Angelica Ross.
Llego a casa feliz de la vida después de firmar un contrato para trabajar en el mejor hospital del país, para un recién licenciado esto es todo un logro. Gracias a la herencia que recibimos mi hermano y yo tras la muerte de nuestros padres, pude dedicarme por completo a mis estudios sin tener que trabajar, consiguiendo graduarme con unas notas encomiables.
Yo me licencié en Medicina, uno de mis mayores sueños, y mi hermano se licenció en Ingeniería, pero tiene un gran talento para las inversiones en bolsa, aprendido de nuestro padre.
Volviendo a mí, no sólo quería tener un título, quería trabajar en el mejor hospital que existe, no puedo creer que todo esté funcionando tan bien en mi vida.
- Ángel, estoy en casa -oigo gritar a mi hermano y corro hacia la habitación.
- Tone -llamo su atención- soy más nueva empleada de la Clínica Cooper -grito alegremente y hago un baile de la victoria.
- Qué felicidad, hermanita -me abraza con fuerza- Enhorabuena, sé que era tu sueño.
Antone y yo somos hermanos gemelos, desde pequeños hemos sido muy unidos y compañeros, cuando nuestros padres murieron en un sangriento accidente de tráfico quedamos los dos solos, tuvimos que ser muy fuertes para soportar tanto dolor. Sólo teníamos quince años cuando sucedió todo, nuestra abuela paterna terminó de criarnos, pero cuando cumplimos veinte años nos dejó, de eso hace ya cuatro años.
Estas desgracias que pasaron en nuestras vidas solo sirvieron para hacernos más fuertes y unidos, fueron momentos difíciles, pero decidimos aferrarnos a los momentos felices que vivimos con ellos y con el tiempo el dolor se alivió, aún los extraño pero sé que ellos querían que fuéramos felices y siguiéramos nuestras vidas, luchando por nuestros sueños.
- Trabajaré directamente con el doctor Cooper.
- ¿El dueño del hospital? - He oído hablar mucho de él, dicen que es el mejor cirujano del país.
- Sí - Confirmo - Es maravilloso, estoy seguro de que este trabajo será mi pasaporte para entrar en el mercado y hacerme un nombre.
- ¿Lo conoces?
- Sólo por foto - me encojo de hombros - Vengan a ver - tomo mi libreta y busco a Vicente Cooper en G****e.
- Dios mío señora de los cachondos - dice mi hermano cuando le doy la vuelta al cuaderno - Qué hombre más guapo.
- Limpia esa baba de ahí - digo riendo.
- Este hombre es una tentación andante - dice ella sin apartar la mirada - ¿Es heterosexual? - pregunta - Que la respuesta sea no - susurra.
- Sí - me río de su cara de decepción - A veces algunos sitios de cotilleo le pillan con alguna mujer, y detalle, nunca es la misma mujer, pero todo se calla muy bien para no comprometer la imagen del hospital.
- Aun así, está muy bueno - dice, sacudiéndose - pensé que tendría una oportunidad.
- Apaga ese fuego, no es todo eso.
- Lo es todo y más - me agarra la cabeza y la acerca a la pantalla del portátil - Si dices que este hombre no es un dios de la belleza estás loco.
Pongo los ojos en blanco y miro detenidamente la foto, desde luego el doctor Vincent Cooper es un hombre muy guapo, pero no lo diré en voz alta para que lo oiga mi hermano. La piel clara, el pelo castaño claro casi rubio, los ojos verdes y la barba fina le dan un aspecto sexy de alguien que sabe el efecto que causa en las mujeres e incluso en cierta masa masculina, como mi hermano. Hay algo en este hombre que me intriga, siento una sensación diferente al ver su foto, algo que aún no puedo explicar.
- Ahora es mi jefe -alejo su mano de mi cabeza-, no puedo mirarlo así.
- Yo también voy a ir a la facultad de medicina, sólo para ver este colirio todos los días - dice sacudiéndose.
- Tú no existes - me río.
- Eres una chica con suerte, traviesa, pero dejemos a tu sexy jefe - se levanta - Vamos a celebrarlo, mi hermanita por fin hace realidad un sueño.
Tone y yo decidimos seguir viviendo juntos después de que nuestra abuela se fuera, no para ahorrar dinero sino por amor, estamos los dos solos en el mundo y es por momentos como estos que agradezco tener un hermano, no sé qué sería de mí sin él.
Hemos creado una regla para la buena convivencia, que es nunca y bajo ningún concepto traer un amante a nuestra casa, sólo si esa persona es importante y merece la pena, en mi caso siempre son unos besos, todavía no me he entregado a un hombre, no por religión ni nada parecido, es que nadie ha despertado mi interés. A diferencia de Antone, cuando las cosas se ponen calientes se lleva a su amante a algún motel caro de la ciudad.
- Mientras me exfoliaba la piel de melocotón pensé -hace una pausa sólo para irritarme y pongo los ojos en blanco- que podríamos mudarnos a un piso o a una casa, si lo prefieres, que esté cerca de tu trabajo.
- Me parece una gran idea - respondo con alegría.
- Podemos empezar a buscar una casa.
- Podría ser un piso -digo pensativo.
- Me parece bien - dice, cogiendo su teléfono móvil - ya estoy en contacto con un agente inmobiliario.
Vicente Cooper.Llego al hospital el lunes con una extraña ansiedad, me pasé todo el fin de semana agonizando para que el lunes llegara lo antes posible, quizás se deba a que hoy no estaré metido dentro de esta oficina, trabajaré en lo que realmente me gusta.- Buenos días, Dr. Cooper - dice Émile entrando en mi habitación y alargando la cabeza - El Dr. Ross ha llegado, ¿puedo pedirle que pase?- ¿Dr. Ross?- Angelica Ross, la nueva asistente - aclara y entonces recuerdo el nombre del ángel, casi sonrío.- Ah sí, puede pedirle que pase por favor.- El doctor Ross ha estado muy bien, Émile - Oigo una voz suave que viene de fuera - Llámame así más a menudo, me siento muy poderoso - pregunta la voz y luego oigo risas.Enderezo mi postura cuando oigo llamar a la puerta y la dejo pasar, cuando Angélica
Vicente Cooper.La doctora Angélica es realmente una profesional sin precedentes, sin duda fue una excelente contratación, salvo la parte que se mete con mis sentidos, trabajar con ella es muy bueno.Hacía preguntas muy inteligentes, tenía respuestas rápidas a las preguntas que le lanzaba en la sala de reuniones, era siempre puntual y carismática con todos los que la rodeaban. Sobre todo conmigo, fue muy amable y eso levantó murmullos entre nuestros compañeros, he oído que están apostando sobre cuándo seré ignorante con ella y que esta amabilidad se acabará.Sé que me he convertido en un hombre frío y cerrado, no me gusta hablar con nadie en la esquina, especialmente con los médicos y las enfermeras de aquí. Se olvidan de que soy el jefe y a veces son inoportunos, nunca me involucré con ningún compañero para no
Angelica Ross.Llego a la sala de descanso de los médicos con la respiración acelerada, me dirijo apresuradamente a la fuente de agua y lleno un vaso con agua y me giro de inmediato casi ahogándome con el líquido.- Angélica, ¿qué haces todavía aquí? - pregunta Vicente al entrar en la sala - Te estaba buscando, eres el único que falta en la sala de reuniones.- ¿Puede darme unos minutos, por favor? - Pregunto, con las manos sudadas de frío y el corazón palpitante.- ¿Te sientes mal? Estás pálido - dice preocupado, y yo me siento en la silla más cercana, sin tener el valor de explicar lo que realmente estaba pasando.- ¿Puedes traerme más agua? - pregunto, entregándole el vaso.- Parece que te vas a desmayar en cualquier momento -comenta mientras camina para hacer lo que le pedí-, explícame qué sientes.¡No es cierto! - Creo.- Sólo necesito algo de tiempo -digo y respiro profundamente.- Te daré ese tiempo, pero me estoy preocupando mucho - confiesa -te estás congelando - dice después
Vicente Cooper.Angélica entró en la sala de descanso justo cuando yo golpeaba el bolígrafo en mi cabeza con impaciencia. Estaba agonizando, frustrado y descontento por la falta de proactividad en la cirugía que se produjo ayer fuera de mi turno.Me paseé de un lado a otro mirando al equipo que no logró realizar la operación, Angélica se sentó en una silla un poco apartada y nos observó. Nícolas, el cirujano a cargo del equipo, me dijo que había decidido poner al paciente en observación.- Una decisión equivocada que tomemos puede comprometer mucho la vida de alguien -lo digo en serio- y no hacer nada es la peor decisión que puede tomar un médico. Ahora ya estoy desbordado de trabajo y tendré que encajar a este paciente que ni siquiera era mío.- Lo siento, señor - dice.- Sentirlo no salvará la vida del paciente - digo - Te vienes conmigo - te advierto.- Sí, señor.- Le echaré un vistazo a tu horario y lo ajustaré al mío para las próximas semanas -le miro fijamente esperando que se
Vicente Cooper.Entro en la habitación donde está Angélica después de mirar toda la información de la historia clínica que he recibido para informarme de su estado.- ¿Le han dado alguna medicina, suero? - le pregunto a la enfermera que está a su lado.- Sí, señor. Se desmayó por un momento pero volvió rápidamente, y todavía tiene muchas náuseas y vomita mucho.- ¿Qué estás poniendo ahí? - Pregunto valorando.- Sólo le estoy cambiando la vía, señor -responde, miro a Ángel tumbado en la cama del hospital con la cara pálida y me provoca un dolor en el pecho.La enfermera salió de la habitación dejándonos solos, me acerqué aún más y comencé a estudiar cada parte de su delicado y pálido rostro. No me gustó nada verla en ese estado, sufriendo, sentí una angustia que me dejó sin aliento.- Vincent, no quiero vomitar delante de ti - dice con voz ronca - por favor, vete - pide.- Cálmate -digo sonriendo- voy a aumentar la dosis de la medicina y pronto estarás bien de nuevo.- Tengo mucho frío
Angelica Ross.Me tiro en el sofá de mi salón y respiro profundamente después de otra sesión de vómitos, he echado tanto líquido que me temo que no me queda ni el uno por ciento de agua en el cuerpo.Mi hermano pidió dos días libres sólo para cuidar de mí, estaba muy molesto porque había ido al hospital sintiéndose mal y no se lo había dicho.Pero este malestar me sirvió para tener una concepción diferente de Vicente, cuando lo vi todo nervioso y preocupado por mi salud me sentí muy querido y protegido. Me gustaba saber que se preocupaba por mí.Han pasado cuarenta y ocho horas desde que se fue y ya estoy angustiada y le echo de menos. Echando de menos su olor a madera, su mal humor por las mañanas, sus quejas y órdenes.Me pasé todo el día cotilleando con mi hermano y comiendo, creo que engordé unos diez kilos en las últimas horas. Pero ahora que Tone necesitaba salir para resolver un problema urgente en el trabajo me di cuenta de que mi angustia no es una cuestión de soledad, quería
Angelica Ross.Apago rápidamente mi cámara y miro fijamente a la mujer rubia de ojos castaños frente a la cámara del móvil de Vicente. Corro al baño con la mano sobre la boca y tiro toda la merienda cuando la veo sólo con ropa interior e imagino lo que está a punto de suceder en esa habitación.Tras una sesión más de descarga, me levanto del frío suelo y me cepillo los dientes, sintiendo que me arde la garganta vuelvo al sofá y me siento frente a la escena que se desarrolla en la pantalla de mi móvil.- ¿Qué haces jugando con mi teléfono? - Oigo su voz gruesa - No toques mis cosas, eres demasiado curiosa - la regaña.- Sólo quería comprobar la hora.- ¿Tienes una cita? - pregunta impaciente.- Mi única cita de esta noche es sentarme en tu p.a.u. -dice tratando de ser sexy, lo que me provoca otra oleada de náuseas, pero esta vez puedo controlarlas.Deja su teléfono móvil frente a la cama, posiblemente apoyado en algo, puedo identificar la habitación del hotel en la que se aloja.Está t
Vicente Cooper.Llegué de mi viaje ayer a última hora de la tarde y me acosté muy temprano por el cansancio de las horas en el avión. Ella fue humilde y reconoció su error, se disculpó, yo también me disculpé por la forma grosera en que la traté y todo quedó aclarado.Con estos sucesos terminé por no llamar a mis padres y me dijeron unas cuantas cosas buenas esta mañana cuando vinieron a visitarme y a dejar a Toreto, mi perro San Bernardo que cuidan, porque en su mansión hay espacio para que mi amigo de cuatro patas corra y se divierta.Después de una sesión de sculacho me cobraron una visita, y me citaron para que me llevara a Toreto, alegando que soy un padre desnaturalizado, mira, yo padre de un perro, era justo lo que necesitaba.Termino de preparar mi almuerzo y echo de menos a mi perro, todo está demasiado tranquilo y él es demasiado grande y eléctrico para quedarse en este silencio. Cuando llego a mi habitación del ático oigo un fuerte grito de mujer, miro la puerta y está entr