Capítulo 2   

Durante ese año se hizo una investigación de lo sucedido, aunque jamás han logrado dar con los hombres que los asaltaron, Andrew incluso contrato más de un investigador privado, sentía que ellos habían destrozado su vida, su mundo, sus sueños y simplemente desaparecieron sin dejar rastro y ni siquiera con todo el dinero había podido hacer nada.   

La policía encontró su carro chocado a las afueras de la ciudad, al parecer esa misma noche asaltaron una gasolinera y dejaron dos heridos, gracias a Dios al menos esas personas lograron sobrevivir, aunque muchas veces se preguntó si en verdad él lo logró.   

El día en que la conoció su vida cambió, jamás olvidará la primera vez que hicieron el amor, tenía tanto miedo de defraudarla, cuidó cada detalle, quería que entendiera y que sintiera amor, pero también placer, sentía la presión y responsabilidad de hacerla feliz como jamás lo vivió antes con ninguna otra mujer.

La verdad fue un momento muy hermoso tenía todo planeado en su departamento, las velas, música suave, recordaba haber estado más nervioso que en su primera vez, aunque en realidad para él esa fue la primera vez, antes sólo fue sexo sin ningún compromiso.   

La fue a buscar a la universidad, debía reconocer que se veía muy nerviosa, llevaba un vestido rosa de seda dejando ver sus hermosas piernas que lo volvían loco, cuando entraron a su departamento le preguntó —¿Estas segura?

Y ella respondió —he soñado con este momento muchas veces, se bien que me cuidarás y romperás mis miedos.

Lentamente le quitó la chaqueta dejándola caer sobre el sofá, la abrazó, la besó y se dio cuenta del cierre de su vestido, cerró los ojos con una sonrisa de satisfacción de haber encontrado el camino al paraíso, lentamente lo bajó y esa delicada tela cayó al suelo quedando frente a él sólo con su ropa íntima, casi por instinto quiso cubrirse con las manos mientras veía como los colores se le subían al rostro, ambos sabían que ya no había marcha atrás.

Andrew sentía que el corazón se le salía del pecho, era simplemente perfecta, besó su cuello mientras sentía como su respiración se agitaba, de pronto pudo sentir como ella olvidaba sus miedos y lentamente comenzaba a abrir su camisa, desabrochar su cinturón y bajar el cierre de su pantalón.

Vio cómo se mordía el labio así que dejó rápidamente caer sus pantalones tirándolos a cualquier lugar donde no le estorbaran lo que la hizo sonreír, la tomó en sus brazos, la llevó a su cama y la besó como nunca, porque esta vez sabía bien que no tendría que detenerse, esa noche no serían necesarias las duchas frías.

No hubo parte de su cuerpo que no haya recorrido con sus labios, sintió sus orgasmos, acabar dentro de ella al mismo tiempo fue tocar el cielo, escuchar sus gemidos lo llevaron al paraíso.  

Después de ese día Andrew supo que no quería estar con ninguna otra mujer, nadie podría hacerle vibrar de esa manera ese momento había sido simplemente mágico.

Después se bañaron juntos, verla desnuda hacía que quisiera tenerla nuevamente, la verdad es que no hubo una habitación en ese departamento donde no hayan hecho el amor, o acariciado con toda confianza, la sala, la cocina, el comedor, sólo les faltó el balcón, pero ahí los podían ver, a la mañana siguiente simplemente se mudaron juntos.  

Fue tan feliz y ahora sólo tenía recuerdos, y no podía evitar pensar en que jamás podría volver a sentir lo mismo por ninguna otra mujer.

Su cuñado Javier o excuñado ahora y su mejor amigo Joseph le han dicho que alguien va a llegar a su vida, que debe darse una oportunidad, pero, aunque lo intentaba ninguna mujer ha despertado en él nada como lo que Iris le hizo sentir.   

Pensó «Tal vez tienen razón y este cambio es lo que necesito. Mis padres han comprado una casa muy bella en New Rochelle y yo rento un departamento en Manhattan que está cerca del restaurante, a pesar de todo necesito mi espacio fue la condición que puse para venir»

Debía reconocer que el lugar era muy lindo y elegante, con una hermosa vista de la ciudad, siguiendo la petición del padre de Andrew su amigo Joseph rentó un departamento en el mismo piso, eran vecinos, su madre le pidió que no lo dejara solo, aunque él sabía bien que la petición no era necesaria conocía a su amigo y aunque sus padres no se lo hubiesen pedido Joseph lo hubiese acompañado en esa aventura.   

Andrew pidió como condición que nadie debía saber quién era él, la verdad su amigo no estaba muy convencido de ser su jefe, aunque en realidad no sería porque Joseph no tuviera el dinero para abrir un restaurante, simplemente le gustaba su vida sencilla, por lo general ganaba dinero con inversiones y propiedades que tenía rentadas. 

Como el lugar está a sólo siete cuadras del departamento Andrew había decidido usar lo menos posible su carro, así nadie sospecharía si llegaba caminando, podría decir que tomaba el tren.

El primer día que llegaron se dieron cuenta de que el lugar necesitaba mucho trabajo, llamaron a un contratista para cambiar incluso el diseño del lugar.

Joseph ha estado probando diferentes recetas para crear un menú especial que traiga también el estilo de los otros restaurantes además de remodelar por completo la cocina del lugar.   

Revisaron los diseños de la vajilla, las lámparas, los manteles y el área para eventos sociales o reuniones, de pronto Antonio se comienza a emocionar pensando en que el lugar puede funcionar muy bien, al fin algo nuevo logra poner su mente hacer nuevo. 

Después de casi tres semanas de trabajo desde que se convirtieron en los dueños oficiales del lugar, sólo faltaban dos semanas más para poder abrir, Diana, la madre de Andrew quien como siempre les había ayudado a preparar los anuncios además de la búsqueda de personal y muchos otros detalles, ese día recibiría a las primeras personas para las entrevistas.

Aunque lo quisiera Andrew no dejaba de pensar en lo hermoso que hubiese sido compartir este sueño junto a Iris.

De pronto escucha la voz de su madre —Tengo un presentimiento de que algo muy especial va a suceder, mi intuición de madre me dice que algo maravilloso está a punto de pasar.

Andrew sólo podía responder con una sonrisa «Ojala mi madre tenga razón, aunque pensarlo sin sentirme culpable por querer que suceda no es fácil» 

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