Tiempo después.Harry echó una última mirada al espejo, su smoking estaba perfectamente arreglado, no había rastro de ninguna arruga, su cabello está peinado delicadamente hacía la izquierda, perfumó cada rincón de su cuerpo y estaba más que listo, ¿ella ya estará lista? ¿estará tan nerviosa como yo? Se preguntaba una y otra, ansioso y muerto de nervios. Se sentó en el taburete de la habitación del hotel, el lugar de ensueño para una boda.Unos toques en la puerta lo sacan de su ensimismamiento, con algo de torpeza camina hasta ella, toma el picaporte y lo gira abriendo.—¿Harry? ¿estas listo?— inquiere Piero, mirando con orgullo a su muchacho. Después de tanto, Harry era como como otro hijo para él. Y sabía que casarse era tan complicado como tan emocionante. —, ella está lista, campeón. —le aviso, Harry le sonrió y asintió. Piero lo acompañó guiándolo por los pasillos hasta el gran salón. Al llegar al gran salón allí se encontraba un altar improvisado, sillas, la infaltable alfomb
1. Desde pequeña siempre me sentí querida y afortunada, mi madre cuidaba de mi hermana y de mi con tanta paciencia, cariño y amor como le era prudente, nos dedicaba todo el tiempo, siempre me dijo que seria alguien grande e importante, que era inteligente y amable, claro que, a veces era muy notoria su preferencia por mi hermana gemela, Giselle. A veces quisiera devolver el tiempo a cuando todo marchaba mejor, cuando la empresa de mi padre estaba en el ápice del éxito, tenía una empresa de perfumes, creaba las mejores fragancias a nivel mundial. Cuando era una niña feliz, alegre, que veía la vida con ojos de colores e inocencia, jugaba junto a mi hermana, siendo siempre atendidas. De la empresa de mi padre aprendí que los sentimientos, objetos, situaciones y lugares tienen su propio olor. Tan sencillo como el olor del café recién hecho por las mañanas que, hacia mi madre, el olor a romero y tabaco que impregnaba la ropa del abuelo, el olor a tierra mojada del jardín de mi abuelita que
Son alrededor de las tres de la mañana y no logro conciliar el sueño, me remuevo en mi cama una y otra vez. Pensando que hacer con mi vida, peor no podría estar. Hago comparaciones tontas de mi situación, es decir mi vida parece un cubo de Rubik, cuando por fin logro acomodar una parte, la otra se descuadra. Y así sucesivamente. ¿Por qué de todos los vicios del mundo, mi fulano padre tenía que caer en las apuestas?, no es que diga que los demás vicios están bien, pero detesto que sea apostador y que no le importe su familia. Entiendo que la muerte de Gisselle nos jodio la vida a todos, la echaba tanto de menos como ellos, pero era imposible seguir varados en la misma situación y luto, teníamos que seguir, estaba segura que ella así lo hubiese deseado. Dios esto no podría estar peor, perderemos la casa, perderemos las pocas cosas que nos quedan y todo gracias a Lauro. Mi vida cada vez se agrava más, creo firmemente en la reencarnación e imagino que en alguna vida fui una terrible per
Miraba por la ventana del auto mientras lágrimas frías bajaban por mis mejillas, los recuerdos abrumaban mi mente, no podía creer lo que estaba sucediendo. Mi propio padre, el que me creo, el que se supone que debía siempre cuidar de mí y querer lo mejor para mí, me había entregado como si fuera un objeto a un desconocido. A alguien extranjero, sin saber nada de él. ¿Por qué me tocó vivir esto a mí? Esa pregunta retumba en mi cabeza, no puedo pensar claramente, pues nunca creí que mi vida podía ser peor. Creí ver luz, al final del túnel, que al fin sería libre y ya no estaría en casa de los Bell. ¿Pero esto? Esto jamás se cruzó por mi mente, no sé a dónde me llevan ni quien es este chico. No sé qué quieren de mi o que harán conmigo. La angustia invade todo mi ser, mientras sólo pienso en que esto acabe ya. He dejado de ver el asfalto, ahora vamos por un camino verde, de tierra. Al fondo del camino se ve una verja muy grande negra con cables eléctricos y muchos hombres vestidos de traj
Desperté al escuchar el sonido de las llaves quitando el seguro de la puerta. Seguido entró la dulce señora del día anterior. —Buenos días, señorita Ginebra. Aquí tiene su desayuno, dice el joven que hoy puede salir de su habitación, ya no tendrá seguro. Sólo que si intenta escapar no le irá nada bien.—dice en tono amenazador, pero sé que son palabras de su jefe. No de ella. Asiento tranquilamente.¿Escaparme? ¿Para volver a dónde? ¿A dónde el padre que me vendió? Ya no tengo ni mis ahorros. No tengo nada, ¿A dónde me escaparía? Recibo la bandeja que me ofrece y se lleva la de la noche anterior. Veo un desayuno digno de otro banquete como la cena, wafles recién hechos, con mucha mantequilla y queso. Fruta picada en cuadritos, café caliente como me gusta y un rico jugo de naranja. Ni en mis mejores años comía así de bien, sólo a veces que comía en la cafetería. Luego de irse Margaret como me dijo que se llamaba, intento abrir la puerta y el picaporte gira sin problemas, ya no estoy e
El insomnio parecía ser mi acompañante cada noche, ¿A qué planes sé refería? ¿Qué era lo que deseaba hacer conmigo? ¿Por qué debía acostumbrarme a este lugar? Algo faltaba, no encajaba nada. ¿Qué podría haberle dicho Lauro al italiano? ¿Qué abuso de mí y por eso no valgo la pena? ¿Y ahora? En que estoy inmiscuida, definitivamente si hay algo peor que vivir con los Torres. Vivir con la angustia de no saber que esperar, de que sucederá al siguiente día. Tomé mis apuntes del escritorio y los repasé una y otra vez hasta memorizarlos. Me gustaba aprender cosas nuevas y sobre todo de química. Soñaba con hacer algún avance químico en la historia, crear algún medicamento milagroso o algo por el estilo. Poco a poco me comienza a dar sueño, hasta que ya no siento mi cuerpo. El fuerte ruido de la puerta abriéndose de golpe me despierta. Le veo entrar al rubio y me desperezo un poco. Lo miro con duda.—Buenos días, dormilona. ¿Sabes qué hora es?—pregunta, mientras se apoya en el marco de la puert
—No estaba escuchando, solo pasaba por aquí—digo y continuó mi camino, pero en un movimiento rápido atrapa mi codo en su mano.—¿Qué escuchaste, Ginebra?—inquiere, mientras aprieta un poco más fuerte mi brazo.—¡Suéltame, me estás lastimando! —le aviso. —, No escuche nada, solo pasaba por aquí.—¡Mentirosa!—ejerció más fuerza, mi brazo quemaba.—, Dime la verdad o no te soltaré.—¡Déjame en paz!—volví a gritarle, en eso la puerta se abre. —¿Qué está pasando aquí?—habla Piero con ese carácter característico que tiene.—Tenemos una entrometida—dijo por fin soltándome. —, Ha estado espiándote. —¡Que no soy una entrometida! No escuchaba nada, solo venía pasando por aquí—digo mientras me cruzo de brazos. —Piero, no sé de qué hablabas por teléfono, pero ella ha estado escuchándolo todo. A través de la puerta.—le cuenta. ¿Por qué tanta angustia de que escuche sus conversaciones? No digo que este bien escuchar conversaciones ajenas, es solo que ellos son un enigma y yo necesito resolverlo.
Miraba más atenta que nunca por la ventana, era un camino totalmente diferente al que iba directo a la mansión, quería creer que solo se había desviado para confundir a esos hombres. Pero pasaba minuto a minuto y no había ningún cambio de ruta, estaba asustada y Pierina igual, nos carcomían los nervios. Con el alboroto que se armó; Pierina había dejado su cartera en la mesa. Por lo que no llevaba su teléfono consigo. Le hacíamos preguntas y ninguno de los hombres contestaban, mis nervios estaban a mil y todas mis alertas mentales igual, por alguna razón la puerta solo se abría de afuera, ¿Y si nos estaban secuestrando? ¡Ni siquiera podemos saltar del auto! Luego de un largo camino, estábamos parando, habíamos llegado a una cabaña muy escondida, tenía verjas por todo lado y cercas eléctricas. Definitivamente estábamos secuestradas, mis piernas temblaban y Pierina estaba pálida. Los dos grandulones se bajaron y nos abrieron ambas puertas. Pensé en correr, hasta que lo escuché hablar.—S