— ¿Por qué?
— He vendido el edificio, yo ya estoy muy viejo para estas cosas, así que sólo tomaré el dinero y me iré en unas vacaciones muy largas con mi Margie; el nuevo dueño quiere construir un edificio mucho más moderno.
Hice una mueca, el edificio no era muy nuevo pero tampoco se caía a pedazos, a veces.
Pese a esto era lo suficiente para poder vivir, además de que era el único lugar dentro de nuestras posibilidades económicas, nuestros ahorros de la adolescencia sólo nos alcanzarían para otro mes más en otro lugar. Habíamos intentado buscar trabajo y la respuesta simplemente no llegaba.
— Lo siento chicas, sólo tienen hasta el fin de mes para desalojar éste lugar, fue un gusto conocerlas.
— Igualmente Bill.
Luego de un abrazo de despedida llevamos al señor Peterson hasta la salida.
— ¿Qué vamos a hacer Grace?
— Pues empacar y buscar otro lugar.
— No tenemos dinero.
— Tenemos que conseguir un trabajo.
— Lo hemos intentado por un mes entero y ningún lugar nos acepta.
Luego de un suspiro nos tiramos al sofá, la laptop frente a nosotras aún mostraba la foto de James Clarke.
— ¿Y si?
— No —respondí—
Sabía lo que quería, que me aproveche de la situación y le pida ayuda a Clarke.
— No hay más opciones y él parece tener mucho dinero.
— Aún tenemos siete días para buscar un trabajo.
— Bueno, como digas.
Mi celular sonó haciendo que me despierte, gemí inconforme.
— M****a Grace, apaga ese teléfono son las once de la mañana, necesito dormir.
Me estiré hasta coger el celular que estaba cargando en la pequeña mesita. Mi cabeza dió vueltas al levantarme tan rápido, era un número desconocido. Luego de tropezar con todo e insultar a medio mundo porque me pegué en el dedo chiquito del pie, llegué al salón.
—Sí, sí, ¿Bueno?
— Grace.
Mi respiración se cortó en ese instante, no esperaba escuchar la voz de Clarke a través del teléfono, mi corazón comenzó a latir frenéticamente y odiaba que pasara eso.
— Uhm No, número equivocado.
— ¡Espera! —dijo antes de que pueda colgar—. Sólo abre la puerta.
¿Qué?
Aún con teléfono en mano me acerqué a la puerta y saqué el seguro para abrirla, pestañeé, él enserio estaba aquí.
— Yo Tú ¿Q Qué haces aquí?
— ¿Nerviosa, cariño?
Me empujó abriendose paso en el departamento; bien, ahora andaba como imbécil por su casa ¿o cómo era?
— Deja eso —le quité el portarretratos que contenía una foto mía junto a Jane— Dime qué haces aquí.
Me miró con los ojos entrecerrados y se acercó lentamente. Parecía un león acechando su presa, un león muy atractivo cabía admitir. Pude apreciarlo un poco mejor y casi gemí al notar lo guapo que era, sus ojos de color como la miel casi llegando a dorados, unas pestañas y cejas muy espesas, nariz recta y esa clase de besos que te daban ganas de labios. Digo, esos labios que te dan ganas de besar a cada instante.
— Amor —tragué fuerte al sentir cómo ponía un mechón tras mi oreja, Grace, dí algo por el amor de Dios—. Te ves muy atractiva con tu cabello despeinado, y la baba en tu mejilla.
Abrí tanto los ojos que casi se me salen, lo empujé lejos y corrí al baño, Clarke comenzó a reírse. Su risa era tan profunda que hacían que partes de mi reaccionaran de una manera No.
Apoyé mi espalda en la puerta. ¡Que vergüenza!
¿Por qué tenían que pasarme éstas cosas?, ese hombre tan guapo me vió en las peores fachas que tenía, observé mi pijama de Bob esponja y casi sollocé, esto no era nada sensual.
Me miré confundida al espejo, yo no tenía que verme sensual frente a él, me convencí para restarle importancia y luego de cepillarme los dientes, lavarme la cara e intentar pasar los dedos por mi cabello para acomodarlo un poco, salí.
Lo encontré viendo por la ventana apoyado en el marco, y su trasero era lo que más me llamaba la atención.
Mmm, que buen culo.
— Gracias, tú también tienes uno muy lindo y bastante grande debo admitir.
Espera, no me digas que
— Sí, no lo pensaste, lo dijiste y lo último también.
Mis mejillas se sonrojaron nuevamente, Dios, creo que con este hombre pasaré como un tomate el resto de mi vida.
— Olvídalo, dime qué haces aquí o mejor no y sólo lárgate.
Me acerqué a la cocina para prender la máquina de hacer café, trataba de ignorar al tremendo hombre que tenía en mi departamento aunque era casi imposible, especialmente porque podía sentir su respiración en mi nuca.
— ¿No te enseñaron qué es el espacio personal? Tienes todo un departamento para perderte por ahí así que aléjate.
— Bueno —se recostó en la encimera a lado mío—. Primeramente, tu departamento no es para nada grande y en segundo lugar prefiero estar cerca tuyo y ver cómo te sonrojas solamente con mi presencia. Te derrites por mi, admítelo.
— Escucha, si no tienes nada importante que decirme
— Sí, sí, que me largue, me vaya, desaparezca de tu vida, ya entendí —rodó los ojos—. ¿No tienes nada más que decir?
— Sí, dame el divorcio.
— Mmm, me encantaría complacerte cariño, especialmente en otras circunstancias —me dedicó una mirada lasciva—. Pero bueno, las leyes son las leyes así que debes aguantar dos meses más conmigo, claro que si sólo pudieras colaborar un poco, te aseguro que la pasaríamos muy bien.
Mis nervios aumentaban con cada comentario de doble sentido.
— Por favor, Clarke —casi rogué que me hiciera caso y se vaya, no podía con su presencia aquí—.
— Bien, en serio necesito que me ayudes a obtener la residencia permanente.
— Pareces tener mucho dinero, ¿Por qué no simplemente te aprovechas de eso?
— Mi amor, no todo en la vida es dinero además de que no quiero aumentar la corrupción en este país, eso no sería ético.
Pero con qué cara venía a decir eso, lo fulminé con la mirada mientras aliñaba mi café.
— Pero claro que es ético obligar a una chica a casarse contigo.
— Te veías muy feliz esa noche.
— ¡Estaba borracha, imbécil!
— Ya lo sé, también estuve ahí —tocó el puente de su nariz—. Pero ese no es el tema, ayúdame, haré lo que sea por ti.
— Ya te dije que no lo haré.
— Escucha, mañana tenemos otra cita con el señor Schmidt, es a la misma hora de la última vez, piénsalo bien, voy a esperarte ahí, si no llegas entenderé, pero te aseguro que estarás perdiendo una buena oportunidad, ambos nos necesitamos.
Miré fijamente el humo que salía del café caliente mientras sólo escuchaba sus pasos hasta la puerta.
Mientras entraba nuevamente al gran edificio no pude evitar recordar aquella clase de ciencias naturales donde nos enseñaron las relaciones entre dos individuos, pensé en el imbécil desposa borrachas y en mí como una relación de simbiosis donde cada uno hacía algo que nos beneficiaba a ambos.Tomé las escaleras para alargar mi camino, las ganas de dar marcha atrás aumentaban con cada peldaño que subía pero comencé a recordar por qué estaba aquí para darme ánimos.— Vamos Grace, necesitamos el dinero, serán sólo dos meses.Repetí aquella frase de Jane cómo un mantra hasta que llegué a la puerta del despacho del señor Schmidt.Alcé mi mano aún indecisa.Tú puedes hacerlo Grace.Sólo entras y finges mirarlo con amor.Sólo serán dos meses y podrás divorciarte.Suspiré para finalmente tocar la madera. La puerta se abrió mostrándome nuevamente al señor Schmidt, esta vez pude notar lo apuesto que era, seguramente debió ser un rompecorazones durante tu juventud.— Señorita Davis, la estábamos
Salí del edificio acompañada por el imbécil desposa borrachas, mis pies iban lo más rápido que podían en este momento.— Cariño, no tan rápido —me sujetó del brazo haciendo que detenga mi caminata—.— Primero, no me llames cariño, y dos, sólo quiero alejarme de ti —me solté—. Me he metido en un gran problema gracias a ti.— Hey, tranquilízate un poco, Grace.¿Por qué sentía que ya había pasado por esto?— ¿Cómo puedes si quiera pedirme que me tranquilice? Puedo ir a la cárcel y a parte pagar una deuda de ¡Ni siquiera tengo dinero!— Amor —me tomó de ambos brazos—. Trata de relajarte un poco, vamos a hacerlo bien, ¿de acuerdo? Podemos fingir por dos meses, te prometo que todo va a salir excelente, conseguiré lo que quiero, nos divorciaremos y hasta te pagaré por tus servicios. Sentí náuseas al escuchar la última parte, mi mente empezaba a sentirse sucia.Eso era esto ¿Un servicio?— No —dije—. Tú tendrás que hacer algo por mí si quieres que todo esto salga bien.— Lo que sea necesario
El viernes había llegado más rápido de lo que había creído y por un lado estaba agradecida de que así fuera, había tenido una semana muy pesada, el tema del matrimonio falso, la búsqueda de otro lugar para vivir, la mudanza y la universidad me había dejado muy agotada y lo único que necesitaba era ir a la playa, extrañaba vivir en Long Beach con mi familia y ver el atardecer sentada en mi roca favorita o leer un libro con la brisa del mar en mi rostro.Un golpe en mi cabeza me hizo reaccionar. ¡Auch!El balón de volley cayó al piso marcando punto para el equipo contrario, estábamos empate.- Señorita Davis, ponga más atención al partido por favor.- Sí, sí, lo siento.Apoyé mis manos en las rodillas intentando concentrarme en el balón que rebotaba entre mano y mano. Había tomado el curso de voleibol porque me recordaba viejos tiempos en la playa.Aproveché el pase alto que me dió mi compañera y rematé al equipo contrario enviando el balón directo a tocar el piso.- ¡Bien, Grace! -me
— No mi amor, no estoy con nadie más —explicó por décima vez—. Ella sólo estaba bromeando ¿No es así, Grace?— No, no es así.Rodé los ojos cansada, Clarke sólo se limitaba a reírse de la situación. Había puesto en un muy buen aprieto a mi mejor amiga pero se lo merecía por traidora.— Eres mala cariño.Sentí el aliento de Clarke en mi cuello y no pude evitar estremecerme, había algo en este hombre que hacía que cualquier movimiento o palabra que provenga de él te resulte malditamente provocadora.— Y eso me encanta —siguió—.Me atreví a mirarlo, sin embargo él estaba distraído con la escena de la parejita. Sus ojos mieles reflejaban sus largas pestañas haciendo imposible no deslumbrarse con algo tan simple como eso.Loca. Me estaba volviendo loca.— Pero amor, ya te lo dije, Grace sólo lo hizo para vengarse.— ¿Por qué simplemente no aceptas que tienes a otro y ya? Sólo dime que ya no me quieres y se acabó.Drama King.— No, nada de eso mi Tomtito.No pude evitar reírme por el tonto
Rodé los ojos fastidiada, Clarke sabía cómo comprar a las personas y mis padres no eran la excepción, desde que le mencionó a mi papá que era ingeniero civil se habían metido en una profunda conversación sobre el mundo de la construcción, materiales, y edificios famosos.Mi padre no me había visto en un mes y prefería mil veces hablar con un desconocido que con su hija y estaba raramente enojada por eso. Me sentía como el extra de una película, estaba sentada en un sofá viendo cómo no paraban de hablar y sonreían cuando concordaban en algo. Se suponía que mi padre debía -mínimo- echarlo de la casa.Se supone que es el novio de tu hija ¡Dios!.Suspiré y me encaminé a la cocina, buscando algo qué hacer mientras la conversación incesante de aquellos hombres llegará algún día a su fin.— ¿Puedo ayudarte en algo, mamá?Mi mamá se secó las manos en su delantal y se acercó a mi con un rostro cálido, mi corazón saltó feliz porque realmente la había extrañado demasiado.— No cariño, tú sólo re
Miré las nubes negras realmente frustrada, mi suerte hoy iba de mal en peor. La lluvia había empezado a caer de manera incesante, las palmeras estaban a punto de ser arrancadas de raíz por el fuerte viento y las olas del mar estaban realmente alborotadas. Una tormenta se había acercado impidiendo que James pudiese ir a casa, mejor dicho, mi mamá impidió que se vaya, por mí no había problema.— Ya casi son las 6 de la tarde, cariño, es demasiado tarde y además el clima no es el mejor para que viajes, quédate.— No creo que sea lo mejor -—James me lanzó una mirada rápida, él sabía que esto no me agradaba en lo absoluto—.— No dejaré que te vayas en estas condiciones ¿bien?Sin más que decir él asintió aceptando la propuesta.— Dormirás en la habitación de Grace.— ¿Disculpa?Mi hermano y yo nos miramos fastidiados luego de decir la palabra al unísono. No, yo no iba a dormir con aquel dios griego, era demasiado para mi.— Bueno, no tengo esperanza de que sigas siendo virgen — habló mamá—
Las parpadeantes luces de colores brillantes y el volumen alto de la música que retumbaba en las paredes de aquel club incitaban a todos los que adentro se encontraban a mover sus cuerpos, frotándose, saltando y cantando. Unos más ebrios que otros danzaban sobre la barra, quitándose la ropa, otros estaban en una esquina teniendo relaciones sexuales con ropa como si no hubiese hoteles en esta ciudad. El olor del cigarrillo y otras drogas que no reconocía impregnaba todo el lugar.Sí, la hermosa y perversa ciudad de Las Vegas.— Vamos Grace, que hoy es nuestro día.Seguí a Jane -mi mejor amiga- que se abría camino entre los cuerpos sudorosos, algunos aprovechándose y tocando más de la cuenta pues girarme a encararlos era prácticamente imposible cuando no sabía quién pudo haber sido. Cuando por fin pude llegar a la barra, Jane ya tenía en su poder dos vasos de no sé qué sustancia.— Brindemos cariño porque por fin nos graduamos y además porque —alzó su vaso— lo que pasa en las Vegas— Se
Un mes después, todo había regresado a la normalidad en lo que cabía, obviamente. Jane y yo nos mudamos a Westwood para estudiar arquitectura en la Universidad de California, y alquilamos un departamento pequeño pero no muy lejos de la universidad.Tratábamos de conseguir trabajos de medio tiempo pero ningún lugar nos aceptaba, sin embargo las cosas iban relativamente bien, no había vuelto a saber sobre el "imbécil rompe himen" cómo decidí llamarlo y esperaba que así fuera por un muy largo rato."Booty" empezó a sonar trayéndome a la realidad nuevamente, reconociendo ante mis ojos el campus de la universidad.Jane miró mi celular curiosa.— ¿Hola? —contesté—.— Buenas tardes ¿Hablo con la señorita Grace Davis?— Sí, soy yo— Reciba un saludo cordial del departamento de inmigración de los Estados Unidos de Norteamérica, el motivo de nuestra llamada es para informarle que necesitamos que se haga presente en las oficinas de Los Ángeles el día viernes a las tres de la tarde.— ¿Qué? Pero,