Cerró los ojos con fuerza al ver su departamento tan cerca sin sentir que el lobo disminuyera ni un poco la velocidad.
—¡Puerta! ¡Usa la puerta! ¡No rompas mi techo..!
Jadeó con fuerza cuando el aire abandonó sus pulmones al caer dentro de su departamento, el lobo de alguna manera se las había arreglado para que la mayor parte de los golpes se las llevara él.
Beltaine no podía respirar, veía los mechones rojos de su larga cabellera por su cara pero no tenía fuerzas para apartarlos.
—¡¿Estás jodidamente loco?!—miró al lobo con furia. ¡Casi la mata!
Sin embargo, ahora que ella lo ve bien, el lobo tiene sangre azul por todos lados, y se ve bastante débil, como si hubiese gastado todas sus reservas de energía.
—A salvo, ellos no podrán rastrearnos porque oculté mi aroma—el lobo no abrió la boca pero Beltaine oyó esa voz grave y ronca en su mente. Se lanzó de pronto sobre ella, tumbándola de nuevo, boca arriba—. Rápido debes…
Beltaine se estremeció al darse cuenta de dónde habían aterrizado, rompiendo todo a su paso.
—¡No! ¡Las cerámicas!—se revolvió bajo las garras del lobo enorme, con el pánico subiendo por su garganta—. ¡Quítate! ¡Corre! ¡La máquina de cerámicas!—empujó el pecho del monstruo con fuerza—. ¡Te he dicho que te quites!
—Ugh—Kyrios se quejó mientras intentaba transformarse a su forma humana, solo logró media transformación, su rostro tenía aún rasgos lupinos, en las manos garras y pelos en algunas partes del cuerpo, estaba demasiado débil para hacer más. Lo único que podía hacer es gotear su propia sangre de las múltiples heridas en su cuerpo por el cuerpo de su falsa pareja debajo de él—. Bastardos idiotas…—balbuceó, aún con la rabia dentro de sus venas—. Cómo se atreven a hacerle esto al Lord de los lycans…He estado tratando de ir al Reino de esos chupasangres…
Beltaine se estremeció cuando una gota de sangre le cayó en la nariz. El jodido lobo se estaba desangrando encima de ella.
—Estaba a tan poco de lograrlo…un poco más y podría haber…—Volvió en sí cuando olió el aroma de miedo de su falsa pareja—. Estoy en mi límite. Tengo que abastecerme de energía—levantó una mano con las garras afuera y la acercó a la cara de la pelirroja—. Es por eso que rápido me apresuraré a usar tu cuerpo.
Beltaine abrió la boca, en shock. ¿Su cuerpo?
—Lo que me importa está dentro de ti, así que no lo malinterpretes.
Oh, claro, dentro de ella, dentro de su cuerpo. ¡Jodidamente no la tranquiliza en lo más mínimo!
Las garras del ahora hombre lobo, ya que no estaba más en su forma completamente lobuna, crecieron hasta convertirse en garras mortíferas del tamaño mínimamente de su propio rostro. Sip, bueno, no está nada tranquila.
—No hay nada de que preocuparse, no dolerá, más bien si lo aguantas un poco puedo hacer que sea agradable para ti…
Con la garra del dedo pulgar le tocó el rostro, hacia su frente que inmediatamente comenzó a sentirse muy caliente, como si estuviera quemándose, rápidamente la quemazón se trasladó a su muslo derecho, justo por encima de la herida que había sufrido en la fábrica abandonada. Esa pierna comenzaba a agarrotarse tan rápido que el pánico anterior no se sentía nada parecido al que sentía en ese momento.
Beltaine quedó petrificada, el miedo la paralizó de pies a cabeza. Estaba bajo las garras de un hombre lobo completamente loco y con probables ganas de matarla sin piedad. La locura se podía vislumbrar en esos ojos rojos de depredador.
—Ahora voy a empezar…—él siguió hablando, ignorando completamente el pavor de Beltaine.
No supo cómo, pero la pelirroja extendió el brazo hacia un lado, encontrando un pedazo de madera en forma de estaca que se había roto del techo en la caída de ambos. Se afianzó a esa madera como si su vida dependiese de ello, bueno, literalmente podría ser así.
—No sé qué m****a estás diciendo, lo único que sé es que quiero que cierras la boca!
En un movimiento rápido, impulsada por la adrenalina, cortó al hombre lobo en el macizo brazo. La idea principal era clavárselo pero como estaba en un mal ángulo, lo único que pudo hacer es arañarlo con la madera.
Le hizo apenas un rasguño, pero el factor sorpresa fue importante. Aprovechó su estupefacción para levantarse e intentar huir.
¡No tiene idea de lo que ese tipo sea pero definitivamente está demente!
El hombre lobo con rasgos lupinos estuvo detrás de ella en cuestión de un microsegundo. La agarró del tobillo y la levantó hasta que su rostro estuvo a la altura de la de él.
Beltaine gritó por la sorpresa.
—¡Maldición!
Hizo una mueca al verlo tan de cerca y de manera tan grotesca. Era un verdadero monstruo.
—Ya que eres la primera humana que veo desde hace siglos, estaba intentando ser gentil y amable contigo, pelirroja—la voz ya no sonaba amable, sonaba distorsionada y algo molesta—. Pero te atreviste a huir cobardemente como una rata sin conocer la situación de antemano.
La sacudió unas cuantas veces haciendo que su cerebro se tambaleara como nunca antes. Gimió de dolor cuando la acercó a centímetros de su rostro.
—Si ese es el caso entonces no se puede evitar. Simplemente tendré que hacerlo a mi manera.
La ira subió por la columna vertebral de Beltaine. ¿Qué se creía ese gigante cambiaformas idiota? ¡A ella nadie la amenaza!
—¿Qué se supone que vas a hacer?—le gritó ignorando el hecho de que en ese momento estaba más vulnerable incluso que minutos antes, boca arriba.
—Eso es simple—los ojos rojos de kyrios comenzaron a brillar espeluznantemente bajo la oscuridad del departamento—. Conseguiré lo que quiero de tu interior a la fuerza usando la marca del lazo en tu cuerpo.
—¿Marca? ¿Lazo?
En cuanto pronunció esas palabras, los ojos escarlata de kyrios se tornaron de un violeta intenso, hasta llegar al negro más profundo. Fue entonces cuando el cuerpo de la pelirroja empezó a sacudirse violentamente. Se arqueó, lanzando la cabeza hacia atrás mientras de su garganta escapaba un alarido mudo. ¡Se estaba quemando! ¡Todo su cuerpo ardía como una antorcha! ¡Sentía el dolor lacerante de las llamas en cada fibra de su ser!
Su mente se quebró en pedazos infinitos, ella ya no era ella, solo era una partícula insignificante en el cosmos, una nada en la inmensidad.
Su cuerpo no le pertenecía, su alma trataba de huir de aquella cárcel de carne. Su mente... ¿O era su cuerpo? No sabía distinguir lo real de lo ilusorio. ¿Qué era verdad? ¿Qué era mentira? ¿Qué era producto de la sociedad? ¿De los líderes humanos? ¿Del universo?
Su alma se filtraba por una grieta enorme en su muro, un muro de cristal que se resquebrajaba. ¿Se estaba escapando? ¿Su alma abandonaba su cuerpo? Un cuerpo sin alma no podía vivir, ¿Cómo lo iba a recuperar? ¿Quién le iba a devolver su esencia?
De repente, sintió un escalofrío que le recorrió la espalda, como una serpiente de hielo. Intentó abrazarse a sí misma, buscando el calor que se le escapaba. Pero sus brazos no le respondieron, ni sus piernas, ni su cuerpo. Era una extraña en su propia piel, una mera observadora de su destino. Su visión se nubló, solo vio flashes, sombras, imágenes borrosas que se sucedían en su mente. Rostros desconocidos, lugares lejanos, una luna gigante que la miraba con indiferencia.Sintió un dolor agudo en el pecho, como si le clavaran un puñal. Se llevó la mano al corazón, pero no lo sintió latir. ¿Qué le estaba pasando? ¿Qué era esa sensación de vacío, de ausencia, de muerte? ¿Acaso nunca fue dueña de su vida? ¿Acaso todo fue una ilusión?Las lágrimas le quemaron las mejillas, como gotas de ácido. Quiso gritar, pedir ayuda, pero su voz se ahogó en su garganta. Solo pudo emitir un susurro, un lamento, una súplica.—Basta... basta, por favor... no puedo más... me está matando...No sabía a quié
Beltaine sentía un odio profundo hacia la mujer que la llevaba en brazos como si fuera un bulto inerte. ¿Qué clase de hechizo le había lanzado esa bruja malvada? ¿Cómo era posible que con solo mirarla a los ojos, unos ojos azules que parecían de hielo, le hubiera arrebatado el don de la palabra? Y lo más importante, ¿qué era esa mujer? Porque Beltaine estaba segura de que no era humana, ni siquiera se le acercaba.La soltó con desprecio y Beltaine cayó al suelo, junto al cuerpo desmayado del hombre lobo. Intentó alejarse, pero la mujer la agarró del pelo con fuerza.—Vaya, vaya, así que mi señor ya se ha buscado una sustituta para el falso lazo de parejas —dijo la mujer con una voz fría y burlona, mientras miraba al hombre lobo con desdén—. Mi señor, ¿cuándo dejarás de escaparte cada vez que te quito el ojo de encima?Beltaine quería gritar. Quería saber quién era esa mujer y por qué le hacía eso.—No puedo estar vigilándolo las veinticuatro horas, mi señor —continuó la mujer, clavand
Beltaine despertó vomitando. Descargó todo su estómago a un lado, sintiendo las arcadas absorberle todo el malestar. —¿Qué coño me ha pasado? ¿Dónde coño estoy? ¿Y la zorra rubia? ¿Y Bastian?—¿Ya te has despabilado?Beltaine suspiró aliviada. Por fin, su mejor amigo había aparecido y la pesadilla se había acabado.—Joder, Bastian, no te imaginas lo que he soñado. Era una flipada, yo...La pelirroja se quedó con la boca abierta al ver a su lado a un hombre enorme, de músculos duros y piel fría como el hielo. Su cabello negro como el carbón le caía en una cascada lisa por la espalda. Lo que hizo que Beltaine se quedara helada de miedo fueron esos ojos rojos, unos ojos que nunca podría olvidar. La pesadilla no había terminado, la pesadilla era real.—Hace siglos que no me transformo en un humano —dijo Kyrios, moviendo el cuello con un crujido—. Es raro no tener pelo por todo el cuerpo.Beltaine vio su paquete colgando entre las piernas. El muy bastardo estaba equipado tan bien que tuvo
—Vaya, vaya, cabeza de fuego. Parece que no sabes lo que significa relajarse. ¿Has oído hablar de respirar? ¿De disfrutar de la vida? ¿Del ambiente que nos rodea?Beltaine sintió que la sangre le subía a la cabeza. ¿Cabeza de fuego? ¿Quién se creía que era?—No me interesa tu filosofía barata. Lo que quiero saber es quién era esa mujer dorada y aterradora que ayer me agarró como si fuera un saco de patatas y me amenazó con matarme. ¿Qué relación tienes con ella? —la pelirroja pasó por alto el comentario del hombre lobo, como si no hubiera dicho nada.Kyrios dirigió su mirada a la hormiga que se movía nerviosa al lado de su silla.—¿Mujer dorada? —frunció el ceño hacia la hormiga—. Supongo que te refieres a Lylo.Lylo, en su forma de hormiga, se sintió incómoda bajo la atenta mirada de su Alfa. Una cosa era hacer sus fechorías sin que él se enterara y otra muy distinta era que la supuesta compañera que él había elegido, se pusiera a cotillear sobre lo que ella le había hecho.—Lylo es
—¡Te lo advierto, no te atrevas a mover un músculo!—Beltaine trató de abrirse paso a codazos entre los recién llegados drogados, pero fue inútil, eran como rocas—. ¡Por todos los santos, si se te ocurre hacer alguna locura..!Kyrios apretó los ojos hacia esos tipos, con odio. Le martilleaba la cabeza como si le hubieran dado una paliza. Traidores malditos que no podían cerrar el hocico ni por un instante. Lo habían estado cazando sin tregua antes de caer en las garras de la policía y, por caprichos del destino, se los topaba en la comisaría.Se fijó en cada uno de ellos, evaluando sus puntos débiles y las posibilidades de acabar con ellos sin llamar la atención. Pero la comisaría estaba llena de agentes, y eso le complicaba las cosas. Chasqueó la lengua mientras se movía lentamente.—¡Kyrios! ¡Espera!—Beltaine sintió la lengua rara. Qué extraño era nombrarlo por su nombre y no solo más por “lobo gigante” o simplemente “lobo”. Se removió, nerviosa. Los detenidos enfrente de ella aún no
Uno de los hombres lobos traidores, gruñó con rabia, enseñando los colmillos.—¡Maldito, me tienes hasta el gorro! —rugió uno de los lobos traidores, enseñando sus colmillos ensangrentados.—¡Si tanto te pica el gusanillo de la muerte, te haremos el favor! —bramó otro, erizando su pelaje.Los lobos se abalanzaron sobre Kyrios, dispuestos a destrozarlo a dentelladas. El gruñido de los lobos traidores resonó en el aire, llenando de terror a Beltaine. Kyrios sintió el olor a sangre y a pelaje quemado, y se preparó para el ataque. Con un movimiento rápido, sacó sus garras y las usó con destreza, cortando el cuello de uno de los lobos. Los demás se echaron atrás, sorprendidos por la resistencia de Kyrios. El hombre lobo se enfrentó a ellos con valor, como un león solitario que desafía a sus rivales. Bueno, no por nada se convirtió en el Lord de los lycans.—¿Eso es todo lo que tenéis? —les provocó Kyrios, con una sonrisa burlona—. ¿Dónde está su líder? ¿Dónde está ese bastardo que hizo que
Mientras tanto, dentro de la comisaría…Beltaine sintió un escalofrío al ver la escena que dejó Kyrios tras aniquilar a los licántropos. Se dio cuenta de dos cosas que le helaron la sangre. La primera: se había tragado una mentira al pensar que los humanos drogadictos eran de su misma raza, es decir, licántropos transformados, cuando en realidad eran mates humanos esclavizados al lazo de la unión que la aprisionaba a ella también. Solo que ellos habían sido utilizados como carnada para infiltrarse en ese mundo.La segunda: las marcas de las mordeduras de esos lobos se desvanecían de la piel de los humanos, liberando a esos mates de la unión falsa y forzada.—¡Sus marcas se están borrando!—gritó con incredulidad, señalando a los cuerpos que yacían en el suelo.—Cuando el licántropo que mordió a su mate muere, pero la salud y el alma del mate siguen enteras, la marca del lazo se esfuma, liberándolo de la influencia del hombre lobo—Lylo apareció a su lado, inmaculada y con su melena dora
Beltaine se aferraba a la consciencia, cada fibra de su ser sacudida por la velocidad frenética del lobo. Los tejados pasaban en un borrón debajo de ellos, y el viento cortante hacía que sus ojos lagrimearan. "¿Qué caso de cultistas? No voy a sobrevivir a esta carrera nocturna," pensó, mientras su estómago se rebelaba contra el movimiento constante.Intentó enfocarse en algo, cualquier cosa que no fuera el balanceo que la mareaba cada vez más. Se tapó la boca, desesperada por no perder la poca dignidad que le quedaba.—¡Impresionante! —la voz de Kyrios resonó en su mente, mientras él admiraba el crepúsculo—. ¡El mundo ha cambiado tanto en 8 mil años! Este cielo... es un espectáculo que no tiene igual. Los tonos de rojo y naranja se mezclan como pintura sobre un lienzo celestial, anunciando la llegada de la noche. ¡Entiendo por qué mi manada se siente atraída por este mundo humano!Aunque quería detenerse para disfrutar de la vista, sabía que debían seguir adelante. Aun así, no podía d