Capítulo 5

Cerró los ojos con fuerza al ver su departamento tan cerca sin sentir que el lobo disminuyera ni un poco la velocidad.

—¡Puerta! ¡Usa la puerta! ¡No rompas mi techo..!

Jadeó con fuerza cuando el aire abandonó sus pulmones al caer dentro de su departamento, el lobo de alguna manera se las había arreglado para que la mayor parte de los golpes se las llevara él.

Beltaine no podía respirar, veía los mechones rojos de su larga cabellera por su cara pero no tenía fuerzas para apartarlos.

—¡¿Estás jodidamente loco?!—miró al lobo con furia. ¡Casi la mata!

Sin embargo, ahora que ella lo ve bien, el lobo tiene sangre azul por todos lados, y se ve bastante débil, como si hubiese gastado todas sus reservas de energía.

—A salvo, ellos no podrán rastrearnos porque oculté mi aroma—el lobo no abrió la boca pero Beltaine oyó esa voz grave y ronca en su mente. Se lanzó de pronto sobre ella, tumbándola de nuevo, boca arriba—. Rápido debes…

Beltaine se estremeció al darse cuenta de dónde habían aterrizado, rompiendo todo a su paso.

—¡No! ¡Las cerámicas!—se revolvió bajo las garras del lobo enorme, con el pánico subiendo por su garganta—. ¡Quítate! ¡Corre! ¡La máquina de cerámicas!—empujó el pecho del monstruo con fuerza—. ¡Te he dicho que te quites!

—Ugh—Kyrios se quejó mientras intentaba transformarse a su forma humana, solo logró media transformación, su rostro tenía aún rasgos lupinos, en las manos garras y pelos en algunas partes del cuerpo, estaba demasiado débil para hacer más. Lo único que podía hacer es gotear su propia sangre de las múltiples heridas en su cuerpo por el cuerpo de su falsa pareja debajo de él—. Bastardos idiotas…—balbuceó, aún con la rabia dentro de sus venas—. Cómo se atreven a hacerle esto al Lord de los lycans…He estado tratando de ir al Reino de esos chupasangres…

Beltaine se estremeció cuando una gota de sangre le cayó en la nariz. El jodido lobo se estaba desangrando encima de ella.

—Estaba a tan poco de lograrlo…un poco más y podría haber…—Volvió en sí cuando olió el aroma de miedo de su falsa pareja—. Estoy en mi límite. Tengo que abastecerme de energía—levantó una mano con las garras afuera y la acercó a la cara de la pelirroja—. Es por eso que rápido me apresuraré a usar tu cuerpo.

Beltaine abrió la boca, en shock. ¿Su cuerpo?

—Lo que me importa está dentro de ti, así que no lo malinterpretes.

Oh, claro, dentro de ella, dentro de su cuerpo. ¡Jodidamente no la tranquiliza en lo más mínimo!

Las garras del ahora hombre lobo, ya que no estaba más en su forma completamente lobuna, crecieron hasta convertirse en garras mortíferas del tamaño mínimamente de su propio rostro. Sip, bueno, no está nada tranquila.

—No hay nada de que preocuparse, no dolerá, más bien si lo aguantas un poco puedo hacer que sea agradable para ti…

Con la garra del dedo pulgar le tocó el rostro, hacia su frente que inmediatamente comenzó a sentirse muy caliente, como si estuviera quemándose, rápidamente la quemazón se trasladó a su muslo derecho, justo por encima de la herida que había sufrido en la fábrica abandonada. Esa pierna comenzaba a agarrotarse tan rápido que el pánico anterior no se sentía nada parecido al que sentía en ese momento.

Beltaine quedó petrificada, el miedo la paralizó de pies a cabeza. Estaba bajo las garras de un hombre lobo completamente loco y con probables ganas de matarla sin piedad. La locura se podía vislumbrar en esos ojos rojos de depredador.

—Ahora voy a empezar…—él siguió hablando, ignorando completamente el pavor de Beltaine.

No supo cómo, pero la pelirroja extendió el brazo hacia un lado, encontrando un pedazo de madera en forma de estaca que se había roto del techo en la caída de ambos. Se afianzó a esa madera como si su vida dependiese de ello, bueno, literalmente podría ser así.

—No sé qué m****a estás diciendo, lo único que sé es que quiero que cierras la boca!

En un movimiento rápido, impulsada por la adrenalina, cortó al hombre lobo en el macizo brazo. La idea principal era clavárselo pero como estaba en un mal ángulo, lo único que pudo hacer es arañarlo con la madera. 

Le hizo apenas un rasguño, pero el factor sorpresa fue importante. Aprovechó su estupefacción para levantarse e intentar huir.

¡No tiene idea de lo que ese tipo sea pero definitivamente está demente!

El hombre lobo con rasgos lupinos estuvo detrás de ella en cuestión de un microsegundo. La agarró del tobillo y la levantó hasta que su rostro estuvo a la altura de la de él. 

Beltaine gritó por la sorpresa.

—¡Maldición!

Hizo una mueca al verlo tan de cerca y de manera tan grotesca. Era un verdadero monstruo.

—Ya que eres la primera humana que veo desde hace siglos, estaba intentando ser gentil y amable contigo, pelirroja—la voz ya no sonaba amable, sonaba distorsionada y algo molesta—. Pero te atreviste a huir cobardemente como una rata sin conocer la situación de antemano.

La sacudió unas cuantas veces haciendo que su cerebro se tambaleara como nunca antes. Gimió de dolor cuando la acercó a centímetros de su rostro.

—Si ese es el caso entonces no se puede evitar. Simplemente tendré que hacerlo a mi manera.

La ira subió por la columna vertebral de Beltaine. ¿Qué se creía ese gigante cambiaformas idiota? ¡A ella nadie la amenaza!

—¿Qué se supone que vas a hacer?—le gritó ignorando el hecho de que en ese momento estaba más vulnerable incluso que minutos antes, boca arriba.

—Eso es simple—los ojos rojos de kyrios comenzaron a brillar espeluznantemente bajo la oscuridad del departamento—. Conseguiré lo que quiero de tu interior a la fuerza usando la marca del lazo en tu cuerpo.

—¿Marca? ¿Lazo?

En cuanto pronunció esas palabras, los ojos escarlata de kyrios se tornaron de un violeta intenso, hasta llegar al negro más profundo. Fue entonces cuando el cuerpo de la pelirroja empezó a sacudirse violentamente. Se arqueó, lanzando la cabeza hacia atrás mientras de su garganta escapaba un alarido mudo. ¡Se estaba quemando! ¡Todo su cuerpo ardía como una antorcha! ¡Sentía el dolor lacerante de las llamas en cada fibra de su ser!

Su mente se quebró en pedazos infinitos, ella ya no era ella, solo era una partícula insignificante en el cosmos, una nada en la inmensidad.

Su cuerpo no le pertenecía, su alma trataba de huir de aquella cárcel de carne. Su mente... ¿O era su cuerpo? No sabía distinguir lo real de lo ilusorio. ¿Qué era verdad? ¿Qué era mentira? ¿Qué era producto de la sociedad? ¿De los líderes humanos? ¿Del universo?

Su alma se filtraba por una grieta enorme en su muro, un muro de cristal que se resquebrajaba. ¿Se estaba escapando? ¿Su alma abandonaba su cuerpo? Un cuerpo sin alma no podía vivir, ¿Cómo lo iba a recuperar? ¿Quién le iba a devolver su esencia?

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