CAPÍTULO 22

El sol de Lisboa bañaba las calles, mientras Daniela caminaba por la acera con paso apresurado.

—Siempre vamos corriendo —se quejó Mateo mientras ella frunció el ceño.

—Y eso, es porque quieren dormirse tarde, cuando yo les digo que a las ocho y media ya deben ir a sus camas. Esto les dará más tiempo de levantarse temprano y ayudará a que estén listos a tiempo.

—Pero no tenemos sueño a las ocho y media —Daniela torció los ojos y soltó el aliento cuando Adriano le llevó la contraria y les tomó de las manos para que se apresuraran.

Siempre debía dejar su auto en el estacionamiento y caminar dos calles más para llevar a sus hijos al colegio antes de irse a trabajar, y todos los días, era un desafío.

Adriano siempre le llevaba la contraria, mientras que Mateo parecía llevar el liderazgo de ambos, aunque habían nacido con solo segundos de diferencia. Ya se marcaba quién era el mayor.

—Les dije a mis amigos que haría otra fiesta.

Y en ese momento, Daniela se detuvo.

—¿Qué fiesta?

—Es que no
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