Futuro, ¿negociable?
Cuando la aeronave despegó del andén, Ashal y Adeline se quedaron observando el cielo hasta que el aparato desapareció. Como estaban absortos en sus pensamientos, no notaron la presencia de Marion, hasta que este los llamó con voz fuerte.

—Majestades, es hora de marcharnos.

Ambos volvieron en sí y Ashal dijo seriamente.

—Bien, no tenemos tiempo que perder.

Tras decir esto, se encaminó para hablar con el comandante Mori. Al ver que su esposo se alejaba, Adeline lo siguió apurada. Cuando llegaron ante el líder militar, el emperador dijo seriamente.

—Agradezco su cooperación para que mi familia consiguiera el asilo político.

—Al contrario, majestad, es un honor para nosotros haber sido de ayuda.

—De todas formas, reitero mi enorme agradecimiento, estoy seguro de que su labor será recompensada. —Luego de decir esto, miró a su esposa y añadió con seriedad—. Nos marchamos, tenemos que volver a Mont Risto cuanto antes, mi gente me necesita.

En ese momento el comandante recordó algo y
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