Beltaine sentía un odio profundo hacia la mujer que la llevaba en brazos como si fuera un bulto inerte. ¿Qué clase de hechizo le había lanzado esa bruja malvada? ¿Cómo era posible que con solo mirarla a los ojos, unos ojos azules que parecían de hielo, le hubiera arrebatado el don de la palabra? Y lo más importante, ¿qué era esa mujer? Porque Beltaine estaba segura de que no era humana, ni siquiera se le acercaba.
La soltó con desprecio y Beltaine cayó al suelo, junto al cuerpo desmayado del hombre lobo. Intentó alejarse, pero la mujer la agarró del pelo con fuerza.
—Vaya, vaya, así que mi señor ya se ha buscado una sustituta para el falso lazo de parejas —dijo la mujer con una voz fría y burlona, mientras miraba al hombre lobo con desdén—. Mi señor, ¿cuándo dejarás de escaparte cada vez que te quito el ojo de encima?
Beltaine quería gritar. Quería saber quién era esa mujer y por qué le hacía eso.
—No puedo estar vigilándolo las veinticuatro horas, mi señor —continuó la mujer, clavando sus ojos en Beltaine, que sintió un escalofrío al ver la crueldad que había en ellos. ¡Maldición! ¿Por qué su cuerpo no reaccionaba? ¿Por qué no podía moverse ni un centímetro? ¿Acaso el miedo la había paralizado?—. Habla, muchacha. ¿Cómo te ha elegido él?
De repente, Beltaine recuperó la voz.
—¡Estás loca de remate! ¡Yo no...! —La mujer le tocó la parte superior del muslo derecho. El dolor que había sentido antes volvió a invadirle—. ¡Me quemas! —Beltaine bajó la vista y se quedó sin aliento. Sobre la cicatriz reciente, había una marca, una especie de flor enredada en una espada, una bella pero marchita obra de arte. Le dio pánico—. ¿Qué demonios? ¡Eso no estaba ahí! ¡Yo no me lo he hecho!
Se calló de golpe cuando, de la nada, se abrió un portal a su lado. La mujer cogió al hombre lobo como si fuera una pluma y lo arrastró hacia el portal. Beltaine alucinó, porque de algún modo podía sentir el portal como si fuera parte de ella. Las náuseas la asaltaron.
—¡Qué haces! ¡No se siente bien! ¡Es algo...!
Con un movimiento rápido, la mujer de iris celestes le sujetó la mandíbula y le estampó la cabeza contra el suelo. Beltaine sintió un mareo y vio luces de colores danzar en su campo de visión. Al recuperar el sentido, se encontró con el rostro de hada de la mujer, que se balanceaba sobre el suyo. La tenía callada con una mano fina y afilada, con garras que rivalizaban con las de un licántropo. Un escalofrío le recorrió el cuerpo.
—Odio lo que sea que perturbe el silencio y tú eres muy maleducada—sus ojos centellearon con tal intensidad que Beltaine deseó apartar la mirada. No era un brillo bonito, era un brillo mortal, el que veías justo antes de perecer—. Si quieres vivir, no te muevas ni un pelo, si quieres morir, pues adelante, ponte en mis manos. Te haré arder con el fuego del infierno. Pero, no será rápido, te haré padecer tanto que me suplicarás por la muerte, pero no te haré ese favor. ¿Qué me dices? ¿Te mola lo que te cuento? —Beltaine abrió los ojos como platos. Quería arrancarle la cabellera rubia a esa zorra y tirarla al contenedor de basura—. Hay tantas formas de tortura, que no sé por cuál decidirme…
—¡Eh, Belta! ¿Estás ahí? ¡No te quedes frita! ¡Te he traído tu cerveza sin alcohol preferida!
La de pelo dorado clavó la vista en la puerta, de donde provenía la voz que resonó detrás de la entrada del apartamento. Y justo cuando Beltaine creía que la situación no podía empeorar más, se equivocaba.
—¡Belta! ¡Voy a estar aquí toda la noche si no me paras bolas!
La pelidorada soltó a la pelirroja con un movimiento brusco.
—Te salvó la campana. Ve a atender a ese muchacho y si abres la boca para decir cualquier cosa, te sacaré los dientes con mis dedos—la puerta volvió a sonar con los golpes de Bastian. La mujer resopló—. Y a juzgar por lo ruidoso de ese hombre me aventuraré a decir que es preciado para ti. Cortaré su garganta con unas tijeras mientras miras el espectáculo si te atreves a decir algo, entiendes, ¿Humana?—Beltaine miró a la hermosa mujer de cabellos dorados. Repentinamente su rostro de hada adoptó una ferocidad digna de un depredador cruel y sangriento. Su rostro se transformó tanto en un monstruo que a pesar de que Beltaine estaba sentada, sentía las piernas temblando. Estaba mirando a la muerte cara a cara. ¿Qué era esa mujer?—. ¡Te pregunté algo, estúpido desecho humano! ¡¿Lo entiendes?!
Beltaine con un espasmo asintió, secamente.
—Buena chica—la pelidorada se acercó a ella, a pesar de que quería con todas sus fuerzas alejarla de un manotazo, Beltaine se quedó completamente quieta mientras sentía una lengua áspera rasparle el cuello—. Si quieres seguir viviendo tranquilamente al lado de tu novio y de tus amigos, vas a hacerme caso. Grábatelo en la cabeza.
Con un gesto de silencio, la pelidorada desapareció ante los ojos de la pelirroja.
Beltaine estaba entrando en crisis. Esa mujer, esa monstruosidad tiene algo mucho más profundo y bizarro que nadie. Incluso mucho más que lo que el lobo gigante le hizo ver a ella.
(...)
—Bueno, bueno, parece que verdaderamente Belta se durmió—Bastián hizo un puchero mientras daba media vuelta y comenzaba a caminar hacia la salida del edificio—. Que lástima, yo quería…
Una ráfaga repetida de viento lo sobresalta y por el rabillo del ojo vio como una sombra pasó a su lado. Se volteó rápidamente hacia ahí y lo único que vio fue una pared lisa. ¿Qué m****a? Se frotó los ojos.
—Maldita sea, definitivamente necesito dormir si estoy empezando a imaginar cosas. ¿Sombras? Sombras son las que tengo debajo de los ojos, al llegar a casa me pondré una mascarilla de aguacate y avena…
Lylo chasqueó la lengua internamente. El ser humano se veía guapo pero extrañamente cercano a la falsa mate de su Alfa. Será mejor que lo vigile muy de cerca…Inspiró profundamente al pasar al lado del exótico humano. Desprendía un olor extremadamente fuerte que atrajo a su loba interior. Hmm, definitivamente no le importaría clavar sus garras y sus colmillos de vampiro en esa piel blanca de porcelana. Rió mientras usaba su super velocidad para desaparecer entre las calles nefastas de la ciudad. Se pasa la lengua por los caninos que le crecieron inconscientemente. Se preparaban para inyectar veneno y dejar paralizada a su presa momentáneamente. Su lado vampiro se estaba manifestando.
Será que su Alfa se enojaría si lo devora un poquito? Es que las ganas son demasiadas…
Beltaine despertó vomitando. Descargó todo su estómago a un lado, sintiendo las arcadas absorberle todo el malestar. —¿Qué coño me ha pasado? ¿Dónde coño estoy? ¿Y la zorra rubia? ¿Y Bastian?—¿Ya te has despabilado?Beltaine suspiró aliviada. Por fin, su mejor amigo había aparecido y la pesadilla se había acabado.—Joder, Bastian, no te imaginas lo que he soñado. Era una flipada, yo...La pelirroja se quedó con la boca abierta al ver a su lado a un hombre enorme, de músculos duros y piel fría como el hielo. Su cabello negro como el carbón le caía en una cascada lisa por la espalda. Lo que hizo que Beltaine se quedara helada de miedo fueron esos ojos rojos, unos ojos que nunca podría olvidar. La pesadilla no había terminado, la pesadilla era real.—Hace siglos que no me transformo en un humano —dijo Kyrios, moviendo el cuello con un crujido—. Es raro no tener pelo por todo el cuerpo.Beltaine vio su paquete colgando entre las piernas. El muy bastardo estaba equipado tan bien que tuvo
—Vaya, vaya, cabeza de fuego. Parece que no sabes lo que significa relajarse. ¿Has oído hablar de respirar? ¿De disfrutar de la vida? ¿Del ambiente que nos rodea?Beltaine sintió que la sangre le subía a la cabeza. ¿Cabeza de fuego? ¿Quién se creía que era?—No me interesa tu filosofía barata. Lo que quiero saber es quién era esa mujer dorada y aterradora que ayer me agarró como si fuera un saco de patatas y me amenazó con matarme. ¿Qué relación tienes con ella? —la pelirroja pasó por alto el comentario del hombre lobo, como si no hubiera dicho nada.Kyrios dirigió su mirada a la hormiga que se movía nerviosa al lado de su silla.—¿Mujer dorada? —frunció el ceño hacia la hormiga—. Supongo que te refieres a Lylo.Lylo, en su forma de hormiga, se sintió incómoda bajo la atenta mirada de su Alfa. Una cosa era hacer sus fechorías sin que él se enterara y otra muy distinta era que la supuesta compañera que él había elegido, se pusiera a cotillear sobre lo que ella le había hecho.—Lylo es
—¡Te lo advierto, no te atrevas a mover un músculo!—Beltaine trató de abrirse paso a codazos entre los recién llegados drogados, pero fue inútil, eran como rocas—. ¡Por todos los santos, si se te ocurre hacer alguna locura..!Kyrios apretó los ojos hacia esos tipos, con odio. Le martilleaba la cabeza como si le hubieran dado una paliza. Traidores malditos que no podían cerrar el hocico ni por un instante. Lo habían estado cazando sin tregua antes de caer en las garras de la policía y, por caprichos del destino, se los topaba en la comisaría.Se fijó en cada uno de ellos, evaluando sus puntos débiles y las posibilidades de acabar con ellos sin llamar la atención. Pero la comisaría estaba llena de agentes, y eso le complicaba las cosas. Chasqueó la lengua mientras se movía lentamente.—¡Kyrios! ¡Espera!—Beltaine sintió la lengua rara. Qué extraño era nombrarlo por su nombre y no solo más por “lobo gigante” o simplemente “lobo”. Se removió, nerviosa. Los detenidos enfrente de ella aún no
Uno de los hombres lobos traidores, gruñó con rabia, enseñando los colmillos.—¡Maldito, me tienes hasta el gorro! —rugió uno de los lobos traidores, enseñando sus colmillos ensangrentados.—¡Si tanto te pica el gusanillo de la muerte, te haremos el favor! —bramó otro, erizando su pelaje.Los lobos se abalanzaron sobre Kyrios, dispuestos a destrozarlo a dentelladas. El gruñido de los lobos traidores resonó en el aire, llenando de terror a Beltaine. Kyrios sintió el olor a sangre y a pelaje quemado, y se preparó para el ataque. Con un movimiento rápido, sacó sus garras y las usó con destreza, cortando el cuello de uno de los lobos. Los demás se echaron atrás, sorprendidos por la resistencia de Kyrios. El hombre lobo se enfrentó a ellos con valor, como un león solitario que desafía a sus rivales. Bueno, no por nada se convirtió en el Lord de los lycans.—¿Eso es todo lo que tenéis? —les provocó Kyrios, con una sonrisa burlona—. ¿Dónde está su líder? ¿Dónde está ese bastardo que hizo que
Mientras tanto, dentro de la comisaría…Beltaine sintió un escalofrío al ver la escena que dejó Kyrios tras aniquilar a los licántropos. Se dio cuenta de dos cosas que le helaron la sangre. La primera: se había tragado una mentira al pensar que los humanos drogadictos eran de su misma raza, es decir, licántropos transformados, cuando en realidad eran mates humanos esclavizados al lazo de la unión que la aprisionaba a ella también. Solo que ellos habían sido utilizados como carnada para infiltrarse en ese mundo.La segunda: las marcas de las mordeduras de esos lobos se desvanecían de la piel de los humanos, liberando a esos mates de la unión falsa y forzada.—¡Sus marcas se están borrando!—gritó con incredulidad, señalando a los cuerpos que yacían en el suelo.—Cuando el licántropo que mordió a su mate muere, pero la salud y el alma del mate siguen enteras, la marca del lazo se esfuma, liberándolo de la influencia del hombre lobo—Lylo apareció a su lado, inmaculada y con su melena dora
Beltaine se aferraba a la consciencia, cada fibra de su ser sacudida por la velocidad frenética del lobo. Los tejados pasaban en un borrón debajo de ellos, y el viento cortante hacía que sus ojos lagrimearan. "¿Qué caso de cultistas? No voy a sobrevivir a esta carrera nocturna," pensó, mientras su estómago se rebelaba contra el movimiento constante.Intentó enfocarse en algo, cualquier cosa que no fuera el balanceo que la mareaba cada vez más. Se tapó la boca, desesperada por no perder la poca dignidad que le quedaba.—¡Impresionante! —la voz de Kyrios resonó en su mente, mientras él admiraba el crepúsculo—. ¡El mundo ha cambiado tanto en 8 mil años! Este cielo... es un espectáculo que no tiene igual. Los tonos de rojo y naranja se mezclan como pintura sobre un lienzo celestial, anunciando la llegada de la noche. ¡Entiendo por qué mi manada se siente atraída por este mundo humano!Aunque quería detenerse para disfrutar de la vista, sabía que debían seguir adelante. Aun así, no podía d
Beltaine, con la adrenalina corriendo por sus venas, echó un vistazo a la puerta de salida. —Ahora o nunca—murmuró, y con una determinación feroz, se lanzó hacia la libertad. Sus pasos eran ligeros pero decididos, cada uno alejándola más de la sombra imponente de Kyrios.Kyrios, por su parte, sentía cómo el dolor en su cuello se intensificaba, una tortura constante que amenazaba con arrastrarlo a la locura. —Solo un momento en mi reino... eso es todo lo que necesito—se convenció a sí mismo, sabiendo que cada segundo en su tierra natal era un riesgo mortal.Cuando se giró para buscar a Beltaine, se encontró con el espacio vacío donde ella había estado. —Vamos, cabeza de fuego, es hora de…—comenzó a decir, pero se detuvo al darse cuenta de que ella ya no estaba—. ¿Qué demonios...? ¿A dónde crees que vas?—exclamó, sorprendido pero no del todo molesto.Una sonrisa astuta se dibujó en su rostro mientras observaba a Beltaine alejarse. —Interesante estrategia, huir justo cuando las cosas
Beltaine y Kyrios se miraron un segundo ante la llegada del enemigo. La niebla se dispersó un poco y apareció un hombre, pero más que un hombre parecía un cyborg, en los brazos, cara y parte del pecho tenía incrustaciones de metal que lo hacían ver más letal, más cruel y más sediento de sangre.—¡Me encanta las expresiones de sus rostros! ¡Denme más!Y ahí, intentó atacar a Beltaine. La pelirroja subió los brazos para protegerse del ataque, pero el Lord de los lycans fue más rápido, se puso enfrente de ella, bloqueando los ataques.—¡Tú…!—la pelirroja estaba en shock, el Lord de los lycans la estaba protegiendo—. ¡Qué estás..!Kyrios, con su cuerpo aún interponiéndose entre Beltaine y el cyborg, sentía cómo cada golpe resonaba en su carne y huesos. La adrenalina corría por sus venas, pero una fracción de segundo de duda lo asaltó. No podía permitir que su mate, aunque falsa, sufriera daño alguno.—¡Beltaine, a la izquierda!—gritó Kyrios, empujándola con fuerza hacia un lugar seguro. L