Señor Valenti

Quería creer que era un nombre común, un nombre y un apellido común en el lugar, pero… con la mala suerte que cargaba últimamente, casi estaba convencida de que eran las mismas personas, pero ¿no se suponía que él era de Londres, que allí vivía? No es que supiera mucho más de ese hombre, tampoco estaba interesada en saber nada al respecto o verlo de nuevo, por lo que si aquel era él… si resultaba ser la misma persona de Londres, Ariadna se sentía incapaz de trabajar en ese lugar, de todos modos, tampoco creía que él la quisiera allí en su casa, sirviéndole la comida luego de las cosas que habían pasado.

Cuando llegaron al comedor, Leticia empujó suavemente la puerta y la guio hacia el interior. Ariadna apenas tuvo tiempo de mirar a su alrededor antes de que su mirada se encontrara con él. Allí estaba Maximiliano Valenti, sentado a la cabecera de una mesa larga y elegantemente decorada. Vestía una camisa blanca remangada hasta los codos, y sus ojos estaban fijos en un documento que sos
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