Vicente Cooper.
- Doctor Cooper - oigo que mi secretaria me llama - he separado algunos currículos de las personas que entrevisté para que los analice.
- Puedes traerlos -respondo con un suspiro y se va.
Émile es mi secretaria desde hace más o menos cinco años, es muy competente y lo mejor de todo es que nunca ha intentado seducirme. Ese hecho la ha mantenido aquí durante todos estos años.
Me recuesto en mi cómodo sillón y respiro hondo y cansado, hay días que quería desaparecer y dormir durante días, pero el deber llama, porque ser el director general de uno de los mayores hospitales del país no es una tarea fácil. Sin contar que además de dirigir el hospital soy uno de los médicos jefes del centro quirúrgico, la medicina siempre ha sido mi mayor pasión, y para no dejar el hospital de mi familia en la estacada, asumí el papel de director general, pero esto me ha consumido mucho. Lo que me consuela es que pronto mi hermana podrá asumir este papel y entonces quedaré libre para centrarme sólo en la pasión por mi profesión, aunque ese calificativo es un eufemismo por mi parte.
"Sabes Vincent, has dejado que nuestro matrimonio caiga en la rutina, tu vida se reduce a ese maldito hospital donde debes follar con todas las empleadas, para luego volver a casa sin nada bueno. Brandon es diferente, me satisface".
La voz de mi ex mujer, seguía atormentando mis pensamientos sin descanso, incluso después de años de nuestra ruptura. Poco sabe ella, que nunca la traicionaría de la misma forma vergonzosa que ella lo hizo conmigo, por eso quiero distancia de las relaciones, sólo sirven para destruirnos.
Confié en la persona equivocada y acabé muy mal en la vida, me traicionaron, me humillaron, me desairaron de la peor manera posible. A partir de esta experiencia decidí salir con mujeres al azar. El hecho de no salir nunca con la misma persona me ha permitido distanciarme de posibles relaciones futuras.
Sacudí la cabeza tratando de alejar la imagen de esa mujer vulgar que destruyó mi vida durante un tiempo.
- Puedes entrar, Émile - autorizo cuando oigo que llaman a la puerta.
- Aquí tiene, señor - me entrega una carpeta con varios currículos dentro, "estos eran los más cualificados de todos los que entrevisté - se sienta frente a mí.
- Gracias, se lo agradezco.
Evalúo a fondo el CV de cada uno, todos están bien cualificados. Al repasar uno de los currículos, me llama la atención un nombre. Se ha graduado recientemente con unas notas encomiables, y su currículum es bastante completo a pesar de su corta edad.
- Angélica Ross - Pronuncio su nombre y algo en mí se ilumina.
- Fue todo un descubrimiento en esta selección - comenta Émile - Sin duda, una chica especial.
- Cuando dices especial, ¿te refieres a que tiene alguna dificultad neurológica o física? - Pregunto.
- No, señor - termina riendo - Lo siento - se recompone - Es una joven encantadora y muy inteligente. Me ha gustado su ligereza, por no hablar de su gran currículum: responde con tranquilidad.
- Contrátala -digo y Émile se sobresalta- la quiero aquí el lunes -le advierto, devolviéndole la carpeta.
- Sí, señor -responde ella y se marcha a toda prisa.
Teniendo en cuenta que hoy es miércoles, mi secretaria tiene dos días para resolver todos los trámites legales. Vuelvo a recordar el nombre, algo en ese nombre angelical me llama la atención, una curiosidad por saber si el rostro es tan angelical como el nombre, se apodera de mi ser.
Decido terminar la jornada laboral antes de tiempo.
- Hasta mañana, Émile - digo, y me voy sin esperar su respuesta.
Conduzco tranquilamente por las calles hacia mi piso, ignorando las ganas de salir a algún bar en busca de una mujer para esta noche, estoy realmente cansado.
Entro en mi piso y veo un movimiento extraño en dirección a la cocina, sólo puede ser alguien de mi familia, porque mis empleados sólo vienen una vez a la semana a limpiar la casa, lavar la ropa y hacer algo de comida, y durante los demás días me las arreglo.
- ¿Qué demonios estás haciendo aquí? - Pregunto al intruso que tiene mi nevera abierta.
- Oh, qué susto -se sobresalta con la mano sobre el corazón tratando de controlar su respiración.
- No pensaste que sería un intruso, ¿verdad? - Pregunto y ella no responde - Este edificio es muy seguro, no hay forma de entrar.
- Aun así, me has asustado - me da un puñetazo en el brazo sin que le duela.
- Y no me contestaste - tomo una botella de agua y me sirvo.
- Vaya, este amor fraternal tuyo es tan conmovedor - murmura - He venido a visitar a mi hermano favorito.
- Soy su único hermano.
- Mero detalle -se burla-, he venido a visitarte porque te echaba de menos.
- Dime otra, Hanna.
- Hace días que no te veo - dice, fingiendo melancolía.
- Nos vimos el domingo - le recuerdo.
- Vicente, eres un pesado -murmura y se cruza de brazos mirándome- no quería quedarme en casa, ¿qué tal una fiesta? - Conozco un gran club.
- Chica, hoy es miércoles - digo exaltado, "deberías tener más responsabilidades, ¿así es como vas a actuar cuando te hagas cargo del hospital? - Yo pregunto.
- Nunca he cuestionado tu capacidad -responde enfadado-, sólo tengo un mal día.
- ¿Qué pasó para tener un mal día, hermanita? - Pregunto preocupado.
- Descubrí que Sion me engañaba - habla con los ojos llenos de lágrimas y eso me rompe el corazón - Peor aún, me engañaba con mi mejor amiga, fue horrible - su voz se entrecorta.
Siento que una rabia insana se apodera de mi cuerpo, si este tipo apareciera frente a mí ahora mismo sería capaz de golpearlo hasta dejarlo en coma.
- Oye, cálmate - la atraigo hacia mis brazos - Todo va a estar bien - le beso la parte superior de la cabeza.
- Quizá si me hubiera acostado con él, esto no habría ocurrido - dice con un resoplido.
- Mírame -la alejo de mi cuerpo y sostengo su cara entre mis manos-, no vuelvas a decir eso, no tienes que cambiar tu forma de ser y mucho menos hacer algo que no quieres hacer sólo para complacer a otra persona.
- Pero los hombres tienen necesidades -intenta argumentar.
- Prométeme que bajo ninguna circunstancia harás algo solo porque la otra persona quiere que lo hagas -le pregunto y ella me mira sin responder- Prométeme, Hanna -exijo.
- Te lo prometo, Vince -se da la vuelta y se seca las lágrimas-. Soy Hanna Cooper, no le daré a nadie el poder de sacudirme -respira profundamente-. Gracias, hermano. Prometo que cuando alguien me haga daño, no tomaré ninguna decisión intrascendente.
- Se lo agradezco - hablo con más calma.
- Si no hubiera venido aquí, ahora estaría en algún club nocturno - dice pensativa, y siento que mi corazón deja de latir.
- ¿Acostarse con hombres desconocidos?
- ¿Cuál es el problema? - Pregunta - Te has convertido en la depravada de sus novias de lujo.
- Es diferente: me defiendo.
- ¿Cómo de diferente? - Se cruza de brazos - Habla con todas las verdades, nunca sales con la misma mujer, ya debes haber cogido media ciudad, si no toda. Pero no te preocupes hermano, cuando ocurra te lo diré - dice tranquilamente.
- Despedida.
Angelica Ross.Llego a casa feliz de la vida después de firmar un contrato para trabajar en el mejor hospital del país, para un recién licenciado esto es todo un logro. Gracias a la herencia que recibimos mi hermano y yo tras la muerte de nuestros padres, pude dedicarme por completo a mis estudios sin tener que trabajar, consiguiendo graduarme con unas notas encomiables.Yo me licencié en Medicina, uno de mis mayores sueños, y mi hermano se licenció en Ingeniería, pero tiene un gran talento para las inversiones en bolsa, aprendido de nuestro padre.Volviendo a mí, no sólo quería tener un título, quería trabajar en el mejor hospital que existe, no puedo creer que todo esté funcionando tan bien en mi vida.- Ángel, estoy en casa -oigo gritar a mi hermano y corro hacia la habitación.- Tone -llamo su atención- soy más nu
Vicente Cooper.Llego al hospital el lunes con una extraña ansiedad, me pasé todo el fin de semana agonizando para que el lunes llegara lo antes posible, quizás se deba a que hoy no estaré metido dentro de esta oficina, trabajaré en lo que realmente me gusta.- Buenos días, Dr. Cooper - dice Émile entrando en mi habitación y alargando la cabeza - El Dr. Ross ha llegado, ¿puedo pedirle que pase?- ¿Dr. Ross?- Angelica Ross, la nueva asistente - aclara y entonces recuerdo el nombre del ángel, casi sonrío.- Ah sí, puede pedirle que pase por favor.- El doctor Ross ha estado muy bien, Émile - Oigo una voz suave que viene de fuera - Llámame así más a menudo, me siento muy poderoso - pregunta la voz y luego oigo risas.Enderezo mi postura cuando oigo llamar a la puerta y la dejo pasar, cuando Angélica
Vicente Cooper.La doctora Angélica es realmente una profesional sin precedentes, sin duda fue una excelente contratación, salvo la parte que se mete con mis sentidos, trabajar con ella es muy bueno.Hacía preguntas muy inteligentes, tenía respuestas rápidas a las preguntas que le lanzaba en la sala de reuniones, era siempre puntual y carismática con todos los que la rodeaban. Sobre todo conmigo, fue muy amable y eso levantó murmullos entre nuestros compañeros, he oído que están apostando sobre cuándo seré ignorante con ella y que esta amabilidad se acabará.Sé que me he convertido en un hombre frío y cerrado, no me gusta hablar con nadie en la esquina, especialmente con los médicos y las enfermeras de aquí. Se olvidan de que soy el jefe y a veces son inoportunos, nunca me involucré con ningún compañero para no
Angelica Ross.Llego a la sala de descanso de los médicos con la respiración acelerada, me dirijo apresuradamente a la fuente de agua y lleno un vaso con agua y me giro de inmediato casi ahogándome con el líquido.- Angélica, ¿qué haces todavía aquí? - pregunta Vicente al entrar en la sala - Te estaba buscando, eres el único que falta en la sala de reuniones.- ¿Puede darme unos minutos, por favor? - Pregunto, con las manos sudadas de frío y el corazón palpitante.- ¿Te sientes mal? Estás pálido - dice preocupado, y yo me siento en la silla más cercana, sin tener el valor de explicar lo que realmente estaba pasando.- ¿Puedes traerme más agua? - pregunto, entregándole el vaso.- Parece que te vas a desmayar en cualquier momento -comenta mientras camina para hacer lo que le pedí-, explícame qué sientes.¡No es cierto! - Creo.- Sólo necesito algo de tiempo -digo y respiro profundamente.- Te daré ese tiempo, pero me estoy preocupando mucho - confiesa -te estás congelando - dice después
Vicente Cooper.Angélica entró en la sala de descanso justo cuando yo golpeaba el bolígrafo en mi cabeza con impaciencia. Estaba agonizando, frustrado y descontento por la falta de proactividad en la cirugía que se produjo ayer fuera de mi turno.Me paseé de un lado a otro mirando al equipo que no logró realizar la operación, Angélica se sentó en una silla un poco apartada y nos observó. Nícolas, el cirujano a cargo del equipo, me dijo que había decidido poner al paciente en observación.- Una decisión equivocada que tomemos puede comprometer mucho la vida de alguien -lo digo en serio- y no hacer nada es la peor decisión que puede tomar un médico. Ahora ya estoy desbordado de trabajo y tendré que encajar a este paciente que ni siquiera era mío.- Lo siento, señor - dice.- Sentirlo no salvará la vida del paciente - digo - Te vienes conmigo - te advierto.- Sí, señor.- Le echaré un vistazo a tu horario y lo ajustaré al mío para las próximas semanas -le miro fijamente esperando que se
Vicente Cooper.Entro en la habitación donde está Angélica después de mirar toda la información de la historia clínica que he recibido para informarme de su estado.- ¿Le han dado alguna medicina, suero? - le pregunto a la enfermera que está a su lado.- Sí, señor. Se desmayó por un momento pero volvió rápidamente, y todavía tiene muchas náuseas y vomita mucho.- ¿Qué estás poniendo ahí? - Pregunto valorando.- Sólo le estoy cambiando la vía, señor -responde, miro a Ángel tumbado en la cama del hospital con la cara pálida y me provoca un dolor en el pecho.La enfermera salió de la habitación dejándonos solos, me acerqué aún más y comencé a estudiar cada parte de su delicado y pálido rostro. No me gustó nada verla en ese estado, sufriendo, sentí una angustia que me dejó sin aliento.- Vincent, no quiero vomitar delante de ti - dice con voz ronca - por favor, vete - pide.- Cálmate -digo sonriendo- voy a aumentar la dosis de la medicina y pronto estarás bien de nuevo.- Tengo mucho frío
Angelica Ross.Me tiro en el sofá de mi salón y respiro profundamente después de otra sesión de vómitos, he echado tanto líquido que me temo que no me queda ni el uno por ciento de agua en el cuerpo.Mi hermano pidió dos días libres sólo para cuidar de mí, estaba muy molesto porque había ido al hospital sintiéndose mal y no se lo había dicho.Pero este malestar me sirvió para tener una concepción diferente de Vicente, cuando lo vi todo nervioso y preocupado por mi salud me sentí muy querido y protegido. Me gustaba saber que se preocupaba por mí.Han pasado cuarenta y ocho horas desde que se fue y ya estoy angustiada y le echo de menos. Echando de menos su olor a madera, su mal humor por las mañanas, sus quejas y órdenes.Me pasé todo el día cotilleando con mi hermano y comiendo, creo que engordé unos diez kilos en las últimas horas. Pero ahora que Tone necesitaba salir para resolver un problema urgente en el trabajo me di cuenta de que mi angustia no es una cuestión de soledad, quería
Angelica Ross.Apago rápidamente mi cámara y miro fijamente a la mujer rubia de ojos castaños frente a la cámara del móvil de Vicente. Corro al baño con la mano sobre la boca y tiro toda la merienda cuando la veo sólo con ropa interior e imagino lo que está a punto de suceder en esa habitación.Tras una sesión más de descarga, me levanto del frío suelo y me cepillo los dientes, sintiendo que me arde la garganta vuelvo al sofá y me siento frente a la escena que se desarrolla en la pantalla de mi móvil.- ¿Qué haces jugando con mi teléfono? - Oigo su voz gruesa - No toques mis cosas, eres demasiado curiosa - la regaña.- Sólo quería comprobar la hora.- ¿Tienes una cita? - pregunta impaciente.- Mi única cita de esta noche es sentarme en tu p.a.u. -dice tratando de ser sexy, lo que me provoca otra oleada de náuseas, pero esta vez puedo controlarlas.Deja su teléfono móvil frente a la cama, posiblemente apoyado en algo, puedo identificar la habitación del hotel en la que se aloja.Está t