Rafael viajó a aquellos tiempos cuando Emma, él y los gemelos Lombardi estudiaban en la misma escuela. Ella estaba dos grados menos que ellos pero eso no impedía su amistad. Aunque el CEO siempre la había visto con otros ojos. El cabello Rojizo de ella le gustaba muchísimo. Emma era muy linda y adorable. — ¿Dónde está ella? ¿Qué le pasó? — Escribía en su celular y lo enviaba a su amigo. — La encontré en un exclusivo bar del sur. Un tipo la estaba molestando. Seguro quería aprovecharse de su estado de ebriedad. — ¿Lo mataste? — Preguntaba el CEO fríamente. — ¡Diablos no...! Solo lo amenacé para que la dejara en paz y se largara. ¿Te sigue gustando, eh? — Sabes que tengo una prometida. — No fue eso lo que pregunté. Tu relación absurda no es el punto aquí. — ¿Para donde la llevas? No te atrevas a tocarle uno solo de sus cabellos, Domenico. — Ella es soltera, tú tienes novia. ¿Qué me lo impide? Ya te has decidido casar con Joana. Por cierto suerte con eso. Se sabe
Esa noche el millonario CEO Rafael Mendoza se quedó dormido en el sofá de la sala de su amigo observando a su antiguo amor. No fue hasta que el sol les dió a ambos en el rostro que despertaron. — ¡Carajo, me duele mucho la cabeza...! — La pelirroja se llevó las manos a la cabeza intentando atenuar el dolor. ¿En... dónde estoy? No conozco este lugar. — La jóven se puso de pie con dificultad, temía haber despertado con algún desconocido y haber hecho algo inapropiado, más cuando lo vió frente a ella, era él... Su amor de adolescencia, el hombre dormía en el sofá, Emma apenas alcanzó a ahogar un grito con su mano. El corazón de Emma parecía que se le iba a salir del pecho, ¿Qué diablos hacía su ex novio ahí? ¿Acaso él la había traído a su villa? El hombre que quiso con locura, Rafael Mendoza, yacía ahí dormido cubriéndose con su fino saco del frío. Estaba más apuesto de lo que lo recordaba, cabello oscuro, ojos verdes esmeralda tan profundos como el mar, sus gruesos y carnosos labi
La respuesta del CEO Mendoza fué tajante y hasta algo ruda. Emma no terminaba de discernir si su contestación le complacía o le disgustaba. Es decir, no quería volver a cometer el mismo error que cometió con Ethan y ser utilizada de nuevo. Bien decían que mezclar trabajo con romance nunca resultaba bueno. Pero a la misma vez se sintió un poco decepcionada. Al parecer su amor del pasado no conservaba ni un mínimo sentimiento por ella. — Okey... Entonces ha quedado claro. Mañana a primera hora estaré en tu oficina, llevaré a Elena para que las dos comencemos a trabajar. Ahora sí me voy. — Emma señaló la salida mientras comenzaba a caminar torpemente. — !Alto ahí! — El CEO volvió a detenerla. La pelirroja se detuvo como si la sola voz del hombre la paralizara. — ¿Y ahora qué, Rafael? Ya te dije que necesito marcharme. — Espera. El ojiverde caminó hasta ella y buscó su celular. Tecleó su número en el y se marcó. — ¡¿Qué diablos haces con mi celular?! ¡Esto es privad
Por la noche Emma llamó a su amiga Elena, le contó que había hablado con su amigo de la infancia y que les daría trabajo. Las mujeres se quedaron de ver en la enorme compañía del jóven CEO. Al día siguiente vestida en un atuendo profesional, Emma llegaba al lugar que por mensaje le había indicado Rafael. Fué casi a las once de la noche que el CEO le había enviado algunos detalles y un buenas noches. — ¡Emma, ya estoy aquí, no sabes cómo te agradezco que estés haciendo esto por mi y por mi nena! Ethan no ha dejado de amenazarme por mensajes que si sigo adelante con la locura del divorcio me va a quitar a mi hija. — No tienes nada que agradecer. El CEO Mendoza quedó muy formalmente de ayudarnos con este asunto. A tu esposo no le va a ser fácil ganar la custodia, Pero tienes que ser fuerte Elena, la batalla apenas va a comenzar. — Lo seré, lo prometo que lo seré, lucharé por mi hija y por mi libertad. — Aseguró la mujer pelinegra. Emma asintió, después de anunciarse en rec
Emma ya no estaba segura de nada, solamente le quedaba esperar que pudieran mantener una relación profesional ella y Rafael de la manera más cordial. ¿Pero por qué le latía tan fuerte el corazón cuando se le acercaba? El aroma de su loción, su atractiva figura, su verde mirada penetrante. El era una tentación andante. — Bien, ya está, comienzas hoy mismo. — El CEO sacó del cajón derecho una moderna tablet y se la entregó a la chica pelirroja. — Usarás esto para agendar cada día de trabajo. Todo debe estar marchando sobre ruedas. Te advierto que no admiro errores, así que haz bien tu trabajo. — !Soy muy buena en mi trabajo, y se muy bien lo que es llevar una agenda, tampoco es para que me subestimes! No es como si fuera a manejar una nave espacial o algo por el estilo. — La pelirroja se puso como gato enfadado. — Entonces toma diez minutos para programarme el día. Juntas, comidas, reuniones con socios vía internet y presenciales. Quiero todo detalladamente cuadrado. — Ordenó e
Las palabras de asistente quedaron en el aire, por supuesto que el CEO no iba a despedirlo, Rogelio era excelente en su trabajo, además se apoyaba en el para atender a los socios en juntas tediosas que prefería evitar. — ¿De dónde sacas esa pregunta? Envíame la información del último trimestre general de las empresas Mendoza. — El asistente siguió de pié esperando una respuesta más concreta. — Ahhh... ¿Acaso te he dicho que voy a despedirte? — No, no me lo ha dicho, pero disculpe, llego a trabajar y hay una bella jovén diciendo que es su asistente personal, eso me hace pensar que... Ya no quiere que trabaje con usted. — ¿Acaso no puedo tener dos asistentes? — Rafael enarcó una ceja, él no permitía que lo cuestionaran en ninguna de sus decisiones. — Por supuesto que sí, CEO Mendoza, entonces le enviaré la información. — El hombre de gafas no quiso preguntar más y provocar el enfado de su jefe. Si lo hacía después lo haría trabaje horas extras. Emma regreso con el café e
La rubia no tuvo reparos en llevarse a la nueva asistente de su prometido pese a que Rogelio quiso interceder por la chica pelirroja. La petulante mujer llegó a la exclusiva tienda de novias, Emma la seguía cargando las bolsas de compras. — Señorita Montez, que placer tenerla por aquí, ¿En qué podemos ayudarle? — La supervisora se encargaba de recibir a la millonaria clienta. — Quiero ver vestidos para damas, además quiero probarme un vestido blanco para la recepción. Algo que sea moderno e impactante. Asistente pide que me traigan campaña. — La mujer le ordenaba de forma despectiva las cosas a la pelirroja. — Enseguida la pido. — La pelirroja no podía creer que tuviera que hacer ese trabajo tan denigrante, ser la suela que esa engreída pisara. — Te juro Elena que si no fuera por ti y tú pequeña ya habría mandado todo al diablo. — Se decía la asistente Esa mañana hasta la tarde fué explotada al máximo, cargo docenas de bolsas y tuvo que soportar a la indeseable mujer que
Emma entró a su modesto departamento, tenía lo básico y estaba impecable, ella era una joven muy ordenada, y si tenía lo que necesitaba para ella estaba bien. Después de botar su bolso y sus zapatillas se masajeó los pies sobre las medias. — ¡Carajo, como me duelen los pies, otro día más de compras con esa mujer y se me destrozan! La pelirroja llegó hasta su nevera de puntitas para tomar una de las cervezas que tenía helando ahí. Por dios que la necesitaba, había descubierto que su viejo amor estaba comprometido. — Ahhh... Rafael, ¿Por qué no me dijiste que... Estabas comprometido? ¡Tuve que enterarme por esa rubia adicta a las compras, me siento tan ridícula, tan... idiota... Sé que no significó nada para ti, que lo nuestro quedó en el pasado, pero...! Duele... Emma no soportó más, ella se rompió en la soledad de su pequeña sala. Lágrimas ardientes rodaban por sus mejillas, se lamentaba por haber sido tan estúpida y no darse cuenta de que la habían estado engañando, de t