Angelica Ross.
Llego a la sala de descanso de los médicos con la respiración acelerada, me dirijo apresuradamente a la fuente de agua y lleno un vaso con agua y me giro de inmediato casi ahogándome con el líquido.
- Angélica, ¿qué haces todavía aquí? - pregunta Vicente al entrar en la sala - Te estaba buscando, eres el único que falta en la sala de reuniones.
- ¿Puede darme unos minutos, por favor? - Pregunto, con las manos sudadas de frío y el corazón palpitante.
- ¿Te sientes mal? Estás pálido - dice preocupado, y yo me siento en la silla más cercana, sin tener el valor de explicar lo que realmente estaba pasando.
- ¿Puedes traerme más agua? - pregunto, entregándole el vaso.
- Parece que te vas a desmayar en cualquier momento -comenta mientras camina para hacer lo que le pedí-, explícame qué sientes.
¡No es cierto! - Creo.
- Sólo necesito algo de tiempo -digo y respiro profundamente.
- Te daré ese tiempo, pero me estoy preocupando mucho - confiesa -te estás congelando - dice después de tocarme la frente, quitarme el estetoscopio del cuello y apartar mi mano.
- No vas a examinarme - digo entrecortadamente, mirándole fijamente, - me encantaría tener esas grandes manos sobre mí, pero no para un examem - pienso.
- Angélica - me regaña nervioso y yo le miro avergonzada.
- ¿He hablado alto? - Pregunto y confirma avergonzado - Qué situación más embarazosa, lo siento - digo riendo.
- Te examinaré - habla con seriedad - Por favor, cállate - pide, pongo los ojos en blanco con impaciencia y ella escucha mi corazón.
- ¿Qué te pasa, Angélica? - grita exaltada.
- Algo ha pasado - cierro los ojos con fuerza - Pero me da vergüenza hablar, te reirás de mí.
- Explícame cómo puedo reírme de algo que te hace palidecer y tiene arritmia. - cuestiona ofendido y vuelve a tocarme la frente, su rostro es tranquilo y me estudia, pero sus ojos muestran su preocupación - empiezo a perder la paciencia - advierte.
- ¿La que no tienes? - Pregunto con descaro y él me mira seriamente, resoplo con frustración.
- Cuando pasaba por el pabellón infantil -empiezo-, vi a un niño con un oso en las manos, jugando, pero ese animal parecía un bicho raro con patas y ojos. Lo sé, parece ridículo - me cubro la cara de vergüenza.
- ¿Te dan miedo los osos de peluche? - pregunta sin entender.
- Tengo aracnofobia - digo como si el nombre lo explicara todo.
- Te dan miedo las arañas - observa - pero en mi hospital no hay arañas - dice ofendido.
- He dicho antes que era un oso en la mano de un niño pequeño -le recuerdo.
Me mira fijamente con confusión en los ojos y luego sonríe, evaluándome con calma y luego sacude la cabeza con total incredulidad.
- ¿Intentas burlarte de mi cara? - Pregunta enfadado - Esto es una broma, es sólo un oso - Vincent respira hondo y vuelve a colocarse el estetoscopio en el cuello - ¿Cuántos años tienes?
- No sólo tengo miedo, sino pánico a las arañas, me dan escalofríos por todo el cuerpo, ni siquiera puedo ver una imagen, y esa pequeña plaga me lanzó esa bestia asquerosa, corrí despavorida. No puedes burlarte del miedo de la gente, ridiculizar a alguien por un problema psicológico cuando ... - Me callo cuando arquea una ceja.
- Vamos -me reta con los brazos cruzados.
- Cuando eres muy metódico y estás loco por el trabajo - digo con firmeza - los turnos sin ti son siempre más relajados.
- Como te he dicho antes, no me importa la opinión de los demás - dice levantándose - Ya has bebido tu agua, parece que estás más tranquilo, así que vamos a trabajar, pero ten por seguro que el turno de hoy no será conmigo.
- Lo siento - me disculpo - no quise herirte.
- Pocas cosas en esta vida pueden herirme, Angélica - dice sin mirarme - te admiro por tu sinceridad.
- No es que trabajar contigo sea malo o aburrido. Es que -no tengo palabras para explicarlo- me gusta trabajar contigo, me gusta tu compañía, aunque estés distante todo el tiempo, eres un tipo muy agradable.
- No soy un tipo simpático -dice con firmeza- no me empeño en serlo, no se preocupe doctor Ross, no estoy molesto.
- Cuando me convertí en el Dr. Ross en nuestras conversaciones informales... - Cuestioné molesto - sólo dije lo que pasa en los pasillos, sus turnos son más intensos y esto nos hace aún más capaces, lo que dije no fue realmente una crítica.
- No pasa nada, no te preocupes - intenta tranquilizarme - Ahora vamos, nuestra reunión es muy tarde. ¡Eso no es posible! - Vicente grita y noto el pomo de la puerta en su mano - Estamos cerrados.
- Relájate - Tomo el pomo de su mano - Simplemente encaja en su sitio, ya pasaba en mi antigua casa - Intento poner el pomo en su sitio pero no encaja.
- ¡Joder! - grita - Esto es culpa tuya - acusa.
- Las cosas no siempre salen como las planeamos - le advierto sin estremecerme - Y otra cosa, te quedaste aquí conmigo porque quisiste.
- Ingrato - refunfuña - Esta situación es ridícula.
Pongo los ojos en blanco y empiezo a llamar a Émile.
- ¿A quién llamas? - pregunta, estresado.
- A tu secretaria - le advierto.
Émile responde al segundo timbre.
- Émile, me quedé atrapado aquí en la sala de médicos. La manija se rompió, puede por favor tratar de arreglarla - le pido.
- Qué mala suerte, llamaré a la seguridad del hospital y avisaré al doctor Cooper de que llegarás un poco tarde, odia los retrasos - dice riendo - Pero lo entenderá.
- Claro que lo entenderá - contengo la risa - Me encierra aquí.
- Oh, chica sucia. ¿Se están besando? - Siempre pensé que tarde o temprano pasaría algo entre ustedes dos.
Dejé escapar una risa nerviosa y avergonzada temiendo que hubiera escuchado el alboroto de mi nuevo amigo.
- No - le advierto - Por favor, llama rápido para que alguien nos saque de aquí, no está siendo tan divertido como crees.
- Qué pena -me dice frustrada- Adiós -me cuelga.
Vicente camina de un lado a otro impaciente con aspecto de animal enjaulado, yo me vuelvo a sentar en la silla en la que estaba y miro atentamente su apuesto cuerpo. Es realmente un hombre muy atractivo, que se ha metido demasiado en mis pensamientos.
Es alto, tiene los hombros anchos, los brazos y las piernas musculosas que se marcan perfectamente con su ropa. Su vientre debe tener seguramente muchas yemas que me aseguraría de contar con mi lengua.
Es incluso hilarante ese pensamiento, la virgen que nunca ha sido capaz de llegar hasta el final con un hombre está teniendo pensamientos inapropiados con el jefe caliente.
Sus ojos verdes, su barba rala y su pelo castaño con un corte de pelo corto y texturizado completan el aspecto de ese apuesto espécimen masculino.
- Deje de mirarme, doctor - pide con una sonrisa cínica.
- No le estoy mirando a usted, doctor Cooper -hablo con fingida indiferencia-, estaba mirando a algún punto detrás de usted -miento.
- Mientes muy mal - sonríe - Pero te haré un descuento ya que yo también te miré demasiado tiempo - guiña un ojo, avergonzándome.
- ¿Le ha gustado lo que ha visto? - Pregunto interesado y provocador.
- Mucho - responde con malicia, y yo me remuevo en mi asiento.
Al cabo de un rato fui al baño y cuando volví, Vicente estaba sentado en el sofá frente a la silla en la que yo estaba sentado y su cabeza estaba apoyada en sus manos.
- Parece preocupado - digo, mirándolo fijamente.
- ¿Por qué piensas eso? - pregunta, "Sólo estoy tranquilo.
- Porque frunces un poco el ceño cuando estás preocupado por algo.
- No estamos viviendo mucho juntos - dice desconsolado.
- Sí, lo estamos - digo, riendo.
- Mi hermana me envió un mensaje que me hizo enfadar y preocupar al mismo tiempo - dice y me alegro de que se abra a mí.
- ¿Están muy unidos? - Pregunto interesado.
- Muy - sonríe - Hanna, es mi pequeña princesa.
- ¿Qué edad tiene?
- Veinte años, y hace poco terminó una relación con un imbécil que la traicionó - dice.
- Qué terrible.
- Sí y ahora le manda mensajes de texto, la persiguió en la universidad y me temo que va a tomar mayores proporciones, nadie le hace daño a mi hermana.
- Admiro esa clase de amor - hablo sonriendo - Estoy seguro de que harás arreglos para cuidar a Hanna, como guardias de seguridad.
- Estaba pensando en golpear al tipo pero tu idea es mucho mejor - sonríe de lado - ¿De dónde viene el miedo a las arañas?
- Tengo un hermano gemelo - le digo y pone cara de sorpresa - Le gustaba asustarme con una araña de goma cuando éramos pequeños, todo empezó después de que una de ellas me picara y mi hermano aprovechara mi pequeño momento de sensibilidad para asustarme. Estaba aterrorizado, era terrible de niño.
- ¿Y tus padres no hicieron nada?
- Lo castigaban pero luego lo volvía a hacer. Al cabo de un rato dejó de jugar conmigo, pero yo ya tenía miedo.
- Incluso los peluches - añade riendo.
- Sé que es un poco difícil de creer.
De repente empieza a acercarse y su cara está a escasos centímetros de la mía, y ya puedo sentir su cálido aliento con olor a menta acariciando mi mejilla.
- Eres tan hermosa - me acaricia la mejilla y justo cuando creo que va a besarme.
- Doctor Cooper, aléjese de la puerta que vamos a forzarla - gritó una voz llamando nuestra atención.
- Muy bien - grita Vincent.
Oímos un golpe y entonces la puerta se rompe y dos guardias de seguridad nos miran preocupados.
- ¿Estás bien? - pregunta.
- Sí - aclara Vicente tras encararse conmigo - Por fin libre, Ángel - comenta saboreando mi apodo y le guiño un ojo - Hasta luego - se aleja de mí.
Vicente Cooper.Angélica entró en la sala de descanso justo cuando yo golpeaba el bolígrafo en mi cabeza con impaciencia. Estaba agonizando, frustrado y descontento por la falta de proactividad en la cirugía que se produjo ayer fuera de mi turno.Me paseé de un lado a otro mirando al equipo que no logró realizar la operación, Angélica se sentó en una silla un poco apartada y nos observó. Nícolas, el cirujano a cargo del equipo, me dijo que había decidido poner al paciente en observación.- Una decisión equivocada que tomemos puede comprometer mucho la vida de alguien -lo digo en serio- y no hacer nada es la peor decisión que puede tomar un médico. Ahora ya estoy desbordado de trabajo y tendré que encajar a este paciente que ni siquiera era mío.- Lo siento, señor - dice.- Sentirlo no salvará la vida del paciente - digo - Te vienes conmigo - te advierto.- Sí, señor.- Le echaré un vistazo a tu horario y lo ajustaré al mío para las próximas semanas -le miro fijamente esperando que se
Vicente Cooper.Entro en la habitación donde está Angélica después de mirar toda la información de la historia clínica que he recibido para informarme de su estado.- ¿Le han dado alguna medicina, suero? - le pregunto a la enfermera que está a su lado.- Sí, señor. Se desmayó por un momento pero volvió rápidamente, y todavía tiene muchas náuseas y vomita mucho.- ¿Qué estás poniendo ahí? - Pregunto valorando.- Sólo le estoy cambiando la vía, señor -responde, miro a Ángel tumbado en la cama del hospital con la cara pálida y me provoca un dolor en el pecho.La enfermera salió de la habitación dejándonos solos, me acerqué aún más y comencé a estudiar cada parte de su delicado y pálido rostro. No me gustó nada verla en ese estado, sufriendo, sentí una angustia que me dejó sin aliento.- Vincent, no quiero vomitar delante de ti - dice con voz ronca - por favor, vete - pide.- Cálmate -digo sonriendo- voy a aumentar la dosis de la medicina y pronto estarás bien de nuevo.- Tengo mucho frío
Angelica Ross.Me tiro en el sofá de mi salón y respiro profundamente después de otra sesión de vómitos, he echado tanto líquido que me temo que no me queda ni el uno por ciento de agua en el cuerpo.Mi hermano pidió dos días libres sólo para cuidar de mí, estaba muy molesto porque había ido al hospital sintiéndose mal y no se lo había dicho.Pero este malestar me sirvió para tener una concepción diferente de Vicente, cuando lo vi todo nervioso y preocupado por mi salud me sentí muy querido y protegido. Me gustaba saber que se preocupaba por mí.Han pasado cuarenta y ocho horas desde que se fue y ya estoy angustiada y le echo de menos. Echando de menos su olor a madera, su mal humor por las mañanas, sus quejas y órdenes.Me pasé todo el día cotilleando con mi hermano y comiendo, creo que engordé unos diez kilos en las últimas horas. Pero ahora que Tone necesitaba salir para resolver un problema urgente en el trabajo me di cuenta de que mi angustia no es una cuestión de soledad, quería
Angelica Ross.Apago rápidamente mi cámara y miro fijamente a la mujer rubia de ojos castaños frente a la cámara del móvil de Vicente. Corro al baño con la mano sobre la boca y tiro toda la merienda cuando la veo sólo con ropa interior e imagino lo que está a punto de suceder en esa habitación.Tras una sesión más de descarga, me levanto del frío suelo y me cepillo los dientes, sintiendo que me arde la garganta vuelvo al sofá y me siento frente a la escena que se desarrolla en la pantalla de mi móvil.- ¿Qué haces jugando con mi teléfono? - Oigo su voz gruesa - No toques mis cosas, eres demasiado curiosa - la regaña.- Sólo quería comprobar la hora.- ¿Tienes una cita? - pregunta impaciente.- Mi única cita de esta noche es sentarme en tu p.a.u. -dice tratando de ser sexy, lo que me provoca otra oleada de náuseas, pero esta vez puedo controlarlas.Deja su teléfono móvil frente a la cama, posiblemente apoyado en algo, puedo identificar la habitación del hotel en la que se aloja.Está t
Vicente Cooper.Llegué de mi viaje ayer a última hora de la tarde y me acosté muy temprano por el cansancio de las horas en el avión. Ella fue humilde y reconoció su error, se disculpó, yo también me disculpé por la forma grosera en que la traté y todo quedó aclarado.Con estos sucesos terminé por no llamar a mis padres y me dijeron unas cuantas cosas buenas esta mañana cuando vinieron a visitarme y a dejar a Toreto, mi perro San Bernardo que cuidan, porque en su mansión hay espacio para que mi amigo de cuatro patas corra y se divierta.Después de una sesión de sculacho me cobraron una visita, y me citaron para que me llevara a Toreto, alegando que soy un padre desnaturalizado, mira, yo padre de un perro, era justo lo que necesitaba.Termino de preparar mi almuerzo y echo de menos a mi perro, todo está demasiado tranquilo y él es demasiado grande y eléctrico para quedarse en este silencio. Cuando llego a mi habitación del ático oigo un fuerte grito de mujer, miro la puerta y está entr
Vicente Cooper.- Qué oscuridad, voy a abrir la puerta de tu balcón -dice Angélica en cuanto entramos en mi piso, no hay tiempo de avisar porque cuando iba a abrir la boca abre las puertas del balcón y suelta a Toreto, que corre hacia ella queriendo jugar, pero corre y se esconde detrás de mí.- ¡Toreto, para! - Pido en serio - ¿Qué has visto en Ángel? - Pregunto aún sabiendo que no puede responderme - No es amable conmigo y te llamó buey, ten dignidad.Angélica se ríe a carcajadas mientras yo intento evitar que mi perro me babosee toda la cara. Levanto la vista hacia su cara roja y la perfecta sonrisa de sus labios en forma de corazón me deja desconcertada durante unos segundos. Intento a toda costa huir de este sentimiento que empieza a surgir, pero la verdad es que estoy completamente encantado con esta mujer y esto no debería estar pasando, porque no podría soportar otra decepción.Mi ex mujer me marcó de forma negativa, no necesito otra relación, no puedo permitir que caiga el mu
Vicente Cooper.- ¿Por qué no quieres ir? - Pregunto con tristeza.- No quiero molestarte.- Pero no te molestes, te estoy invitando, ven, será agradable.- No sé si debería.- Por favor, Ángel - te lo ruego y no sé de dónde viene esta necesidad de tenerte siempre a mi lado.- De acuerdo -acepta y yo respiro aliviada-, me voy a casa y me cambio rápido.La acompaño a su piso y me siento en el sofá a esperarla. Al cabo de unos instantes la veo volver del pasillo de la habitación, con un largo vestido floreado que enmarcaba todas sus curvas y tenía una discreta abertura en la pierna derecha. Llevaba un maquillaje discreto y el pelo suelto. Su dulce olor llenó todo el ambiente cuando llegó.- ¿Qué pasa? - se detiene frente a mí y se gira, mis ojos recorren su cuerpo - ¿Estoy presentable para conocer a tu familia?- Estás preciosa, Ángel - hablo con sinceridad y ella se sonroja - Déjame presentarte formalmente a mi amigo de cuatro patas.- Creo que esta ya me la sé", dice, mirando fijament
Vicente Cooper.- ¿Cómo se conocieron? - mi madre repite la pregunta.- Trabajo para él - contesta Ángel - Acabo de licenciarme y he tenido la suerte de tener la oportunidad de trabajar con su hijo, en serio es genial y estoy muy contenta - dice con un brillo en los ojos - Es la última vez que me oyes decir esto - dice mirándome directamente - Si no pensará que es demasiado.- Todavía puedo aumentar sus turnos - le advierto.- No sabe jugar, Mari - le dice a mi madre - Soy tu mejor amiga, no puedes amenazarme.- ¿Mejor amiga? - mi padre arquea una ceja - ¿Mejores amigos? - confirma con la cabeza - Creía que estaban saliendo, enrollándose.- ¿Te gusta, papá? - mi hermana pregunta - ¿Ahora eres tan liberal?- No contigo, mi princesita - bromea.- ¿Sólo porque soy una mujer? Esto es un abuso de autoridad - se queja.Escucho la pequeña discusión sin prestar mucha atención, mis ojos están atrapados en los majestuosos movimientos de mi vecino. Cómo encaja en ese entorno, conmigo, con mi fam