Capítulo 23. Una Gema
―¿Qué haces aquí, Gina?

Albert llegó con paso decidido a la sala de la recepción. Cuando salió de la habitación de Norah, ni siquiera se detuvo a arreglarse la ropa, o ajustarse una chaqueta alrededor, no tenía la intención de desperdiciar tiempo, ya casi era la puesta de sol y la noche lo aguardaba.

Sin embargo, solo unos pasos dentro de la elegante habitación, la voz entusiasta de una joven juguetona y llena de ánimo lo detuvo antes de abrir la puerta. Miró hacia atrás, hacia el mayordomo, con la frente arrugada.

El viejo empleado bajó la cabeza en disculpa, sin embargo, el Duque no le había dejado terminar de hablar ni de dar excusas. Estaba furioso.

Albert abrió la puerta y la voz de la joven se volvió más jovial mientras clamaba su nombre. ―¡Albert! Ya estás aquí.

La joven muchacha tenía una alegría desmedida en sus ojos esmeralda que parecía iluminar la habitación, las sirvientas que se habían quedado con ella sonreían al verla. No era difícil sentir el cálido sentimiento
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