Vicente Cooper.
Entro en la habitación donde está Angélica después de mirar toda la información de la historia clínica que he recibido para informarme de su estado.
- ¿Le han dado alguna medicina, suero? - le pregunto a la enfermera que está a su lado.
- Sí, señor. Se desmayó por un momento pero volvió rápidamente, y todavía tiene muchas náuseas y vomita mucho.
- ¿Qué estás poniendo ahí? - Pregunto valorando.
- Sólo le estoy cambiando la vía, señor -responde, miro a Ángel tumbado en la cama del hospital con la cara pálida y me provoca un dolor en el pecho.
La enfermera salió de la habitación dejándonos solos, me acerqué aún más y comencé a estudiar cada parte de su delicado y pálido rostro. No me gustó nada verla en ese estado, sufriendo, sentí una angustia que me dejó sin aliento.
- Vincent, no quiero vomitar delante de ti - dice con voz ronca - por favor, vete - pide.
- Cálmate -digo sonriendo- voy a aumentar la dosis de la medicina y pronto estarás bien de nuevo.
- Tengo mucho frío - dice abrazándose a sí mismo.
Pulso el botón de la enfermería y pronto aparece una enfermera corriendo, obviamente porque sabía que yo estaba allí.
- Traiga una manta - pido - Quiero tomar la presión y la temperatura del paciente, rápidamente - exijo.
La Dra. Melissa, responsable de los cuidados de Angélica, llegó y me miró un poco enfadada por estar atendiendo a su paciente, obviamente no me importó.
- Tiene una reacción alérgica - le advierto.
- Llegué rascándome un poco - advierte Ángel, sin paciencia tomo la ficha médica de la mano del doctor.
- No me lo habías dicho - dice el médico con dureza.
- Mire, Dra. Melissa - empiezo serio - Vuelva a la línea de asistencia que yo la atiendo - digo respirando profundamente - Traiga algún medicamento para poner en el suero - sale de allí pisando fuerte junto con la enfermera - Quiero examinarla.
- No eres mi médico - dice con descaro.
- Se me acaba la paciencia para discutir con un paciente, vamos.
- Pica mucho - se queja.
- Usted no es un paciente cualquiera - le digo con calma - Usted es parte de este hospital, debería haberme dicho que se rascaba.
- Pero lo hice, debió olvidarse -dice-, pensé que el medicamento ya estaba en mi vía.
- ¿Y por qué no lo dijiste delante de la Dra. Melissa?
- No quiero que le hagas daño - pide - Debe haber tenido un mal día, eso pasa.
- Eso no me importa -digo enfadado- sólo quiero que no te pase nada.
- No la castigues, por favor - pide, con cara de tristeza.
- Entonces déjame examinarla.
Se quita tranquilamente la blusa roja de algodón dejando al descubierto un sujetador de encaje negro muy sexy y elegante. Unas manchas rojas alrededor de su cuerpo llaman mi atención. La enfermera ha vuelto con el medicamento y lo ha aplicado en la vía.
- Se me pasará en un momento - prometo y toco su pelo extendido por la almohada hipnotizada.
"Cuando quieras salir con alguien, al menos ten la decencia de hacerle saber que no eres bueno en la cama y que no le vas a satisfacer", gritó Kate en mi cabeza.
- ¿Qué pasa? - pregunta preocupada - Has hecho una mueca, ¿te duele algo?
- No pasa nada - la tranquilizo.
- Tiene que cuidarse, doctor - llama mi atención - Todos en este hospital le necesitan.
Pero te necesito - pienso pero no hablo.
- Me voy a tumbar un rato en ese sofá -advierto.
- No - dice apresuradamente - no quiero que me veas vomitar.
- Quédate tranquilo, no vas a vomitar más -digo sonriendo.
- ¿Te gusta lo que ves? - pregunta, sacudiendo ligeramente los pechos cuando noto que las manchas rojas de su cuerpo ya empiezan a aclararse.
- ¿Qué? He mirado las manchas - respondo nerviosa.
- Entonces no mires más - pide - me avergüenzas.
- No te miraría si no fueras médico - advierto.
- ¿No soy tan hermosa como para merecer la atención del Doctor Cooper Cat?
- Es usted una mujer extremadamente bella -la felicito-, sólo quería aliviarla, no la miraba con malicia.
Mentiroso - grita mi mente.
- Lo sé, doctor - dice con cierta decepción.
- Al menos no ahora -completo y se pone roja.
- Deberías abrirte más, Doctor - dice ella - Abre las puertas de tu corazón para que alguien se acerque a ti, eres un hombre muy bueno, sólo que no quieres dejarlo ver.
- Tiré las llaves de la puerta de mi corazón.
- Ah, Vicente - se desprecia - Siempre puedes meter el pie y entrar - dice bostezando.
Opto por no contestar y me dirijo al sofá, Angélica ya se ha dormido rápidamente y todavía me quedo unos minutos viéndola dormir.
"Apuesto a que sólo te follas a alguien si pagas, no es posible que ninguna mujer quiera follarse a un pequeño y blando polla"
Respiro profundamente cuando Kate vuelve a hablar en mi cabeza y cierro los ojos para intentar dormir. Justo cuando empezaba a interesarme por alguien los malos recuerdos llegan con fuerza.
Me despierto por la mañana con el sol iluminando la habitación y miro, Angélica sigue durmiendo, tan serena y tan hermosa.
Decido levantarme, ir a mi despacho donde hay un baño privado y darme una larga ducha. Luego me pongo ropa limpia, me tomo un café fuerte y amargo y vuelvo a la habitación donde está Angélica.
- Buenos días - saludo al entrar en la habitación.
- Buenos días, doctor - dice con la cara sonrojada y mi corazón empieza a latir extrañamente más rápido.
- No hace falta que me des las gracias -digo acercándome a ella.
- Pero tienes que viajar, deberías estar en casa haciendo la maleta, descansando -me llama la atención recordando el viaje que tendría que hacer para lidiar con los problemas burocráticos del hospital.
- No te preocupes.
- Hueles bien, ¿qué perfume llevas?
Decido no contestar, llamo a la enfermera y le pido las pruebas de Angélica antes de darle el alta. Quería estar totalmente segura de su salud, no entendía mi necesidad.
- Te gusto, ¿verdad, Vince? - Me pregunta, sonriendo, mientras recojo el estetoscopio -Admite que no esperaba una mujer tan carismática y hermosa cuando me contrató.
- Cállate - digo - estoy escuchando tu corazón.
- Tenías miedo de perderme - dice.
- No era nada de eso -respondo poniendo los ojos en blanco, pero sí, tenía mucho miedo de que enfermara más- Y las manchas, ¿todavía pican?
- Un poco.
- Déjame ver.
- He recordado que te gusta mirarme los pechos -se burla con ironía, quitándose ya la blusa.
Su forma descarada y a la vez tímida me conmovió mucho.
- Sabes que quiero verte bien, confía en mí.
- Por supuesto que sí.
- Pues devuélvelo - le pido, cruzando los brazos.
- No te gustan los pechos - dice conteniendo la risa.
- Soy tu jefe, chica - digo fingiendo estar enfadada.
Termino mi evaluación y firmo su alta después de comprobar que todo está bien en su examen que me hizo la enfermera, estoy un poco aliviado de saber que está bien. De repente, siento que su cuerpo cálido y delicado se encaja en el mío en un abrazo aplastante, sus brazos rodean mi cintura y sus pechos cubiertos aún por el sujetador de encaje se aplastan contra mi pectoral.
- Eres un tipo increíble - me dice y le devuelvo el abrazo con ternura y le acaricio el pelo, ese abrazo me produjo varias mariposas en el estómago, ¿y cuándo he sentido yo algo así?
- No he hecho nada más que mi deber como médico -digo mientras ella se aparta, rompiendo nuestro contacto.
- Ron de Hum.
- Estarás de baja por enfermedad durante cinco días - advierto.
- ¿Estás loco? - pregunta ella, sorprendida.
- El hospital puede prescindir de ti -me encojo de hombros.
- Y tú, ¿puedes prescindir de mí?
- No - contesto con calma - Entonces podemos quedar para echar un vistazo a ese artículo que estaba escribiendo.
- Me encantaría - responde con una enorme sonrisa.
- ¿Quieres que te lleve?
- Sí, lo haría. ¿Puedo decirle a la gente que eres un buen tipo?
- De ninguna manera -respondo rápidamente- te daré varios turnos seguidos -amenazo y ella se ríe.
Caminamos juntos hasta el aparcamiento del hospital y después de que me muestre el camino a su casa empiezo a encontrarlo extraño. Cuando nos acercamos a la calle me dice el nombre de su edificio y yo sonrío con incredulidad.
- ¿Vives en este edificio?
- Muy bonito derecho - salimos del coche - vivo en el ático. Aquí hay dos pisos en el ático, pero mi vecino tiene una piscina enorme con bordes infinitos -dice con cierta indignación en la voz-, mientras que la mía es de tamaño medio.
- Acabo de descubrir que somos vecinos.
- ¿Estás bromeando? - pregunta sorprendida y yo niego con la cabeza - Qué sorpresa más insólita, invitarme a un baño en la piscina - pregunta riendo cuando entramos en el ascensor, pulso el botón del ático.
- La invitaré - hablo sin ninguna certeza en mi voz, no sé si tengo la psicología para verla en traje de baño.
- Gracias por el viaje. Que tenga un buen viaje, doctor.
Sin que me espere, me coge la cara, se pone de puntillas y me da un largo beso en la mejilla que hace que mi corazón se acelere al instante.
Mientras entro en mi casa con una amplia sonrisa en la cara y un corazón acelerado, me doy cuenta de que ella puede estar intentando derribar la puerta de mi corazón.
No puedo permitir que se acerque tanto, mi corazón es de hielo y temo que lo derrita.
Angelica Ross.Me tiro en el sofá de mi salón y respiro profundamente después de otra sesión de vómitos, he echado tanto líquido que me temo que no me queda ni el uno por ciento de agua en el cuerpo.Mi hermano pidió dos días libres sólo para cuidar de mí, estaba muy molesto porque había ido al hospital sintiéndose mal y no se lo había dicho.Pero este malestar me sirvió para tener una concepción diferente de Vicente, cuando lo vi todo nervioso y preocupado por mi salud me sentí muy querido y protegido. Me gustaba saber que se preocupaba por mí.Han pasado cuarenta y ocho horas desde que se fue y ya estoy angustiada y le echo de menos. Echando de menos su olor a madera, su mal humor por las mañanas, sus quejas y órdenes.Me pasé todo el día cotilleando con mi hermano y comiendo, creo que engordé unos diez kilos en las últimas horas. Pero ahora que Tone necesitaba salir para resolver un problema urgente en el trabajo me di cuenta de que mi angustia no es una cuestión de soledad, quería
Angelica Ross.Apago rápidamente mi cámara y miro fijamente a la mujer rubia de ojos castaños frente a la cámara del móvil de Vicente. Corro al baño con la mano sobre la boca y tiro toda la merienda cuando la veo sólo con ropa interior e imagino lo que está a punto de suceder en esa habitación.Tras una sesión más de descarga, me levanto del frío suelo y me cepillo los dientes, sintiendo que me arde la garganta vuelvo al sofá y me siento frente a la escena que se desarrolla en la pantalla de mi móvil.- ¿Qué haces jugando con mi teléfono? - Oigo su voz gruesa - No toques mis cosas, eres demasiado curiosa - la regaña.- Sólo quería comprobar la hora.- ¿Tienes una cita? - pregunta impaciente.- Mi única cita de esta noche es sentarme en tu p.a.u. -dice tratando de ser sexy, lo que me provoca otra oleada de náuseas, pero esta vez puedo controlarlas.Deja su teléfono móvil frente a la cama, posiblemente apoyado en algo, puedo identificar la habitación del hotel en la que se aloja.Está t
Vicente Cooper.Llegué de mi viaje ayer a última hora de la tarde y me acosté muy temprano por el cansancio de las horas en el avión. Ella fue humilde y reconoció su error, se disculpó, yo también me disculpé por la forma grosera en que la traté y todo quedó aclarado.Con estos sucesos terminé por no llamar a mis padres y me dijeron unas cuantas cosas buenas esta mañana cuando vinieron a visitarme y a dejar a Toreto, mi perro San Bernardo que cuidan, porque en su mansión hay espacio para que mi amigo de cuatro patas corra y se divierta.Después de una sesión de sculacho me cobraron una visita, y me citaron para que me llevara a Toreto, alegando que soy un padre desnaturalizado, mira, yo padre de un perro, era justo lo que necesitaba.Termino de preparar mi almuerzo y echo de menos a mi perro, todo está demasiado tranquilo y él es demasiado grande y eléctrico para quedarse en este silencio. Cuando llego a mi habitación del ático oigo un fuerte grito de mujer, miro la puerta y está entr
Vicente Cooper.- Qué oscuridad, voy a abrir la puerta de tu balcón -dice Angélica en cuanto entramos en mi piso, no hay tiempo de avisar porque cuando iba a abrir la boca abre las puertas del balcón y suelta a Toreto, que corre hacia ella queriendo jugar, pero corre y se esconde detrás de mí.- ¡Toreto, para! - Pido en serio - ¿Qué has visto en Ángel? - Pregunto aún sabiendo que no puede responderme - No es amable conmigo y te llamó buey, ten dignidad.Angélica se ríe a carcajadas mientras yo intento evitar que mi perro me babosee toda la cara. Levanto la vista hacia su cara roja y la perfecta sonrisa de sus labios en forma de corazón me deja desconcertada durante unos segundos. Intento a toda costa huir de este sentimiento que empieza a surgir, pero la verdad es que estoy completamente encantado con esta mujer y esto no debería estar pasando, porque no podría soportar otra decepción.Mi ex mujer me marcó de forma negativa, no necesito otra relación, no puedo permitir que caiga el mu
Vicente Cooper.- ¿Por qué no quieres ir? - Pregunto con tristeza.- No quiero molestarte.- Pero no te molestes, te estoy invitando, ven, será agradable.- No sé si debería.- Por favor, Ángel - te lo ruego y no sé de dónde viene esta necesidad de tenerte siempre a mi lado.- De acuerdo -acepta y yo respiro aliviada-, me voy a casa y me cambio rápido.La acompaño a su piso y me siento en el sofá a esperarla. Al cabo de unos instantes la veo volver del pasillo de la habitación, con un largo vestido floreado que enmarcaba todas sus curvas y tenía una discreta abertura en la pierna derecha. Llevaba un maquillaje discreto y el pelo suelto. Su dulce olor llenó todo el ambiente cuando llegó.- ¿Qué pasa? - se detiene frente a mí y se gira, mis ojos recorren su cuerpo - ¿Estoy presentable para conocer a tu familia?- Estás preciosa, Ángel - hablo con sinceridad y ella se sonroja - Déjame presentarte formalmente a mi amigo de cuatro patas.- Creo que esta ya me la sé", dice, mirando fijament
Vicente Cooper.- ¿Cómo se conocieron? - mi madre repite la pregunta.- Trabajo para él - contesta Ángel - Acabo de licenciarme y he tenido la suerte de tener la oportunidad de trabajar con su hijo, en serio es genial y estoy muy contenta - dice con un brillo en los ojos - Es la última vez que me oyes decir esto - dice mirándome directamente - Si no pensará que es demasiado.- Todavía puedo aumentar sus turnos - le advierto.- No sabe jugar, Mari - le dice a mi madre - Soy tu mejor amiga, no puedes amenazarme.- ¿Mejor amiga? - mi padre arquea una ceja - ¿Mejores amigos? - confirma con la cabeza - Creía que estaban saliendo, enrollándose.- ¿Te gusta, papá? - mi hermana pregunta - ¿Ahora eres tan liberal?- No contigo, mi princesita - bromea.- ¿Sólo porque soy una mujer? Esto es un abuso de autoridad - se queja.Escucho la pequeña discusión sin prestar mucha atención, mis ojos están atrapados en los majestuosos movimientos de mi vecino. Cómo encaja en ese entorno, conmigo, con mi fam
Vicente Cooper.Desde la esquina de la habitación, cerca de la ventana, observo a Angélica muy cerca de mi familia, que de alguna manera me conmueve. Está consiguiendo llegar a un lugar que tengo encerrado, mi corazón.Oigo las risas de todo el mundo, ella lo hace, lleva la risa y la alegría a todos los que la rodean, veo en el hospital cómo cautivó a nuestros colegas muy rápidamente, cómo se empeñan en estar siempre cerca de ella y debo confesar que yo también lo hago.- Es una chica muy especial -habla mi padre deteniéndose a mi lado y mirando a las mujeres sentadas en el sofá.- Sí, lo es -confirmo tratando de sonar indiferente.- Cuando llegasteis creí que erais pareja -le miro sin entender- Nunca trajisteis a una mujer a la casa después de la que no necesita ser nombrada -habla con una mueca- Miras a esta chica con cariño, con admiración, con pasión.- La edad le llega a todo el mundo -comento, negando con la cabeza-, creo que te estás haciendo viejo.- No la dejes escapar - pide
- Sí -suspiro cansado- Estoy bien -miento.En realidad, soy terrible, me quitas el piso, me haces desear algo que juré no volver a tener, me está matando. Por no hablar de los insultos que escuchaba de mi ex que volvían para atormentarme.- ¿Hombre o mujer? - pregunta suavemente señalando el esqueleto de la esquina sacándome de mis pensamientos.- Género no identificado - me encojo de hombros y ella sonríe.- Quienquiera que sea murió y olvidó el anillo - mira el anillo de oro pegado al hueso del dedo de su mano.- Hay cosas que ni siquiera los organismos unicelulares que no tienen un núcleo definido ni orgánulos membranosos pueden destruir.- Podrías haber dicho sólo bacterias -me mira con las cejas arqueadas- De verdad, eres muy friki.- Y tu jefe - le recuerdo y me muestra su lengua en señal de desafío - Esto es para ti - muestro una pila de libros sobre la mesa - Te ayudarán con tu artículo.- Eres genial - comenta sonriendo - No sé cómo agradecértelo - se queda mirando los libros