Un mes después, todo había regresado a la normalidad en lo que cabía, obviamente. Jane y yo nos mudamos a Westwood para estudiar arquitectura en la Universidad de California, y alquilamos un departamento pequeño pero no muy lejos de la universidad.
Tratábamos de conseguir trabajos de medio tiempo pero ningún lugar nos aceptaba, sin embargo las cosas iban relativamente bien, no había vuelto a saber sobre el "imbécil rompe himen" cómo decidí llamarlo y esperaba que así fuera por un muy largo rato.
"Booty" empezó a sonar trayéndome a la realidad nuevamente, reconociendo ante mis ojos el campus de la universidad.
Jane miró mi celular curiosa.
— ¿Hola? —contesté—.
— Buenas tardes ¿Hablo con la señorita Grace Davis?
— Sí, soy yo
— Reciba un saludo cordial del departamento de inmigración de los Estados Unidos de Norteamérica, el motivo de nuestra llamada es para informarle que necesitamos que se haga presente en las oficinas de Los Ángeles el día viernes a las tres de la tarde.
— ¿Qué? Pero, ¿Por qué? —pregunté confundida—. Nací en Estados Unidos, creo que se están confundiendo.
— No lo creo señorita Grace, usted consta dentro del sistema por lo cual necesitamos validar datos de su matrimonio —unos ruidos a través de la línea se hicieron presentes y la chica que hablaba por la línea intentó tapar la bocina para que no la oyera—. Sí, ya tenía hambre, espera a que termine con esta llamada.
» Entonces, contamos con su puntualidad. Gracias por su atención
— ¡Espere! —colgó dejándome más confundida y con la palabra en la boca—.
¿Qué rayos había pasado? Unas arrugas aparecieron en mi frente ante la confusión, en primer lugar yo no estaba casada, ni siquiera tenía novio ¡Ni uno imaginario!
— ¿Quién era? —preguntó Jane—.
— Te cuento de camino a clases —miré mi reloj—.
Faltaban diez minutos para la siguiente clase, me paré y ayudé a Jane a levantarse del pasto empezando a contarle la situación.
— Que loco, lo más seguro es que todo sea un error.
— Probablemente, de todas formas tengo que ir a averiguar qué sucede pero me preocupa tener que faltar a clases.
— Uhm sí, ¡que mala suerte! —rodó los ojos—. Sólo tú podrías preocuparte por faltar un día a la universidad.
Alcé los hombros, odiaba atrasarme en las materias y tener que revisarlas en casa. Saqué los materiales de mi casillero con una mueca al notar que la siguiente clase era de historia, enserio detestaba esa materia.
— Sé que no es el momento pero tengo que confesarte algo —Jane unió sus dedos índices como siempre lo hacía cuando se ponía nerviosa—. Me gusta alguien.
Giré los ojos.
— Avísame cuando no te guste nadie, eso sí me sorprendería —la aparté del camino—.
Comencé a caminar antes de ganarme un buen golpe, aunque no fui tan rápida ya que no pude librarme.
Auch.
— Eres demasiado cruel conmigo, en esta ocasión lo estoy diciendo de verdad.
— Si, es como la enésima vez que dices eso.
Jane era de las chicas que se enamoraban rápidamente, tenía millones de crushes.
Sus manos se posaron en mis hombros parando mi caminata. Me miró a los ojos decidida.
— Grace, esta vez es enserio —dijo—. Él. Realmente. Me. Gusta.
— Probablemente te estoy creyendo —crucé los brazos—. Cuéntamelo todo con lujo de detalles para poder entenderte —empecé a caminar nuevamente— ¿Quién es?
— Es el chico que conocimos en Las Vegas.
— Corrección, que tú conociste, yo simplemente no recuerdo nada.
— Ya, y si no te acuerdas no pasó.
— Pero a ver si entendí, ¿Qué pasó con lo de "Si pisi in Lis Vigis si quidi in Lis Vigis"?—dije haciendo comillas con los dedos—.
— Grace a veces hay que aceptar que para cada regla existe una excepción, y él es la mía. Simplemente me encanta.
Le dí una sonrisa en la que no fui realmente sincera, no me malinterpreten, enserio me alegraba mucho la idea de que mi amiga "siente cabeza" pero aquel chico era amigo del imbécil que me quitó la virginidad, y lo que menos quería era encontrarme con él, al menos no en los próximos uno, dos o cincuenta años siguientes.
Que cobarde era.
— Pero, ¿dónde vive él?
— ¡En nuestra ciudad! ¿No es maravilloso? Creo que es el destino.
Y es que cuando ella se enamoraba Lo hacía con todas las letras de esa palabra. Era algo así como una romántica empedernida.
— Estoy feliz por ti, pero hay algo que me preocupa
— ¿El misterioso hombre con el que amaneciste desnuda?
— Bueno —dije incómoda por como algunos nos quedaron mirando—.
— No creo que deberías preocuparte por eso, además ¿Es guapo, no? No creo que esté mal otra ronda de —la golpeé haciendo que se calle—.
— ¡Jane! Eres tan imprudente
— Hablas como una virgen —dijo después de rodar los ojos—.
Comenzó a reírse y corrió a su siguiente clase.
Estúpida mejor amiga.
Abroché el botón superior de mi camisa por milésima vez en el día al notar como el hombre de la entrada se detenía a ver mis senos sobre el encaje negro del sostén que llevaba aquel día.
Estúpido botón, siempre pasaba eso con esta camisa. Pero no tenía nada más formal para venir aquí.
Mis ojos pasaron por el recibidor del gran edificio, tratando de distraerme al notar los detalles de cada zona sin evitar pensar en los cambios que le haría al lugar si yo hubiera sido la encargada del diseño, se veía bien pero podía ser mejor.
Me acerqué a una mujer rubia que estaba detrás de un mesón de granito negro bastante elegante.
— Buenas tardes ¿En qué la puedo ayudar?
— Soy Grace Davis, recibí una llamada de inmigración.
— Oh sí, el señor Schmidt la está esperando en su despacho, es en el tercer piso, la segunda puerta de lado izquierdo.
— Gracias.
Entré al ascensor con tres personas más. Durante un silencio incómodo subí hasta el tercer piso, cuando encontré la puerta toqué un poco indecisa, debía arreglar este problema ahora.
— Pase por favor —la puerta se abrió—.
Ingresé al amplio lugar encontrándome de frente con un señor de no más de cincuenta años.
— Bienvenida señorita Davis, el señor Clarke, su esposo, ya está aquí.
Tomé su mano saludándolo.
— Creo que se está confun —al hacerse a un lado para dejarme pasar me encontré con unos ojos miel mirándome fijamente—.
Un poco más y mis ojos casi abandonan mi cara.
No.
Dios, no.
No podía ser el imbécil rompe himen.
Mentalmente comencé a golpear mi cabeza contra la pared.
¡Que suerte la mía! Entre tantos hombres, tenía que encontrarme con él.
— Hola, cariño.
— A ver si entendí Tú Eres un inmigrante ilegal— ¡No!— ¿Entonces?Recosté mi cabeza sobre la fría mesa tratando de ubicarme en tiempo y espacio.Luego de verlo había colapsado, sin duda la situación era un poco exagerada pero gracias al cielo el señor Schmidt pudo sostenerme a tiempo, en sus brazos pude abrir mis ojos pero aún la debilidad amenazaba con llevarme, así que decidieron que sería mejor que el imbécil guapo me llevara a la cafetería para que pudiera ingerir algo dulce y me recupere.— Escucha, tienes que ayudarme.— ¿Y yo por qué? —dije acomodándome en mi lugar y fijando mis ojos en los suyos—.Su mirada bajó a mi pecho y se relamió los labios.— Porque eres mi esposa.— No soy tu esposa —fruncí mis cejas y me di cuenta qué era lo que observaba con tanto deleite—. ¡Y deja de verme los senos, maldito pervertido! —abroché nuevamente el botón—.— ¡Si lo eres! —gritó en susurros, como si eso fuese posible—. Te lo dije aquel día cuando saliste corriendo de mi habitación; y es
— ¿Por qué?— He vendido el edificio, yo ya estoy muy viejo para estas cosas, así que sólo tomaré el dinero y me iré en unas vacaciones muy largas con mi Margie; el nuevo dueño quiere construir un edificio mucho más moderno.Hice una mueca, el edificio no era muy nuevo pero tampoco se caía a pedazos, a veces.Pese a esto era lo suficiente para poder vivir, además de que era el único lugar dentro de nuestras posibilidades económicas, nuestros ahorros de la adolescencia sólo nos alcanzarían para otro mes más en otro lugar. Habíamos intentado buscar trabajo y la respuesta simplemente no llegaba.— Lo siento chicas, sólo tienen hasta el fin de mes para desalojar éste lugar, fue un gusto conocerlas.— Igualmente Bill.Luego de un abrazo de despedida llevamos al señor Peterson hasta la salida.— ¿Qué vamos a hacer Grace?— Pues empacar y buscar otro lugar.— No tenemos dinero.— Tenemos que conseguir un trabajo.— Lo hemos intentado por un mes entero y ningún lugar nos acepta.Luego de un s
Mientras entraba nuevamente al gran edificio no pude evitar recordar aquella clase de ciencias naturales donde nos enseñaron las relaciones entre dos individuos, pensé en el imbécil desposa borrachas y en mí como una relación de simbiosis donde cada uno hacía algo que nos beneficiaba a ambos.Tomé las escaleras para alargar mi camino, las ganas de dar marcha atrás aumentaban con cada peldaño que subía pero comencé a recordar por qué estaba aquí para darme ánimos.— Vamos Grace, necesitamos el dinero, serán sólo dos meses.Repetí aquella frase de Jane cómo un mantra hasta que llegué a la puerta del despacho del señor Schmidt.Alcé mi mano aún indecisa.Tú puedes hacerlo Grace.Sólo entras y finges mirarlo con amor.Sólo serán dos meses y podrás divorciarte.Suspiré para finalmente tocar la madera. La puerta se abrió mostrándome nuevamente al señor Schmidt, esta vez pude notar lo apuesto que era, seguramente debió ser un rompecorazones durante tu juventud.— Señorita Davis, la estábamos
Salí del edificio acompañada por el imbécil desposa borrachas, mis pies iban lo más rápido que podían en este momento.— Cariño, no tan rápido —me sujetó del brazo haciendo que detenga mi caminata—.— Primero, no me llames cariño, y dos, sólo quiero alejarme de ti —me solté—. Me he metido en un gran problema gracias a ti.— Hey, tranquilízate un poco, Grace.¿Por qué sentía que ya había pasado por esto?— ¿Cómo puedes si quiera pedirme que me tranquilice? Puedo ir a la cárcel y a parte pagar una deuda de ¡Ni siquiera tengo dinero!— Amor —me tomó de ambos brazos—. Trata de relajarte un poco, vamos a hacerlo bien, ¿de acuerdo? Podemos fingir por dos meses, te prometo que todo va a salir excelente, conseguiré lo que quiero, nos divorciaremos y hasta te pagaré por tus servicios. Sentí náuseas al escuchar la última parte, mi mente empezaba a sentirse sucia.Eso era esto ¿Un servicio?— No —dije—. Tú tendrás que hacer algo por mí si quieres que todo esto salga bien.— Lo que sea necesario
El viernes había llegado más rápido de lo que había creído y por un lado estaba agradecida de que así fuera, había tenido una semana muy pesada, el tema del matrimonio falso, la búsqueda de otro lugar para vivir, la mudanza y la universidad me había dejado muy agotada y lo único que necesitaba era ir a la playa, extrañaba vivir en Long Beach con mi familia y ver el atardecer sentada en mi roca favorita o leer un libro con la brisa del mar en mi rostro.Un golpe en mi cabeza me hizo reaccionar. ¡Auch!El balón de volley cayó al piso marcando punto para el equipo contrario, estábamos empate.- Señorita Davis, ponga más atención al partido por favor.- Sí, sí, lo siento.Apoyé mis manos en las rodillas intentando concentrarme en el balón que rebotaba entre mano y mano. Había tomado el curso de voleibol porque me recordaba viejos tiempos en la playa.Aproveché el pase alto que me dió mi compañera y rematé al equipo contrario enviando el balón directo a tocar el piso.- ¡Bien, Grace! -me
— No mi amor, no estoy con nadie más —explicó por décima vez—. Ella sólo estaba bromeando ¿No es así, Grace?— No, no es así.Rodé los ojos cansada, Clarke sólo se limitaba a reírse de la situación. Había puesto en un muy buen aprieto a mi mejor amiga pero se lo merecía por traidora.— Eres mala cariño.Sentí el aliento de Clarke en mi cuello y no pude evitar estremecerme, había algo en este hombre que hacía que cualquier movimiento o palabra que provenga de él te resulte malditamente provocadora.— Y eso me encanta —siguió—.Me atreví a mirarlo, sin embargo él estaba distraído con la escena de la parejita. Sus ojos mieles reflejaban sus largas pestañas haciendo imposible no deslumbrarse con algo tan simple como eso.Loca. Me estaba volviendo loca.— Pero amor, ya te lo dije, Grace sólo lo hizo para vengarse.— ¿Por qué simplemente no aceptas que tienes a otro y ya? Sólo dime que ya no me quieres y se acabó.Drama King.— No, nada de eso mi Tomtito.No pude evitar reírme por el tonto
Rodé los ojos fastidiada, Clarke sabía cómo comprar a las personas y mis padres no eran la excepción, desde que le mencionó a mi papá que era ingeniero civil se habían metido en una profunda conversación sobre el mundo de la construcción, materiales, y edificios famosos.Mi padre no me había visto en un mes y prefería mil veces hablar con un desconocido que con su hija y estaba raramente enojada por eso. Me sentía como el extra de una película, estaba sentada en un sofá viendo cómo no paraban de hablar y sonreían cuando concordaban en algo. Se suponía que mi padre debía -mínimo- echarlo de la casa.Se supone que es el novio de tu hija ¡Dios!.Suspiré y me encaminé a la cocina, buscando algo qué hacer mientras la conversación incesante de aquellos hombres llegará algún día a su fin.— ¿Puedo ayudarte en algo, mamá?Mi mamá se secó las manos en su delantal y se acercó a mi con un rostro cálido, mi corazón saltó feliz porque realmente la había extrañado demasiado.— No cariño, tú sólo re
Miré las nubes negras realmente frustrada, mi suerte hoy iba de mal en peor. La lluvia había empezado a caer de manera incesante, las palmeras estaban a punto de ser arrancadas de raíz por el fuerte viento y las olas del mar estaban realmente alborotadas. Una tormenta se había acercado impidiendo que James pudiese ir a casa, mejor dicho, mi mamá impidió que se vaya, por mí no había problema.— Ya casi son las 6 de la tarde, cariño, es demasiado tarde y además el clima no es el mejor para que viajes, quédate.— No creo que sea lo mejor -—James me lanzó una mirada rápida, él sabía que esto no me agradaba en lo absoluto—.— No dejaré que te vayas en estas condiciones ¿bien?Sin más que decir él asintió aceptando la propuesta.— Dormirás en la habitación de Grace.— ¿Disculpa?Mi hermano y yo nos miramos fastidiados luego de decir la palabra al unísono. No, yo no iba a dormir con aquel dios griego, era demasiado para mi.— Bueno, no tengo esperanza de que sigas siendo virgen — habló mamá—