Mi Seductor CEO.
Mi Seductor CEO.
Por: Itzel Acuña
Capítulo 1.

Capítulo 1. 

Minutos antes Bradley Suter había atravesado el edificio que albergaba la nueva compañía que recién había adquirido en New York. Mientras se paseaba entre la multitud de empleados lo observaba todo, con los sentidos completamente alertas bajo su fachada fría y ausente. Nadie ahí tenía idea de todo lo que su mente albergaba: balances, comparaciones, decisiones… 

Ser Bradley Suter era mantener mucho en tu mente, siempre. 

Y lo único que conseguía evitar que su cerebro estallara era su férrea disciplina. 

La disciplina que conscientemente había roto la noche anterior.

Ella había llamado su atención al atravesar la multitud con regio garbo, y entonces, el cuerpo de Bradley había respondido al grácil cimbreo de sus caderas. Power Over Me By Dermot Kennedy sonaba por los altavoces del local y el pulso de Suter adoptó un ritmo primario y profundo cuando la sonrisa de esa chica lo acarició. Tenía el cabello oscuro, la piel rosácea y los ojos más azules que hubiera visto nunca. Su dulce carne lo había acogido muy estrechamente toda la noche, y en sus brazos la agonía, el dolor y la m*****a soledad que llevaban semanas dentro de sus entrañas se habían diluido.

—¿Qué piensas?

Bradley miró sobre su hombro al imponente ruso que caminaba al parejo de su marcha.

Steven Krakov observaba a los empleados que ya ocupaban sus lugares en el estrecho auditorio, sus helados ojos azules atravesándolos como si fueran un láser.

—Que dentro de nada nos enteraremos si alguno aquí vale la pena o por el contrario terminarán en la calle lustrando zapatos. Los sacudiré un poco y luego serán tuyos. 

Steven dirigió al multitudinario courum allí reunido unas cuantas certeras frases de su basto repertorio intimidante, y luego lo presentó. 

—Señores, toda la industria de acciones y fondos está sitiada —comenzó Bradley—. Pero en este momento aún respiramos y quiero que venzamos lo inevitable…

Mientras desplazaba su mirada entre el mar de rostros que se habían convertido en sus empleados, un fuerte estremecimiento sacudió a Bradley y su conciencia de la multitud a quienes hablaba se vio apagada por la profundidad de aquellos azules ojos. 

Ella dio un brinco cuando lo reconoció y el pánico asomó en su mirada.

Su seductora melena negra estaba recogida en una coleta alta, permitiéndole  contemplar mejor a los bellos rasgos de su orgulloso y suspicaz rostro. Su sedosa piel había palidecido, pero sus sensuales labios rendían un efervescente deseo que hizo que la sangre de Bradley burbujeara con la misma intensidad que la noche anterior, cuando ambos se habían entregado al arrebato de la más ardiente cópula que había tenido en años.

Reuniendo sus reservas de voluntad, apartó su mirada de la joven y prosiguió con su discurso. Sin embargo, todo en él estaba revolucionado por la pulcra belleza de esa chica y lo estimulante que resultaba haberla encontrado en ese sitio.

—Yo soy un superviviente —exclamó sintiendo la certeza de sus palabras en cada fibra de su ser, y probablemente ninguno en aquella sala llegaría nunca a saber en qué formas lo era—. Ustedes, ¿son supervivientes? Bueno, en los siguientes dieciocho meses, lo sabremos. 

Un silencio generalizado fue todo lo que llenó la sala.

—La mujer junto a la columna, cabello negro, chaqueta rosa —murmuró a Steven Krakov—. La quiero como mi asistente, consíguela.

***  

A Emma le temblaban las manos cuando consiguió llegar a su escritorio. Se sacó por los hombros la entallada chaqueta rosa con solapa de pico y la extendió en el respaldo de su silla ejecutiva. 

—¿Emma Henderson?

La joven apartó sus ojos de la pantalla de su ordenador para descubrir al dueño de aquella áspera voz .

Ojos azul claro, cabello rubio y muy alto. Nada de fragilidad en sus hombros y su atractivo rostro era una composición de líneas duras y salvajes. 

—Sí, soy yo.

Steven Krakov le dio un vistazo y luego exhaló lentamente.

—Bien, sígueme te han ascendido.

Emma estaba conmocionada. Por un horrible segundo, solo podía imaginar lo que sus compañeros estuvieran pensando de ella. Lo normal cuando un jefe nuevo llegaba eran los despidos no las promociones. Su respiración se detuvo. Sus ojos muy abiertos cuando echó un furtivo vistazo a su alrededor, para dar un aliviado suspiro al notar que ninguno de los corredores le miraba mal.

Después de alisar sus pantalones de sartorial corte, se ajustó al paso del enorme ruso quién ya subía el primer peldaño de la ligera escalera que los llevaría al piso superior. 

—Te haré unas advertencias acerca de tu nuevo jefe —le comentó mirándola brevemente—. No pierdas el tiempo en adularle. Bradley es un titán de los negocios y lo sabe. Si te llama al móvil, tú contestas enseguida. Todos los minutos de su día están organizados. Y serás tú quien se encargue. Trabajarás hasta caer muerta para que él pueda dirigir la compañía y seguir luciendo increíble. Lo más importante de todo: Si tu jefe se mueve, tú también. No ignores que sus piernas son más largas y le fastidia esperar. No lo hagas esperar —siseó cuando empujó la puerta del formidable despacho de dirección.

Los labios de Emma se entreabrieron cuando los fieros ojos verdes de Bradley la miraron desde su altura. Estaba de pie junto a su escritorio y tenía una expresión grave.

—Gracias, Steven —murmuró al ruso con brusquedad—. Yo sigo desde aquí.

El ruso asintió serio y dejó un folder sobre el escritorio. 

La puerta se cerró. Y él comenzó a acercarse a ella tan elegante y desenvuelto como el mismo príncipe de las tinieblas.

Emma notó que sus fuerzas menguaban un poco más, ese hombre irradiaba un hipnótico poder. Bradley la tocó con venenosa ligereza. Rozó sus pómulos con las puntas de sus dedos, su caricia fue lenta y suave como hecha por una pluma, subió hacia su oreja y descendió por la línea de la mandíbula.

Luego, con dos dedos, alzó su rostro.

—Te fuiste —dijo con aquel acento inglés tan seductor.

Su reclamo la golpeó en las entrañas, y toda su sangre bramó por él. Sin embargo, se las arregló para mantener una fachada fría.

—¿Y? Escucha lo qué pasó anoche fue... 

—Asombroso. 

—Inesperado. 

—¿Extenuante? —susurró él.

Emma no pudo evitar reír y, en el suspiro siguiente ya la había levantado hacia él, sus labios se habían hecho de los de ella y su lengua rozaba la suya con un apetito voraz.

Y ella no se resistía. No tenía fuerzas para alejarse. En su lugar sus dedos se apoderaron de sus hombros, sus labios se abrieron más.

Era infinitamente placentero. Su sabor y la sensación de estar en sus brazos. 

Él la prendía fuego. 

Pero luego de unos preciosos segundos, Emma tomó conciencia de la realidad y se alejó bruscamente de Bradley.

—Fue irresponsable —señaló ella y lo obsequió con una admonitoria mirada.

Él negó con la cabeza.

—Fue salvaje. Dijiste que sí a todo y te gustó. Sé que quieres eso, ser salvaje.

—Sí, fui salvaje. Ambos lo fuimos. Pero lo que comienza tan caliente, se quema rápido y al final solo queda desolación. Debes olvidarlo. 

Bradley la miraba con los ojos encendidos de pasión.

—¿Así de fácil?

—Lo que hicimos no lo podemos deshacer, pero es nuestro deber comportarnos de acuerdo a lo que ahora sabemos. Eres mi jefe y seguir con esto no solo es inapropiado, sino peligroso.

Un incómodo silencio llenó la habitación. Bradley Suter no era un hombre de quedarse boquiabierto y con la lengua colgando por una mujer hermosa, pero Emma Henderson era especial. Lo había sido desde el momento en que sus ojos cobalto conectaron con los suyos en aquel abarrotado club, y él habría caminado sobre fuego sin importarle nada excepto conseguir a esa bella diablesa.

Dios del cielo esa mujer era pura pasión. Ella había ardido en sus brazos apenas la noche anterior, pero ahora solo había desconcierto y aflicción en su mirada. Podía leer lo perdida que se sentía, y eso lo afectó. 

—Mis disculpas —expresó atribulado.

Emma asintió silenciosa.

Con disciplina, Bradley, alejó de su mente la cautivadora imagen del cuerpo de Emma balanceándose contra el suyo, y retrocediendo un paso le ofreció una distancia segura. 

—Bien, deberás estar en tu escritorio a las siete de la mañana. Mis días comienzan muy temprano y…

—No seré tu asistente —lo interrumpió con un tono seco y tajante—. No aceptaré el puesto y me iré de tu empresa.

—Vamos a ver, Emma, ¿no te parece que exageras? Sé que al besarte hace un momento estuve fuera de lugar, pero en verdad creo que eres un elemento valioso.

Emma le miraba silenciosa, desconfiada.

—Miré tu expediente. Te graduaste de Finanzas en Columbia, como la mejor de tu clase. Los reportes del supervisor de área solo hablan de tu eficiencia. Piénsalo, ¿quieres? No deberías permitir que lo que sucedió interfiera con tu carrera.

—No es solo eso. Me aceptaron en MIT y me iré en dos semanas para comenzar mi posgrado. Solo tenemos que comportarnos hasta entonces.

Emma salió de su oficina con paso firme y sin voltear a verle ni siquiera una vez, Bradley sintió que el poco consuelo que había recibido su corazón desde hacía tiempo se iba con ella. 

…”I want to know who you are, I want your heart to beat for me. I want you sing to me softly, because The I’m outrunning the dark (Quiero saber quién eres, quiero que tú corazón lata por mí. Quiero que me cantes suavemente, porque entonces podré dejar atrás la oscuridad…)” Power Over Me By Dermot Kennedy”…

***

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