Salí del edificio acompañada por el imbécil desposa borrachas, mis pies iban lo más rápido que podían en este momento.
— Cariño, no tan rápido —me sujetó del brazo haciendo que detenga mi caminata—.
— Primero, no me llames cariño, y dos, sólo quiero alejarme de ti —me solté—. Me he metido en un gran problema gracias a ti.
— Hey, tranquilízate un poco, Grace.
¿Por qué sentía que ya había pasado por esto?
— ¿Cómo puedes si quiera pedirme que me tranquilice? Puedo ir a la cárcel y a parte pagar una deuda de ¡Ni siquiera tengo dinero!
— Amor —me tomó de ambos brazos—. Trata de relajarte un poco, vamos a hacerlo bien, ¿de acuerdo? Podemos fingir por dos meses, te prometo que todo va a salir excelente, conseguiré lo que quiero, nos divorciaremos y hasta te pagaré por tus servicios.
Sentí náuseas al escuchar la última parte, mi mente empezaba a sentirse sucia.
Eso era esto ¿Un servicio?
— No —dije—. Tú tendrás que hacer algo por mí si quieres que todo esto salga bien.
— Lo que sea necesario.
— Estuve investigándote.
— Eso ya lo sé —rodó los ojos—. Vi tu computadora cuando estuve en tu departamento.
— ¡Sh! Bien, sé que tienes una empresa de construcción, así que necesito que nos des trabajo a mi mejor amiga y a mí allí, ambas estamos estudiando arquitectura así que sé que podremos hacerlo bien además de que ningún otro lugar nos recibe.
— Así será, las puedo incluir en el programa de diseño como pasantes.
— Pero debes pagarnos.
— Claro cariño, no creas que trabajarás gratis para mí.
— Tampoco quiero que tengas gestos especiales por nosotras, queremos que nos pagues como a cualquier otro empleado ¿Bien?
— Lo prometo —alzó la mano—.
Suspiré un poco cansada, sentía que me estaba aprovechando de la situación pero si lo veíamos por otro lado, el que se había aprovechado primero había sido Clarke así que no creo que afecte en mucho.
Por un momento fijé mi vista en los taxis estacionados frente al edificio, las personas que caminaban a nuestro al rededor tan tranquilas viviendo sus vidas normales, las envidiaba en este momento.
— Creo que tengo que —empecé a hablar—.
De un momento a otro los rosados labios de él estaban sobre los míos, abrí mis ojos sorprendida e intenté alejarme haciendo de esto una misión fallida cuando él me tomó por la cintura pegándome a él. Sus labios se movieron demandantes sobre los míos exigiendo una pronta respuesta de mi parte, que no tarde de dar, empecé a mover mis labios lentamente, su lengua delineó mi labio inferior haciendo mi cuerpo temblar. Este hombre sabía cómo besar y hacer que una mujer caiga a sus pies. Sus manos acariciaron mi cintura y las bajó hasta el final de mi columna, como dándome una pequeña prueba de que podía ir más allá y por un momento deseé que así fuera.
Sentí sus dientes aferrarse a mi labio inferior y tirar de él haciendo que salga un pequeño gemido de mi garganta, dando así por finalizado nuestro beso.
Nuestro primer beso.
El primer beso en el que estuve consciente.
— Irme —continué—.
— Schmidt nos está viendo —sonrió sobre mis labios—.
Y en un instante la burbuja se rompió devolviéndome a la realidad.
M****a.
— Conseguiste lo que querías, ahora me tengo que ir, adiós.
Subí al primer taxi que vi y me alejé de ahí dando una última mirada a su cara de confusión.
Cerré mis ojos analizando la situación, me había metido en algo muy difícil, estaba contra la espada y la pared.
Había algo que me preocupaba más que el dinero o la cárcel, tenía miedo de perderme a mi misma, siempre he sabido que soy muy débil y no creo que pueda resistir estar con este hombre por más tiempo, no sólo por el hecho de que no lo soportaba sino porque sospechaba que él podía conseguir meterse en mi interior, en mi mente e incluso más allá y en esta relación en la que el tiempo sería nuestro detonante no había cabida para sentimientos errados.
Suspiré por milésima vez en lo que había pasado del día, mi corazón tenía que volverse de piedra con él, no podía dejar que logre ablandarme, era por mi bien.
Divisé el edificio donde vivía cuando por fin llegamos, y me bajé caminando hacia allá. Miré la hora, casi eran las seis de la tarde
— ¡Graceeee! —Jane corrió hacia mi a abrazarme a penas entré al departamento, aún era hora de almuerzo—. ¿Cómo te fue? ¿Aceptó el trato?
— Sí, supongo que me fue bien y pues si ¡Ya tenemos trabajo!
Chilló de la emoción.
— Eso es genial ¿Cuándo empezamos? Y lo más importante, ¿cuánto nos van a pagar ?
Fruncí los labios, ni siquiera había preguntado eso antes de irme, todo por dejarme llevar.
— Aún no lo sé Jane, pronto nos dirán todo
— Bueno, bueno, ven, ya no te estreso con el tema, hice el almuerzo, seguro tienes hambre
Mi estómago rugió en respuesta.
— Al parecer eso es un sí —se ríe mientras pone la comida en un plato—. Grace, hoy saldré con Tom.
— ¿Quién es Tom? —pregunté confundida—.
— ¡El chico de las Vegas!
— Lo siento, no me habías dicho su nombre —sonreí luego de que pusiera el plato frente a mi—.
Mmm, pasta.
— Cómo pude olvidar la parte más importante.
— Lo mismo me pregunto yo. Auch —dije al quemarme la lengua—.
— Despacio tigre, está caliente.
— Gracias por avisar —dije con sarcasmo—.
— De nada, como decía, vamos a tener una cena romántica bajo las estrellas.
Rodé los ojos.
— Eso es demasiado cursi.
— Es perfecto.
— Sólo intenta no darme sobrinos aún ¿entendido?
— No prometo nada
— Oh m****a —dije cuando vi la hora en mi reloj, ya teníamos que entrar al salón—. Debemos correr ya es tarde.
— Tarde para llegar temprano ¿no?
Giré mi cabeza para verla caminar tras de mí. Gran error.
Choqué contra algo duro justo antes de emprender mi camino hacia las baldosas blanca. El trayecto fue interrumpido por unas manos que sostuvieron mi cintura.
— ¡Hey! Ten cuidado princesa.
Abrí mis ojos para encontrarme de frente a unos ojos verdes casi grises mirándome de manera burlona, noté unas pequeñas pecas al rededor de su nariz, señal de que estaba muy cerca de aquel guapo y castaño chico.
— Eh ¿Puedes soltarme?
— Podría hacerlo, pero besarías el suelo en cuestión de un segundo, y prefiero que reserves esos labios para mí —me ayudó a ponerme de pie nuevamente—.
— Gracias, pero yo preferiría que no toquen nada por un tiempo.
Especialmente porque aún tenía la sensación de estar besando a Clarke.
Negué rápidamente, no podía ser así.
— Grace, ahora sí se hace tarde —interrumpió Jane—.
— Grace Lindo nombre, yo soy Logan Ellis —me guiñó el ojo—. Las veo luego, chicas.
Pasó a mi lado para entrar a la cafetería mientras sentía como Jane apretaba mi brazo sacándome de mi ensoñación.
— Ese hombre estaba como quería, pero debemos ir a clase de dibujo técnico antes que el profesor German no nos deje entrar.
— Si, tienes razón.
En ambas cosas.
El viernes había llegado más rápido de lo que había creído y por un lado estaba agradecida de que así fuera, había tenido una semana muy pesada, el tema del matrimonio falso, la búsqueda de otro lugar para vivir, la mudanza y la universidad me había dejado muy agotada y lo único que necesitaba era ir a la playa, extrañaba vivir en Long Beach con mi familia y ver el atardecer sentada en mi roca favorita o leer un libro con la brisa del mar en mi rostro.Un golpe en mi cabeza me hizo reaccionar. ¡Auch!El balón de volley cayó al piso marcando punto para el equipo contrario, estábamos empate.- Señorita Davis, ponga más atención al partido por favor.- Sí, sí, lo siento.Apoyé mis manos en las rodillas intentando concentrarme en el balón que rebotaba entre mano y mano. Había tomado el curso de voleibol porque me recordaba viejos tiempos en la playa.Aproveché el pase alto que me dió mi compañera y rematé al equipo contrario enviando el balón directo a tocar el piso.- ¡Bien, Grace! -me
— No mi amor, no estoy con nadie más —explicó por décima vez—. Ella sólo estaba bromeando ¿No es así, Grace?— No, no es así.Rodé los ojos cansada, Clarke sólo se limitaba a reírse de la situación. Había puesto en un muy buen aprieto a mi mejor amiga pero se lo merecía por traidora.— Eres mala cariño.Sentí el aliento de Clarke en mi cuello y no pude evitar estremecerme, había algo en este hombre que hacía que cualquier movimiento o palabra que provenga de él te resulte malditamente provocadora.— Y eso me encanta —siguió—.Me atreví a mirarlo, sin embargo él estaba distraído con la escena de la parejita. Sus ojos mieles reflejaban sus largas pestañas haciendo imposible no deslumbrarse con algo tan simple como eso.Loca. Me estaba volviendo loca.— Pero amor, ya te lo dije, Grace sólo lo hizo para vengarse.— ¿Por qué simplemente no aceptas que tienes a otro y ya? Sólo dime que ya no me quieres y se acabó.Drama King.— No, nada de eso mi Tomtito.No pude evitar reírme por el tonto
Rodé los ojos fastidiada, Clarke sabía cómo comprar a las personas y mis padres no eran la excepción, desde que le mencionó a mi papá que era ingeniero civil se habían metido en una profunda conversación sobre el mundo de la construcción, materiales, y edificios famosos.Mi padre no me había visto en un mes y prefería mil veces hablar con un desconocido que con su hija y estaba raramente enojada por eso. Me sentía como el extra de una película, estaba sentada en un sofá viendo cómo no paraban de hablar y sonreían cuando concordaban en algo. Se suponía que mi padre debía -mínimo- echarlo de la casa.Se supone que es el novio de tu hija ¡Dios!.Suspiré y me encaminé a la cocina, buscando algo qué hacer mientras la conversación incesante de aquellos hombres llegará algún día a su fin.— ¿Puedo ayudarte en algo, mamá?Mi mamá se secó las manos en su delantal y se acercó a mi con un rostro cálido, mi corazón saltó feliz porque realmente la había extrañado demasiado.— No cariño, tú sólo re
Miré las nubes negras realmente frustrada, mi suerte hoy iba de mal en peor. La lluvia había empezado a caer de manera incesante, las palmeras estaban a punto de ser arrancadas de raíz por el fuerte viento y las olas del mar estaban realmente alborotadas. Una tormenta se había acercado impidiendo que James pudiese ir a casa, mejor dicho, mi mamá impidió que se vaya, por mí no había problema.— Ya casi son las 6 de la tarde, cariño, es demasiado tarde y además el clima no es el mejor para que viajes, quédate.— No creo que sea lo mejor -—James me lanzó una mirada rápida, él sabía que esto no me agradaba en lo absoluto—.— No dejaré que te vayas en estas condiciones ¿bien?Sin más que decir él asintió aceptando la propuesta.— Dormirás en la habitación de Grace.— ¿Disculpa?Mi hermano y yo nos miramos fastidiados luego de decir la palabra al unísono. No, yo no iba a dormir con aquel dios griego, era demasiado para mi.— Bueno, no tengo esperanza de que sigas siendo virgen — habló mamá—
Las parpadeantes luces de colores brillantes y el volumen alto de la música que retumbaba en las paredes de aquel club incitaban a todos los que adentro se encontraban a mover sus cuerpos, frotándose, saltando y cantando. Unos más ebrios que otros danzaban sobre la barra, quitándose la ropa, otros estaban en una esquina teniendo relaciones sexuales con ropa como si no hubiese hoteles en esta ciudad. El olor del cigarrillo y otras drogas que no reconocía impregnaba todo el lugar.Sí, la hermosa y perversa ciudad de Las Vegas.— Vamos Grace, que hoy es nuestro día.Seguí a Jane -mi mejor amiga- que se abría camino entre los cuerpos sudorosos, algunos aprovechándose y tocando más de la cuenta pues girarme a encararlos era prácticamente imposible cuando no sabía quién pudo haber sido. Cuando por fin pude llegar a la barra, Jane ya tenía en su poder dos vasos de no sé qué sustancia.— Brindemos cariño porque por fin nos graduamos y además porque —alzó su vaso— lo que pasa en las Vegas— Se
Un mes después, todo había regresado a la normalidad en lo que cabía, obviamente. Jane y yo nos mudamos a Westwood para estudiar arquitectura en la Universidad de California, y alquilamos un departamento pequeño pero no muy lejos de la universidad.Tratábamos de conseguir trabajos de medio tiempo pero ningún lugar nos aceptaba, sin embargo las cosas iban relativamente bien, no había vuelto a saber sobre el "imbécil rompe himen" cómo decidí llamarlo y esperaba que así fuera por un muy largo rato."Booty" empezó a sonar trayéndome a la realidad nuevamente, reconociendo ante mis ojos el campus de la universidad.Jane miró mi celular curiosa.— ¿Hola? —contesté—.— Buenas tardes ¿Hablo con la señorita Grace Davis?— Sí, soy yo— Reciba un saludo cordial del departamento de inmigración de los Estados Unidos de Norteamérica, el motivo de nuestra llamada es para informarle que necesitamos que se haga presente en las oficinas de Los Ángeles el día viernes a las tres de la tarde.— ¿Qué? Pero,
— A ver si entendí Tú Eres un inmigrante ilegal— ¡No!— ¿Entonces?Recosté mi cabeza sobre la fría mesa tratando de ubicarme en tiempo y espacio.Luego de verlo había colapsado, sin duda la situación era un poco exagerada pero gracias al cielo el señor Schmidt pudo sostenerme a tiempo, en sus brazos pude abrir mis ojos pero aún la debilidad amenazaba con llevarme, así que decidieron que sería mejor que el imbécil guapo me llevara a la cafetería para que pudiera ingerir algo dulce y me recupere.— Escucha, tienes que ayudarme.— ¿Y yo por qué? —dije acomodándome en mi lugar y fijando mis ojos en los suyos—.Su mirada bajó a mi pecho y se relamió los labios.— Porque eres mi esposa.— No soy tu esposa —fruncí mis cejas y me di cuenta qué era lo que observaba con tanto deleite—. ¡Y deja de verme los senos, maldito pervertido! —abroché nuevamente el botón—.— ¡Si lo eres! —gritó en susurros, como si eso fuese posible—. Te lo dije aquel día cuando saliste corriendo de mi habitación; y es
— ¿Por qué?— He vendido el edificio, yo ya estoy muy viejo para estas cosas, así que sólo tomaré el dinero y me iré en unas vacaciones muy largas con mi Margie; el nuevo dueño quiere construir un edificio mucho más moderno.Hice una mueca, el edificio no era muy nuevo pero tampoco se caía a pedazos, a veces.Pese a esto era lo suficiente para poder vivir, además de que era el único lugar dentro de nuestras posibilidades económicas, nuestros ahorros de la adolescencia sólo nos alcanzarían para otro mes más en otro lugar. Habíamos intentado buscar trabajo y la respuesta simplemente no llegaba.— Lo siento chicas, sólo tienen hasta el fin de mes para desalojar éste lugar, fue un gusto conocerlas.— Igualmente Bill.Luego de un abrazo de despedida llevamos al señor Peterson hasta la salida.— ¿Qué vamos a hacer Grace?— Pues empacar y buscar otro lugar.— No tenemos dinero.— Tenemos que conseguir un trabajo.— Lo hemos intentado por un mes entero y ningún lugar nos acepta.Luego de un s