Daniela caminó por el amplio pasillo de la mansión Vanderbilt con una mezcla de emociones en el pecho. El aire fresco de la noche la envolvió cuando salió a la parte de afuera, visualizando el jardín, permitiéndose calmar un poco su mente.A lo lejos, las luces de la ciudad parpadeaban con indiferencia ante el torbellino de su vida.—Deberías ser más cuidadosa.La voz grave la tomó por sorpresa. Giró la cabeza y encontró a Titus de pie en el umbral de la puerta. Había encendido un cigarro, y el resplandor rojo iluminaba su rostro curtido. Sus ojos, oscuros y astutos, la observaban con una intensidad que Daniela no pudo ignorar.—¿Cuidadosa? —replicó ella con calma—. ¿A qué tengo que temer?Titus sonrió con ironía antes de acercarse lentamente.—Víctor es inteligente, pero incluso los hombres inteligentes cometen errores cuando se dejan llevar por el corazón.Daniela sostuvo su mirada sin pestañear.—¿Y qué es lo que intentas decirme con eso, Titus?El patriarca dio una larga calada al
No podía apartar la mirada del delicado metal que ahora llevaba puesto, ni del hombre que lo había colocado en su dedo, uno que le prometía un futuro tan lleno de oscuridad como de pasión.Víctor estaba delante de ella, observando cada gesto, cada movimiento. Su mirada fija era como una marca en su piel, penetrante y segura. Sin decir una palabra, se acercó y tomó su rostro con una suavidad que no coincidía con la intensidad de su mirada.—No escucho nada de tu parte… ¿Te estás arrepintiendo? —preguntó él con tono grave, pero con una calma tensa, casi inquietante.Daniela le dedicó una sonrisa pequeña, pero su mente estaba lejos, en ese espacio entre el deseo y el miedo que comenzaba a consumirla. No podía negar la atracción, el magnetismo que él tenía sobre ella. Sin embargo, ya no solo se trataba de eso, Víctor no solo la atraía de forma abismal.Él… sencillamente nunca había salido de ella, nunca dejó de pensar en él aun cuando estuvo lejos. Desde el día número uno se había clavado
El silencio que siguió al confesado “Estoy enamorada de ti” de Daniela se alzó entre ellos como una barrera de cristal, casi palpable. Víctor la observó, sus ojos penetrantes, buscando algo más allá de las palabras que acababa de escuchar.Él no respondió de inmediato. En lugar de eso, sus dedos trazaron lentamente el contorno de su rostro, como si quisiera memorizar cada parte de ella, como si temiera que algo tan puro e inesperado se desvaneciera en un suspiro. Daniela, por su parte, no apartó la mirada de él. Había algo en su postura, en su mirada, que la mantenía atrapada, como si hubiera hablado más allá de lo que había dicho.—Víctor, ¿por qué me miras así?Él negó demasiado serio.—Nunca esperé que me amaras —dijo Víctor, su voz baja, pero firme, como si se estuviera entregando a la idea de que, tal vez, finalmente lo había comprendido—. Solo te pedí infinidad de veces que fueras mía.Daniela tragó con dificultad. ¿Qué significaba eso ahora? ¿Qué significaba ser de alguien como
Daniela sostuvo la mirada de Victoria, sintiendo el peso de lo que aquella mujer intentaba transmitirle sin palabras. No era solo un encuentro con los abuelos de los niños, era la confirmación de un lazo que se extendía más allá de lo que ella misma había planeado. Ella notó cómo su mano fue a su boca para taparla sin poder contenerlo y luego miró a Víctor que le sonrió.Victoria avanzó con paso firme, pero cuando estuvo lo suficientemente cerca, su máscara de contención se rompió. Las lágrimas se desbordaron por sus mejillas. Daniela sintió un nudo formarse en su garganta. Había algo profundamente vulnerable en esa escena, algo que hizo que su corazón latiera con fuerza.—Ellos… —Victoria susurró con la voz quebrada—. Mis nietos…Los niños se miraron entre sí, como si buscaran respuestas en los ojos del otro, y luego, como si un instinto invisible los guiara, corrieron a los brazos de su abuela. Victoria los abrazó con una intensidad que solo alguien que ha perdido demasiado puede de
Daniela sintió cómo el aire se volvía denso a su alrededor. Su corazón martillaba con fuerza contra su pecho, pero se obligó a mantener la mirada fija en Víctor. Él estaba sentado, con el cigarro entre los dedos y el vaso de whisky a medio beber sobre la mesa. La luz tenue del estudio hacía que su expresión pareciera aún más sombría y, aunque ella amaba a este hombre, sabía que podía ser tan oscuro como ninguno.Pero ¿realmente quería ver ese lado completamente?—Cada uno de los miembros de esa casa será investigado —Víctor reiteró con voz grave cuando Daniela se quedó muda—. Incluyendo a mi madre y a la tuyaDaniela tragó en seco. No era una sorpresa que Víctor hubiera ido un paso adelante, pero, ahora mismo, ella sabía que la madre de Víctor no encajaba en esa lista, pero sobre todas las cosas… ¿A su madre?Así que algo en su interior se tensó.—¿Por qué mi madre? Ella es la víctima, está muerta… —preguntó con voz apenas audible.Víctor dio una última calada al cigarro y exhaló el h
Después de salir de su escuela, Daniela inmediatamente corrió al trabajo y ya estaba sin aliento cuando llegó. Pero, aun así, ella se puso a trabajar sin descanso porque necesitaba el dinero para juntarlo con su madre, y sobrevivir de alguna manera.Porque eso es lo que estaban haciendo desde que tenían existencia.Desde lejos podía ver a su madre, que también trabajaba en el mismo lugar, pero a diferencia de lo habitual, hoy se veía llena de energía y con una sonrisa en la boca. Algo que le hizo fruncir el ceño y pensar.Finalmente, al terminar la jornada laboral, la madre llamó a Daniela para comenzar a irse del lugar, tomando sus abrigos y le dijo durante el camino:—Mi Dani, hoy será el último día de nuestra pobre vida. A partir de mañana nuestras vidas cambiarán drásticamente, y te gustará —le afirmó con una sonrisa en el rostro y con mucha seguridad en su voz.—¿Qué? —Los ojos de Daniela se abrieron.—Ya lo verás, tengo un novio rico y nos vamos de España mañana mismo.—¿Qué? Ma
Daniela seguía mirando al alto y enorme techo de una habitación, que ahora dijeron era suya. Sin embargo, ella sabía que nada de aquí le pertenecía.Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas y gimió un poco tomando la sábana para ponérsela en sus brazos. Ni siquiera conocía a la mujer que tenía por madre, ni sabía lo que estaba pensando para meterse en una familia tan extraña.Ya estaba claro que ese hombre tenía varias mujeres, como un harén al estilo americano. Era polígamo, algo que ni siquiera sabía era legal en este país o no. Ni que iba a ocurrir mañana o pasado, entonces, cuando quiso sollozar, recordó las palabras del hombre.“Piscina, internet, todo lo que quieras… está a alcance a partir de ahora”Daniela se quitó la sábana de encima y buscó su celular, para conectar el internet revisando sus mensajes rápidamente.Javier: Dani, ¿qué ha pasado?Las lágrimas corrieron aún más, cuando siguieron llegando los mensajes.Javier: ¿Cómo que se irán? ¿Dónde estás? ¿Daniela?El
—¿Estás tan desesperada por salir de aquí que pides ayuda al primero que encuentras? —preguntó el hombre con una dureza que la hizo estremecer.—No es desesperación… —respondió ella, con un tono tembloroso pero decidido—. Prefiero irme con el hombre que me defendió, que quedarme aquí.Él la observó en silencio, como si estuviera evaluando cada palabra, cada gesto.—Bien, pequeña turista —dijo con sarcasmo.Sin darle tiempo a procesar lo que acababa de decir, el hombre se giró y comenzó a caminar hacia un auto que parecía preparado para él, abriéndole la puerta trasera, dejando una estela de su aroma amaderado y fuerte.Después de cerrarle la puerta, rodeó el auto para sentarse al volante.—¿Cuál es tu nombre? —preguntó ella mientras él arrancaba el motor.—Eso no importa —todo su cuerpo se estremeció. Sus piernas y muslos estaban expuestos con el vestido corto, mientras el brazo del hombre la rozaba algunas veces—. ¿Sabes siquiera a dónde puedo llevarte?Daniela negó lentamente.—No —