Verdad, ¿a medias?
Damien se sobresaltó al escuchar la voz de su padre, pero luego recuperó la compostura y, tras hacer una leve reverencia, saludó fríamente.

—Buen día, padre.

Ralph frunció el ceño ante la actitud extraña de su hijo y volvió a preguntar.

—No me has respondido, ¿qué buscas aquí?

Decidido a descubrir su origen, Damien comenzó a acercarse y respondió sin rodeos.

—La verdad.

—¿Verdad? ¿A qué te refieres? —cuestionó el señor Chevalier, sintiéndose incómodo con el aura que desprendía su vástago.

Al ver que “su padre” parecía no comprender a qué se refería, Damien se apartó del escritorio para acercarse y volver a preguntar con amargura.

—Dime, ¿es cierto que soy adoptado?

Cuando su hijo mencionó esto, Ralph sintió escalofríos y contestó nerviosamente.

—Cómo… ¿Cómo lo supiste?

La reacción de ese hombre confirmó las sospechas del dolido joven, que volvió a preguntar.

—¿Por qué me ocultaron que había sido adoptado?

Ralph se apartó para tomar distancia e intentar pensar con claridad
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