojos, buscando arrugas.Nos echamos a reír. La verdad es que no. Aun así, lo sería.Vi llegar a Dimitry con
Theo abrió la puerta y me ayudó a salir del coche. Me pesaba el estómago y me cansaba con facilidad.El coche de Heitor se detuvo detrás del nuestro y él y Bárbara salieron a nuestro encuentro.Caminamos todos juntos hasta la lápida de Salma Hernández, entre las muchas que ocupaban el césped verde y bien cuidado. Theo me cogió la mano cariñosamente.- Hola, colega. - dijo Babi con una lágrima en la voz-. He traído a alguien que tenía muchas ganas de hacer algo por ti.Respiré hondo, inseguro de si estaba emocionado o no. Aunque me entristecía la situación de Salma, no me atrevía a sentir algo por ella.- ¿Está mal que no pueda pensar en ella como en mi madre? - Miré insegura a Bárbara.- No, mi amor. No está mal.Miré su nombre en la lápida y conseguí decirlo:- No sé si puedo creer que me estés escuchando, Salma. Pero me gustaría que tus diarios acabaran aquí, contigo. Por fin es hora de deshacerse de ellos. Gracias por escribir tu historia. Nos aclaró muchas cosas. ¿Pero quizás te f
Noriah Sul, siete años después...Me removí en la silla, ansiosa.- Cálmate, rayo de sol. Relájate. - me susurró Theo al oído.Volví a mirar hacia atrás hasta que los vi llegar. En cuanto Robin y Jordana se sentaron, me quejé:- La invitación decía a las veinte. Son casi las veintiuna.- La niñera llegó tarde. - Jordana explicó - ¡Y la ceremonia ni siquiera ha empezado!Robin se echó a reír:- No me preocupé. Sé que estas cosas siempre se retrasan.- María Lua está más nerviosa que el día de su graduación universitaria.Sí, creo que Theo tenía razón. Ni siquiera en mi graduación estuve tan nerviosa.- Quizá porque en su graduación no recibió ningún homenaje. - Jordana se echó a reír.En cuanto vi a Madalena y Gregório, me levanté, pasando por delante de todos los que estaban sentados, escuchando quejas, hasta que por fin conseguí encontrarlos en el pasillo.Me detuve, sin saber qué hacer. Madalena me abrazó cariñosamente, como si fuéramos amigas de toda la vida. En cuanto la solté, Gr
Mientras miraba mi ropa sobre la cama, pensé en lo que había tardado en tomar la decisión de aceptar la propuesta de Robin, que no era Hood sino Giordano.Sabía que era el momento de dar un giro a mi vida y hacer algo diferente a lo que todos esperaban de mí, que no era aceptar el compromiso. Por esta razón acepté. Llevaba casi un año saliendo con Robin y era capaz de entablar una relación seria con alguien, puesto que ya tenía 24 años.Oí un ligero golpe en la puerta, que se abrió poco después. Bárbara Novaes Casanova era el tipo de mujer que se apoderaba de cualquier ambiente en cuanto llegaba. Y eso era inherente a ella. El vestido rojo brillante, ajustado y largo, con una enorme abertura que dejaba ver su hermosa pierna izquierda, era absolutamente seductor.- ¿Es su intención esta noche matar a Heitor Casanova? - La miré de pies a cabeza, sin poder contener la risa.- Lo mato todos los días, créeme. - Ella sonrió, tirándose sobre mi cama.Me quité la bata blanca, ya con la lencer
Di un paso hacia las escaleras y Ester me preguntó:- ¿Amas a Robin?- Amor es una palabra muy fuerte -dije.- Sabes que te quiere, ¿verdad?- El amor existe entre mis padres. Y entre Ben y mis padres. Y entre mis padres y yo... Y entre nosotros y Theo. No creo en ningún otro tipo de amor.- Joder, ¿qué estás haciendo entonces?- Tratando de ser una mujer responsable y seria.- ¿Y crees que casarte con Robin es lo que te dará este título?- Me gusta.- Pero...- Soy yo quien decide eso -terminé-.- ¿Puedo preguntarte algo?Ester estaba seria y rara vez teníamos conversaciones reveladoras.- Sí", dije, inseguro.- ¿Sigues queriendo a ese chico de tu adolescencia?Arqueé la ceja, confusa, sintiendo que la sangre me hervía por dentro, y al mismo tiempo respondí, con otra pregunta, haciéndome la incomprendida.- ¿Qué chico?- El que te hacía llorar cuando estabas borracha....- No lo recuerdo. - Me hice la ignorante.- Nunca mencionaste su nombre...- Nunca bebí hasta perder la cordura.-
- Sabes que ya no tendrás mi cuerpo encima del tuyo tampoco.... follándote como a ti te gusta.... - Dimitry se burló de mí.Aparté la mirada, un poco preocupada:- Dimi, baja la voz.- Nadie está escuchando. Tú lo sabes. Y lo que estás viendo son dos primos que se adoran.... Y se llevan bien... Especialmente en la cama.Me estremecí al sentir su aliento caliente en mi oreja, recordando todo lo que Dimi era capaz de hacerle a mi cuerpo.Dimitry Perrone era el tipo de hombre que siempre me había atraído: infantil, guapo, inmaduro, sarcástico y bueno en la cama. Cuerpo perfecto, cerebro gelatinoso. ¡Yo mandaba!Era un poco más alto que yo, rubio, el pelo siempre desordenado, incluso cuando llevaba traje e intentaba parecer serio y responsable, como en aquel momento. Sus ojos claros eran exactamente iguales a los de mi tío Sebastián. Y yo no entendía cómo podía gustarme tanto y odiar tanto a su hermana.- Fuiste injusta conmigo, Malu.- Siempre supiste que sería así, Dimi.- ¿Tendrías sex
Dimitry me cogió por las nalgas mientras yo cruzaba las piernas sobre sus caderas, aferrándome a él, nuestros labios encontrándose ansiosos y enloquecidos.Me llevó hasta el escritorio de mi padre, colocándome sobre él mientras el sonido de algunas cosas cayendo al suelo resonaba en la habitación. Desde allí no se oía casi nada, salvo el sonido de conversaciones en la distancia.Dimitry me abrió las piernas y me bajó las bragas con destreza, tirándolas detrás de mí. Me miró con lujuria antes de humedecerse los labios:- Eres mía, Malu.- Fóllame, Dimi... Ahora...- Primero con la lengua, como a ti te gusta...- Rápido, Dimi... Rápido. - Supliqué, sintiendo que mi coño clamaba por él.Dimitri atrajo mi cuerpo contra su boca, lamiendo pausadamente mi húmedo coño, que clamaba por su majestuosa polla. Me tumbé sobre la mesa, arqueando ligeramente la espalda en un espasmo de placer. Aquel cabrón sabía exactamente cómo volverme loca por él. Su lengua trabajaba hábilmente y sin prisas, hacié
La madre de Robin lo llamó y, dándome un beso en la mejilla, fue a su encuentro.Miré en dirección a Theo, que tenía su mirada clavada en mí. Me sonrojé, como si él supiera lo que acababa de hacer. Porque siempre me pareció que podía ver dentro de mí, más profundo de lo que yo misma podía llegar.- No me gusta que esté contigo', dijo Heitor, con el brazo todavía alrededor de mí.- '¿Y te gusta alguien con quien me haya relacionado hasta ahora, papá?- Me gusta menos'.- No lo creía... 'Después de todo, ¿cuánto tiempo hablaste de negocios en mi fiesta de compromiso?- Es exactamente por eso que no me gusta. - No había ni un atisbo de broma en el semblante de mi padre.Tragué saliva.- Es a María Lúa a quien tiene que gustarle. - Theo se mostró enfático y serio.- Gracias, Theo. - Sonreí.- 'Si te hace algo, lo convierto en vino. - Heitor me dio un beso en la mejilla y se fue.- No me des las gracias", dijo Theo. - 'He dicho que eres tú quien tiene que gustarle...' Eso no significa que