Después de todo aquello dicho por parte de Piero, las cosas se tornaron muy tensas entre los dos. Fueron los tres peores días, trataba de pasar lo más posible alejada de él, entre las cenas, conferencias, entrevistas y citas con Eliot (todas profesionales) hablando de su proyecto. Lo veía solo en la noche cuando me tocaba dormir.Luego, regresamos a Paris y realice las entregas que tenía pendientes, pese que Petro y Pierina se pelearon con su hermano al enterarse de lo sucedido, igual había decidido tomar mis cosas y alejarme de ellos. Sabía que era una gran inmadurez por parte de Piero haber relacionado los negocios con nuestros sentimientos, pero por un lado lo mejor era irme, tomar nuevamente mis planes de explorar lugares nuevos y mucho mejor si era lejos de París. Así que lo había hecho, estaba en Milán, no fue ningún otro país lejano como lo premedite alguna vez, estaba en una ciudad completamente diferente a lo que había querido, pero no estaba para nada disgustada. Al contrari
Nos encontrábamos en la preciosa Roma, habíamos volado en el helicóptero a la capital de la gran Italia. Íbamos sumidos en un profundo silencio casi sepulcral, Emma estaba molesta y era evidente, por el abrazo efusivo. Estábamos esperando que Francesco nos enviará las coordenadas exactas del recinto donde tenían a Pierina. Nos había dicho que era un búnker de alta seguridad, por lo que entrar no sería nada fácil, lo cual nos daba a pensar que quizá allí se encontraba el tal Georgiano Vítale Bianchi. —Ustedes se quedarán con Titan, no irán—ordenó Piero. —¿Por qué no? ¡De ninguna manera quiero quedarme sola!—refuto Emma haciendo berrinche. —Porque eres indefensa y débil—respondió—, no servirías de nada y estorbarías, también porque no sabes defenderte. —ahí estaba el Piero que conozco, intento suavizar lo último. Pero que insoportable, un berrinche tremendo ¿solo por no quedarse sola? Puff, hice caso omiso a la orden de Piero y al teatro que estaba haciendo con la Barbie, s
POV PIEROHabíamos entrado y parecíamos victoriosos cuando varios hombres nos llegaron por detrás. Nos apuntaban y no parecían querer bajar sus armas, Gideon uno de mis hombres, disparo primero, ellos estaban por dispararnos, cuando les dieron la orden de no hacerlo. —Calma perros, hoy no muere nadie—dijo fuerte y claro. ¿Y esté quién es? —, síganme, por favor.No teníamos más opción eran muchos y nosotros éramos muy pocos para enfrentarlos, me preguntaba ¿Cómo estará ella? ¿Le habrán hecho algo? Me dejaba tranquilo saber que era toda una fiera y además estaba con mi mejor hombre, Rob. Le seguí al hombre sin saber cuáles eran sus intenciones reales, ¿matarnos? era de esperarse, trabajaban para Georgiano, pagaría millones por mi cabeza. Mi sorpresa fue obvia cuando vi a Pierina con Rob y los demás hombres, excepto ella. Nos llevaron a la salida y nos dejaron ir, así sin más. Algo no andaba bien y lo sabía.—¡Pierina! —exclame feliz de verla sana—, ¿Te han hecho algo?—¡Hermanito!
Habían pasado varios días no sabía a ciencia exacta cuántos, pero se sentían una eternidad. Había recibido un sin fin de castigos y torturas para obtener la fórmula, estaba resistiendo todo hasta ahora, me seguían botando agua helada, no me daban de comer o beber más que una sola vez por día, pero nada se comparaba con la humillación de tener que hacer mis necesidades sobre mí misma, olía demasiado mal y cada vez me sentía más cansada y débil. Esperaba el fin de esta tortura, sabía que si hablaba todo cesaría, pero a cambio de eso traicionaría a los italianos. Y sé bien como cobran ellos la traición, con muerte súbita. Seguiría resistiendo todo lo que estuviesen dispuestos a hacerme, pues sabía bien que no me matarían porque era la única que memorizo la fórmula y no les conviene perderme. Mayormente por negocios, ellos quieren enfrentarse a los italianos y ser su competencia directa, pero eso no pasará, porque no pienso hablar. Seguía colgada de los brazos y a veces ya ni los sentía,
POVS PieroLos negocios no paraban, tenía muchos pedidos de Gmax, de armas, de personas. Estaba atrasado con todas las entregas y es que mi mente no paraba de imaginar todas las torturas que le estarían haciendo a Ginebra, sabía de lo que eran capaces, hace más de un año habían secuestrado a uno de mis hombres en una entrega, apareció picado en una caja en la puerta de su casa, destrozándole el corazón a sus hijas y esposa. Pensaba mucho en ella, en que le estarían haciendo, como estaría físicamente. Me sentía como un inútil no podía hacer nada para ir por ella, sería declararle la guerra al italiano. No cuento con la gente necesaria, pero la estaba consiguiendo. Rob estaba desesperado buscando gente, le tenía un infinito agradecimiento a ella por haberlo salvado de los agentes de la interpol. Sabia que su nobleza le impedía ponerse por encima de cualquier otro, ella era así, un alma pura. —¿Y entonces Abir? ¿qué dices?—pregunté. —No lo sé Piero, él también es mi proveedor y lo sa
Sus palabras me hicieron dudar de toda mi existencia, no era posible aquello que decía. Mis padres eran Lauro y Carolina Torres. No podía ser cierto, quizá lo estaba inventando todo para salvarse. Le seguía apuntando directamente al pecho, mi mente era un revoltijo de pensamientos y dudas. No sabía que hacer, una parte de mí quería creerle. Saber que viví todo ese infierno por error y que el odio que sentía por mis padres, era real.—¿Por qué me dice eso? Mis padres son los asquerosos Torres.—respondí.—Eres mi hija, lo pude sentir al verte. Eres el vivo retrato de tu madre, Mariangela. —dijo calmado.—, permíteme explicártelo todo.Asentí y bajé el arma, se sentó en la silla de su despacho y yo en la de enfrente. Me miraba atento y con una enorme sonrisa en su rostro.—Cuándo tenías cuatro años, fuiste robada de las narices de tú madre. Me enoje mucho con ella y nada volvió a ser lo mismo entre los dos, creo que mi resentimiento hacia ella hizo que se acabara el matrimonio… —contó—, t
Encontrarme con Piero después de tantos días y haber pasado por todas esas torturas por no traicionarlo, cuándo él mató a mi verdadera madre me hace sentir un montón de resentimiento y arrepentimiento. Sé que no sabía que era mi mamá cuándo lo hizo, sé que no la conocí. Pero hubiese dado todo por tener una familia de verdad, porque estuviera viva y tener la oportunidad de conocerla y compartir con ella, así como con Georgiano. Los días transcurrían y no supe nada más de los Santorini, extrañaba a Pierina y al distante Petro. El sentimiento tan grande que desarrolle por Piero seguía ahí, en mi pecho, presionando cada vez que lo recordaba, dolía saber que por él no conocí ni podría conocer nunca a Mariangela. Sabía que no era culpable al cien, pero mi padre me lo recordaba a diario, su amor por ella fue tan grande que pese que le era infiel con Adriano, el seguía amándola sin detenerse, apegado al recuerdo de lo que fue ella para él a lo largo de los años. El negarme amar a Piero ha s
Había convencido a mi padre de que necesitaba viajar a Paris para arreglar los asuntos pendientes con Lauro, además de que debía buscar a Paris, valga la redundancia, claro que su madre no pudo ser más creativa con el nombre de mi mejor amiga. Entonces como se escuchó convincente cedió y me prestó a algunos hombres y al piloto con el jet. La anoche anterior había terminado de pasar muy bien, converse muchísimo con ese chico Alessandro, poniéndome al corriente de todo lo relacionado con el negocio de mi padre. También le pedí que no fuera a decirle nada a mi padre de mis verdaderas intenciones de viajar a Paris, además de que me cayó súper bien y yo también parecí agradarle porque se hizo mi cómplice. Y no dijo palabra alguna a Georgiano, se ofreció a ser mi escolta personal y mi padre acepto encantando. —¿Volverás pronto? —preguntó Gian mientras se aguaban sus ojitos.—Sí pequeñín, no me demoro nada—dije y le desordene el cabello, me agache y lo abrace muy fuerte—, prometo traerte a