Perdida

El rugido de las turbinas disminuyó a medida que el avión aterrizaba suavemente en la pista del aeropuerto internacional de Nueva York. Aisha Valdés sonrió mientras miraba por la pequeña ventana el horizonte repleto de rascacielos. Había soñado con este momento durante años, y ahora, al fin, era realidad.

Se ajustó el cabello frente al espejo del baño del avión antes de salir. Su reflejo le devolvió una imagen perfecta: cabello liso y brillante, maquillaje impecable, y una expresión que rezumaba satisfacción.

Aisha había ganado. Ella estaba en el centro del mundo mientras Ariadna se hundía en la miseria.

Un hombre alto y trajeado la esperaba en la zona de recogida de equipaje, sosteniendo un cartel con su nombre. Aisha caminó hacia él con la confianza de alguien que sabía que el mundo estaba a sus pies.

—Señorita Valdés, bienvenida a Nueva York. Soy Jacob, enviado por su padre para llevarla al campus y asegurarme de que todo esté en orden.

Aisha esbozó una sonrisa satisfecha. Por supu
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