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Rafael Mendoza... Mi viejo amor ha vuelto.

La respuesta del CEO Mendoza fué tajante y hasta algo ruda. Emma no terminaba de discernir si su contestación le complacía o le disgustaba.

Es decir, no quería volver a cometer el mismo error que cometió con Ethan y ser utilizada de nuevo. Bien decían que mezclar trabajo con romance nunca resultaba bueno. Pero a la misma vez se sintió un poco decepcionada. Al parecer su amor del pasado no conservaba ni un mínimo sentimiento por ella.

— Okey... Entonces ha quedado claro. Mañana a primera hora estaré en tu oficina, llevaré a Elena para que las dos comencemos a trabajar. Ahora sí me voy. — Emma señaló la salida mientras comenzaba a caminar torpemente.

— !Alto ahí! — El CEO volvió a detenerla.

La pelirroja se detuvo como si la sola voz del hombre la paralizara.

— ¿Y ahora qué, Rafael? Ya te dije que necesito marcharme.

— Espera.

El ojiverde caminó hasta ella y buscó su celular. Tecleó su número en el y se marcó.

— ¡¿Qué diablos haces con mi celular?! ¡Esto es privado! ¿Qué no sabes respetar la privacidad de las personas?

El hombre no respondía hasta que...

— Este es mi número, guardalo, más tarde te enviaré la dirección de la compañía y los demás detalles. ¿Sin mi número como pensabas llegar a mi oficina?

— Bueno... — La pelirroja puso un mechón de sus rojizos cabellos detrás de su oreja. — Lo guardaré, ahora yo... ya me voy.

— Al menos deja que te lleve a casa. No puedes andar por ahí en estas condiciones.

Emma se repasó con la mirada, no traía zapatos, su ropa estaba mal acomodada, seguro que tenía el maquillaje corrido y el cabello desordenado. Aunque no lo quería reconocer, el atractivo hombre tenía razón.

— Está bien, pero solo será por esta única ocasión. — La pelirroja ya no se detuvo, el CEO metió sus manos a sus pantalones y la siguió a la salida.

Emma apenas abordó el coche de Rafael, el aroma de su varonil loción le llegó a sus fosas nasales. Sintió que podría quedarse a vivir en ese coche, más sin embargo no le dejaría ver al hombre que le gustaba su aroma.

En el camino la pelirroja apenas se estaba recuperando de tenerlo tan cerca de ella cuando el hombre le ayudó a abrocharse el cinturón.

— No puedes volver a hacer lo que hiciste anoche.

De la nada se escuchó la voz de Rafael. El realmente se había preocupado mucho por ella.

— Fue solo algo de un momento, no acostumbro salir a bares a embriagarme si es lo que estás pensando.

— Pero lo hiciste. Doménico tuvo que amenazar a un tipo para que se alejara de ti. El hombre tenía malas intenciones y en tu estado no le habría sido difícil llevarte y hacerte daño, deberías ser más consiente de tus acciones.

El hombre levantó la voz por lo mucho que le molestaba que alguien pudiese aprovecharse de la mujer pelirroja. Ella era muy hermosa, cualquiera podría tener malas intenciones.

— ¡No me grites, ya dije que fue solo un descuido de una sola vez! ¿Qué quieres que haga para que estés seguro de que no volverá a pasar?

— Que no salgas a beber por ahí de forma descuidada. Si no fuera por nuestro amigo ahorita podríamos estarnos lamentando de que algo malo te hubiera pasado.

El que se incluyera llamó la atención de Emma, él no tenía por qué inmiscuirse en sus asuntos.

— Estoy bien, ¿No es así? Dobla a la izquierda y sigue derecho. — La jóven le daba indicaciones antes de que se fuera de paso. — No recordaba que fueras tan malumorado.

— Y yo no recordaba que fueras tan irresponsable contigo misma. ¿Qué diría tu hermano Emmanuel si te sabe en estas situaciones? Quizás debería llamarle para contarle y que venga a buscarte.

— ¡¿Cómo dices?! ¡No te atrevas a llamarle, si lo haces voy a huir de la ciudad y te vas a quedar sin asistente!

— ¿Entonces es verdad? Dejaste a la familia De León por el desliz que tuvo tu padre con esa jóven asistente, ¿Eh? — Ya al CEO le habían llegado rumores acerca de la aventura que él señor De León tuvo con su rubia y jóven asistente personal.

— ¿Tú cómo sabes sobre eso? De todas maneras no es algo que vaya a hablar contigo. Dobla a la derecha por favor, es aquí, vivo en este edificio azul. Te agradezco que me hayas traído a mi departamento. Te veré mañana.

Emma no se esperó a que el CEO le abriera la puerta para bajarse, ella salió del coche y entró a pasos apresurados al condominio sin darle tiempo a decir de nada.

El jóven empresario no entendía por qué la bella pelirroja vivía en ese lugar. Ella pertenecía a una adinerada familia del norte del país, pero parecía que no quería tener nada que ver con sus parientes.

— ¿Con que es aquí donde vives, eh? Creo que pronto te haré una visita — Se dijo Rafael a si mismo antes de pisar el acelerador para ir a su mansión. Darse un baño y cambiarse de ropa ya le resultaba urgente.

Emma apenas bajo del elevador se apresuró a entrar al departamento, cerró la puerta y recargó su espalda como si eso fuera a impedir que nadie pudiera entrar. Su corazón latía desbocado y sus pensamientos estaban hechos un caos.

— Rafael Mendoza... Susurró la mujer.

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