Capítulo 1. Minutos antes Bradley Suter había atravesado el edificio que albergaba la nueva compañía que recién había adquirido en New York. Mientras se paseaba entre la multitud de empleados lo observaba todo, con los sentidos completamente alertas bajo su fachada fría y ausente. Nadie ahí tenía idea de todo lo que su mente albergaba: balances, comparaciones, decisiones… Ser Bradley Suter era mantener mucho en tu mente, siempre. Y lo único que conseguía evitar que su cerebro estallara era su férrea disciplina. La disciplina que conscientemente había roto la noche anterior.Ella había llamado su atención al atravesar la multitud con regio garbo, y entonces, el cuerpo de Bradley había respondido al grácil cimbreo de sus caderas. Power Over Me By Dermot Kennedy sonaba por los altavoces del local y el pulso de Suter adoptó un ritmo primario y profundo cuando la sonrisa de esa chica lo acarició. Tenía el cabello oscuro, la piel rosácea y los ojos más azules que hubiera visto nunca. Su
Emma podía sentir su corazón desbocado, haciendo que su respiración se entrecortara mientras caminaba con prisa hacia las puertas de cristal y, por fin, lograba salir a la calle. Entre el ruido del tráfico de Manhattan y la multitud de personas metidas cada uno en sus asuntos; la joven se esforzaba por recuperar un poco de serenidad.El sonido de la voz de Bradley se había metido por debajo de su piel y continuaba raspando en sus sentidos. Lo había rechazado. ¡Dios bendito, cómo se había atrevido!Pero era lo correcto. Establecer límites les ahorraba tiempo a los dos y, le evitaba un corazón roto a ella. El problema era que nada de lo que se decía a sí misma era suficiente para disminuir su interés. Ni el deseo que él le provocaba.—¡Oh, mi Dios! —la voz de Bonnie Sacker llegó desde su espalda y Emma intentó no rodar los ojos—. Vamos por un café, porque quiero todos los detalles. Emma se encogió de hombros cuando Bonnie la tomó del codo y haciendo aspavientos, con el murmullo de la
Era primera hora de la mañana cuando Bradley recibió en su oficina a los principales corredores de la firma. Todos estaban de pie, pues Suter no tenía intención de alargar aquella reunión más de lo necesario. Uno a uno fueron tomando la palabra, decepcionándolo un tanto cada vez.—Basta, ya —exclamó con la sangre efervesciendo de indignación y les señaló la puerta—. Quiero que vayan a sus puestos y regresen con ideas en verdad innovadoras, cada palabra que ha salido de sus bocas carece de inspiración.El grupo se miraron unos a otros y luego con los rostros rojos de vergüenza se apresuraron en abandonar el lugar.—Caine, tú quédate. El joven esbelto de cabello oscuro se detuvo justo antes de atravesar la puerta. Era un poco introvertido, pero siempre conseguía ganancias significativas para sus clientes y la compañía.—Leí lo que le dejaste a Krakov —le compartió Bradley al tiempo que recargaba la cadera en una esquina de la mesa—, háblame de eso.Caine, apoyó una mano sobre el respal
Suter estaba de pie frente a ella y su rostro expresaba un mundano aplomo y una excesiva arrogancia. Sus ojos, en cambio, parecían ascuas.Emma crepitó de calor y anhelo.Un leve llamado de cortesía fue el único aviso que tuvieron antes de que la puerta fuera empujada y Krakov apareciera en el umbral.—Bradley, queda poco tiempo —señaló con áspera voz—, ¿haremos la venta del corto? —Aún lo estamos decidiendo —murmuró Bradley—. Danos unos minutos.El enorme ruso asintió y se retiró enseguida.Emma no podía dejar de mirar a Bradley, quien tenía un ceño impaciente y aún así no dejaba de ser un espectáculo para la vista. Sus verdes ojos estaban alertas con la misma inteligencia del príncipe de las tinieblas, los pómulos altos, la nariz recta y una envergadura de más de metro ochenta firme y magra.—¿Lo harás Emma o se lo asignamos a alguien más? —insistió sarcástico, luego apoyó la cadera contra la mesa y se cruzó de brazos.Emma se dio a sí misma un pellizco mental. La cantidad que Sut
Las proyecciones fueron precisas y la venta se había llevado a cabo en el momento oportuno, aún así, la espera conseguía intimidarla y, tras su aspecto de absoluto control, Emma estaba aterrorizada, tenía palpitaciones y su boca estaba seca. El silencio era lo único que se escuchaba en el piso de operaciones. Todos sus compañeros aguardaban junto a Emma por el reporte final y cuando este apareció en la pantalla y notaron la exorbitante cantidad que habían ganado solo con la venta de Emma, la sala entera estalló en una salva de aplausos y vítores para ella. Dentro del apretado abrazo de Caine, Emma sonreía y sus ojos se humedecían con lágrimas de satisfacción, por haber hecho un buen trabajo. En medio de la bulliciosa alegría esparcida por el lugar, Emma dio un vistazo alrededor y su mirada se encontró con la de Bradley.Su atractivo la golpeó directo en el corazón, la cálida luz del otoñal sol acariciaba el patricio rostro del CEO y arrancaba fieros destellos a su rubio cabello. Él
Tú no jugarás conmigo, niña. Las palabras resonando insistentes en su cabeza. Su fiera mirada de advertencia le hizo pensar que su observación podía referirse a algo mucho más serio que el estira y afloja en el que parecían estar inmersos.Emma se pasó los dedos con inquietud por su cabello mientras caminaba por el pequeño salón de su departamento, bebiendo su primera taza de café. El sol comenzaba su ascenso y el puente de Brooklyn recibía gustoso sus primeros rayos.Bradley se había alejado de ella. Simplemente cerró la puerta tras él, y desapareció dejándola paralizada por la sorpresa.La deseaba, y aún así, se había ido sin más.Y ella bien podría enloquecer muy pronto. Dios, estaba aterrorizada por desearlo como lo hacía. Los chicos a quienes alguna vez les había aceptado una invitación a salir, eran en su mayoría fanfarrones. Eso la divertía, porque nunca los tomaba en serio y era sumamente sencillo quitárselos de encima y no volver a pensar en ellos. Bradley no se les parecí
Nunca digas nunca, se burló de sí misma cuando pisó el elegante vestíbulo del Waldorf. Bradley y su perversa sonrisa, sus verdes ojos, su áspera voz susurrando su deseo por ella. La vista de sus manos, deslizándose sobre su cuerpo, inundándola de un placer que nunca antes había conocido era lo que la que tenía abordando el ascensor. Había perdido demasiados días valiosos negando el deseo, negando la verdad de todo lo que él despertaba en ella y si lograba llegar hasta el pen house en que se hospedaba, las cosas cambiarían para siempre. Emma sentía su cuerpo sacudido por los nervios al salir del ascensor. Cogió la tarjeta llave del bolsillo lateral de su abrigo, agarrándola con sus tensos dedos. La adrenalina galopaba por su corriente sanguínea mientras se acercaba a la puerta, respirando profundamente. —Me gusta que seas puntual —exclamó Suter con voz neutra. Su expresión era tan impía, sexo en su forma más densa. Y ella sabía que iba a disfrutarlo demasiado. —¿Me permites tu abrig
Bradley entró en las oficinas de Suter Capital con la cabeza aún llena de los placeres de la noche. Mientras se desplazaba por el abierto vestíbulo su mirada chocó con la intensamente azul de Emma. Ella tomaba nota de las indicaciones que Caine disponía para ese día.La encontró encantadora con aquel suéter de cachemira de un suave color rosa, vaqueros ajustados y botas altas. Los deliciosos labios se le curvaron en una discreta sonrisa que calentó el pecho de Suter. Esa pequeña diablesa de oscuro cabello lo volvía loco en el mejor de sus días.Ya trataría con ella más tarde.—Buen día, jefe —lo saludó Stephanie al llegar al pie de la escalera donde lo esperaba como todas las mañanas.Suter estrechó su mirada sobre la etiqueta del envase que su asistente puso en su mano con una cordial sonrisa.—¿Jugo verde?—Dicen que es mejor que el expreso.—Ja. Nada es mejor que el expreso, pero ya que te tomaste lo molestia lo probaré. ¿Mi abogado ya está aquí?Ella negó con la cabeza.—