Oficialmente esta historia ha terminado, espero que la hayan disfrutado. La siguiente historia será de la hija mayor de Adriano, aunque tardaré un tiempo en comenzar a publicarla. Abrazos y gracias por llegar hasta aquí.
Una suave brisa se filtraba por las por las cortinas entreabiertas mientras la luz del día empezaba a iluminar la habitación. Leo se despertó lentamente, recordando los sucesos de la noche anterior y una leve sonrisa adornó su rostro. La sensación de lo vivido aún vibraba en su piel y el deseó no tardó en consumirlo.Se dio la vuelta y la sonrisa abandonó su rostro, su emoción remplazada por la decepción. El lado junto al suyo estaba vacío y el único recuerdo que quedaba de Antonella era las sábanas arrugadas. Estiró la mano y tocó la superficie. Estaba fría, así que ella debía de haberse marchado hace un buen rato.No podía creer que no se hubiera dado cuenta cuando Antonella se marchó considerando que siempre se despertaba al mínimo ruido. Sus años de experiencia lo habían vuelto cauteloso y estaba acostumbrado a estar listo para cualquier eventualidad. Un vistazo al reloj sobre el velador le reveló que no solo se había quedado completamente dormido, sino que también había dormido h
Cinco años despuésLeo bajó de su coche y miró alrededor mientras se abrochaba el único botón de su saco. Con un gesto de agradecimiento hacia su conductor, se abrió paso entre la multitud en dirección a la galería de arte. Dentro, el ambiente era bastante animado; risas y conversaciones llenaban el aire.Leo dio rápido vistazo al lugar, asegurándose de que la distribución correspondía a los planos que había estudiado. No sucedía a menudo, pero en una o dos misiones se había encontrado con modificaciones que no estaba retratadas en los planos. Esta vez, sin embargo, todo parecía estar en orden. Levantó una copa de champán de la bandeja de uno de los camareros y se fue a mezclar con el resto de asistentes.Se llevó la copa a los labios y fingió beber mientras se detenía frente a uno de los cuadros.—Bishop, el objetivo acaba de llegar —informó Fi en su oído, a través del audífono—. Trajo compañía. Un par de hombres.Pasó al siguiente cuadro, pero su atención ya no estaba en la pintura.
La misma idea había estado rondando la cabeza de Antonella desde hace unos días, preguntándose cuan probable era que el hombre al que había visto en la exposición de arte fuera Leo. Era difícil estar completamente segura cuando apenas lo había visto por una fracción de segundo antes de que desapareciera como si se hubiera tratado un fantasma.Cada vez estaba más segura de que había sido producto de su imaginación. Aunque no entendía que la había llevado a pensar en él. Hacía tiempo que había decidido dejarlo en el pasado. Para ser más precisa, cuando aceptó que él nunca la contactaría.—Antonella, ¿me estás escuchado?Levantó la mirada del ramo de flores que estaba preparando y miró a su gemela. A veces era casi como verse al espejo. Compartían el mismo cabello color castaño, aunque Antonella se había cortado el suyo y el de Sienna caía largo hasta la mitad de la espalda. Ambas tenían los ojos verdes, pero los de su hermana brillaban con picardía probablemente planeando el próximo lio
Leo se inclinó para darle un beso a su madre en la mejilla.—Mamá —saludó. —Hola, cariño. ¿Cómo estás?—Bien.Su madre soltó un suspiro y lo miró con la diversión en los ojos.—Eres igual de comunicativo que tu padre. ¿Hay algo interesante que quieras contarme? ¿Conociste a alguien? Sabes que no me estoy haciendo más joven y me gustaría tener nietos antes de morir.Leo se conocía el sermón de memoria, pero no se le ocurrió interrumpir a su madre.—Deberías encontrar una buena mujer y casarte con ella —continuó su madre—. Es hora de que pienses en algo más que en el trabajo. Podría presentarte a las hijas de algunas de mis amigas.Nunca le había dicho la verdad a su madre respecto a su trabajo, aunque él no era tan ingenuo como para no darse cuenta de que la mujer que le había dado la vida lo conocía bastante bien y tenía sus sospechas.—No estoy interesado. —La única mujer que le interesaba era Antonella, pero no pensaba hablarle a su madre de ella… al menos no todavía. En cuanto lo
—¿Lista para irnos? —preguntó Antonella.—No. ¿Cómo dejé que me convencieras de hacer esto?—La verdad no fue nada difícil, te quebraste cuando apenas comenzaba con el largo discurso que tenía preparado.—Ja, ja. Muy graciosa.—Estás hermosa y está noche será un éxito. No lo pienses demasiado.—Espero estés en lo cierto. No me gustaría subir al escenario y quedar en ridículo.—No deberías preocuparte por eso.Sienna la tomó del brazo y la llevó fuera del departamento. En la puerta principal del edificio en el que vivían, ya las estaba esperando el auto que las llevaría hasta la fiesta y luego las llevaría de regreso.Durante el viaje, su hermana habló sin parar mientras ella se limitaba a escucharla, asintiendo cada vez que creía que era necesario.El lugar en el que se iba a llevar a cabo el evento ya estaba lleno cuando las dos entraron. Debía haber al menos un par de cientos de personas, cada una más elegante que la otra. Pese a haber crecido en un ambiente rodeado de lujos, no est
Antonella apenas recordaba haber regresado a su lugar junto a los demás. El resto de la subasta se la pasó sumida en sus pensamientos, evitando a cualquier costa mirar en dirección al hombre que acababa de ofertar una buena suma de dinero tan solo para llevarla a cenar… y no era cualquier hombre.Tenía muchas preguntas y su mente era un completo lío. Los minutos se volvieron eternos mientras esperaba que la subasta llegara a su final. Cuando escuchó el agradecimiento del presentador y los aplausos del público, Antonella reaccionó. Con cuidado de no llamar la atención, se escabulló entre los miembros de su familia y bajó del escenario.Se detuvo un instante y miró el lugar en busca de la salida más cercana. Un corredor llamó su atención y se dirigió hacia allí. No le importaba hacia donde la llevara, solo quería poner distancia entre ella y Leo. Se acercó a la primera puerta que vio y probó suerte, pero no tuvo éxito. Continuó avanzando por el corredor, probando cada manija hasta que u
Antonella se alejó de Leo tan rápido como sus piernas se lo permitieron y se mezcló con el resto de los invitados. Estaba tan absorta en sus pensamientos que no se dio cuenta de que su hermana venía directamente hacia ella, hasta que estuvieron a punto de chocar. Se detuvo abruptamente y dio un paso hacia atrás.—¿Dónde estabas? —le preguntó Sienna, mirando detrás de ella.—En el baño —mintió.Su hermana la miró con sospecha, pero no insistió. Ella se colocó a su lado y pasó su brazo por el de ella, luego la arrastró por todo el salón deteniéndose de vez en cuando para hablar con los invitados. O al menos Sienna lo hizo, Antonella estaba demasiado distraída recordando los sucesos recientes como para prestar atención a algo más.En algún momento se vieron abordados por un par de tipos y uno de ellos invitó a su hermana a invitar. Sienna le dio una mirada y solo se alejó cuando ella le dio una sonrisa para tranquilizarla.Antonella asintió automáticamente cuando el tipo con el que se qu
Antonella no pudo alejar la mirada de Leo mientras recorría la distancia que los separaba. A su lado, su hermana le estaba diciendo algo, pero por mucho que lo intentaba, le era difícil concentrarse.Leo no había dado un solo paso en su dirección; simplemente permanecía allí, como una imagen sacada de la portada de una revista. Tenía que admitir que su hermana tenía razón: él era realmente atractivo. Sus rasgos, ya de por sí definidos y fuertes, se destacaban aún más gracias al contraste con su piel cálida y profunda.Su mirada continuó bajando por su cuerpo, absorbiendo cada detalle. El traje que llevaba, claramente hecho a medida, se ajustaba perfectamente a su torso musculoso, delineando sus anchos hombros. Cada detalle, desde los puños impecablemente ajustados hasta los zapatos de cuero brillante, contribuía a resaltar su aura imponente.Sus mejillas comenzaron a calentarse cuando sus ojos se quedaron fijos a la altura de la entrepierna de Leo, recordando muy bien lo dotado que él