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Conociendo a la verdadera esposa.

La asistente tomó su bolsa y salió a ver a su amiga Elena. Se habían conocido en el centro comercial un par de meses atrás. Necesitaba hablar con alguien. Necesitaba deshogar su pena y aliviar un poco su atribulada alma.

Condujo llorosa hasta la villa de su amiga donde había estado un par de veces tomando café sin imaginarse la sorpresa que le tenía la vida.

— Emma, ¿Qué te sucedió, amiga? ¿Por qué estás así? — La mujer pelinegra abría la puerta para recibirla. Se notaba que había llorado y mucho.

— Elena, ¿Estás ocupada? ¿Puedo pasar?

— Por supuesto que sí. Mírate cómo vienes. Estaba alistando a Alina por qué su padre la llevará a jugar al parque. Mi esposo es un hombre muy ocupado pero se lo prometió a la niña.

A Emma se le vino de pronto las palabras del mensaje que leyó. Eran las exactas que había visto escritas en el celular de Ethan.

— Elena, tú... ¿Cómo se llama tu esposo? ¿Cuál es su nombre? — El corazón le latía a mil a la bella asistente.

— Su nombre es Ethan Mendía, ¿Sabes? Acaba de enviarme un mensaje. Dice que de hoy en adelante será un mejor esposo. Pienso que debió de haber terminado con su amante y ahora quiere volver a mí. Pero estoy cansada ya de ser un mueble más en esta casa y soportar sus engaños.

Emma apenas escuchó el nombre del esposo de su amigo quedó en shock. Ella era esa amante con la que acababa de terminar. Se sentía tan mal consigo misma que deseaba salir corriendo de la villa. Nunca se hubiera imaginado que había interferido en el matrimonio de la que ahora era su mejor amiga. Se convirtió en el tipo de mujer que más odiaba en su vida.

— Elena, lo siento tanto, yo... Tú... ¿Lo sigues amando?

— Eso no importa Emma. Si fuera por mi me habría divorciado hace mucho tiempo de él. Pero temo que me quiera quitar a mi hija y eso me detiene. Alina es mi vida entera. — Los ojos de Elena se aguaron. Ella miraba al vacío debido a la preocupación. — Además él no me permite trabajar, y no tengo dinero para criar a mi hija.

Emma miró a su amiga y la ira ardió en su corazón. ¡Un hombre repugnante como Ethan podría arruinar la vida de dos mujeres al mismo tiempo! Ella sabía que esto tenía que cambiar, pero ahora mismo necesitaba alejarse y estar sola y tranquila antes de que ese hombre llegara.

Las piernas apenas la sostenían cuando la pelirroja salió de la villa. Había sido la otra mujer, la que había hecho sufrir a su amiga. Su cabeza era un mar de confusiones.

Cinco minutos más tarde el CEO llegaba como si nada a ver a su familia.

— ¡Papá, si viniste!

— Claro nena, te lo prometí, ¿No es cierto? Elena, tu también puedes venir con nosotros.

La joven esposa habría querido que su esposa fuera un hombre diferente y no un infiel como sabía que era. Más ahora ya era tarde.

— No iré al paseo Ethan. Sabes, lo que necesitamos hacer es divorciarnos y discutir la custodia de nuestra hija.

Al escucharla el CEO cambió por completo su actitud hacia su esposa.

— ¿Otra vez con lo mismo? ¡Ya te dije que no nos vamos a divorciar, no es favorable para mí estatus, así que ya deja esa cantaleta y salgamos con la niña!

En ese momento la niña ya estaba lista, ella sostenía su osito de peluche en sus manos y mirando a su madre con ojos expectantes. A Elena no le quedó más remedio que acceder. El descarado CEO quiso tomarla de la mano pero la esposa se quitó discretamente. Su corazón que anhelaba amor había muerto por completo en este matrimonio.

(...)

Emma conducía sin rumbo por la ciudad, ella entro al primer bar que se le atravesó en el camino. Necesitaba algo fuerte para anestesiar su dolor. Primero fue la traición de su padre hacia su madre que había destruido su familia y ahora su novio al que quería tanto la traicionaba a ella.

La pelirroja pidió una botella de vodka. Había bebido de ella hasta acabarsela, lo que la dejaba en muy malas condiciones para conducir de regreso a casa.

— ¡Ethan... Eres un desgraciado. Te burlaste tanto de mí...!

— Hey preciosa, ¿Quieres compañía? Yo puedo hacerte sentir bien. — Un tipo de traje pero con muy malas intenciones se acercó a la joven, aún ebria su belleza resaltaba en el lugar.

— ¿Qué crees que haces? Deja a la señorita en paz.

— ¿Y tú quien eres? ¡No te metas en esto idiota!

— No lo volveré a repetir, si no te largas te voy a sacar a patadas. Domenico Lombardi estaba ahí por un socio con el que se quedó de ver. — Había estudiado en la misma high school que Emma.

La joven enfocó la mirada hacia el recién llegado.

— ¡Doménico! ¿Que haces aquí? ¿Dónde está tu hermano? ¿Y tu amigo Rafael?

— Mi hermano está en casa trabajando en un proyecto con papá. Y Rafael tu eterno enamorado... El lo más probable es que esté trabajando en su oficina.

Rafael Mendoza y Emma tenían una historia de amor dulce e ingenuo. Ellos en el pasado parecía que nunca se iban a separar. Pero la vida los había llevado por caminos diferentes.

— Ven, siéntate conmigo. No me gusta beber sola.

— Pero si ya te acabaste la botella, mujer. Es hora de ir a casa. Vamos, yo te voy a llevar, tú estás muy ebria para manejar.

— No, no quiero ir a mi departamento, quiero quedarme aquí más tiempo.

— Entonces te llevaré a mi casa. A mis padres les dará gusto verte. — Después de alegar un poco más hasta convencerla de salir de ese bar. El joven CEO Lombardi subió a su coche a su amiga de la infancia. Ella se quedó dormida casi de inmediato, fue entonces que el hombre le tomó una foto y se la envió a su mejor amigo.

Rafael Mendoza se encontraba en su oficina en una conferencia internacional vía internet cuando revisó el mensaje de su amigo. Apenas la vió no pudo pensar en nada más, era ella, su viejo amor.

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