— A ver si entendí Tú Eres un inmigrante ilegal
— ¡No!
— ¿Entonces?
Recosté mi cabeza sobre la fría mesa tratando de ubicarme en tiempo y espacio.
Luego de verlo había colapsado, sin duda la situación era un poco exagerada pero gracias al cielo el señor Schmidt pudo sostenerme a tiempo, en sus brazos pude abrir mis ojos pero aún la debilidad amenazaba con llevarme, así que decidieron que sería mejor que el imbécil guapo me llevara a la cafetería para que pudiera ingerir algo dulce y me recupere.
— Escucha, tienes que ayudarme.
— ¿Y yo por qué? —dije acomodándome en mi lugar y fijando mis ojos en los suyos—.
Su mirada bajó a mi pecho y se relamió los labios.
— Porque eres mi esposa.
— No soy tu esposa —fruncí mis cejas y me di cuenta qué era lo que observaba con tanto deleite—. ¡Y deja de verme los senos, maldito pervertido! —abroché nuevamente el botón—.
— ¡Si lo eres! —gritó en susurros, como si eso fuese posible—. Te lo dije aquel día cuando saliste corriendo de mi habitación; y es difícil no fijarme en ellos, están tan
— ¡Basta! —lo interrumpí antes de tener un colapso nervioso—. Dijiste que era un broma.
— No me dejaste terminar, iba a decir que era mentira que te follé duro contra
— Cállate —volví a cortar su discurso— . O sea que tú y yo nunca —negó—.
¿Entonces sigo siendo virgen?
— Imposible —dije recordando—. Estaba desnuda.
— Estar desnuda en mi cama no significa nada.
—¡¿Qué clase de pervertido eres que?!
— ¡Sh! —abrió los ojos al darse cuenta que llamé la atención de algunos clientes—. Esto es algo delicado así que trata de bajar un poco la voz, no todos tienen que enterarse.
Abrí la boca indignada.
¡A mí qué m****a me importaba que todos supieran que ese hombre es un enfermo pervertido!
— ¡Tú! —iba a insultarlo pero de nuevo me interrumpió—.
— Si quieres respuestas te las daré, estabas desnuda porque al llegar a mi departamento, me besaste y luego vomitaste ensuciando todo tu vestido. Por cierto, increíble manera de aumentar mi ego después de un beso —comentó de manera sarcástica—.
Me sonrojé de inmediato.
Que vergüenza Tal vez por eso no quiso acostarse conmigo.
¡Pero qué m****a pienso!
Debería estar feliz de no haber perdido mi virginidad de esa manera. Miré los brazos forrados en aquella camisa de vestir blanca y no pude evitar morder mis labios.
Que bien se hubiera sentido estar entre esos brazos
Recordé el día en su habitación y como pude apreciar todo su cuerpo, aquella V que
¡Basta!
— ¿Te encuentras bien? —su voz ronca me sacó de mí ensoñación—. Te veo un poco agitada —alzó una ceja—.
— Olvídalo.
— Lo que quiero decir —aclaró su garganta—. Es que sí nos casamos esa noche.
Cerré mis ojos con fuerza. Esto no podía estarme pasando, es decir, no sé qué es peor. Una cosa es perder la virginidad ebria pero ¿casarme?
— No puedo creer que hiciera eso ¿Ahora qué haré? ¿Qué pasará? —quise levantarme y huir de ahí pero una mano se apoderó de la mía evitando que eso pasara—.
— Grace, lo siento, sé que no debió ser así pero ahora debes ayudarme. Mi visa expiró y no aceptaron mi solicitud de actualización, estoy a punto de ser deportado. Tengo un trabajo aquí, mi vida entera, y no puedo permitir que eso suceda, puedo darte lo que quieras a cambio de tu ayuda.
Me solté de su agarre.
— ¿Quieres que finjamos ser esposos?
— Técnicamente ya lo somos pero podemos decir que sí.
— No.
— ¿Qué? —preguntó confundido—.
— No voy a hacerlo, ni siquiera te soporto, no.
Tomé mis cosas y huí de él otra vez.
Ésta vez sí llevaba mi ropa interior.
Cerré los ojos al sentir como el líquido caía en mi rostro, Jane había escupido toda su coca cola luego de escuchar lo que pasó.
— ¡Que asco!
— ¡Paren el mundo! —se limpió con el dorso de la mano—. Ese día te casaste ¡Vaya! Superaste todas mis expectativas, ven acá —me abrazó—. Sabía que algo de lo que te enseñé daría sus frutos, estoy muy orgullosa de ti.
— ¡Jane! ¿Puedes por favor darle importancia a lo que te digo?
Mientras yo estaba muriendo en vida debido a la preocupación, ella estaba feliz.
— Yo creo que te hacía falta una buena aventura.
— Dime, ¿Qué hiciste con tu cerebro? —dije golpeando levemente su cabeza—. ¿Hay algo allí dentro?
— Lo arrojé por ahí, querida. No quería gobernar el mundo.
Rodé los ojos.
— Jane
— Estaba tratando de romper la tensión del momento —se sentó en el sofá—. La situación es mala, muy mala.
— Dime algo que no sepa.
— No. Mira, se casaron hace un mes, y el tiempo reglamentario para que acepten un divorcio es tres meses luego del matrimonio, así que esa solución está descartada.
Los padres de Jane y su hermano son abogados, razón por la cual ella sabe mucho de leyes. Sus padres querían que ella estudiara derecho pero no lo habían conseguido, ella se empeñó mucho en estudiar arquitectura porque amaba diseñar. Claro que sus padres no pudieron quedarse de brazos cruzados y la desheredaron completamente hasta que pudiera demostrar que no iba a fracasar.
— Lo que significa dos meses más amarrada a un hombre que no amo.
— Un hombre que es inmigrante ilegal.
— No sé qué hacer.
Frunció sus cejas pensando en algo.
— ¿Sabes su nombre? Podemos investigarlo.
— No, aunque —dije recordando—. Tengo su apellido.
— Déjame ir por mi laptop.
Cuando regresó entramos al buscador e ingresamos "Clarke". Mil páginas aparecieron de repente. Sería difícil encontrarlo entre tantos con aquel apellido.
— Creo que mejor será ir a imágenes.
Asentí y dimos click, de repente muchas fotos de él aparecieron, abrí los ojos.
Se veía tan apuesto en traje.
— ¿Es él? —casi escuché a mi amiga tragar saliva—. No lo recordaba tan malditamente ardiente.
— Sí.
Ingresamos a la primera foto y entramos al link que estaba a un lado.
"Uno de los emprendedores más jóvenes Y sexys del pais"
El título de la editorial de una revista online llamó nuestra atención.
"Joven, trabajador, inteligente ¿y por qué no? Sexy, son las palabras que definen a James Clarke.
Con sólo veinticinco años de edad, el ingeniero civil James Clarke ha logrado crear desde cero una de las empresas de construcción más prometedoras del país, sin duda, ha logrado llamar la atención de todos."
Jane y yo nos miramos incrédulas.
— Este chico es una caja de sorpresas Pero ¿Cómo es que no ha logrado mover influencias para conseguir su visa?
— No tengo la menor idea.
Unos toques en la puerta nos hicieron sobresaltar. Nos miramos pensando quién sería la indicada para abrir la puerta, al final Jane lo hizo.
El señor Peterson apareció en el salón segundos después, suspiré aliviada, por un momento creí que era el imbécil que no me rompió el himen.
Bill Peterson era un hombre de al menos cincuenta años muy amable y cuyas canas empezaban a blanquear su cabello, él es el dueño del edificio donde vivimos.
— Señorita Grace —me dió un abrazo luego de saludar a Jane—.
— ¿Cómo está señor Peterson?
— Llámame Bill cariño —sonrió bastante triste—. Tengo que informarles algo importante.
— ¿Qué sucedió? —preguntó Jane—.
— Van a demoler el edificio.
Oh no.
— ¿Por qué?— He vendido el edificio, yo ya estoy muy viejo para estas cosas, así que sólo tomaré el dinero y me iré en unas vacaciones muy largas con mi Margie; el nuevo dueño quiere construir un edificio mucho más moderno.Hice una mueca, el edificio no era muy nuevo pero tampoco se caía a pedazos, a veces.Pese a esto era lo suficiente para poder vivir, además de que era el único lugar dentro de nuestras posibilidades económicas, nuestros ahorros de la adolescencia sólo nos alcanzarían para otro mes más en otro lugar. Habíamos intentado buscar trabajo y la respuesta simplemente no llegaba.— Lo siento chicas, sólo tienen hasta el fin de mes para desalojar éste lugar, fue un gusto conocerlas.— Igualmente Bill.Luego de un abrazo de despedida llevamos al señor Peterson hasta la salida.— ¿Qué vamos a hacer Grace?— Pues empacar y buscar otro lugar.— No tenemos dinero.— Tenemos que conseguir un trabajo.— Lo hemos intentado por un mes entero y ningún lugar nos acepta.Luego de un s
Mientras entraba nuevamente al gran edificio no pude evitar recordar aquella clase de ciencias naturales donde nos enseñaron las relaciones entre dos individuos, pensé en el imbécil desposa borrachas y en mí como una relación de simbiosis donde cada uno hacía algo que nos beneficiaba a ambos.Tomé las escaleras para alargar mi camino, las ganas de dar marcha atrás aumentaban con cada peldaño que subía pero comencé a recordar por qué estaba aquí para darme ánimos.— Vamos Grace, necesitamos el dinero, serán sólo dos meses.Repetí aquella frase de Jane cómo un mantra hasta que llegué a la puerta del despacho del señor Schmidt.Alcé mi mano aún indecisa.Tú puedes hacerlo Grace.Sólo entras y finges mirarlo con amor.Sólo serán dos meses y podrás divorciarte.Suspiré para finalmente tocar la madera. La puerta se abrió mostrándome nuevamente al señor Schmidt, esta vez pude notar lo apuesto que era, seguramente debió ser un rompecorazones durante tu juventud.— Señorita Davis, la estábamos
Salí del edificio acompañada por el imbécil desposa borrachas, mis pies iban lo más rápido que podían en este momento.— Cariño, no tan rápido —me sujetó del brazo haciendo que detenga mi caminata—.— Primero, no me llames cariño, y dos, sólo quiero alejarme de ti —me solté—. Me he metido en un gran problema gracias a ti.— Hey, tranquilízate un poco, Grace.¿Por qué sentía que ya había pasado por esto?— ¿Cómo puedes si quiera pedirme que me tranquilice? Puedo ir a la cárcel y a parte pagar una deuda de ¡Ni siquiera tengo dinero!— Amor —me tomó de ambos brazos—. Trata de relajarte un poco, vamos a hacerlo bien, ¿de acuerdo? Podemos fingir por dos meses, te prometo que todo va a salir excelente, conseguiré lo que quiero, nos divorciaremos y hasta te pagaré por tus servicios. Sentí náuseas al escuchar la última parte, mi mente empezaba a sentirse sucia.Eso era esto ¿Un servicio?— No —dije—. Tú tendrás que hacer algo por mí si quieres que todo esto salga bien.— Lo que sea necesario
El viernes había llegado más rápido de lo que había creído y por un lado estaba agradecida de que así fuera, había tenido una semana muy pesada, el tema del matrimonio falso, la búsqueda de otro lugar para vivir, la mudanza y la universidad me había dejado muy agotada y lo único que necesitaba era ir a la playa, extrañaba vivir en Long Beach con mi familia y ver el atardecer sentada en mi roca favorita o leer un libro con la brisa del mar en mi rostro.Un golpe en mi cabeza me hizo reaccionar. ¡Auch!El balón de volley cayó al piso marcando punto para el equipo contrario, estábamos empate.- Señorita Davis, ponga más atención al partido por favor.- Sí, sí, lo siento.Apoyé mis manos en las rodillas intentando concentrarme en el balón que rebotaba entre mano y mano. Había tomado el curso de voleibol porque me recordaba viejos tiempos en la playa.Aproveché el pase alto que me dió mi compañera y rematé al equipo contrario enviando el balón directo a tocar el piso.- ¡Bien, Grace! -me
— No mi amor, no estoy con nadie más —explicó por décima vez—. Ella sólo estaba bromeando ¿No es así, Grace?— No, no es así.Rodé los ojos cansada, Clarke sólo se limitaba a reírse de la situación. Había puesto en un muy buen aprieto a mi mejor amiga pero se lo merecía por traidora.— Eres mala cariño.Sentí el aliento de Clarke en mi cuello y no pude evitar estremecerme, había algo en este hombre que hacía que cualquier movimiento o palabra que provenga de él te resulte malditamente provocadora.— Y eso me encanta —siguió—.Me atreví a mirarlo, sin embargo él estaba distraído con la escena de la parejita. Sus ojos mieles reflejaban sus largas pestañas haciendo imposible no deslumbrarse con algo tan simple como eso.Loca. Me estaba volviendo loca.— Pero amor, ya te lo dije, Grace sólo lo hizo para vengarse.— ¿Por qué simplemente no aceptas que tienes a otro y ya? Sólo dime que ya no me quieres y se acabó.Drama King.— No, nada de eso mi Tomtito.No pude evitar reírme por el tonto
Rodé los ojos fastidiada, Clarke sabía cómo comprar a las personas y mis padres no eran la excepción, desde que le mencionó a mi papá que era ingeniero civil se habían metido en una profunda conversación sobre el mundo de la construcción, materiales, y edificios famosos.Mi padre no me había visto en un mes y prefería mil veces hablar con un desconocido que con su hija y estaba raramente enojada por eso. Me sentía como el extra de una película, estaba sentada en un sofá viendo cómo no paraban de hablar y sonreían cuando concordaban en algo. Se suponía que mi padre debía -mínimo- echarlo de la casa.Se supone que es el novio de tu hija ¡Dios!.Suspiré y me encaminé a la cocina, buscando algo qué hacer mientras la conversación incesante de aquellos hombres llegará algún día a su fin.— ¿Puedo ayudarte en algo, mamá?Mi mamá se secó las manos en su delantal y se acercó a mi con un rostro cálido, mi corazón saltó feliz porque realmente la había extrañado demasiado.— No cariño, tú sólo re
Miré las nubes negras realmente frustrada, mi suerte hoy iba de mal en peor. La lluvia había empezado a caer de manera incesante, las palmeras estaban a punto de ser arrancadas de raíz por el fuerte viento y las olas del mar estaban realmente alborotadas. Una tormenta se había acercado impidiendo que James pudiese ir a casa, mejor dicho, mi mamá impidió que se vaya, por mí no había problema.— Ya casi son las 6 de la tarde, cariño, es demasiado tarde y además el clima no es el mejor para que viajes, quédate.— No creo que sea lo mejor -—James me lanzó una mirada rápida, él sabía que esto no me agradaba en lo absoluto—.— No dejaré que te vayas en estas condiciones ¿bien?Sin más que decir él asintió aceptando la propuesta.— Dormirás en la habitación de Grace.— ¿Disculpa?Mi hermano y yo nos miramos fastidiados luego de decir la palabra al unísono. No, yo no iba a dormir con aquel dios griego, era demasiado para mi.— Bueno, no tengo esperanza de que sigas siendo virgen — habló mamá—
Las parpadeantes luces de colores brillantes y el volumen alto de la música que retumbaba en las paredes de aquel club incitaban a todos los que adentro se encontraban a mover sus cuerpos, frotándose, saltando y cantando. Unos más ebrios que otros danzaban sobre la barra, quitándose la ropa, otros estaban en una esquina teniendo relaciones sexuales con ropa como si no hubiese hoteles en esta ciudad. El olor del cigarrillo y otras drogas que no reconocía impregnaba todo el lugar.Sí, la hermosa y perversa ciudad de Las Vegas.— Vamos Grace, que hoy es nuestro día.Seguí a Jane -mi mejor amiga- que se abría camino entre los cuerpos sudorosos, algunos aprovechándose y tocando más de la cuenta pues girarme a encararlos era prácticamente imposible cuando no sabía quién pudo haber sido. Cuando por fin pude llegar a la barra, Jane ya tenía en su poder dos vasos de no sé qué sustancia.— Brindemos cariño porque por fin nos graduamos y además porque —alzó su vaso— lo que pasa en las Vegas— Se