Capítulo 25. Un Sueño

Esa noche, Norah no pudo dormir tranquila, se sentía agotada, se sentía frustrada. No había más que tristeza en su interior, y añoranza en sus ojos. 

La luna avanzaba dentro de la habitación, pero los ojos de Norah estaban fijos en una esquina, donde yacía una pequeña flor azul, seca, muriendo. 

Todavía recordaba cuando el Duque mandó traer esa flor para ella, para adornar con el color de sus ojos el amanecer. Sin embargo, ahora esa misma flor estaba marchita. El color azul que tanto le gustaba, ya no se veía por ningún lado, y solo una flor a punto de dar su último respiro caía poco a poco. 

«Quiero irme de aquí. Mamá, quiero irme.»

Sus súplicas a la luz de la luna no parecían ser escuchadas por nadie. Caían en un vacío inaguantable y frío. Pronto la

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