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Vicente Cooper.

La doctora Angélica es realmente una profesional sin precedentes, sin duda fue una excelente contratación, salvo la parte que se mete con mis sentidos, trabajar con ella es muy bueno.

Hacía preguntas muy inteligentes, tenía respuestas rápidas a las preguntas que le lanzaba en la sala de reuniones, era siempre puntual y carismática con todos los que la rodeaban. Sobre todo conmigo, fue muy amable y eso levantó murmullos entre nuestros compañeros, he oído que están apostando sobre cuándo seré ignorante con ella y que esta amabilidad se acabará.

Sé que me he convertido en un hombre frío y cerrado, no me gusta hablar con nadie en la esquina, especialmente con los médicos y las enfermeras de aquí. Se olvidan de que soy el jefe y a veces son inoportunos, nunca me involucré con ningún compañero para no dar lugar a chismes o mala voluntad en el ambiente de trabajo.

Pero la conversación, las risas, la cercanía con Angélica es tan natural, me parece tan acertada que temo que me esté involucrando con ella más allá de lo profesional, esto no puede suceder en absoluto.

- Ángel, un hermoso nombre - Enzo, un enfermero de la sala de cirugía llama mi atención - Tan hermoso como el portador del nombre - se ríe galantemente y ella ríe a carcajadas.

Estamos en la sala de descanso después de una complicada cirugía que le hicimos a un niño de nueve años, me siento un poco alejado de todos y divago en mis pensamientos, probablemente me perdí el momento en que se hicieron tan íntimos que él la apodó.

- Eres un encanto, Enzo -dice ella-, pero no me trago tus chorradas, y por favor, llámame Angélica -pide sonriendo-.

- Vaya - le toca el corazón - Dañas a la doctora - dramatiza y ella pone los ojos en blanco, ese acercamiento estaba despertando sentimientos oscuros en mí - No soy esa coqueta barata que crees.

- Los cotilleos circulan por este pasillo - habla con calma - Puede que sólo lleve aquí un mes, pero ya conozco su fama y todo lo que necesito saber sobre algunas personas, así que - se levanta - No estoy para su chorro - la mira sorprendido - Doctor Ross, no será un nombre más en su larga lista.

- Aquí, Enzo - una mujer que está sentada a su lado habla riendo.

- Doctora Ross - repite - Siempre me siento poderosa cuando oigo esas palabras mágicas - camina hacia mí y se sienta a mi lado - Hola, doctora.

- Hola, Dr. Ross - le guiño un ojo y se sonroja.

- Siempre estás tan cerrado - comenta ella.

- Si las habladurías de este pasillo son ciertas, debes saber que nunca me siento en un grupo pequeño como ese.

- Me he enterado -responde con calma-. También me he enterado de que es usted el médico más solicitado del hospital -sonrío incrédulo-. Incluso hay una apuesta para ver quién consigue probar los besos del doctor Cooper Cat -se ríe, llamando la atención de todos-.

- Saben que esto es en vano - digo mirándola fijamente.

- ¿Tiene algún problema con los médicos? - pregunta interesada - ¿O el problema son los compañeros de trabajo?

- Ya sabes - me cruzo de brazos - Este es mi lugar de trabajo, es propiedad de mi familia, no quiero mancillar este lugar liándome con algunas enfermeras y médicos en las habitaciones a escondidas como si fuera un adolescente en la pubertad.

- Fuera de este hospital hay muchos lugares para hacer el amor -comenta entre risas.

- No quiero que nadie se haga ilusiones, así que ninguno ganará esta apuesta", digo con convicción.

- Pobres mortales - dice finalmente.

- Parece que sabes mucho de lugares para enrollarse - le llamo la atención.

- Ah, Cooper Cat - se ríe de mi ligera vergüenza - Si te contara la mitad de mi vida amorosa, te sorprenderías.

- No estoy seguro de querer saberlo", le digo celosamente, y ella sonríe.

- No pasa nada - me empuja ligeramente los hombros - Somos amigos, Cooper Gato - repite.

- Lo somos -acepto sin pensarlo- Ángel -saboreo el apodo y ella esboza una hermosa sonrisa de agradecimiento.

- Puedes llamarme así - revela y mi corazón da un salto mortal - La operación ha sido un éxito, enhorabuena.

- Ha sido un esfuerzo conjunto -habla con calma-. Soy un médico, no un héroe, este es mi trabajo, nuestro trabajo.

- Vaya, me han dicho que eres frío -comenta para mi total sorpresa, pero me gustó su sinceridad, me gusta jugar limpio con todos los que me rodean.

- No soy frío -me defiendo- sólo soy consciente de que no debo emocionarme demasiado, lo que tú llamas frío yo lo llamo sincero.

- De todas formas fuiste indispensable en la operación - afirma - El pequeño salió del accidente en un estado increíble, tu precisión y decisiones fueron increíbles y le ayudaron a tener quizás una vida normal después de la recuperación.

- No me sobreestime - le pido - Usted puede hacer lo que yo hago algún día - mira al suelo con incredulidad y puedo sentir su fuerte crítica - La crítica que está pensando es una forma de sabotearse y si no empieza a trabajar en ello nunca superará sus expectativas y se convertirá en un cirujano indispensable.

- Nunca imaginé que sería indispensable, doctor - habla en voz baja - Mis sueños nunca han estado tan lejos y usted está siendo un poco grosero.

- Tengo treinta años Angélica y por todo lo que he pasado es una edad considerable para no necesitar ser amable todo el tiempo - te advierto - apuesto a que has tenido noches de preocupación por la imagen que la gente se hace de ti o has medido tus acciones por miedo a ser criticada, ¿me equivoco?

- Mi sueño siempre ha sido ser cirujana - confiesa - Pero nunca he querido ser la encargada de toda la cirugía, a veces pienso en el dolor del paciente.

- Si no quieres ver morir a la gente será mejor que te vayas a otra zona -me mira ofendida.

- No quiero tener la vida de la gente totalmente en mis manos, sabiendo que por una decisión equivocada mía pueden morir - habla con pesar.

- ¿Así que si la persona que operas se muere y es culpa del jefe de cirugía te parece bien? - Decido confirmarlo.

- Hay personas que nacen para ser líderes y hay otras que sólo nacen para seguir órdenes, y en esta vida yo soy el que sigue órdenes - se encogió de hombros - confío en mis compañeros y en los que están por encima de mí y por ahora con no ser el jefe me basta.

- Cometer un error no cambia tu carrera, pero puede acabar con la vida de alguien - hablo uno de mis miedos - La experiencia del fracaso es una m****a y da una sensación de impotencia, por lo que siempre debemos dar lo mejor de nosotros mismos.

- Eres tan sabio -comenta asombrado- ¿Cómo has aprendido tanto?

- Tuve que aprender -lo confieso- me gradué muy joven y después de que mi padre se lesionara y tuviera que dejar la dirección del hospital tuve que hacerme cargo de todo y cuando adquieres responsabilidades tan grandes, siendo tan joven tienes que madurar.

- Pero, ¿cómo se puede conciliar? - pregunta.

- Te habrás dado cuenta de que sólo asumo cirugías complejas y hago pocas guardias - hablo y ella afirma - Me encanta la medicina, pero como amo el patrimonio familiar tuve que dejarlo por un tiempo así que no vivo esto aquí al cien por cien, pero el tiempo que paso metido en la oficina, firmando papeles, en reuniones interminables no me quita la concentración. Así que, aunque esté metido en un montón de papeles, mi profesión corre por mis venas, así que necesito conciliar todo.

Me miraba mientras escuchaba atentamente mis palabras, me cautivaba y desconcertaba cada vez que sus ojos marrones se centraban en mí. No sé qué está pasando, pero esta mujer está desarrollando un poder sobre mí que debo detener antes de que tome proporciones inimaginables.

- Admirable - comenta y sonríe. Esa sonrisa de dientes blancos perfectamente alineados retiene mi atención en su boca de corazón.

En ese momento mi nombre es llamado por el altavoz solicitando mi presencia en la sala de emergencias, me levanto rápidamente y seguido por Angélica camino apresuradamente hacia mi destino.

El caso fue una mujer que llegó con un brazo fracturado, atiendo a la mujer con calma pero por dentro una furia se apodera de mi ser.

Después de terminar el servicio, me alejo rápidamente de la mujer y camino por el pasillo a toda prisa con ganas de romper algo. Angélica se da cuenta de mi tensión pero se limita a caminar a mi lado en silencio.

- Ha llorado mucho de dolor -comenta- pero se pondrá bien.

- Sólo ha sido una fractura, nada que no se pueda arreglar con una escayola - hablo con voz grave - Es la segunda vez en el mes que esta mujer viene aquí y probablemente su marido la ha vuelto a golpear.

- Qué horror - habla con asombro.

- Odio a los cobardes que golpean a las mujeres - hablo con rabia en mi voz - Ella no quiere presentar cargos y yo no puedo entrometerme en la vida de mis pacientes.

- Esto es increíble.

- No tienes idea de la cantidad de mujeres que vienen aquí con moretones en varias partes del cuerpo y muchas veces siendo apoyadas por el tipo que la lastimó - comento - sé reconocer cuando esto sucede, vienen aquí llenos de amor y fingiendo estar arrepentidos.

- Yo nunca viviría algo así - afirma y me alegro, sólo pensar que alguien haga daño a este angelito me duele el corazón.

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