NARRA BERENICEEstábamos en un hermoso clima familiar junto a la familia de Emerson. De verdad que todos eran muy cálidos y amistosos.Hace unos momentos habíamos terminado de almorzar y comer un delicioso prostre. “Los hombres de la casa” se habían ido a jugar a la pelota en el amplio fondo.Solté un suspiro de felicidad al ver correr a mi pequeño junto a Emerson de la mano.Me había decidido y me estaba volviendo a dar una nueva oportunidad al amor. Le había dicho a Emerson que quería empezar algo con él, pero que me tuviera paciencia y supiera respetar mis tiempos. Él como buen caballero que es, no se opuso, solo que puso una condición: poder besarme cuando y cuanto quisiera. Al principio creí que bromeaba, pero luego me di cuenta que lo decía muy en serio. Por supuesto que yo no me resistí a su condición, me declaraba adicta a sus besos y a su dulce piel.—Si no te conociera mejor diría que aquí hay gato encerrado. Me rectifico, aquí pasa algo. Te conozco perfectamente para tu bue
NARRA EMERSONPor fin podía besarla con total libertad, aunque solo fuera a escondidas, eso lo hacía aun más excitante. Berenice en cada beso que nos dábamos entregaba todo de ella. Por eso cada beso era distinto y muy especial.Mi corazón latía desaforado, la cercanía de Berenice, los dos encerrados solos en mi habitación y tenerla estampada en la puerta no ayudaba a que piense claramente. Y mucho menos cuando ella me mordía de una forma exquisita mi labio inferior.Bajé mis manos hacia su cintura y la elevé para que no tener que agacharme. Me tomó por sorpresa que ella haya enredado sus piernas en mi cadera. Solté un jadeo y ella aprovechó eso para invadir con su lengua mi boca. Cuando las cosas estaban volviéndose calientes y eso se estaba comenzando a notar en la parte sur de mi cuerpo, todavía una parte de cordura quedaba en mí, así que decidí pensar con la cabeza de arriba y cortar la intensidad del beso.—Ángel… —comencé a decir con nuestras frentes unidas—. Yo… no sé tú pero s
NARRA BERENICEMi cabeza no se dejaba de preguntar una y otra vez qué era lo bueno que había hecho en esta vida, para que un maravilloso hombre como Emerson se fijara en mí.Me removí solo un poco de mi posición, ya que la iluminación del sol me daba de lleno en los ojos. Al mirar en donde estaba, las imágenes de la noche de ayer se vinieron a mí como un tornado. Me sonrojé hasta el dedo pequeño del pie, cubrí mi desnudez con la sábana y acomodé mi rostro para poder mirar a mi acompañante. Tenía el rostro sereno, en paz, sus facciones eran hermosas, hasta cuando dormía se notaba que era un hombre fuerte y rudo. Coloqué mi mano en su mejilla y comencé a acariciarlo suavemente, trazando círculos imaginarios en su delicada piel.¿Cómo habíamos llegado a hacer lo que sucedió la noche anterior? Realmente no tengo idea, pero no me arrepentía, es más… me encantó que haya pasado y lo volvería a hacer, claro que si. Con Emerson estaba segura, me sentía protegida y sabia que no solo me gustaba,
NARRA EMERSONSi alguien me viera diría que estoy completamente loco y tendría toda la razón del mundo. La culpable de mi locura era nada más que Berenice Swan. Era increíble el poder que ejercía en mí sin darse cuenta. Cada vez que la veía mi corazón latía desbocado, buscando cualquier excusa para poder sentir su piel. Necesitaba estar cerca de ella a cualquier momento, tenerla a mi alcance, poder besarla, mimarla, consentirla… pero lo más importante, poder amarla sin ningún tipo de restricción.Hoy a la mañana me llevé una muy grata sorpresa, además de volver a amanecer junto a mi ángel entrelazados y abrazados, me había devuelto el favor que le hice yo anoche. De solo pensar en las imágenes y las sensaciones que mi cuerpo atravesó, comenzaba a sentir calor y mis pantalones comenzaban a apretarse. No sería para nada bueno y serio que el dueño de la empresa asista a una reunión con una terrible erección marcada en sus pantalones, sería la vergüenza de mi vida si eso pasara.Al llegar
Cada día que pasaba el hombre que me tenía en sus brazos se estaba haciendo indispensable para mí. Siempre se aseguraba que estuviese cómoda, contenta y feliz. Si me veía triste, ahí estaba para apapacharme o decirle palabras de confortación, consiguiendo su cometido.Quizás si estuviese experimentando estas sensaciones en mi vida hace unos meses atrás, estaría aterrada sin lugar a dudas, sintiéndome en una encrucijada. Pero, hoy no era así. Cada vez estaba más segura que Emerson era el único capaz de hacerme sanar, de comprenderme y apoyarme. El temor a lo nuevo lo había dejado atrás y cada día que pasaba estaba más segura que las decisiones que estaba tomando eran las correctas.Por otro lado, estaban las sensaciones que mi cuerpo experimentaba. Emerson ejercía mucho poder en mí y estaba segura que él era consciente de ello. Con solo un toque despertaba toda mi piel, con solo un beso hacia que volara a la estratósfera, con una caricia hacia que lo deseara más. Verlo con una sonrisa
NARRA EMERSONEse maldito perro, ¿Quién demonios se creía que era para interrumpir en mi oficina y encima llevarse a mi Berenice? Desde que ambos habían traspasado esa puerta yo estaba hecho un manojo de nervios, ¿De qué estarían hablando? Y… ¿Si el chucho ese le decía que estaba enamorado de ella? ¿Si la besaba?—Vamos Emerson, respira… —me dije a mi mismo paseando de un lado para el otro en la oficina.Los celos eran horribles, pero no por lo que realmente pasaba sino por lo que mi mente se imaginaba que podría llegar a pasar.Desde que conocí por primera vez a la bola de pelos que se hace llamar Nathan, sospeché que estaba enamorado de Berenice, aunque ella en más de una ocasión me haya dicho que era solo un amigo, para mi ese chucho tenía intensiones de más con mi ángel. Pero yo no se lo iba a permitir, Berenice era mía, aunque ella no lo supiera, todavía.Miré mi celular muy cariñosamente y rápidamente llamé a la que me ayudaría a interrumpir la salida espontánea de Berenice y el
Puse simplemente, por supuesto que me moría de ganas de poner que la amaba, pero no podía ir muy rápido, lo que menos quería era que Berenice se asustara. Manejé hacia el jardín de niños de Dante, mañana era el acto del día del padre y, por suerte, Dante estaba muy a gusto que fuera yo quien lo acompañe. Cuando recordaba sus palabras, mi pecho acromáticamente se inflaba de felicidad.FlashbackAproveché el momento que Berenice se bañaba para acercarme a Dante y poder hablar a solas con él.—Dante —lo llamé, él apartó la vista del televisor y me miró con sus hermosos ojos iguales a los de su madre.—¿Sí, Ewad? —dijo con su dulce vocecita.—Tengo una pregunta que hacerte. ¿Recuerdas el acto que se hace en el maternal por el día del padre? —pregunté, asintió en respuesta.—¿Vas a id tú? —preguntó y me tomó por sorpresa su iniciativa.—¿Quieres que te acompañe yo? —le devolví la pregunta con una sonrisa.—¡Pod supuesto!, yo sé que no tengo un papá pero yo te quiedo como un papá a ti —dijo
NARRA BERENICE—¿Es necesario que me pongas tantas cosas en mi rostro, Farrah? —pregunté sintiendo como sus manos se movían por mis párpados y mejillas reiteradas veces.—Por supuesto que sí, ya deja de chillar como una niña, verás que el resultado te va a encantar… —respondió mi nueva loca amiga.Estábamos con Farrah en el convertido cuarto de los padres de Emerson, que era donde estaba quedándome por última vez, porque ya mañana estaríamos de vuelta en el departamento. Félix le había avisado a Rosario que ya estaba arreglado el desperfecto que ocasionó que saliéramos de nuestro hogar prácticamente huyendo. Mentiría si dijera que no iba a extrañar la gran mansión de Emerson, por supuesto que lo haría, extrañaría sus buenos días, sus brazos cálidos que me acogían cuando me escapaba a altas horas de la madrugada y me recibían gustosos, el ir y venir junto a él de la empresa, en fin… lo extrañaría infinitamente a él, solo a él. Pero, no podíamos quedarnos de por vida aquí, sabía que Dan