—No estaba escuchando, solo pasaba por aquí—digo y continuó mi camino, pero en un movimiento rápido atrapa mi codo en su mano.—¿Qué escuchaste, Ginebra?—inquiere, mientras aprieta un poco más fuerte mi brazo.—¡Suéltame, me estás lastimando! —le aviso. —, No escuche nada, solo pasaba por aquí.—¡Mentirosa!—ejerció más fuerza, mi brazo quemaba.—, Dime la verdad o no te soltaré.—¡Déjame en paz!—volví a gritarle, en eso la puerta se abre. —¿Qué está pasando aquí?—habla Piero con ese carácter característico que tiene.—Tenemos una entrometida—dijo por fin soltándome. —, Ha estado espiándote. —¡Que no soy una entrometida! No escuchaba nada, solo venía pasando por aquí—digo mientras me cruzo de brazos. —Piero, no sé de qué hablabas por teléfono, pero ella ha estado escuchándolo todo. A través de la puerta.—le cuenta. ¿Por qué tanta angustia de que escuche sus conversaciones? No digo que este bien escuchar conversaciones ajenas, es solo que ellos son un enigma y yo necesito resolverlo.
Miraba más atenta que nunca por la ventana, era un camino totalmente diferente al que iba directo a la mansión, quería creer que solo se había desviado para confundir a esos hombres. Pero pasaba minuto a minuto y no había ningún cambio de ruta, estaba asustada y Pierina igual, nos carcomían los nervios. Con el alboroto que se armó; Pierina había dejado su cartera en la mesa. Por lo que no llevaba su teléfono consigo. Le hacíamos preguntas y ninguno de los hombres contestaban, mis nervios estaban a mil y todas mis alertas mentales igual, por alguna razón la puerta solo se abría de afuera, ¿Y si nos estaban secuestrando? ¡Ni siquiera podemos saltar del auto! Luego de un largo camino, estábamos parando, habíamos llegado a una cabaña muy escondida, tenía verjas por todo lado y cercas eléctricas. Definitivamente estábamos secuestradas, mis piernas temblaban y Pierina estaba pálida. Los dos grandulones se bajaron y nos abrieron ambas puertas. Pensé en correr, hasta que lo escuché hablar.—S
Por un momento disocié la realidad, de mis pensamientos, estaba sumergida en un trance, acababa de escuchar y resolver el enigma que ellos eran. ¿Cómo no me di cuenta antes? Estaba corriendo mucho riesgo, demasiado me atrevería a decir, ahora ¿Qué iba a hacer? No podía salir de aquí. Y sé que si huyera me seguirían, contando con que tienen el poder y el dinero necesario para encontrarme en un abrir y cerrar de ojos. Pierina me miraba fijamente esperando una respuesta, pero yo solo repetía una y otra vez en mi mente: "Son mafiosos", “Mafia” “peligro”, “drogas”, “trata de personas”, “armas”, “ilegal”.—¡Ya mujer, di algo!—exclama asustada.—, me tienes nerviosa, no sé ni porque te lo dije. Piero dijo que no estabas lista y al parecer no se equivocó. No respondí, solo escuchaba sus lamentos, pero muy lejana su voz. Sentía mucha pesadez en mis ojos y logré quedarme dormida. Me desperté gritando, tenía mis ojos humedecidos y es que no era para menos había soñado muchas cosas feas, además
El destino es tan incierto, pero a la vez tan acertado. Su fin es hacernos cuestionar lo que somos, lo que queremos y lo que hacemos por conseguirlo. Quizás creemos saber las respuestas de todas las preguntas que encontramos a lo largo de nuestra vida, pero cuando pensamos que por fin las resolvimos, la vida nos cambia esas preguntas por otras nuevas. Y así vamos al diario, aprendiendo, fallando y siguiendo, la cuestión es no rendirnos nunca, porque debemos saber que siempre por más oscura que sea la noche, al siguiente día el sol nos iluminará con su perfecto resplandor. Nunca entendí porque me tocó vivir tantas cosas a mi corta edad, siempre pensé que el destino estaba en mi contra, que me odiaba y por eso me maldijo. Pero ahora me siento poderosa, quizá no vaya a contribuir al mundo con una medicina milagrosa como lo quise desde un principio, o quizá lo haga más adelante, pero de momento contribuiría al contrabando de sustancias ilícitas, no me sentía orgullosa de ello, pero sería
Estaba admirada y sorprendida de la rapidez de los hermanos para negociar y moverse en esto de la mafia. Habían pasado quizá unos tres meses, todo había tomado su curso. Estábamos de regreso a la mansión, doblaron la seguridad. Sucedieron muchas cosas, había aprendido clases de defensa personal y manejo de armas. Me faltaban dos meses para graduarme como Química, todo gracias al profesor Albert. Había conseguido un convenio con la Universidad estatal, donde el expuso que "era un genio". Me dieron muchos puntajes y logré eximir más de la mitad de semestres, por lo que iba a tener mi preciado título. Tampoco es como que fue tan fácil, hubo muchas noches que no dormí por estar estudiando para pruebas y debates. Piero uso una de sus propiedades para crear los laboratorios donde estábamos produciendo la nueva droga. Tenían varios trabajadores, yo iba a su cabecilla. Dirigiendo y controlando que todo marchará de la mejor manera. Los niveles de producción aumentaron un 7% más este mes. La
Desperté sintiendo un fuerte ardor en mi brazo, mi cabeza dolía y amenazaba con explotar en cualquier momento. Me sentía confundida, había perdido un poco el sentido de la orientación. Recordaba perfectamente que había regresado con el camión a la mansión de los hermanos. Intente levantarme, pero me lo impidieron.—No te muevas, Ginebra. —advirtió—, estás herida.—¿Lo dices por mi brazo? no, no te preocupes estoy bien—respondí.—¿En que estabas pensando, mujer? ¡Casi te matan o peor aún, te llevaban detenida! —exclama—, Rob me ha contado todo, a pesar de que eres una terca, desobediente, te felicito por haber salvado a mis hombres y al cargamento. En serio que eres increíble.—No me regañes, en realidad no sé de dónde saqué la gallardía para hacer todo lo que hice. —expuse, aún no lo sabía, pero agradecía al de arriba por habérmela dado, sino no sabría con exactitud que hubiese ocurrido—, he matado a tres hombres, Piero. ¿En qué me convertí?—Querías entrar al negocio, ¿verdad? —pregu
El padre de los Santorini se había regresado a Italia, yo me encontraba mejor de mi brazo y ya no me dolía. Continúe haciendo entregas y acompañando a Piero o a Petro a reuniones relacionadas con Gmax, nuestra producción se había cuadruplicado y habíamos abarcado la mayor parte de Asia, teníamos un nuevo inversionista hindú, estaba muy contenta, porque jamás había salido de París y ahora iba a viajar con Piero a España. Había personas interesadas en comprarnos Gmax y debíamos visitarlas, además de una entrega de armas que pidió uno de sus políticos.Había terminado de alistar mi valija, llevaba ropa elegante y con estilo, ahora debía vestir diferente. Lleve todo lo necesario para los días que íbamos a estar, termine de vestirme y me coloque los tacones, ya no me molestaban como antes y se me hacía más fácil poder caminar. Tomé el bolso y guardé mi pasaporte, teléfono, cargador y billetera. Se sentía demasiado bien tener mi propio dinero, razón por la cual podía comprar mi vestimenta a
Por obra divina Rob nos interrumpió cuando estaba por responderle a Piero, suspire con alivio y me relaje. Tampoco sabía que decirle, ¿Qué se le responde a un "me encantas"? No sabía que decir y fui salvada por suerte. Su sola presencia me ponía los vellos de punta, ¿Cómo si quiera podía responderle a semejante comentario?—Ginebra, regresa al hotel con Titan.—ordeno—, debo resolver unos asuntos con Rob.—De ninguna manera, iré con ustedes—respondo inmediatamente. ¿a qué asuntos se refería?—No, no irás. —decretó—, te regresas al hotel y me esperas allí. En caso de que me demore, asiste a la reunión con los inversionistas, eso es mas importante, Gin.—Está bien—acepte porque sabía que resistirme no solucionaría nada y no él jamás cedería.Subí en la camioneta con Titan y dos hombres más. Condujo por todo Madrid hasta regresar al hotel, subí a la habitación y al entrar me sorprendí mucho, encima de la cama había una caja color dorado con un moño azul marino gigante, en el escritorio de