Vicente Cooper.
Angélica entró en la sala de descanso justo cuando yo golpeaba el bolígrafo en mi cabeza con impaciencia. Estaba agonizando, frustrado y descontento por la falta de proactividad en la cirugía que se produjo ayer fuera de mi turno.
Me paseé de un lado a otro mirando al equipo que no logró realizar la operación, Angélica se sentó en una silla un poco apartada y nos observó. Nícolas, el cirujano a cargo del equipo, me dijo que había decidido poner al paciente en observación.
- Una decisión equivocada que tomemos puede comprometer mucho la vida de alguien -lo digo en serio- y no hacer nada es la peor decisión que puede tomar un médico. Ahora ya estoy desbordado de trabajo y tendré que encajar a este paciente que ni siquiera era mío.
- Lo siento, señor - dice.
- Sentirlo no salvará la vida del paciente - digo - Te vienes conmigo - te advierto.
- Sí, señor.
- Le echaré un vistazo a tu horario y lo ajustaré al mío para las próximas semanas -le miro fijamente esperando que se queje, pero se limita a esbozar una discreta sonrisa en señal de conformidad.
- Me da igual la hora del día - hablo muy cerca de su cara - Podías haberme llamado, deberías llamarme - digo con firmeza - Soy tu jefe y siempre puedes contar con mi apoyo, lo dudabas. Es usted muy bueno, doctor Nícolas y estoy muy enfadado porque sabía lo que tenía que hacer, simplemente no lo hizo.
- Gracias por su comprensión, señor - me agradece.
- Tienes mucho futuro, sólo necesitas estudiar un poco más, leer algunos artículos científicos -digo ahora con calma- quiero que todos estén listos mañana para un debate sobre el correo electrónico que envié.
- No hemos recibido ningún correo electrónico, señor - dice una chica.
- Debo haberme olvidado de reenviarlo -digo, rascándome los ojos- Pero os llegará un correo electrónico a vuestros teléfonos móviles. Sé que querías cotillear - Me río - Castigo colectivo - Digo alegre y ponen cara - El contenido de este correo es un artículo científico muy interesante que he estado leyendo y está tan bien que estabas en éxtasis - Me vuelvo a reír - Ahora a trabajar, sé que os gusta mucho mi presencia pero necesito mirar unos análisis - Los expulso de la sala y cuando todos empiezan a salir le pido a Angélica que se quede.
- No hace falta que leas -advierto-, sé que no has participado en la decisión pero estabas de servicio y como tengo que ser imparcial también serás castigado, pero será un castigo especial.
- Wow - finge estar sorprendida - me encantan los castigos especiales - sonríe libertinamente.
Acabo soltando una sonora carcajada, me dijo que le encantan los castigos especiales y esto toca una zona sensible mía, pero no puedo tener pensamientos pecaminosos con esta mujer.
- Esta operación debería haberse hecho ayer - decido cambiar de tema y desahogar mi frustración - No podía haber pospuesto la operación - refunfuño.
- Estaban asustados, era una gran responsabilidad -comentó con pasividad, a veces se comporta así, como una mera espectadora- Doctor Cooper -llama mi atención y me fijo en la suya- Usted también está bastante cansado, sepa que su salud no vale menos que la de nuestros pacientes, necesita descansar bien y alimentarse bien. Te necesitamos aquí de una pieza, si necesitas ausentarte, viajar, ver la televisión, salir a divertirte y tener sexo.
- ¿Y quién dice que no tengo sexo? - Cuestiono con una ceja arqueada y ella se pone roja al darse cuenta de lo que ha dicho, no puedo creer que me esté ordenando tener sexo.
- No he dicho que no lo hagas, sólo lo he insinuado -se encoge de hombros y yo sonrío ante su vergüenza.
- No hay que preocuparse, estoy bien", digo tranquilizadora, sentándome en el sofá.
Se acerca a la nevera, abre la puerta, se agacha dándome una vista privilegiada de su redondo culo, respiro profundamente y miro hacia otro lado. Coge un bol rosa, lo abre y saca dos sándwiches envueltos en plástico.
- Este rosa casi me deja ciego - digo, riéndome de su cuenco rosa brillante.
- Es mi color favorito - dice sonriendo - toma, uno es para ti - me entrega el sándwich en un plato, lo huelo y mi estómago ruge.
- Por el olor se ve muy bien - cumplido - ¿Siempre traes dos?
- Es sólo una amabilidad, doctor -dice dando un mordisco a su sándwich- No es un gesto de amor, usted odia el amor y el sentimentalismo.
- Las amabilidades me dan cierto miedo - hablo dando un mordisco a mi bocadillo aprobando el sabor - Siempre vienen acompañadas de algo.
- Siento informarle, pero esta amabilidad ha venido sola - habla con calma - Por cierto, esta operación está un poco fuera de su obligación, ¿por qué no deja que Nícolas le opere solo? - pregunta.
- No quiero ningún fallo.
- No eres un Dios -dice ella- libertino.
- Sé que el doctor Nícolas es muy bueno, pero necesita aprender un poco más -le advierto y termino de comer mi sándwich-. Soy de esas personas que estudian todos los días, que siempre están leyendo un artículo aquí y otro allá. Creen que soy un genio del trabajo, pero todo esto es consecuencia de mis esfuerzos.
- Ha sido estupendo trabajar contigo, Vicente - mi nombre saliendo de los labios de mi corazón provoca una buena sensación en mi corazón - no podía creerlo cuando recibí la llamada de Émile diciéndome que había pasado la selección, estoy agradecido por todo lo que me has enseñado.
- Eres un excelente profesional - te alabo - no soy responsable de eso.
- Le agradezco el cumplido - parpadea un ojo y ese movimiento la hace muy sensual - ¿Recuerda el caso del señor con cáncer? - pregunta, refiriéndose a un paciente que llegó aquí la semana pasada con una situación muy crítica, el tumor ya se había extendido y no podríamos extirparlo ni siquiera con cirugía.
- Lo recuerdo.
- Falleció ayer - dijo con tristeza - Una enfermera me dijo, me entristeció la noticia, parecía un hombre muy gentil y feliz de la vida.
- Es una verdadera pena - hablo compartiendo su tristeza - Cuando los pacientes llegan a mis manos en este estado me da una sensación de impotencia.
- Tú no eres Dios - repite.
- Lo sé, nunca pensé que lo fuera - le advierto - Es por este tipo de sentimiento de impotencia que siempre trato de alejarme de los pacientes.
- Pero de todas formas, perder a alguien es muy doloroso - se levanta y tira el paquete de nuestro bocadillo a la papelera - no se lo deseo a nadie - dice con tristeza.
- Veo que ya has perdido a alguien - comento evaluando su rostro.
- Sí - confiesa - Pero lo peor es saber que a veces nos vamos de la vida de alguien y no nos echan de menos, esto en la vida.
Da un largo suspiro y parece en algún momento perdido en sus pensamientos, con una mirada triste de malos recuerdos y ese dolor en su rostro me hizo simpatizar.
Después de un rato nos dirigimos hacia la habitación del paciente, iba a hablar con él y explicarle lo que iba a pasar en las últimas horas.
Pasamos por el pasillo de la recepción y vimos a una niña llorando a gritos y a sus padres quejándose del retraso del tratamiento.
Angélica fue a ver lo que sucedía y yo me quedé observando su conducta, desde aquí pudimos ver claramente que el hombro de la niña estaba dislocado, yo estaba un poco tenso con este retraso que acusaban los padres de la niña.
Angélica no se lo pensó dos veces y mientras le hablaba a la niña en un movimiento perfecto le puso el hombro en su sitio. Sonriendo orgullosa, la madre comenzó a llorar de alivio al comprobar que la cosa no era tan grave como imaginaba, abrazó fuertemente a Angélica en señal de agradecimiento.
Cuando se dirigió a mí oculté mi sonrisa y no la elogié, aunque su conducta fue espléndida no debemos esperar elogios por hacer nuestro trabajo. Nos separamos cuando tuve que entrar en el quirófano para prepararme.
Unas horas más tarde, cuando salí del quirófano, ya había amanecido y el movimiento en los pasillos del hospital era tranquilo. En cuanto me senté en la silla de la sala de descanso apareció una enfermera.
- Dr. Cooper, la Dra. Ross no se encuentra bien y he pensado que le gustaría verla -dice y yo le miro sorprendida.
- ¿No se fue a casa? - Lo pido con el corazón en la boca.
- Lo era, pero volvió - aclara - Llegó aquí muy pálida, con vómitos y, al parecer, provocados por una infección alimentaria.
- Oh, Dios - digo angustiado - ¿Dónde está? ¿Llegó sola?
- Está en la habitación doscientos doce, llegó sola.
- ¿La dejaste sola? - pregunta enfadado.
- No señor, hay una enfermera con ella.
- ¿Quién la atendió? - Pregunto, alejándome.
- Doctora Melissa.
- Tráeme su ficha - pido - Ahora - exijo y se aleja rápidamente.
Esta mujer descarada siempre me da problemas al meterse con mis sentimientos de forma incómoda, tiene una forma peculiar de volverme loco y me está rompiendo el control.
Vicente Cooper.Entro en la habitación donde está Angélica después de mirar toda la información de la historia clínica que he recibido para informarme de su estado.- ¿Le han dado alguna medicina, suero? - le pregunto a la enfermera que está a su lado.- Sí, señor. Se desmayó por un momento pero volvió rápidamente, y todavía tiene muchas náuseas y vomita mucho.- ¿Qué estás poniendo ahí? - Pregunto valorando.- Sólo le estoy cambiando la vía, señor -responde, miro a Ángel tumbado en la cama del hospital con la cara pálida y me provoca un dolor en el pecho.La enfermera salió de la habitación dejándonos solos, me acerqué aún más y comencé a estudiar cada parte de su delicado y pálido rostro. No me gustó nada verla en ese estado, sufriendo, sentí una angustia que me dejó sin aliento.- Vincent, no quiero vomitar delante de ti - dice con voz ronca - por favor, vete - pide.- Cálmate -digo sonriendo- voy a aumentar la dosis de la medicina y pronto estarás bien de nuevo.- Tengo mucho frío
Angelica Ross.Me tiro en el sofá de mi salón y respiro profundamente después de otra sesión de vómitos, he echado tanto líquido que me temo que no me queda ni el uno por ciento de agua en el cuerpo.Mi hermano pidió dos días libres sólo para cuidar de mí, estaba muy molesto porque había ido al hospital sintiéndose mal y no se lo había dicho.Pero este malestar me sirvió para tener una concepción diferente de Vicente, cuando lo vi todo nervioso y preocupado por mi salud me sentí muy querido y protegido. Me gustaba saber que se preocupaba por mí.Han pasado cuarenta y ocho horas desde que se fue y ya estoy angustiada y le echo de menos. Echando de menos su olor a madera, su mal humor por las mañanas, sus quejas y órdenes.Me pasé todo el día cotilleando con mi hermano y comiendo, creo que engordé unos diez kilos en las últimas horas. Pero ahora que Tone necesitaba salir para resolver un problema urgente en el trabajo me di cuenta de que mi angustia no es una cuestión de soledad, quería
Angelica Ross.Apago rápidamente mi cámara y miro fijamente a la mujer rubia de ojos castaños frente a la cámara del móvil de Vicente. Corro al baño con la mano sobre la boca y tiro toda la merienda cuando la veo sólo con ropa interior e imagino lo que está a punto de suceder en esa habitación.Tras una sesión más de descarga, me levanto del frío suelo y me cepillo los dientes, sintiendo que me arde la garganta vuelvo al sofá y me siento frente a la escena que se desarrolla en la pantalla de mi móvil.- ¿Qué haces jugando con mi teléfono? - Oigo su voz gruesa - No toques mis cosas, eres demasiado curiosa - la regaña.- Sólo quería comprobar la hora.- ¿Tienes una cita? - pregunta impaciente.- Mi única cita de esta noche es sentarme en tu p.a.u. -dice tratando de ser sexy, lo que me provoca otra oleada de náuseas, pero esta vez puedo controlarlas.Deja su teléfono móvil frente a la cama, posiblemente apoyado en algo, puedo identificar la habitación del hotel en la que se aloja.Está t
Vicente Cooper.Llegué de mi viaje ayer a última hora de la tarde y me acosté muy temprano por el cansancio de las horas en el avión. Ella fue humilde y reconoció su error, se disculpó, yo también me disculpé por la forma grosera en que la traté y todo quedó aclarado.Con estos sucesos terminé por no llamar a mis padres y me dijeron unas cuantas cosas buenas esta mañana cuando vinieron a visitarme y a dejar a Toreto, mi perro San Bernardo que cuidan, porque en su mansión hay espacio para que mi amigo de cuatro patas corra y se divierta.Después de una sesión de sculacho me cobraron una visita, y me citaron para que me llevara a Toreto, alegando que soy un padre desnaturalizado, mira, yo padre de un perro, era justo lo que necesitaba.Termino de preparar mi almuerzo y echo de menos a mi perro, todo está demasiado tranquilo y él es demasiado grande y eléctrico para quedarse en este silencio. Cuando llego a mi habitación del ático oigo un fuerte grito de mujer, miro la puerta y está entr
Vicente Cooper.- Qué oscuridad, voy a abrir la puerta de tu balcón -dice Angélica en cuanto entramos en mi piso, no hay tiempo de avisar porque cuando iba a abrir la boca abre las puertas del balcón y suelta a Toreto, que corre hacia ella queriendo jugar, pero corre y se esconde detrás de mí.- ¡Toreto, para! - Pido en serio - ¿Qué has visto en Ángel? - Pregunto aún sabiendo que no puede responderme - No es amable conmigo y te llamó buey, ten dignidad.Angélica se ríe a carcajadas mientras yo intento evitar que mi perro me babosee toda la cara. Levanto la vista hacia su cara roja y la perfecta sonrisa de sus labios en forma de corazón me deja desconcertada durante unos segundos. Intento a toda costa huir de este sentimiento que empieza a surgir, pero la verdad es que estoy completamente encantado con esta mujer y esto no debería estar pasando, porque no podría soportar otra decepción.Mi ex mujer me marcó de forma negativa, no necesito otra relación, no puedo permitir que caiga el mu
Vicente Cooper.- ¿Por qué no quieres ir? - Pregunto con tristeza.- No quiero molestarte.- Pero no te molestes, te estoy invitando, ven, será agradable.- No sé si debería.- Por favor, Ángel - te lo ruego y no sé de dónde viene esta necesidad de tenerte siempre a mi lado.- De acuerdo -acepta y yo respiro aliviada-, me voy a casa y me cambio rápido.La acompaño a su piso y me siento en el sofá a esperarla. Al cabo de unos instantes la veo volver del pasillo de la habitación, con un largo vestido floreado que enmarcaba todas sus curvas y tenía una discreta abertura en la pierna derecha. Llevaba un maquillaje discreto y el pelo suelto. Su dulce olor llenó todo el ambiente cuando llegó.- ¿Qué pasa? - se detiene frente a mí y se gira, mis ojos recorren su cuerpo - ¿Estoy presentable para conocer a tu familia?- Estás preciosa, Ángel - hablo con sinceridad y ella se sonroja - Déjame presentarte formalmente a mi amigo de cuatro patas.- Creo que esta ya me la sé", dice, mirando fijament
Vicente Cooper.- ¿Cómo se conocieron? - mi madre repite la pregunta.- Trabajo para él - contesta Ángel - Acabo de licenciarme y he tenido la suerte de tener la oportunidad de trabajar con su hijo, en serio es genial y estoy muy contenta - dice con un brillo en los ojos - Es la última vez que me oyes decir esto - dice mirándome directamente - Si no pensará que es demasiado.- Todavía puedo aumentar sus turnos - le advierto.- No sabe jugar, Mari - le dice a mi madre - Soy tu mejor amiga, no puedes amenazarme.- ¿Mejor amiga? - mi padre arquea una ceja - ¿Mejores amigos? - confirma con la cabeza - Creía que estaban saliendo, enrollándose.- ¿Te gusta, papá? - mi hermana pregunta - ¿Ahora eres tan liberal?- No contigo, mi princesita - bromea.- ¿Sólo porque soy una mujer? Esto es un abuso de autoridad - se queja.Escucho la pequeña discusión sin prestar mucha atención, mis ojos están atrapados en los majestuosos movimientos de mi vecino. Cómo encaja en ese entorno, conmigo, con mi fam
Vicente Cooper.Desde la esquina de la habitación, cerca de la ventana, observo a Angélica muy cerca de mi familia, que de alguna manera me conmueve. Está consiguiendo llegar a un lugar que tengo encerrado, mi corazón.Oigo las risas de todo el mundo, ella lo hace, lleva la risa y la alegría a todos los que la rodean, veo en el hospital cómo cautivó a nuestros colegas muy rápidamente, cómo se empeñan en estar siempre cerca de ella y debo confesar que yo también lo hago.- Es una chica muy especial -habla mi padre deteniéndose a mi lado y mirando a las mujeres sentadas en el sofá.- Sí, lo es -confirmo tratando de sonar indiferente.- Cuando llegasteis creí que erais pareja -le miro sin entender- Nunca trajisteis a una mujer a la casa después de la que no necesita ser nombrada -habla con una mueca- Miras a esta chica con cariño, con admiración, con pasión.- La edad le llega a todo el mundo -comento, negando con la cabeza-, creo que te estás haciendo viejo.- No la dejes escapar - pide