Síntomas matutinos

Ricardo y Camila estaban en la cocina, intercambiando miradas de preocupación. Ambos sabían que Ariadna había perdido el trabajo, pero decidieron no decirle nada por el momento. Había pasado por demasiadas cosas últimamente, y añadir otra carga emocional solo empeoraría la situación. No querían que ella se sintiera presionada.

Todavía Ricardo seguía a la espera de que Maximiliano le diera una respuesta, pero los días se hacían largos sin que este dijera ninguna palabra al respecto.

—Lo mejor es que no hablemos al respecto—dijo Ricardo, cruzando los brazos mientras observaba a Camila preparar el desayuno—. Déjala enfocarse en la universidad. Sin la presión de que tiene que buscar trabajo, esperemos un par de días más por si el señor me da una respuesta. De lo contrario veré si alguno de mis amigos sabe de algo.

Camila asintió, suspirando. Era lo mejor. Presionarla no servía de nada.

—Tienes razón. Ha sido mucho para ella… pero me preocupa cómo se debe de estar sintiendo. Necesitamos en
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