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NARRA EMERSON

Feliz, contento, expectante; así estaba me describía ahora mismo. Sin dudarlo le había propuesto a Berenice que vinieran a pasar unos días en mi casa. Ella aceptó, aunque al principio estaba media insegura, luego dio el sí definitivo.

Me sentía feliz al sentir que había más movimiento en mi vacío hogar. Con la presencia de Berenice, Dante y también la de su familia estaba seguro que iba a haber más movimiento y más ruido también.

Esta noche iba a costarme muchísimo pegar un ojo, ya que tenía muy en claro que Berenice solo estaba a unos pasos de mi. Me moría de ganas por estrecharla en mis brazos y poder dormir junto a ella, para que al levantarme lo primero que viera fuera su hermoso rostro.

Había decidido alistar la habitación de mis padres para ella y Dante. Fue muy difícil entrar a ese cuarto que estuvo seis años cerrado bajo llave. Pero me parecía más que adecuado que esa habitación la utilizaran mi ángel y el pequeño angelito.

Gracias a ellos hoy estaba de vuelta el
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