Mensaje, ¿peligroso?
Ashal cubrió instintivamente a Adeline con su cuerpo, para después empujarla hacia el interior de la habitación. Esto tomó por sorpresa a la joven, que tras ser llevada hasta un lugar seguro, apenas pudo murmurar.

—A… shal…

En tanto, el emperador se apartó y alzó la voz para llamar a sus soldados.

—¡Nos atacan! ¡Protejan a la emperatriz!

A los pocos segundos, la habitación fue rodeada por un séquito de más de 20 soldados, a los cuales se sumaron las asistentes de Adeline, quienes se encargaron de formar un escudo humano que protegiera a la emperatriz.

Cuando los solados estuvieron en posición, Ashal exclamó a viva voz.

—Acaban de arrojarnos esta flecha. Vino del suroeste del jardín, ¡revisen esa zona y demás alrededores para encontrar el criminal que se atrevió a atacarnos!

Uno de los soldados, que estaba revisando el área donde estaba la flecha, llamó al emperador.

—Majestad, la flecha tiene un papel.

Ashal volvió al balcón, para después arrancar de golpe la tira, desenrollarlo y leer
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