Kyrios se sacudió al entrar en el infernal escenario. Su agudo olfato de lobo le ardió al respirar el humo.
—Maldita seas, humana necia—Los hombres lobos no podían hablar en su forma de lobo, así que solo podía transmitir las palabras, pero Kyrios gruñó al ver a la humana que había elegido, agonizando en su propia sangre. Qué desperdicio. La empujó con su hocico y la volteó—. Levántate, te he escogido como pareja, no puedes morir y dejarme solo en este asqueroso mundo…
La humana no dio señales de vida. Por Dios. ¿Qué había hecho para merecer este castigo? Ah, sí, ya lo recordaba.
Sin más remedio, cambió parcialmente su forma de hombre lobo, manteniendo las garras, el pelo en algunas partes y su rostro algo lupino pero más humano. Esta forma le dolía como el infierno, más que su forma completa de hombre lobo, pero necesitaba usar sus manos y su boca sin ser patas y hocico.
Acarició a la pelirroja en su regazo.
—No puedes morir humana, te lo prohíbo. No sin mi consentimiento—Kyrios acercó su rostro al cuello de la mujer y aspiró su aroma. Oh sí, a su lobo le encantaba ese olor. Sin demora, abrió la almohadilla de su dedo pulgar y se lo frotó por la sien, en un gesto y trazo que ya había hecho muchas veces, marcando su sangre en la mente de la pelirroja—¡Despierta ya y vámonos!
Porque Kyrios no quería buscar a otra falsa pareja, no quería encontrar a otra humana y lo que era peor, no quería usar el aliento redentor con esa criatura de la raza humana.
—Me vas a servir como un enlace al mundo de los humanos. Tu cuerpo me pertenece.
Beltaine sintió una especie de electricidad recorrer desde la superficie de su frente hasta el dedo chiquito de su pie. Se arqueó, sintiendo el dolor sordo haciendo que todos sus nervios enloquezcan para después abrir los ojos y comenzar a toser como loca. El humo estaba saliendo repentinamente de sus pulmones, como si algo la ayudara a mantenerse con vida y a eliminar la toxicidad del humo del fuego de su sistema.
Parpadeó lánguidamente al ver una sombra muy cerca de su rostro.
—¿Qué?—jadeó. Tiene mucho calor—. ¿Quién…eres tú?
Kyrios observó a la humana con la cabeza descansando en su regazo. Es bastante bonita, esos ojos color café le recuerdan al chocolate, el único invento de los humanos que le parece mínimamente apreciable y su cabello rojo combina con las llamas del fuego que está mordiendo todo a su pasó a su alrededor.
Oh, claro, tiene que apagar el fuego si quiere que su humana sobreviva, de lo contrario, todos sus esfuerzos por mantenerla viva se irán a la basura.
Se levantó, dejando a la pelirroja en el suelo, más alejada de las llamas grandes. Exhaló todo el aire de sus pulmones, se preparó para lo que iba a hacer a continuación y luego, con una enorme inhalación, llenó todos sus pulmones del humo tóxico, haciendo que el fuego, por falta de oxígeno del aire, se apagara instantáneamente.
El humo era tanto, que no pudo aguantar más su media transformación a humano, por lo que tuvo que volver instantáneamente a su enorme forma lobuna, echó la cabeza hacia atrás y lo expulsó con fuerza increíble hacia el agujero que él mismo había hecho para poder entrar junto a esa humana. Para salvarla.
Hacer esa m****a dolía como el infierno. Por eso odiaba estar en incendios porque esa era la única manera de apagar el fuego y después el hocico le ardía por semanas, también ese olor tóxico del humo se le quedaba en la nariz, como si no se bañase cuando lo hace al menos tres veces al día.
Que pesadilla.
Beltaine no vio la transformación, ya que a duras penas pudo ponerse de rodillas, ya que aún tenía la herida en su muslo, solo observó fascinada como el fuego era apagado como si nunca hubiese estado ahí. El aire se limpió por completo, haciendo que ella pudiera respirar mucho mejor.
—¿Cómo las llamas son absorbidas?
Kyrios se paró bien, sacando el amplio pecho lobuno mientras se enderezaba en toda su altura, las voces de sus súbditos traidores comenzaron a sonar en su cabeza, ya que como lobos y manada, están conectados mentalmente.
“Aún está vivo”
“Encontró un enlace permanente al mundo humano”
“Fallamos”
“Tenemos que correr para avisar al Lord Death”
“Apúrense, debemos asesinarlo antes de que sea demasiado tarde”
“Sus poderes…”
Sacudió la cabeza para intentar bloquear momentáneamente esos diálogos tortuosos.
Tener la conexión mental de un lobo es tanto un Don como una maldición. Ningún pensamiento puedes dejarlo para ti.
—Ah, m*****a sea, me irritan, bastardos.
Beltaine escuchó la voz del monstruo extraño alejándose. Giró la cabeza hacia atrás para verlo.
—¡Ey! ¡A dónde crees que vas! ¡Dime quién…!
Ella quedó en shock al ver, en vez del hombre con rasgos caninos a un lobo de mínimo más de cuatro metros de altura, cerniéndose en toda su amplitud. La fábrica le quedaba pequeña a esa cosa.
Tenía unos ojos rojos, muy rojos como el carmesí, la miró desde arriba, como si solo fuese una molestia, una mosca bajo sus zapatos y no una verdadera agente de las fuerzas especiales.
Miró con la boca abierta como el lobo gigante comenzó a correr en círculos y a subirse por los escombros y algunas cosas de metal que aún no habían sido destruidas por el fuego hasta que tomó una alta velocidad y salió disparado por un enorme agujero en el techo de la fábrica.
Beltaine parpadeó varias veces, asimilando la loca situación. ¿Un lobo gigante acaba de salir corriendo por un enorme agujero? Ah y no olvidar que ese mismo monstruo la acababa de salvar de una muerte inminente a manos del fuego abrasador.
No, probablemente está muerta y es un tipo de alucinación antes de ir al infierno o al cielo. Eso debe ser porque no hay explicación científica para lo que le había ocurrido.
Miró el agujero en el techo, aún patidifusa.
—Es completamente imposible y absurdo…
Beltaine puso el punto final al informe y se reclinó en su silla para observar fijamente la pantalla de la computadora. El informe en sí parecía una completa mierda, ni ella, que es la que generalmente busca de todos los ángulos para entender las situaciones, puede llegar a creer todo lo que puso allí.¿Una explosión? ¿Un ritual satánico? ¿Desapariciones misteriosas? Todo sonaba a una locura, a algo que escapaba de su ámbito habitual de trabajo. Y sin embargo, ahí seguía ella, al frente de la investigación. A pesar de tener la pierna derecha vendada por culpa de un escombro que le cayó encima durante el incendio. Por suerte, no se había roto nada, porque no soportaría estar encerrada en casa todo el día.En el fondo, este caso que le habían asignado como castigo por responder mal a un superior, le despertaba más curiosidad que fastidio. ¿Qué demonios estaba pasando?Suspiró con pesadez, se levantó del cubículo, imprimió el archivo y se dirigió a la oficina del jefe para que lo revisar
—¡Por fin he llegado, amor! ¡Disculpa la demora!—gritó mientras cerraba la puerta con un golpe. Se quitó el abrigo y lo lanzó al sofá, mientras le contaba a su esposo lo que había pasado en su día con entusiasmo.—¡Ha sido un día de locos en el trabajo! Se presentaron un montón de ancianos despistados que querían recuperar sus recuerdos, y también ese cabrón de mi amigo del alma, ¿sabes? ¿Bastian? El muy cotilla me habló en el trabajo para invitarme a una parrillada el fin de semana y yo le dije que…Dejó las llaves sobre la mesa.—¿Has sido bueno y no has abierto a nadie en mi ausencia? Aquí te dejo las llaves, por si acaso…Pero nadie le respondió. Solo el silencio de la casa la acogió. Miró una foto que había visto tantas veces como su propio reflejo junto al sacacorchos, mientras un recuerdo le asaltaba la mente.INICIO DEL RECUERDO—¡Qué bella te ves con ese traje de agente especial!Ella hizo una pose, exagerando su gesto para hacerlo reír.—Pues claro, ¿con quién te crees que t
Cerró los ojos con fuerza al ver su departamento tan cerca sin sentir que el lobo disminuyera ni un poco la velocidad.—¡Puerta! ¡Usa la puerta! ¡No rompas mi techo..!Jadeó con fuerza cuando el aire abandonó sus pulmones al caer dentro de su departamento, el lobo de alguna manera se las había arreglado para que la mayor parte de los golpes se las llevara él.Beltaine no podía respirar, veía los mechones rojos de su larga cabellera por su cara pero no tenía fuerzas para apartarlos.—¡¿Estás jodidamente loco?!—miró al lobo con furia. ¡Casi la mata!Sin embargo, ahora que ella lo ve bien, el lobo tiene sangre azul por todos lados, y se ve bastante débil, como si hubiese gastado todas sus reservas de energía.—A salvo, ellos no podrán rastrearnos porque oculté mi aroma—el lobo no abrió la boca pero Beltaine oyó esa voz grave y ronca en su mente. Se lanzó de pronto sobre ella, tumbándola de nuevo, boca arriba—. Rápido debes…Beltaine se estremeció al darse cuenta de dónde habían aterrizad
De repente, sintió un escalofrío que le recorrió la espalda, como una serpiente de hielo. Intentó abrazarse a sí misma, buscando el calor que se le escapaba. Pero sus brazos no le respondieron, ni sus piernas, ni su cuerpo. Era una extraña en su propia piel, una mera observadora de su destino. Su visión se nubló, solo vio flashes, sombras, imágenes borrosas que se sucedían en su mente. Rostros desconocidos, lugares lejanos, una luna gigante que la miraba con indiferencia.Sintió un dolor agudo en el pecho, como si le clavaran un puñal. Se llevó la mano al corazón, pero no lo sintió latir. ¿Qué le estaba pasando? ¿Qué era esa sensación de vacío, de ausencia, de muerte? ¿Acaso nunca fue dueña de su vida? ¿Acaso todo fue una ilusión?Las lágrimas le quemaron las mejillas, como gotas de ácido. Quiso gritar, pedir ayuda, pero su voz se ahogó en su garganta. Solo pudo emitir un susurro, un lamento, una súplica.—Basta... basta, por favor... no puedo más... me está matando...No sabía a quié
Beltaine sentía un odio profundo hacia la mujer que la llevaba en brazos como si fuera un bulto inerte. ¿Qué clase de hechizo le había lanzado esa bruja malvada? ¿Cómo era posible que con solo mirarla a los ojos, unos ojos azules que parecían de hielo, le hubiera arrebatado el don de la palabra? Y lo más importante, ¿qué era esa mujer? Porque Beltaine estaba segura de que no era humana, ni siquiera se le acercaba.La soltó con desprecio y Beltaine cayó al suelo, junto al cuerpo desmayado del hombre lobo. Intentó alejarse, pero la mujer la agarró del pelo con fuerza.—Vaya, vaya, así que mi señor ya se ha buscado una sustituta para el falso lazo de parejas —dijo la mujer con una voz fría y burlona, mientras miraba al hombre lobo con desdén—. Mi señor, ¿cuándo dejarás de escaparte cada vez que te quito el ojo de encima?Beltaine quería gritar. Quería saber quién era esa mujer y por qué le hacía eso.—No puedo estar vigilándolo las veinticuatro horas, mi señor —continuó la mujer, clavand
Beltaine despertó vomitando. Descargó todo su estómago a un lado, sintiendo las arcadas absorberle todo el malestar. —¿Qué coño me ha pasado? ¿Dónde coño estoy? ¿Y la zorra rubia? ¿Y Bastian?—¿Ya te has despabilado?Beltaine suspiró aliviada. Por fin, su mejor amigo había aparecido y la pesadilla se había acabado.—Joder, Bastian, no te imaginas lo que he soñado. Era una flipada, yo...La pelirroja se quedó con la boca abierta al ver a su lado a un hombre enorme, de músculos duros y piel fría como el hielo. Su cabello negro como el carbón le caía en una cascada lisa por la espalda. Lo que hizo que Beltaine se quedara helada de miedo fueron esos ojos rojos, unos ojos que nunca podría olvidar. La pesadilla no había terminado, la pesadilla era real.—Hace siglos que no me transformo en un humano —dijo Kyrios, moviendo el cuello con un crujido—. Es raro no tener pelo por todo el cuerpo.Beltaine vio su paquete colgando entre las piernas. El muy bastardo estaba equipado tan bien que tuvo
—Vaya, vaya, cabeza de fuego. Parece que no sabes lo que significa relajarse. ¿Has oído hablar de respirar? ¿De disfrutar de la vida? ¿Del ambiente que nos rodea?Beltaine sintió que la sangre le subía a la cabeza. ¿Cabeza de fuego? ¿Quién se creía que era?—No me interesa tu filosofía barata. Lo que quiero saber es quién era esa mujer dorada y aterradora que ayer me agarró como si fuera un saco de patatas y me amenazó con matarme. ¿Qué relación tienes con ella? —la pelirroja pasó por alto el comentario del hombre lobo, como si no hubiera dicho nada.Kyrios dirigió su mirada a la hormiga que se movía nerviosa al lado de su silla.—¿Mujer dorada? —frunció el ceño hacia la hormiga—. Supongo que te refieres a Lylo.Lylo, en su forma de hormiga, se sintió incómoda bajo la atenta mirada de su Alfa. Una cosa era hacer sus fechorías sin que él se enterara y otra muy distinta era que la supuesta compañera que él había elegido, se pusiera a cotillear sobre lo que ella le había hecho.—Lylo es
—¡Te lo advierto, no te atrevas a mover un músculo!—Beltaine trató de abrirse paso a codazos entre los recién llegados drogados, pero fue inútil, eran como rocas—. ¡Por todos los santos, si se te ocurre hacer alguna locura..!Kyrios apretó los ojos hacia esos tipos, con odio. Le martilleaba la cabeza como si le hubieran dado una paliza. Traidores malditos que no podían cerrar el hocico ni por un instante. Lo habían estado cazando sin tregua antes de caer en las garras de la policía y, por caprichos del destino, se los topaba en la comisaría.Se fijó en cada uno de ellos, evaluando sus puntos débiles y las posibilidades de acabar con ellos sin llamar la atención. Pero la comisaría estaba llena de agentes, y eso le complicaba las cosas. Chasqueó la lengua mientras se movía lentamente.—¡Kyrios! ¡Espera!—Beltaine sintió la lengua rara. Qué extraño era nombrarlo por su nombre y no solo más por “lobo gigante” o simplemente “lobo”. Se removió, nerviosa. Los detenidos enfrente de ella aún no