—¡Por fin he llegado, amor! ¡Disculpa la demora!—gritó mientras cerraba la puerta con un golpe. Se quitó el abrigo y lo lanzó al sofá, mientras le contaba a su esposo lo que había pasado en su día con entusiasmo.
—¡Ha sido un día de locos en el trabajo! Se presentaron un montón de ancianos despistados que querían recuperar sus recuerdos, y también ese cabrón de mi amigo del alma, ¿sabes? ¿Bastian? El muy cotilla me habló en el trabajo para invitarme a una parrillada el fin de semana y yo le dije que…
Dejó las llaves sobre la mesa.
—¿Has sido bueno y no has abierto a nadie en mi ausencia? Aquí te dejo las llaves, por si acaso…
Pero nadie le respondió. Solo el silencio de la casa la acogió. Miró una foto que había visto tantas veces como su propio reflejo junto al sacacorchos, mientras un recuerdo le asaltaba la mente.
INICIO DEL RECUERDO
—¡Qué bella te ves con ese traje de agente especial!
Ella hizo una pose, exagerando su gesto para hacerlo reír.
—Pues claro, ¿con quién te crees que te casas? Con la mejor agente especial del mundo, por supuesto.
Se paseó por el salón, estrenando su uniforme con orgullo.
—A partir de ahora serás tú quien me ofrezca protección, ¿eh cielo? Ahora serás tú el hombre de la casa.
Beltaine se montó sobre él y le atacó con cosquillas.
—¡Así será! ¡Que se atrevan a tocarte esos malnacidos y se las verán conmigo!
La imagen en su mente cambió de repente a otra habitación de la casa, la de los dos, donde su esposo yacía demacrado y débil.
—Gracias por traerme una nueva pieza de cerámica, seguro que mi máquina está llena de polvo…
Beltaine movió la cabeza con rapidez mientras dejaba el plato de cerámica junto a sus pies.
—No, amor, tu máquina de cerámica sigue limpia y cuidada, como la dejaste. No dejaré que se estropee porque tienes que volver a usarla cuando te pongas bien.
La cara de su esposo se ensombreció, pero trató de sonreír.
—Beltaine, cariño, sabes que esto…
—¡Ni una palabra más! ¡Ni se te ocurra! Vas a levantarte y salir por esa puerta para enseñarme una nueva obra de arte de barro horriblemente bonita… tú puedes hacerlo.
La escena volvió a cambiar, ella llegaba del trabajo y se dirigía al salón donde su esposo dormía. Se acercó, le dio un beso en la frente y se dio cuenta de que su pecho, antes musculoso, ya no se movía.
Llorando llamó a la ambulancia, solo para que horas después, en el hospital, le confirmaran la hora de su muerte.
FIN DEL RECUERDO
Beltaine giró la cabeza y fue hacia la cocina.
—¡Cómo sea! ¡Iré a hacer la cena mientras te das una ducha! ¿Vale, cariño?
Tarareó mientras abría el refrigerador. No había ningún ingrediente para cocinar.
—Maldita sea, espérame aquí, esposo mío, voy a traer algunas cosas del supermercado y vuelvo para hacerte tu comida favorita, ¿Si?
No esperó a que la casa le contestara en silencio de nuevo. Salió corriendo al supermercado.
(...)
Beltaine hizo crujir su cuello, llevaba muchas bolsas de comida para cenar con su esposo y en una de ellas habían algunas cerámicas hechas con pinturas acrílicas y moteadas. Ya se imagina lo feliz que se pondrá él al ver las cerámicas.
Mientras caminaba por las calles oscuras y solitarias de su país, tarareaba una canción pegajosa y horrible que había escuchado en la radio de su trabajo. Era de madrugada y ella apenas iba a preparar la cena.
De pronto, vio algo raro en la acera y se detuvo en seco. Frunció el ceño. ¿Era sangre? ¿Azul? ¿De dónde había salido ese tipo de sangre?
Sin dudarlo, su instinto de detective se activó y empezó a seguir el rastro de sangre hacia los callejones sin luz, sintiendo una extraña atracción, como si ya hubiera visto esa sangre antes, como si ya hubiera conocido a su dueño.
¿Qué olor era ese? Además del hedor de la basura, había algo que…
Unos ojos rojos brillaron en la oscuridad, dejándola helada.
—¿Lobo?
Solo obtuvo un gruñido por respuesta. Se acercó con cautela hasta encontrar al enorme lobo acurrucado sobre sí mismo, cubierto de la sangre azul. Su propia sangre.
Beltaine soltó un jadeo y se acercó más, aunque le temblaban las manos por su imponente tamaño, sabía que no le haría daño. Él la había salvado una vez, así que ahora le tocaba a ella devolverle el favor.
—¿Qué haces aquí?
La voz del lobo resonó en su cabeza, Beltaine pegó un brinco pero no se asustó, de alguna forma tenía sentido que un lobo no pudiera hablar como humano.
—¿Yo? Debería preguntarte eso a ti. Y mira lo horrible que te ves. ¿Cuál se supone que es tu plan?
—Te estaba buscando a ti.
—¿A mí?—Beltaine puso cara de asco. La bestia gigante sangraba por todas partes, así que no podía distinguir cuál era la herida más grave—. ¿Qué demonios te ha pasado?
—No puedo explicarte ahora, tenemos que irnos de aquí. Hay alguien que me sigue, estoy débil ahora así que no voy a poder evitar que te maten también a ti en el proceso.
—¿Qué? ¿Quién nos sigue? ¿Qué está pasando? ¿Matarme?—Beltaine estaba confundida y asustada. No entendía nada de lo que ocurría.
El lobo no le respondió, solo la tomó de la cintura con sus grandes fauces a pesar de toda la sangre y las heridas, parecían no ser nada para él y saltó al techo de un edificio cercano. Beltaine soltó un grito ahogado y se agarró a su pelaje con fuerza.
—¡Suéltame, suéltame! ¡Me vas a matar! ¡Estás loco!
El lobo la ignoró y siguió saltando de edificio en edificio, esquivando las antenas, los cables y las chimeneas. Beltaine sentía que se le revolvía el estómago y que se le salía el corazón por la boca. ¡Y sus cosas! ¡Había olvidado su compra y la cerámica para su esposo!
—¡Te lo advierto, si me sueltas te mato! ¡Te arranco la cabeza! ¡Te hago un abrigo!
El lobo soltó una risa burlona en su cabeza, sin dejar de correr.
—Sí, sí, claro. Eres muy feroz, pequeña. Me das mucho miedo.
Beltaine se enfureció y le mordió una oreja, haciendo que el lobo gruñera de dolor.
—¡No soy pequeña! ¡Y no soy tu juguete! ¡Déjame en paz!
El lobo la miró con una mezcla de diversión e irritación, como si fuera un bebé amenazando.
—Cierra la boca que vas a despertar a toda la ciudad. Confía en mí, estamos yendo a tu departamento.
Beltaine no confiaba en él, pero no tenía más remedio que aguantar. Se preguntaba qué quería de ella, por qué la buscaba, y quién los seguía. Y sobre todo, se preguntaba qué era él, y qué era ella para él.
Cerró los ojos con fuerza al ver su departamento tan cerca sin sentir que el lobo disminuyera ni un poco la velocidad.—¡Puerta! ¡Usa la puerta! ¡No rompas mi techo..!Jadeó con fuerza cuando el aire abandonó sus pulmones al caer dentro de su departamento, el lobo de alguna manera se las había arreglado para que la mayor parte de los golpes se las llevara él.Beltaine no podía respirar, veía los mechones rojos de su larga cabellera por su cara pero no tenía fuerzas para apartarlos.—¡¿Estás jodidamente loco?!—miró al lobo con furia. ¡Casi la mata!Sin embargo, ahora que ella lo ve bien, el lobo tiene sangre azul por todos lados, y se ve bastante débil, como si hubiese gastado todas sus reservas de energía.—A salvo, ellos no podrán rastrearnos porque oculté mi aroma—el lobo no abrió la boca pero Beltaine oyó esa voz grave y ronca en su mente. Se lanzó de pronto sobre ella, tumbándola de nuevo, boca arriba—. Rápido debes…Beltaine se estremeció al darse cuenta de dónde habían aterrizad
De repente, sintió un escalofrío que le recorrió la espalda, como una serpiente de hielo. Intentó abrazarse a sí misma, buscando el calor que se le escapaba. Pero sus brazos no le respondieron, ni sus piernas, ni su cuerpo. Era una extraña en su propia piel, una mera observadora de su destino. Su visión se nubló, solo vio flashes, sombras, imágenes borrosas que se sucedían en su mente. Rostros desconocidos, lugares lejanos, una luna gigante que la miraba con indiferencia.Sintió un dolor agudo en el pecho, como si le clavaran un puñal. Se llevó la mano al corazón, pero no lo sintió latir. ¿Qué le estaba pasando? ¿Qué era esa sensación de vacío, de ausencia, de muerte? ¿Acaso nunca fue dueña de su vida? ¿Acaso todo fue una ilusión?Las lágrimas le quemaron las mejillas, como gotas de ácido. Quiso gritar, pedir ayuda, pero su voz se ahogó en su garganta. Solo pudo emitir un susurro, un lamento, una súplica.—Basta... basta, por favor... no puedo más... me está matando...No sabía a quié
Beltaine sentía un odio profundo hacia la mujer que la llevaba en brazos como si fuera un bulto inerte. ¿Qué clase de hechizo le había lanzado esa bruja malvada? ¿Cómo era posible que con solo mirarla a los ojos, unos ojos azules que parecían de hielo, le hubiera arrebatado el don de la palabra? Y lo más importante, ¿qué era esa mujer? Porque Beltaine estaba segura de que no era humana, ni siquiera se le acercaba.La soltó con desprecio y Beltaine cayó al suelo, junto al cuerpo desmayado del hombre lobo. Intentó alejarse, pero la mujer la agarró del pelo con fuerza.—Vaya, vaya, así que mi señor ya se ha buscado una sustituta para el falso lazo de parejas —dijo la mujer con una voz fría y burlona, mientras miraba al hombre lobo con desdén—. Mi señor, ¿cuándo dejarás de escaparte cada vez que te quito el ojo de encima?Beltaine quería gritar. Quería saber quién era esa mujer y por qué le hacía eso.—No puedo estar vigilándolo las veinticuatro horas, mi señor —continuó la mujer, clavand
Beltaine despertó vomitando. Descargó todo su estómago a un lado, sintiendo las arcadas absorberle todo el malestar. —¿Qué coño me ha pasado? ¿Dónde coño estoy? ¿Y la zorra rubia? ¿Y Bastian?—¿Ya te has despabilado?Beltaine suspiró aliviada. Por fin, su mejor amigo había aparecido y la pesadilla se había acabado.—Joder, Bastian, no te imaginas lo que he soñado. Era una flipada, yo...La pelirroja se quedó con la boca abierta al ver a su lado a un hombre enorme, de músculos duros y piel fría como el hielo. Su cabello negro como el carbón le caía en una cascada lisa por la espalda. Lo que hizo que Beltaine se quedara helada de miedo fueron esos ojos rojos, unos ojos que nunca podría olvidar. La pesadilla no había terminado, la pesadilla era real.—Hace siglos que no me transformo en un humano —dijo Kyrios, moviendo el cuello con un crujido—. Es raro no tener pelo por todo el cuerpo.Beltaine vio su paquete colgando entre las piernas. El muy bastardo estaba equipado tan bien que tuvo
—Vaya, vaya, cabeza de fuego. Parece que no sabes lo que significa relajarse. ¿Has oído hablar de respirar? ¿De disfrutar de la vida? ¿Del ambiente que nos rodea?Beltaine sintió que la sangre le subía a la cabeza. ¿Cabeza de fuego? ¿Quién se creía que era?—No me interesa tu filosofía barata. Lo que quiero saber es quién era esa mujer dorada y aterradora que ayer me agarró como si fuera un saco de patatas y me amenazó con matarme. ¿Qué relación tienes con ella? —la pelirroja pasó por alto el comentario del hombre lobo, como si no hubiera dicho nada.Kyrios dirigió su mirada a la hormiga que se movía nerviosa al lado de su silla.—¿Mujer dorada? —frunció el ceño hacia la hormiga—. Supongo que te refieres a Lylo.Lylo, en su forma de hormiga, se sintió incómoda bajo la atenta mirada de su Alfa. Una cosa era hacer sus fechorías sin que él se enterara y otra muy distinta era que la supuesta compañera que él había elegido, se pusiera a cotillear sobre lo que ella le había hecho.—Lylo es
—¡Te lo advierto, no te atrevas a mover un músculo!—Beltaine trató de abrirse paso a codazos entre los recién llegados drogados, pero fue inútil, eran como rocas—. ¡Por todos los santos, si se te ocurre hacer alguna locura..!Kyrios apretó los ojos hacia esos tipos, con odio. Le martilleaba la cabeza como si le hubieran dado una paliza. Traidores malditos que no podían cerrar el hocico ni por un instante. Lo habían estado cazando sin tregua antes de caer en las garras de la policía y, por caprichos del destino, se los topaba en la comisaría.Se fijó en cada uno de ellos, evaluando sus puntos débiles y las posibilidades de acabar con ellos sin llamar la atención. Pero la comisaría estaba llena de agentes, y eso le complicaba las cosas. Chasqueó la lengua mientras se movía lentamente.—¡Kyrios! ¡Espera!—Beltaine sintió la lengua rara. Qué extraño era nombrarlo por su nombre y no solo más por “lobo gigante” o simplemente “lobo”. Se removió, nerviosa. Los detenidos enfrente de ella aún no
Uno de los hombres lobos traidores, gruñó con rabia, enseñando los colmillos.—¡Maldito, me tienes hasta el gorro! —rugió uno de los lobos traidores, enseñando sus colmillos ensangrentados.—¡Si tanto te pica el gusanillo de la muerte, te haremos el favor! —bramó otro, erizando su pelaje.Los lobos se abalanzaron sobre Kyrios, dispuestos a destrozarlo a dentelladas. El gruñido de los lobos traidores resonó en el aire, llenando de terror a Beltaine. Kyrios sintió el olor a sangre y a pelaje quemado, y se preparó para el ataque. Con un movimiento rápido, sacó sus garras y las usó con destreza, cortando el cuello de uno de los lobos. Los demás se echaron atrás, sorprendidos por la resistencia de Kyrios. El hombre lobo se enfrentó a ellos con valor, como un león solitario que desafía a sus rivales. Bueno, no por nada se convirtió en el Lord de los lycans.—¿Eso es todo lo que tenéis? —les provocó Kyrios, con una sonrisa burlona—. ¿Dónde está su líder? ¿Dónde está ese bastardo que hizo que
Mientras tanto, dentro de la comisaría…Beltaine sintió un escalofrío al ver la escena que dejó Kyrios tras aniquilar a los licántropos. Se dio cuenta de dos cosas que le helaron la sangre. La primera: se había tragado una mentira al pensar que los humanos drogadictos eran de su misma raza, es decir, licántropos transformados, cuando en realidad eran mates humanos esclavizados al lazo de la unión que la aprisionaba a ella también. Solo que ellos habían sido utilizados como carnada para infiltrarse en ese mundo.La segunda: las marcas de las mordeduras de esos lobos se desvanecían de la piel de los humanos, liberando a esos mates de la unión falsa y forzada.—¡Sus marcas se están borrando!—gritó con incredulidad, señalando a los cuerpos que yacían en el suelo.—Cuando el licántropo que mordió a su mate muere, pero la salud y el alma del mate siguen enteras, la marca del lazo se esfuma, liberándolo de la influencia del hombre lobo—Lylo apareció a su lado, inmaculada y con su melena dora