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Desperté sintiendo un fuerte ardor en mi brazo, mi cabeza dolía y amenazaba con explotar en cualquier momento. Me sentía confundida, había perdido un poco el sentido de la orientación. Recordaba perfectamente que había regresado con el camión a la mansión de los hermanos. Intente levantarme, pero me lo impidieron.

—No te muevas, Ginebra. —advirtió—, estás herida.

—¿Lo dices por mi brazo? no, no te preocupes estoy bien—respondí.

—¿En que estabas pensando, mujer? ¡Casi te matan o peor aún, te llevaban detenida! —exclama—, Rob me ha contado todo, a pesar de que eres una terca, desobediente, te felicito por haber salvado a mis hombres y al cargamento. En serio que eres increíble.

—No me regañes, en realidad no sé de dónde saqué la gallardía para hacer todo lo que hice. —expuse, aún no lo sabía, pero agradecía al de arriba por habérmela dado, sino no sabría con exactitud que hubiese ocurrido—, he matado a tres hombres, Piero. ¿En qué me convertí?

—Querías entrar al negocio, ¿verdad? —pregu
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