Las parpadeantes luces de colores brillantes y el volumen alto de la música que retumbaba en las paredes de aquel club incitaban a todos los que adentro se encontraban a mover sus cuerpos, frotándose, saltando y cantando. Unos más ebrios que otros danzaban sobre la barra, quitándose la ropa, otros estaban en una esquina teniendo relaciones sexuales con ropa como si no hubiese hoteles en esta ciudad. El olor del cigarrillo y otras drogas que no reconocía impregnaba todo el lugar.
Sí, la hermosa y perversa ciudad de Las Vegas.
— Vamos Grace, que hoy es nuestro día.
Seguí a Jane -mi mejor amiga- que se abría camino entre los cuerpos sudorosos, algunos aprovechándose y tocando más de la cuenta pues girarme a encararlos era prácticamente imposible cuando no sabía quién pudo haber sido. Cuando por fin pude llegar a la barra, Jane ya tenía en su poder dos vasos de no sé qué sustancia.
— Brindemos cariño porque por fin nos graduamos y además porque —alzó su vaso— lo que pasa en las Vegas
— Se queda en las Vegas — completé chocando los vasos para luego hacer un fondo limpio—.
El sonido de la ducha llegó a mis oídos, escuchar cada gota caer taladraba mi cabeza a cada segundo. La almohada amortiguó un poco el sonido, sin embargo, aún no era suficiente, me quejé e intenté sentarme en la cama.
Estúpida Jane Hill y sus duchas demasiado tempranas para mi gusto.
Mi mano fue a mi cabeza en el momento en el que el dolor se hizo más intenso.
Prometo nunca más volver a tomar como lo hice ayer.
El ruido se detuvo y esperé encontrar a Jane saliendo envuelta por su bata rosa chillón, pero eso no sucedió. Mis ojos veían algo completamente diferente.
¿Qué m****a me metí anoche? Ya empezaba a ver ángeles caídos.
— Veo que ya despertaste —dijo secándose el cabello con una toalla—.
— ¿Qué rayos haces aquí?
— Es mi departamento, querida. Si alguien está invadiendo propiedad privada, claramente, no soy yo —miré a mi alrededor fijándome que no estaba en mi habitación y lo miré nuevamente—.
Vamos Grace, no bajes tu mirada, no sigas ese camino que las gotas de agua recorren hasta perderse en la perfecta V al final de su abdomen.
— Entonces, ¿Qué rayos hago aquí? —replantée la pregunta—.
— Pues anoche bebiste demasiado, te lanzaste a mis brazos cuando pasé a tu lado y casualmente me pediste que te folle duro contra la pared. Claramente como todo un caballero primero te ofrecí un trago, bailamos un poco, fuimos a una capilla donde realizan matrimonios express y después de dar el "Sí, acepto" frente a ese hombre disfrazado de Elvis Presley, cumplí tu requerimiento y te follé duro contra la pared, exactamente esa que está ahí —señaló la pared a un lado de la puerta del baño—. Ya sabes, algo que pasa normalmente.
No me sorprendería tener la mandíbula dislocada en este momento, no podía creer todo lo que me había dicho. Parpadeé asimilando la situación.
— Esto tiene que ser una broma.
Me levanté tan rápido que un fuerte mareo se apoderó de mí, antes de que pudiera besar el suelo, aquel dios griego me tomó de la cintura, notando en ese momento que me encontraba como Dios me trajo al mundo.
Chillé y corrí al baño, las arcadas se apoderaron de mí y boté todo lo que había comido. Unas manos sostuvieron mi cabello.
— Vamos cariño, debes calmarte.
Jalé de la palanca y temblorosa me puse de pie.
— ¿Cómo demonios quieres que me calme? ¿Acaso eres estúpido? No vas por el mundo entregándole tu virginidad al primero que se te cruce y mucho menos contrayendo matrimonio Eres ¡Eres un oportunista!
— Guao, espera. ¿Oportunista yo? Te recuerdo que tú fuiste la que se lanzó a mis brazos.
— ¡Pero no para casarme contigo, imbécil!
Corrí a la habitación a buscar mi ropa, sólo encontré mi vestido y tacones. Maldije, a este punto no me importaba salir sin ropa interior.
— Relájate, fiera —me tomó del brazo jalándome hacia él—. Que carácter tan explosivo que cargas, sólo estaba bromeando.
Sentí mi cara enrojecer de coraje.
— ¡Eres un idiota! Me largo de aquí.
Con los zapatos en mano salí de aquella estúpida habitación. El enojo se estaba apoderando de mí, sin embargo, por otro lado, estaba la calma de saber que no estoy casada con un imbécil, guapo si, pero imbécil al fin.
Gimoteé al pensar que ya no era virgen ¿Qué opinaría mi mamá sobre esto? Por supuesto, no estaría orgullosa.
En el ascensor pude ponerme los zapatos, sintiéndome muy incómoda por ir sin nada debajo del diminuto vestido. Seguramente llevaba la peor pinta del mundo y por eso todos me miraban como si de un fenómeno se tratase.
¿Acaso nunca vieron a una mujer con resaca saliendo despavorida de un hotel?, creí que en Las Vegas era normal.
No sé si tomarlo como suerte o no, pero este lugar no quedaba muy lejos de donde Jane y yo estábamos hospedadas.
¡Jane!
Sin duda, mejor amiga que ella no existía, había dejado que me fuera con un completo desconocido.
Llegué en cuestión de minutos, toqué la puerta un millón de veces.
— ¡Mierda! ¿Quién jode tanto? ¿no ven que estoy con una puta resa?
— Sal de aquí, perra —la empujé entrando a la habitación—.
— ¿Uhm? Espera un minuto ¿Qué rayos te sucede?
— Y aún tienes el descaro de preguntar —rodé los ojos—. ¿Cómo fuiste capaz de dejarme ir con un desconocido?
— Para ser la que obtuvo el mejor puntaje en el colegio, eres realmente tonta. ¡Hello! Estamos en una ciudad desconocida.
Caminó hacia la mesa de noche y tomó unas aspirinas, le arrebaté una y me la tragué con un poco de agua.
— ¡Jane! A pesar de eso, sabes que no estuvo bien dejarme ir con cualquiera.
— Pero si aquel papasito fue muy amable, hasta nos invitó los siguientes tragos y además su amigo estaba Pero bueno, ¿Cómo fue? ¿Es bueno en la cama?
— ¡Ash! —me acosté en la cama sintiendo mi cabeza dar vueltas, aunque no tanto como antes—. ¡Eso es lo peor de todo! Ni siquiera recuerdo cómo fue.
— ¡Oh! Lo empiezo a entender, tú estás enojada porque no recuerdas cómo fue ver a ese papasito en todo su esplendor.
Me sonrojé un poco, mi amiga era mucho más abierta para este tipo de cosas, pero yo no, así que el tema podía llegar a incomodarme.
— ¡No seas tarada! Es sólo que fue mi primera vez, no recordarla me decepciona mucho, no era exactamente cómo quería hacerlo.
Si bien es cierto que no era de aquellas chicas que esperaban al matrimonio para tener relaciones sexuales y tampoco me imaginaba algo como un cuento de hadas, con pétalos de rosas en la cama y velas, al menos, me hubiera conformado con recordarlo.
Y sí, secretamente me decepcionaba no recordar a ese hombre encima de mí.
— ¡Pero para eso tenías toda la mañana! nunca debes salir sin un buen mañanero querida —giré los ojos recordando la pequeña escena—. Al parecer no lo aprovechaste, todos estos años enseñándote para nada —se golpeó la frente—. Que decepción.
Reí y me giré poniendo mi cara en mi almohada, sólo quería dormir y olvidar.
— Mi dulce y ya no virgen Grace, recuérdalo Lo que pasa en las Vegas
— Se queda en las Vegas.
Un mes después, todo había regresado a la normalidad en lo que cabía, obviamente. Jane y yo nos mudamos a Westwood para estudiar arquitectura en la Universidad de California, y alquilamos un departamento pequeño pero no muy lejos de la universidad.Tratábamos de conseguir trabajos de medio tiempo pero ningún lugar nos aceptaba, sin embargo las cosas iban relativamente bien, no había vuelto a saber sobre el "imbécil rompe himen" cómo decidí llamarlo y esperaba que así fuera por un muy largo rato."Booty" empezó a sonar trayéndome a la realidad nuevamente, reconociendo ante mis ojos el campus de la universidad.Jane miró mi celular curiosa.— ¿Hola? —contesté—.— Buenas tardes ¿Hablo con la señorita Grace Davis?— Sí, soy yo— Reciba un saludo cordial del departamento de inmigración de los Estados Unidos de Norteamérica, el motivo de nuestra llamada es para informarle que necesitamos que se haga presente en las oficinas de Los Ángeles el día viernes a las tres de la tarde.— ¿Qué? Pero,
— A ver si entendí Tú Eres un inmigrante ilegal— ¡No!— ¿Entonces?Recosté mi cabeza sobre la fría mesa tratando de ubicarme en tiempo y espacio.Luego de verlo había colapsado, sin duda la situación era un poco exagerada pero gracias al cielo el señor Schmidt pudo sostenerme a tiempo, en sus brazos pude abrir mis ojos pero aún la debilidad amenazaba con llevarme, así que decidieron que sería mejor que el imbécil guapo me llevara a la cafetería para que pudiera ingerir algo dulce y me recupere.— Escucha, tienes que ayudarme.— ¿Y yo por qué? —dije acomodándome en mi lugar y fijando mis ojos en los suyos—.Su mirada bajó a mi pecho y se relamió los labios.— Porque eres mi esposa.— No soy tu esposa —fruncí mis cejas y me di cuenta qué era lo que observaba con tanto deleite—. ¡Y deja de verme los senos, maldito pervertido! —abroché nuevamente el botón—.— ¡Si lo eres! —gritó en susurros, como si eso fuese posible—. Te lo dije aquel día cuando saliste corriendo de mi habitación; y es
— ¿Por qué?— He vendido el edificio, yo ya estoy muy viejo para estas cosas, así que sólo tomaré el dinero y me iré en unas vacaciones muy largas con mi Margie; el nuevo dueño quiere construir un edificio mucho más moderno.Hice una mueca, el edificio no era muy nuevo pero tampoco se caía a pedazos, a veces.Pese a esto era lo suficiente para poder vivir, además de que era el único lugar dentro de nuestras posibilidades económicas, nuestros ahorros de la adolescencia sólo nos alcanzarían para otro mes más en otro lugar. Habíamos intentado buscar trabajo y la respuesta simplemente no llegaba.— Lo siento chicas, sólo tienen hasta el fin de mes para desalojar éste lugar, fue un gusto conocerlas.— Igualmente Bill.Luego de un abrazo de despedida llevamos al señor Peterson hasta la salida.— ¿Qué vamos a hacer Grace?— Pues empacar y buscar otro lugar.— No tenemos dinero.— Tenemos que conseguir un trabajo.— Lo hemos intentado por un mes entero y ningún lugar nos acepta.Luego de un s
Mientras entraba nuevamente al gran edificio no pude evitar recordar aquella clase de ciencias naturales donde nos enseñaron las relaciones entre dos individuos, pensé en el imbécil desposa borrachas y en mí como una relación de simbiosis donde cada uno hacía algo que nos beneficiaba a ambos.Tomé las escaleras para alargar mi camino, las ganas de dar marcha atrás aumentaban con cada peldaño que subía pero comencé a recordar por qué estaba aquí para darme ánimos.— Vamos Grace, necesitamos el dinero, serán sólo dos meses.Repetí aquella frase de Jane cómo un mantra hasta que llegué a la puerta del despacho del señor Schmidt.Alcé mi mano aún indecisa.Tú puedes hacerlo Grace.Sólo entras y finges mirarlo con amor.Sólo serán dos meses y podrás divorciarte.Suspiré para finalmente tocar la madera. La puerta se abrió mostrándome nuevamente al señor Schmidt, esta vez pude notar lo apuesto que era, seguramente debió ser un rompecorazones durante tu juventud.— Señorita Davis, la estábamos
Salí del edificio acompañada por el imbécil desposa borrachas, mis pies iban lo más rápido que podían en este momento.— Cariño, no tan rápido —me sujetó del brazo haciendo que detenga mi caminata—.— Primero, no me llames cariño, y dos, sólo quiero alejarme de ti —me solté—. Me he metido en un gran problema gracias a ti.— Hey, tranquilízate un poco, Grace.¿Por qué sentía que ya había pasado por esto?— ¿Cómo puedes si quiera pedirme que me tranquilice? Puedo ir a la cárcel y a parte pagar una deuda de ¡Ni siquiera tengo dinero!— Amor —me tomó de ambos brazos—. Trata de relajarte un poco, vamos a hacerlo bien, ¿de acuerdo? Podemos fingir por dos meses, te prometo que todo va a salir excelente, conseguiré lo que quiero, nos divorciaremos y hasta te pagaré por tus servicios. Sentí náuseas al escuchar la última parte, mi mente empezaba a sentirse sucia.Eso era esto ¿Un servicio?— No —dije—. Tú tendrás que hacer algo por mí si quieres que todo esto salga bien.— Lo que sea necesario
El viernes había llegado más rápido de lo que había creído y por un lado estaba agradecida de que así fuera, había tenido una semana muy pesada, el tema del matrimonio falso, la búsqueda de otro lugar para vivir, la mudanza y la universidad me había dejado muy agotada y lo único que necesitaba era ir a la playa, extrañaba vivir en Long Beach con mi familia y ver el atardecer sentada en mi roca favorita o leer un libro con la brisa del mar en mi rostro.Un golpe en mi cabeza me hizo reaccionar. ¡Auch!El balón de volley cayó al piso marcando punto para el equipo contrario, estábamos empate.- Señorita Davis, ponga más atención al partido por favor.- Sí, sí, lo siento.Apoyé mis manos en las rodillas intentando concentrarme en el balón que rebotaba entre mano y mano. Había tomado el curso de voleibol porque me recordaba viejos tiempos en la playa.Aproveché el pase alto que me dió mi compañera y rematé al equipo contrario enviando el balón directo a tocar el piso.- ¡Bien, Grace! -me
— No mi amor, no estoy con nadie más —explicó por décima vez—. Ella sólo estaba bromeando ¿No es así, Grace?— No, no es así.Rodé los ojos cansada, Clarke sólo se limitaba a reírse de la situación. Había puesto en un muy buen aprieto a mi mejor amiga pero se lo merecía por traidora.— Eres mala cariño.Sentí el aliento de Clarke en mi cuello y no pude evitar estremecerme, había algo en este hombre que hacía que cualquier movimiento o palabra que provenga de él te resulte malditamente provocadora.— Y eso me encanta —siguió—.Me atreví a mirarlo, sin embargo él estaba distraído con la escena de la parejita. Sus ojos mieles reflejaban sus largas pestañas haciendo imposible no deslumbrarse con algo tan simple como eso.Loca. Me estaba volviendo loca.— Pero amor, ya te lo dije, Grace sólo lo hizo para vengarse.— ¿Por qué simplemente no aceptas que tienes a otro y ya? Sólo dime que ya no me quieres y se acabó.Drama King.— No, nada de eso mi Tomtito.No pude evitar reírme por el tonto
Rodé los ojos fastidiada, Clarke sabía cómo comprar a las personas y mis padres no eran la excepción, desde que le mencionó a mi papá que era ingeniero civil se habían metido en una profunda conversación sobre el mundo de la construcción, materiales, y edificios famosos.Mi padre no me había visto en un mes y prefería mil veces hablar con un desconocido que con su hija y estaba raramente enojada por eso. Me sentía como el extra de una película, estaba sentada en un sofá viendo cómo no paraban de hablar y sonreían cuando concordaban en algo. Se suponía que mi padre debía -mínimo- echarlo de la casa.Se supone que es el novio de tu hija ¡Dios!.Suspiré y me encaminé a la cocina, buscando algo qué hacer mientras la conversación incesante de aquellos hombres llegará algún día a su fin.— ¿Puedo ayudarte en algo, mamá?Mi mamá se secó las manos en su delantal y se acercó a mi con un rostro cálido, mi corazón saltó feliz porque realmente la había extrañado demasiado.— No cariño, tú sólo re