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—Gracias— le canceló al taxista y salgo corriendo.

M****a, ¿cómo hacen esas mujeres que corren en tacones tan fácilmente?

Práctica.

Si, eso es algo que yo no tengo.

¡Esto es horrible!

Había demasiado tráfico casi no llegó. Había carros, motos, que iban de aquí para allá hasta crear un tráfico horrible.

Me detengo delante de la entrada de la compañía, suspiró antes de entrar. Veo todo a mi alrededor en busca del ascensor y lo visualizó en frente de mi. Estúpidos nervios. Estoy nerviosa, no sé los niego, no tanto por el trabajo. Es por eso que hoy veré a mi hermana y a mi pequeña sobrina que no veo desde hace cinco años. Y eso me tiene jodida.

Las puertas del ascensor se abren y entro sin fijarme cuantas personas hay. Miro mi reloj y relajó los hombros cuando se que no llego tarde, me faltan cinco minutos, en general son las siete y veinticinco.

Marco mi piso y me doy la oportunidad de revisar mi celular.

Escucho susurros y risitas, observó a mí alrededor, veo a cuatro mujeres susurrando. Me ven y se callan, les volteó los ojos y sigo con mi vista en el teléfono. Solo se escuchan susurros de aquellas mujeres.

No es que sea chismosa pero escuche que viene uno de los socios mayoritarios. Y las mujeres tienen las bragas mojadas.

No les presto atención. El ascensor hace varias estaciones hasta dejar sólo tres mujeres y dos hombres. Mi piso es el último, el piso de los directivos. Dichosa ¿no?

Clar es una de los socios mayoritarios y el presidente de la compañía. Verán la familia de Clar fue la fundadora de esta empresa, algo así. Clar Allamand. Familia francesa, bueno yo solo conozco a Clar, mi cuñado-hermano. Aún recuerdo cuando lo conocí por primera vez...

El elevador se detiene y salgo buscando a Clar que lo divisó caminando a mi hacia mi con una sonrisa, choco mi puño con el suyo y él hace un sonido raro con la boca, ruedo los ojos.

—¿Dónde está mi lugar de trabajo?— mire la hora en mi teléfono.

Puntual.

—Buenos días cuñado hermoso ¿Como estas? Yo estoy bien cuñada ¿Y tu?— bromea Clar y jalo su cabello haciendo que se queje

—Si, si buenos días, estoy bien, me quiero ir a mi lugar de trabajo qué ¿por cierto dónde es? — pregunto haciéndolo reír.

—No cambias— niega con la cabeza— esperame un momento— yo solo asiento mientras lo veo dirigirse al grupo de cinco personas que están hablando en una esquina del lugar.

Empiezo a mirar todo a mi alrededor, todo es muy hermoso en las paredes están hechas de vidrios que permiten ver toda la ciudad (por así decirlo) desde aquí arriba es hermoso... las pardes que no son de vidrio están pintadas de colores neutros, tienen unos retratos blanco y negro, todo elegante.

—Vamos—me dice Clar llegando otra vez a mi asiento y empezamos a caminar.

Cuando pasamos por donde esta el grupo de personas con las estaba hablando mi cuñado muevo mis caderas provocativamente mostrándome como una mujer decidida y segura que sabe muy bien lo que quiere.

Mi padre estaría muy orgulloso de mi.

Cuando llegamos al final del pasillo ingresamos a una habitación con varias puertas, Clar me muestra mi escritorio que está al lado de la oficina de Beatriz al frente esta otra y al lado de la de enfrente está la de el.

El se va y me quedó sola acomodando unos papeles hasta que una morena, cuerpo de infarto y cabello rubio... Beatriz mi tía se para en frente de mí escritorio.

—Hola sobrina— dice con tono sarcástico.

—¡Hola Beatriz!— exclamó fingiendo alegría.

—Ni siquiera un beso en la mejilla— dice haciendo una mueca, la veo antes de levantarme de mi silla, me dirijo al archivo y meto los papeles que estaba organizando volteo y veo que sigue ahí.

—¿Necesita algo Señorita Ruiz?—digo secamente.

—Si haz una reservación para cinco en él "Esbher's"—dicho esto se va moviendo sus caderas de lado a lado.

—Me quiero morir— susurró para mí misma

Y así comienza mi día de trabajo.

Vamos Eliza Andrade tú puedes.

...

Y ahí está ella es idéntica a él... Su sonrisa, sus hoyuelos, sus ojos grises, su cabello castaño, es hermosa. Igual que él...

Toda la mañana me la pasé ocupada organizando citas, papeles, horarios, etc. Mordía mis uñas nerviosa esperando este momento, donde las vería, me aguantaría sus regaños pero la abrazaría. Beatriz salió sin decir nada y no volvió en toda la mañana; aproximadamente a las 10:21 llegó Clar a la oficina con una noticia que me alegró el día.

Llamó al colegio de mi sobrina y dijo que yo pasaría a recogerla. Así que aproveché este momento, la hora de almuerzo, las doce del mediodía.

Asiento hacia las palabras de la profesora de Cloe mientras le doy mi identificación. No me han querido dejar llevarme a Cloe hasta confirmar que si soy su tía, la persona que la recogería.

–Vale, Señorita Andrade ya traeremos a la pequeña Cloe— asiento y la veo marcharse.

Cloe estudia en uno de los mejores colegios privados de Catana, o eso se dice de él. Camino hasta el taxis y me apoyo mientras espero a Cloe. Veo una pequeña figura acercarse lentamente, su cabello castaño recogido en una coleta, brilla con la luz del sol, tiene sus manos entrelazadas se mueven a medida que da pasos y su cabeza está agachada.

Soy una estúpida egoísta, solo pienso en mí y soy tan cobarde, que aún me da miedo enfrentar todo mi mundo caótico.

Dios es tan hermoso, es idéntica a él. Su cabello, sus ojos... todo.

—Hola— Saluda cuando llega a mi aún con la cabeza abajo.

—Hola Cloe ¿sabes quien soy?—preguntó.

—Mi papi dijo que usted es mi tía y vendría a recogerme — asiento con la cabeza y me agacho para estar a su altura.

—Bueno Cloe... mmm, si soy tu tía Eliza, pero no me conocés porque yo me fui cuando tú apenas tenías un añito — ella asiente— ¿Qué tal si caminamos hasta tu casa y nos conocemos un poco? —vuelve a asentir, me levanto y miro al conductor — Gracias —digo al taxista después de cancelarle y miró a Cloe para darle la mano — Caminemos, por allá vi un heladero.

—Vale— dice y empezamos a caminar— Mi mami tiene fotos de usted, ella dijo que eres mi tía pero usted no se parece nada a la de las fotos— río

—Las personas cambian a medida que pasan los años y van creciendo. Tú también crecerás y cambiarás tú rostro, tu cuerpo, todo.

—Wuao eso es fantástico— paramos cuando llegamos al heladero.

—Buenos días— el señor de los helados asiente y miro la lista de sabores— quiero uno de chocolate por favor— miro a Cloe— ¿Que sabor Cloe?

—Mantecado por favor—asiente— yo cumpliré años—pausa cuando el heladero nos da nuestros helados, pago y seguimos caminando— el ocho de octubre cumpliré seis—eso lo recuerdo perfectamente.

—Eso es increíble—pauso— eres una niña muy bonita y grande— sonrió.

—Tu también—la miro y sonreímos— usted también es muy bonita y me gusta su cabello, parece una modelo— me río antes sus palabras— yo quería serlo pero soy gordita— baja su mirada— nadie me quiere por serlo.

La verdad Cloe no es una niña delgada, al contrario es rellenita, sus mejillas son regordetas, su estatura es pequeña, idéntica a mi cuando tenía su edad, pero a diferencia de que mi piel es Morena y ella es totalmente blanca.

—No es cierto, yo te quiero, tu mamá, tu padre, tus abuelos, tus tíos y además yo también fui gordita, idéntica a ti, me encantaba el chocolate y siempre lo comía, además ser rellenita no es malo, es increíble porque puedo pellizcar tus mejillas— me detengo y hago lo dicho. Ella ríe y la suelto— todas las mujeres son hermosas, espera a desarrollarte y serás más hermosa que ahora. Aun estas pequeña y eres muy hermosa, el que diga lo contrario patealo.

Sandra va a matarte.

Lo sé, siempre quería hacerlo.

—No es cierto yo quiero ser flaca, así como la tía Isa, mamá, como usted, como la tía tefi y...—la cortó

—No es cierto tu eres perfecta tal y como eres, vale—asiente — como te dije antes creceras y todo de ti cambiará así que dame cinco— chocamos nuestros manos y no me había dado cuenta de que llegamos.

—Eres una tía fantástica— y flipada, quería decir pero mejor me quede callada.

—Y tu eres mi sobrina favorita— se cruza de brazos.

—Oye, soy su única sobrina—río y toco el timbre.

—Es cierto.

La puerta no tarda en ser abierta por una chica de cabello castaño claro, contextura delgada, de tez blanca, y unos ojos grises idénticos a los de papá. Sandra, mi hermana mayor, envuelta en un delantal me mira sin poder creerlo.

Cloe se abraza de sus piernas y empieza a decir cosas que se quedan en el aire. Por un momento Sandra se queda mirándome fijamente hasta que de sus ojos empiezan a salir lágrimas, separa a Cloe de sus piernas y me abraza.

—No llores, eso es de débiles—susurro en su oído.

—Eres una... una...—solloza y se separa de mí— es un sueño ¿no? Que alguien me pellizque... ¡Auch!— se queja y frunzo el ceño.

—Tu dijiste que te pellizcaran —río fuertemente ante la gracia de Cloe.

—Esa es mi sobrina— le doy cinco a Cloe.

Sandra nos mira perpleja y se aclara la garganta.

—Adelante Eliza Fer Andrade Ruíz— ruedo los ojos y me preparo para su gran Discurso/Regaño. Asiento y entramos — ¡como es posible Eliza solo llamas los cumpleaños y navidad, eres una inconsciente...!

Y así es mi hora de almuerzo escuchar sus regaños hasta la hora de irme.

.....

Después de haber pasado media hora escuchando los regaños de mi hermana y poniéndome al día me vine al trabajo. Puedo jurar que me sentí feliz, me sentí contenta por un momento. Hablamos muchas cosas, pero no llegamos a mencionar ese tema: sabemos que no es momento, aún no.

Llamé a un taxi pero ella no quería que me fuera. Al principio me insistió que me quedara pero es mi primer día de trabajo y no quiero faltar.

Cuando llegué a la empresa no estaba Beatriz, en general solo estaban los de servicio y las secretarías. Me encargo de recoger y ordenar los papeles acumulados.

A las cuatro de la tarde ya he terminado todo mi trabajo y no tengo nada que hacer, estoy aburrida, quiero irme ya, salir corriendo y gritar:

Estoy Jodida.

Por el jodido cielo si lo estas.

Escucho unos tacones acercarse y se muy bien quien es. Beatriz Ruíz.

Viene moviendo sus caderas de lado a lado, lleva puesto un vestido rosa claro semi-pegado a su cuerpo, su cabello rubio oxigenado cae sobre sus hombros. Muy perfecto para ser tan mentirosa. Esa es ella, muchos motivos son los que me han llevado a odiarla pero sobre todo uno... hacerme responsable de algo que al parecer no fue mi culpa

—Haz una reservación en el "Esbher's"— asiento— y esa oficina de allá —señala a la oficina enfrente de mi escritorio — necesito que la arregles, que le cambies el diseño, que quedé reluciente, mañana viene uno de los socios y la ocupará, quiero que lo complazcas en todo—alzo una ceja— atiendelo cómo es debido y con respeto, nada de insinuaciones —suspiro— La reservación es para mañana al mediodía ¿ok?

—Ok— digo aburrida —está bien Señora ahora mismo comienzo— asiente. Se da la vuelta para irse pero se detiene a medio camino.

—Ah – me mira— necesito el informe de los planos de los Mendez para mañana— asiento y ese es jodidamente complicado pero puedo terminarlo.

Ay no.

.....

Son las seis y media de la tarde ya termine casi todo en la oficina, pero aún me faltan cosas por arreglar, pero los terminaré mañana a primera hora estoy cansada de tanto andar de aquí para allá, aunque me encanta hacerlo me esforcé mucho para dejar increíble la oficina.

Ya es hora de irme y relajarme un poco antes de ir a cenar con mi hermana.

Apago las luces de la oficina pero suspiró volviéndolas a encender. Maldigo internamente por la ráfaga de carpetas que están encima del escritorio y no guarde en el archivero. Los empiezo a agarrar de lo máximo que entran en mis brazos y caminar a la oficina de enfrente donde se encuentra un archivero del tamaño de mi habitación.

La oficina es grande pero la verdad es muy aburrida, no tienen vida y da miedo. Abro el lugar y entró en él, un escalofrío me recorre y suspiró buscando el interruptor de la luz. No lo consigo así que agarro mi teléfono y alumbró para buscar los nombres de las carpetas y sus archivos. Maldigo cuando no consigo ninguno y tengo que entrar por completo.

—¡Clar ¿Donde carajos estas?!— una voz francés llega a mis oídos, las carpetas se caen de mis manos y me echo atrás haciendo que mi camisa se quede atascada en la manija de un cajón.

Mi respiración comienza a acelerarse al notar que el lugar comienza a hacerse pequeño, la luz de mi teléfono no es suficiente y mi corazón está latiendo muy rápido para ser normal.

O vamos Eliza respira no pierdas la cabeza o quedarás descabezada.

¡Joder! ¿cómo en este momento soy capaz de pensar cosas tan locas?

Respira, Respira, Respira Eliza, m****a.

Cierro los ojos tratando de asimilar que no hay nadie afuera y que no estoy en un lugar pequeño y a oscuras. Muerdo mi mejilla y me concentro en pensar en algo más que no sea este lugar hasta que las puertas se cierran de golpe haciéndome sobresaltar y ahogar un grito. Mi barbilla tiembla y se me hace más pesado respirar.

—Oye ¿estás bien?— las puertas se abren y abro mis ojos, pero las palabras no salen de mi boca cuando intento pronunciarlas.

—No, no quiero morir— murmuré tomando respiraciones hondas sin lograr nada.

Alzo mi vista y veo de quien se trata. Un joven rubio de acento francés está delante de mí con el ceño fruncido y mirándome de arriba abajo sin entender qué sucede.

—¿Morir?— repite incrédulo entrando al lugar.

—No entres, el aire es poco y lo necesito yo, no voy a compartirlo— trago grueso y jadeo tomando mis manos de abanico.

—¿Te puedo ayudar en algo?— murmura y asiento.

—Sácame de aquí.

—¿Por qué no lo haces sola?— se burla el muy gilipollas.

—Porque estoy atorada— cierro los ojos y señaló el lugar. El se acerca sigilosamente, agarra mi teléfono del suelo y alumbra donde estoy.

—Que mal que Clar tenga este lugar así— niego.

—¡Joder solo sácame de aquí! Voy a morir— jadeo cuando él intenta jalar la blusa.

—No te muevas, el borde del cajón tiene un pedazo de tu piel atrapada— murmuró— quítate la camisa.

—¿Qué? No voy a dejar que veas mis senos pervertidos— me indigne.

—Si no te la quitas no vas...— las puertas se vuelven a cerrar de golpe. El camina a ellas e intenta abrirlas pero estas no ceden— joder, están atascadas— jade al borde las lágrimas.

—Yo... yo no n-necesito s-sali-lir— murmure. Todo se estaba volviendo negro y estaba sudando. Mi respiración está más pesada y creó qué me voy a desmayar...

—Oye mírame —me agarra de la barbilla y con mis ojos entrecerrados y la poca luz alcanzó a ver sus ojos azules— ¿eres claustrofóbica?— asiento agarrando sus manos con fuerza— ¿No tienes o sabes algo qué podamos hacer para qué puedas normalizar tu respiración? —pregunta aún con sus ojos fijos en los míos.

Jodido cielo.

Mi mirada baja inconscientemente a sus labios rosados, finos y provocativos.

¿Qué estoy pensando?

Sí eso... mis pensamientos salieron inconscientemente de mis labios resumidos en una sola palabra.

—Bésame —fue lo único que dije, él me ve con sorpresa y sus ojos se abren cómo platós. En ese momento me di cuenta de que la cague ¡Mierda! Pero no puedo ni siquiera moverme, mi cuerpo es como una gelatina— lo sien...

No pude continuar porque sus labios chocan con los míos envolviendonos en un beso lento. M****a me está besando. Él mueve sus labios con suavidad y lo imitó, dejó de respirar y se que esto funciona porque lo había hecho antes.

Con una niña.

Es mejor amiga.

Él pasa sus brazos por mi cintura y me atrae más a él. No sé en qué momento pasó pero su lengua está rozando la mía y se siente jodidamente bien, mi respiración la siento más calmada y mis latidos vuelven a un ritmo normal. Nos separamos y nuestras respiraciones son agitadas.

Las puertas se abren y Clar delante de nosotros nos mira incrédulo.

—¡¿Qué carajos?!

—Ve, mira para otro lado— pide el chico y lleva sus manos a los botones de mi camisa, le golpeó la mano y me mira incrédulo— ¿Quieres o no salir de aquí?— trago grueso porque el que sus manos estén encima de mis pechos me pondré nerviosa.

Nadie toca mis pechos.

—Yo lo hago— Clar mira de reojo y alza sus dedos, luego mira al frente otra vez y quito mi camisa con suavidad. Siento como mi piel arde al momento de apartarme pero no tanto como antes— Gracias— murmuró cubriendo mis pechos una vez ya estoy fuera del lugar.

—Ten— me ofrece su americana y no me niego al ver mi camisa colgada del cajón. Me la pongo y miró a Clar.

—¿Puedes llevarme a casa?

—Él puede llevarte— puse una mueca.

—Ya lo he molestado mucho — lo molestaría solo para que volviera a besarme.

—Bien— salí al escritorio y agarre mis cosas mirando a Clar salir. Evité la mirada intensa que me daba el chico porque me estaba muriendo de vergüenza y mis labios temblaban al igual que mis piernas.

Y a pesar de que me muero de la vergüenza le doy las gracias mentalmente porque por su beso aun estoy viva y respiro.

Volteo mi mirada hacía otro lugar qué no sea él pero siento su mirada clavada en mí. Si mi madre supiera lo que hice y sus regaños serían muy fuertes. Pero tendría que entenderlo, necesitó vivir. Salgo del lugar junto a Clar que me lleva a casa.

No quiero volverlo a ver jamás.

...

Cuando llegó a casa me empiezo a desvestir desde la sala y quitó con delicadeza la americana porque pienso enviarla con Clar. Me quitó los tacones y los tiró por ahí al igual que el sujetador mientras llego a la habitación y miro la marca morada que hay en mi espalda. Suspiro y busco un camisón para ponérmelo y quitarme la falda.

Me encaminó a la nevera agarró una coca-cola, me voy al cuarto y miro mi teléfono antes de caminar al baño quitándome todo, quedando como Dios me trajo al mundo. Planeó una ducha de veinte minutos, la necesitó. Conectó mi teléfono al lado y pongo música relajante.

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