CAPÍTULO 18

Daniela se despertó con un sobresalto cuando el murmullo de los empleados del McDonald’s comenzó a llenar el ambiente. La luz del amanecer entraba por los ventanales, bañando la ciudad con un tono dorado que contrastaba con la pesadez que sentía en el pecho. Su cuerpo dolía por la postura incómoda en la que había dormido, pero su mente estaba mucho peor.

Víctor. La imagen de sus manos ensangrentadas, la satisfacción oscura en su mirada y el eco de los disparos aún vibraban en su cabeza. Daniela sintió que su estómago se revolvía de nuevo y tuvo que respirar hondo para no vomitar en medio del local.

—¿Se encuentra bien, señorita? —preguntó una empleada, mirándola con preocupación.

Daniela asintió con torpeza y se puso de pie rápidamente, como si quedarse allí más tiempo significara que alguien pudiera encontrarla. Sabía que tenía que actuar rápido. Su madre seguía en el hospital, y después de lo que había visto, tenía claro que Víctor no era alguien a quien pudiera pedir ayuda. No desp
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