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CAPITULO 4 LA EXTRAÑO MUCHO

Cuando llegaron bajaron cuidadosamente la camilla y la subieron al avión, los hombres contratados por Mario hablaron con el piloto retirándose del lugar en la misma camioneta.

 Al irse llego Damián en varios carros con su gente y abordaron el avión.

Sabía lo que Mario tramaba, arreglo que el piloto no despegara, entro al lugar donde estaba la camilla y les pidió a sus hombres que la bajaran y trasladaran a su villa a las afueras de la ciudad, algunos doctores la esperaban para que la examinaran.

El asistente de Damián, Héctor suspiro impotente por la suerte de Alba ahora en adelante, la pobre estaba en coma y no sabía los planes que tenía su jefe para ella.

Al llegar a la Villa los doctores la examinaron y Héctor entro a verla, dándose cuenta que no era Alba, era otra mujer que tenía maquillaje haciendo que sus rasgos fueran muy parecidos, salió rápidamente del lugar para avisarle a su jefe.

“¡Busca en las cámaras del hospital, tiene que aparecer, investiga a quien es esta mujer!”. Damián gritaba molesto al enterarse de la noticia.

“Si señor”. El asistente empezó a buscar respuestas.

Días después Héctor llego a la oficina de Damián. “Señor tengo información”.

“Habla”. Damián dejo los papeles que estaba leyendo.

“Primero, las cámaras del hospital fueron manipuladas, mostrando 30 minutos de grabación repetitiva”.

Segundo, los hombres que contrato el señor Mario y el piloto han salido del país.

Tercero, El señor Mario y la señora Diana vendieron todas sus acciones y propiedades hace algunas semanas en secreto a familiares y amigos”.

Cuarto, la idea del señor Mario es que el avión explotara para que diéramos por muerta a la señora Alba.

Quinto, la mujer de la camilla es adicta y vive en la calle, dice que un hombre le ofreció dinero, pero no lo conoce”.

“Eso es todo”. Damián preguntaba pensativo.

“Si, señor, ¿Quiere que siga investigando?”. Héctor lo veía escéptico.

Damián se acercó a la ventana y vislumbro la ciudad. “Deja de buscar… ya no lleva a mi hijo no necesito nada mas de ella…”

Héctor observo su espalda e hizo una mueca. “Está bien señor, me retiro”. Cuando iba a salir se detuvo. “La señorita Brenda está esperándolo afuera”.

“Que pase”. Héctor salió y le pidió a la mujer que pasara, cerrando la puerta, el asistente negó con la cabeza, nunca le gusto esta mujer, pero el jefe la quería como a una hermana.

 La mujer entro a la oficina, era muy joven y elegante, vestía la ropa de la última temporada, su maquillaje era exquisito.

Ella se acomodó en el sillón de la oficina. “¡Damián!, Desde el funeral que no nos vemos ¿Cómo estás?”.

“Estoy bien”. Él contestó sin voltear a verla.

 “¿Que paso con tu ex?”. Brenda preguntó tímidamente.

Damián seguía viendo por la ventana. “Se acabó”.

Brenda sonrió maliciosamente y camino hacia él, cambiando su semblante a triste en un instante. “Lo siento, sabes que me tienes a mí y siempre estaré contigo”. Esta le dijo abrazándose a su cintura.

Damián se separó de ella y se acercó a su escritorio.

Ella se sentó en la silla enfrente a él. “Sabes… quería saber si puedo visitar a tu hija Mariana es una pequeña hermosa, perdió a su madre y ahora perdió a su madrastra, se debe sentir muy sola, recuerdas cuando la visitaba antes que conocieras a tu ex, siempre le guste, puedo ayudarte a cuidarla”.

“Está bien, Mariana y su niñera están quedándose con mi padre, hoy iré a cenar con ellos, puedes venir”.

Brenda le sonrió. “Excelente podre saludar a mi padrino”.

Damián checo la hora en su reloj. “Vamos, iremos en mi coche para llegar a tiempo a la cena”.

Brenda sonrió y se agarró al brazo de Damián, al salir Héctor estaba checando algunos documentos y los observó, Héctor tenía un mal presentimiento sobre esta mujer, de ahora en adelante la vería muy seguido en la empresa como antes de que ambas esposas de Damián existieran.

“Héctor puedes irte a casa, mañana reanuda tus deberes”.

“Sí señor, que descanse”. Héctor vio a Brenda de reojo y ella le mostro una sonrisa falsa.

El asistente los veía alejarse por el gran pasillo hacia el elevador.

El padre de Damián, el señor José Alcántara tenía una bella Villa lejos de la ciudad, a él y su esposa Margarita les gustaba la tranquilidad, tenía un gran y bello jardín con una fuente en el centro de la entrada, cuando llego vislumbró a una pequeña niña de alrededor de 7 años jugando en el patio donde estaba lleno de flores de colores, llevaba un vestido de princesa rosa, su piel era clara y tenía unos grandes ojos azules, su cabello largo y negro se movía suavemente cuando ella corría en todas direcciones, mientras jugaba con su nana Camila, una mujer de mediana edad que cuido a Mariana desde su nacimiento.

La madre de Mariana murió en un accidente automovilístico cuando tenía 5 meses de nacida, Damián cuido solo a su hija hasta que conoció a Alba cuando la pequeña tenía 3 años, un año después, se casaron y formaron una familia hasta que paso la tragedia.

“¡Papá!”. La niña al ver a su padre corrió a encontrarlo.

Damián la cargo y la beso en la mejilla. “Princesa, ¿Me extrañaste?”.

La pequeña asintió. “¿Dónde está mami Aly?, también la extraño mucho”.

La sonrisa en la cara de Damián se perdió y solo se quedó en silencio.

Brenda se acercó y le dijo. “Mama Aly se fue a un viaje por eso no está aquí”. 

Mariana se recargo en el cuello de su padre asustada por la presencia de Brenda, era la mujer más horrible que conocía, frente a su papá siempre era amable pero cuando estaban solas le gritaba mucho a su nana y a ella.

Entraron a la casa y cenaron junto al padre de Damián el señor Jose, ya estaba de mejores ánimos después de la muerte de su esposa. Tener a la pequeña Mariana en casa lo consolaba.

“Es bueno verte Brenda, ¿Tu madre como esta?”.

“Bien padrino, les manda saludos, todavía se siente triste por la perdida”. Ella bajo su cabeza demostrando tristeza.

El señor Jose suspiro. “El tiempo curara el dolor y sufrimiento”. Todos siguieron comiendo en silencio.

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