Vicente Cooper.
Llego al hospital el lunes con una extraña ansiedad, me pasé todo el fin de semana agonizando para que el lunes llegara lo antes posible, quizás se deba a que hoy no estaré metido dentro de esta oficina, trabajaré en lo que realmente me gusta.
- Buenos días, Dr. Cooper - dice Émile entrando en mi habitación y alargando la cabeza - El Dr. Ross ha llegado, ¿puedo pedirle que pase?
- ¿Dr. Ross?
- Angelica Ross, la nueva asistente - aclara y entonces recuerdo el nombre del ángel, casi sonrío.
- Ah sí, puede pedirle que pase por favor.
- El doctor Ross ha estado muy bien, Émile - Oigo una voz suave que viene de fuera - Llámame así más a menudo, me siento muy poderoso - pregunta la voz y luego oigo risas.
Enderezo mi postura cuando oigo llamar a la puerta y la dejo pasar, cuando Angélica entra en mi habitación levanto los ojos de mi escritorio y la miro fijamente.
Su pelo negro hasta los hombros era muy sexy y absurdamente tentador, sacudo la cabeza intentando alejar ese pensamiento.
Su pelo liso, voluminoso y aparentemente suave la hace aún más bella de lo que podía ver en ese maquillaje discreto. Su piel es clara y me encuentro acariciándola para saber cuál es su textura, sus ojos marrones claros me hipnotizan, dejándome sin rumbo, nunca me había encantado una mujer así de rápido.
- Buenos días, doctor Ross -me pongo de pie y estiro la mano para saludarla.
- Buenos días, doctor Cooper -habla en voz baja, nuestro simple contacto dispara una ola de calor por todo mi cuerpo y me veo obligado a alejarme rápidamente- Es un placer conocerle en persona, haré lo posible por merecer esta oportunidad.
- Estoy seguro de que lo harás", le digo, apreciando su rostro angelical.
- Estudié con el doctor Bruno Jones, que fue su profesor.
- No sabía que seguía enseñando en Harvard -digo sorprendido- Hace muchos años que me gradué y él ya era un anciano.
- Es un amor, todavía sigo en contacto con él - dice - Y me habló de ti.
- Espero que haya hablado bien - sonrío - ¿Qué ha dicho de mí? - Le pido - Y por favor, puede llamarme usted, trabajará directamente conmigo y no necesita estas formalidades.
- Vale -se muerde el labio inferior y mi mirada se clava en esa boca en forma de corazón, me encojo en la silla un poco inquieto- ¿Tengo permiso para hablar? - pregunta indecisa.
- Todos - Autorizo la curiosidad.
- Bruno me ha dicho que eres muy simpático, paciente, te explicas muy bien y con calma, escuchas a la gente con mucha atención - oculta su sonrisa mientras dice todo lo contrario a lo que realmente soy.
- O Bruno se ha vuelto loco con la edad o tú tienes un gran sentido del humor", noté, se rió y luego me miró con sus brillantes ojos marrones como si quisiera desvelar todo lo que hay en mí.
- Quizá te admira tanto que los defectos se quedan pequeños ante todas las cualidades y talentos - dice encogiéndose de hombros y no sé si ofenderme o tomarlo como un cumplido.
- ¿Por qué quería ser cirujano? - pregunto con curiosidad.
- No quiero tener que ver a la gente despierta - dice con una mueca.
- Parece que eres muy comunicativo.
- No debería, pero siento demasiado y podría perjudicarme en algún momento, así que prefiero dedicarme a salvar vidas dentro del quirófano.
- Todavía no has ordenado nada - me doy cuenta.
- He sido testigo de muchos, doctor. En mi currículum consta que hice prácticas en otro hospital, el profesor Bruno fue mi residente y me exigió mucho, me puso a prueba varias veces -dice con firmeza-.
- Lo siento - hablo con sinceridad - no quería ofenderte.
- Ah Doctor, para ofenderme necesitará algo más que eso - dice sonriendo de lado.
- A juzgar por el poco tiempo que te graduaste y la edad pensé que nunca habías operado -comento.
- Nunca he sido cirujano jefe -advierte-, pero he cortado y cosido muchos cuerpos.
- Así que seremos un gran equipo.
- Absolutamente - sonríe ampliamente, no tuvo miedo de hablar conmigo y ni siquiera tartamudeó.
Angélica parecía una mujer encantadora, empezaba a gustarme y eso era algo peligroso, aunque nadie se había metido en mi corazón. Lo que sentí por Kate fue pasión, pero amor, eso nunca lo sentí y a juzgar por la forma en que me dejó esa zorra cuando me traicionó siendo una simple pasión no quiero saber lo que puede pasar si amo a alguien y ese alguien me hace lo mismo que mi ex mujer.
- Bienvenida Angélica - me suena tu nombre - te enseñaré el hospital.
- Qué honor -parpadeo anhelante y respiro profundamente intentando controlar mis pensamientos, esta mujer es una tentación andante y necesito mantener una distancia prudencial.
- Como he dicho, trabajarás directamente conmigo, excepto los días que venga a trabajar aquí en la oficina.
- Tú también eres director general -comenta-. No sé cómo consigues conciliarlo.
- Con mucho esfuerzo -lo garantizo- no es fácil dirigir este hospital y seguir haciendo lo que me gusta.
Angélica se levanta cuando le muestro el camino, pasa por delante de mí dándome una vista de su enorme culo, miro hacia otro lado en señal de respeto. Su cintura era como una guitarra y sus curvas debían ser espléndidas bajo esa bata de laboratorio.
"Eres aburrido, ninguna mujer será capaz de aguantarte y satisfacerse con tu suave e inútil coño. Si quieres excitarte, tendrás que pagar a una mujer que sepa fingir bien o masturbarte. Lo siento por usted, Dr. Cooper".
Kate grita en mi mente y las imágenes de todas las ofensas que soporté antes de la separación vuelven con todo para atormentarme. Cierro los ojos y respiro profundamente mientras me repito a mí misma una y otra vez que todo esto es parte del pasado, que he superado el divorcio.
Fue una técnica que adquirí para recordarme a mí mismo que todas las acusaciones que había escuchado eran mentiras, aunque todo esté grabado en mi mente durante tanto tiempo. Este terror psicológico era frustrante y siempre me agitaba de forma absurda.
- Se encuentra bien, doctor Cooper -vuelvo a la realidad cuando siento la cálida mano de Angélica en mi hombro y su voz preocupada.
- Sí - mi voz es baja y entonces me doy cuenta de que estamos de pie en medio del pasillo.
- En absoluto - dice con calma - Todos tenemos demonios que debemos exorcizar.
- Parece que sabes mucho de exorcizar demonios - comento.
- Si supieras las cosas por las que he pasado -comenta sombríamente-, puedes luchar contra ellas o dejarte llevar al fondo del pozo, y si hay algo que se me da bien es ser dura.
- Pero a veces son demasiado fuertes", digo mirando a algún punto frente a nosotros.
- No debemos darles esa fuerza - la encaro - Lo que te moleste, no dejes que te sacuda. Sé fuerte Doctor - parpadea un ojo - Usa estas grandes y fuertes manos para cortar estos malos pensamientos de raíz.
- Eres muy sabio - comento, sonriendo - Mo aparentas tu edad.
- Espero que sea porque soy muy madura y decidida y no porque parezca vieja -habla ofendida.
- Eres muy hermosa, no te preocupes por eso - hablo apresuradamente - me refería a lo madura que eres.
- Gracias por ser guapa, doctora - vuelve a parpadear un ojo y eso es tan sexy, si supiera lo que me provoca este simple gesto no lo repetiría - Usted también es guapa - siento que se me calientan las mejillas y ¿cuándo me he sonrojado en mi vida? - Somos el dúo de médicos más guapo del hospital - bromea.
- Eres muy modesta -digo sin mirarla-. Disfrutaré trabajando contigo, Angélica, aligeras el ambiente.
- No me gusta la tristeza, me molesta. Nunca paso mucho tiempo pensando en algo que me entristezca.
- Qué inteligente eres, ojalá yo también tuviera esa capacidad.
Lo máximo que puedo hacer es jurar que no volveré a tener una relación con alguien y dejar que esa persona entre en mi intimidad, me cargue con todo lo que Kate cargó y me destruya para siempre.
"¿Sabes por qué solía follar con Brandon como un loco? Porque es grande, ya sabes lo que quiero decir, me hacía el amor como un caballo en celo y tú eres un idiota que envejeció antes de tiempo, sólo vives para ese maldito hospital y no prestas atención a esa mujer caliente y ardiente que tienes dentro de tu casa.
Maldije el día que conocí a esa mujer, no sabía en qué lío me estaba metiendo hasta que empezaron a surgir los problemas. Pero ninguna mujer volverá a hacerme daño, eso es seguro.
Vicente Cooper.La doctora Angélica es realmente una profesional sin precedentes, sin duda fue una excelente contratación, salvo la parte que se mete con mis sentidos, trabajar con ella es muy bueno.Hacía preguntas muy inteligentes, tenía respuestas rápidas a las preguntas que le lanzaba en la sala de reuniones, era siempre puntual y carismática con todos los que la rodeaban. Sobre todo conmigo, fue muy amable y eso levantó murmullos entre nuestros compañeros, he oído que están apostando sobre cuándo seré ignorante con ella y que esta amabilidad se acabará.Sé que me he convertido en un hombre frío y cerrado, no me gusta hablar con nadie en la esquina, especialmente con los médicos y las enfermeras de aquí. Se olvidan de que soy el jefe y a veces son inoportunos, nunca me involucré con ningún compañero para no
Angelica Ross.Llego a la sala de descanso de los médicos con la respiración acelerada, me dirijo apresuradamente a la fuente de agua y lleno un vaso con agua y me giro de inmediato casi ahogándome con el líquido.- Angélica, ¿qué haces todavía aquí? - pregunta Vicente al entrar en la sala - Te estaba buscando, eres el único que falta en la sala de reuniones.- ¿Puede darme unos minutos, por favor? - Pregunto, con las manos sudadas de frío y el corazón palpitante.- ¿Te sientes mal? Estás pálido - dice preocupado, y yo me siento en la silla más cercana, sin tener el valor de explicar lo que realmente estaba pasando.- ¿Puedes traerme más agua? - pregunto, entregándole el vaso.- Parece que te vas a desmayar en cualquier momento -comenta mientras camina para hacer lo que le pedí-, explícame qué sientes.¡No es cierto! - Creo.- Sólo necesito algo de tiempo -digo y respiro profundamente.- Te daré ese tiempo, pero me estoy preocupando mucho - confiesa -te estás congelando - dice después
Vicente Cooper.Angélica entró en la sala de descanso justo cuando yo golpeaba el bolígrafo en mi cabeza con impaciencia. Estaba agonizando, frustrado y descontento por la falta de proactividad en la cirugía que se produjo ayer fuera de mi turno.Me paseé de un lado a otro mirando al equipo que no logró realizar la operación, Angélica se sentó en una silla un poco apartada y nos observó. Nícolas, el cirujano a cargo del equipo, me dijo que había decidido poner al paciente en observación.- Una decisión equivocada que tomemos puede comprometer mucho la vida de alguien -lo digo en serio- y no hacer nada es la peor decisión que puede tomar un médico. Ahora ya estoy desbordado de trabajo y tendré que encajar a este paciente que ni siquiera era mío.- Lo siento, señor - dice.- Sentirlo no salvará la vida del paciente - digo - Te vienes conmigo - te advierto.- Sí, señor.- Le echaré un vistazo a tu horario y lo ajustaré al mío para las próximas semanas -le miro fijamente esperando que se
Vicente Cooper.Entro en la habitación donde está Angélica después de mirar toda la información de la historia clínica que he recibido para informarme de su estado.- ¿Le han dado alguna medicina, suero? - le pregunto a la enfermera que está a su lado.- Sí, señor. Se desmayó por un momento pero volvió rápidamente, y todavía tiene muchas náuseas y vomita mucho.- ¿Qué estás poniendo ahí? - Pregunto valorando.- Sólo le estoy cambiando la vía, señor -responde, miro a Ángel tumbado en la cama del hospital con la cara pálida y me provoca un dolor en el pecho.La enfermera salió de la habitación dejándonos solos, me acerqué aún más y comencé a estudiar cada parte de su delicado y pálido rostro. No me gustó nada verla en ese estado, sufriendo, sentí una angustia que me dejó sin aliento.- Vincent, no quiero vomitar delante de ti - dice con voz ronca - por favor, vete - pide.- Cálmate -digo sonriendo- voy a aumentar la dosis de la medicina y pronto estarás bien de nuevo.- Tengo mucho frío
Angelica Ross.Me tiro en el sofá de mi salón y respiro profundamente después de otra sesión de vómitos, he echado tanto líquido que me temo que no me queda ni el uno por ciento de agua en el cuerpo.Mi hermano pidió dos días libres sólo para cuidar de mí, estaba muy molesto porque había ido al hospital sintiéndose mal y no se lo había dicho.Pero este malestar me sirvió para tener una concepción diferente de Vicente, cuando lo vi todo nervioso y preocupado por mi salud me sentí muy querido y protegido. Me gustaba saber que se preocupaba por mí.Han pasado cuarenta y ocho horas desde que se fue y ya estoy angustiada y le echo de menos. Echando de menos su olor a madera, su mal humor por las mañanas, sus quejas y órdenes.Me pasé todo el día cotilleando con mi hermano y comiendo, creo que engordé unos diez kilos en las últimas horas. Pero ahora que Tone necesitaba salir para resolver un problema urgente en el trabajo me di cuenta de que mi angustia no es una cuestión de soledad, quería
Angelica Ross.Apago rápidamente mi cámara y miro fijamente a la mujer rubia de ojos castaños frente a la cámara del móvil de Vicente. Corro al baño con la mano sobre la boca y tiro toda la merienda cuando la veo sólo con ropa interior e imagino lo que está a punto de suceder en esa habitación.Tras una sesión más de descarga, me levanto del frío suelo y me cepillo los dientes, sintiendo que me arde la garganta vuelvo al sofá y me siento frente a la escena que se desarrolla en la pantalla de mi móvil.- ¿Qué haces jugando con mi teléfono? - Oigo su voz gruesa - No toques mis cosas, eres demasiado curiosa - la regaña.- Sólo quería comprobar la hora.- ¿Tienes una cita? - pregunta impaciente.- Mi única cita de esta noche es sentarme en tu p.a.u. -dice tratando de ser sexy, lo que me provoca otra oleada de náuseas, pero esta vez puedo controlarlas.Deja su teléfono móvil frente a la cama, posiblemente apoyado en algo, puedo identificar la habitación del hotel en la que se aloja.Está t
Vicente Cooper.Llegué de mi viaje ayer a última hora de la tarde y me acosté muy temprano por el cansancio de las horas en el avión. Ella fue humilde y reconoció su error, se disculpó, yo también me disculpé por la forma grosera en que la traté y todo quedó aclarado.Con estos sucesos terminé por no llamar a mis padres y me dijeron unas cuantas cosas buenas esta mañana cuando vinieron a visitarme y a dejar a Toreto, mi perro San Bernardo que cuidan, porque en su mansión hay espacio para que mi amigo de cuatro patas corra y se divierta.Después de una sesión de sculacho me cobraron una visita, y me citaron para que me llevara a Toreto, alegando que soy un padre desnaturalizado, mira, yo padre de un perro, era justo lo que necesitaba.Termino de preparar mi almuerzo y echo de menos a mi perro, todo está demasiado tranquilo y él es demasiado grande y eléctrico para quedarse en este silencio. Cuando llego a mi habitación del ático oigo un fuerte grito de mujer, miro la puerta y está entr
Vicente Cooper.- Qué oscuridad, voy a abrir la puerta de tu balcón -dice Angélica en cuanto entramos en mi piso, no hay tiempo de avisar porque cuando iba a abrir la boca abre las puertas del balcón y suelta a Toreto, que corre hacia ella queriendo jugar, pero corre y se esconde detrás de mí.- ¡Toreto, para! - Pido en serio - ¿Qué has visto en Ángel? - Pregunto aún sabiendo que no puede responderme - No es amable conmigo y te llamó buey, ten dignidad.Angélica se ríe a carcajadas mientras yo intento evitar que mi perro me babosee toda la cara. Levanto la vista hacia su cara roja y la perfecta sonrisa de sus labios en forma de corazón me deja desconcertada durante unos segundos. Intento a toda costa huir de este sentimiento que empieza a surgir, pero la verdad es que estoy completamente encantado con esta mujer y esto no debería estar pasando, porque no podría soportar otra decepción.Mi ex mujer me marcó de forma negativa, no necesito otra relación, no puedo permitir que caiga el mu