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....

—Esto no ha terminado.

Esas palabras resuenan en mi mente una y otra vez, es como si me la huviese tatuado, quiero pensar en otra cosa olvidar eso, pero no, mi mente viaje a esa momento una y otra y otra vez, es una tortura que ni el chocolate me ah ayudado a calmar.

Sus suaves y dulces labios sobre los míos, hace que quiera regresar a él; pero no puedo, es imposible. El deseo y la exitacion me nublaron la mente, bloquearon mi razon; al parecer tanto tiempo sin sexo te daña la mente.

Aun no recuerdo cuando fue la ultima vez que tuve sexo ¿Hace 6 años? Más o menos; wuao es mucho tiempo, el mismo tiempo que tengo sin besar a alguien, bueno hasta ahora y lo peor de todo esto es que lo disfrute y si se volviera a dar la oportunidad lo volvería a besar o quizás más que eso.

Sacudo la cabeza intentando alejar esos pensamientos porque me volveré loca y no quiero ir a donde mamá vuelta una loca. Venga ya, tengo que concentrarme en la carretera si no quiero tener un accidente. Vaya me sorprende lo madura que fui al pensar eso.

Lo único que hay a mi alrededor es la naturaleza, se preguntaran ¿donde estas? ¿donde vas?... pues en este mismo momento voy en la carretera escuchando música, son aproximadamente las dos de la tarde, también se preguntaran ¿porque tan tarde? ¿es muy lejos?, pues de Catana a un pueblo pequeño llamado "Santa paz". Son aproximadamente dos horas (dependiendo del tráfico y eso) y apenas llevo una.

He hecho muchas paradas pero solo una me tomó más tiempo, la tienda de regalos o bueno como se llame; quería comprarle un obsequió a mamá pero casi todas las tiendas estaban cerradas.

Pues claro, es más de medio día.

Bueno cuando al fin encontré una abierta a las veinticuatro horas, hice una fila de media hora para nada, porque no encontré nada del gusto de mamá; no es que sea una mujer exigente, estirada y materialista, no, al contrario ella con que estés ahí es suficiente para ella.

Después de cuatro años sin verla hoy nos volveremos a ver, estoy nerviosa, asustada pero sobre todo me preparó para sus regaños; ya me he imaginado todo lo que me dira. Solo he hablado con ella por teléfono y solo las fechas especiales como: cumpleaños, navidad, etc.

Asi que en los asientos de atras llevo: globos de su colores favoritos: azul turqueza, amarillo, verde y rosa; un pastel de tres leches... su preferido, una rosa blanca y una nota:

" FELIZ CUMPLE... te amo y lamento haberme ido y no haber vuelto en cuatro años.

Lo siento mucho... te ama

Tu hija: ELIZA".

Es algo cursi, y aunque son pocas palabras las digo con sinceridad y corazón... Ella me conoce perfectamente y no soy de expresar lo que digo con palabras y muestra de cariño público, odio eso, jamás me ha gustado.

No se cuando tiempo llevo manejando pero ya se empiezan a ver casas y se que ya llegue al pueblo " Bienvenidos a Santa Paz" dice en un puente de la entrada. Santa Paz es un pueblo muy bonito, disfrutaba mucho vivir aquí, la brisa, el mar, las fiestas que se hacen, y toda la paz; bueno el mismo nombre lo dice.

Mi teléfono suena y cómo puedo lo reviso y respondo... frunzo el ceño ante el mensaje

desconocido: ¿Ya vienes?

Liza: ¿Quién eres?

Desconocido: Isabel... Este es mi nuevo número.

Liza: ohh vale... ya te guardo, estoy a la vuelta de la esquina, todo esta muy cambiado.

Isabel: Vale guapa, suerte.

Isabel, mi mejor amiga desde que tengo memoria, eramos vecinas desde pequeñas, siempre nos metiamos en problemas y nos escapabamos, aquellos tiempos, anteriormente tenía un enamoramiento por mi hermano pero al parecer ya se le pasó y está experimentando con chicos nuevos.

Además de Clar, ella es la única con la que estuve más comunicada.

Me estacionó en frente de la casa y bajó, quiero bajar los globos y el pastel pero son muchos y temo hacer un desastre así que optó por escribirle a Isabel.

Liza: ¿puedes venir un momento estoy afuera?

Su respuesta no llega, intentó buscar la manera de cargar todo eso hasta que soy envuelta en unos brazos fuertes y largos; Sebastian.

—Hola saco de huesos moreno— me escapo de sus brazos y lo miro mal.

—No me digas así... y ayúdame con todo esto—digo, señalo el asiento y me ayuda a bajar todo. Bufa— venga no seas asi.

—¿Por qué compraste tantos globos?—pregunta y me encojo de hombros.

Caminamos dentro de la casa, pero no puedo ver nada; a Sebastian se le ocurrió la gran idea de cubrirme con una clase de funda que llega hasta mis pantorrillas y voy detrás de su espalda.

–¿En serio esto era necesario?— espeto.

—Calla, ya vamos a llegar, saco de huesos.

—¡Sebastian!—exclamó y el ríe.

—Bueno familia quiero toda su atención—dice mi gemelo en tono serio y carraspeando la garganta— he traído una striper—dice y todo queda en total silencio.

Me muerdo el labio para aguantar una carcajada y aunque no puedo ver nada, estoy segura que mis tías y mi familia, están buscando la manera de hacerle un exorcismo a Sebastián.

Sebastian siempre ha sido maduro, pero eso no quita que tenga algo de diversión... Recuerdo una vez que para su cumpleaños trajo a una, y desde ese día mi familia lo ve mal; algo que a él no le importa.

—Es injusto tenía que ser hombre—dice una voz femenina que reconozco como la de Isabel, es lo único que se oye después de unos largos minutos en silencio— la cumpleañera es una mujer, y el striper es una mujer—dice haciendo énfasis a "mujer".

—Vale, el hombre llegará en un momento—dice y todos en la sala bufan, lo pellizco —auch— se queja.

—Al grano—le digo en un susurro.

—Bien mamá, quiero que controles tus emociones— dice.

—Hijo por favor decid lo que tengas que decir —dice mi madre con voz suave.

—Bien— me pone delante de él y me quita la funda.

Y todo mi mundo se derrumba en ese momento, cuando veo los ojos de mamá llenos de lágrimas, el resto de mi familia se quedó como estatua y yo no puedo decir o hacer nada. Salgo del estado de shock y camino hacia mamá y la abrazo.

—Feliz cumpleaños mamá —digo y ella sollozó más fuerte.

—Hi...hija yo...—intenta hablar entre lágrimas pero la interrumpo.

—Shhh... mamá todo está bien—digo y me separo de ella.

—Tenemos mucho de qué hablar—dice y asiento.

Sabía que este momento llegaría... y aunque duele estar aquí, no será por mucho tiempo.

...

—Listo—dice Sandra entrando a mi habitación.

Mamá y yo solo hablamos lo básico ¿como estas? ¿Qué has hecho? ¿cuándo volviste? etc. Nos ahorramos hablar de aquello que tanto nos duele y no queremos recordar.

Después de eso, bueno no nos dimos cuenta de cuando atardeció, salude a toda mi familia que estaba ansiosa por saber todo lo que hice; pero no les hice caso y ahora estoy en mi antigua habitación con Sandra, terminando de arreglarme.

Picaremos el pastel a mamá... algo que se había tardado también porque Clar no había llegado, pero ya está aquí.

Suspiro mirandome al espejo, mis labios palidos y resecos por la calor se estan rajando y me arden, Sandra insistio que me hechara no sé que cosa pero no me gusta, estoy vestida con un short negro y una camisa roja que me llega casi tapando por completo mi short, apesar de ser morena el rojo me sienta muy bien, llevo puestas unas sandalias casuales de playa negras. Suspiro para mirar a Sandra, quien mira hacia un punto inexistente.

—¿Qué tienes?—le preguntó.

—Nada... solo que no lo puedo creer— frunció el ceño –bajemos— me agarra de la mano para bajar las escaleras corriendo, como cuando eramos niñas.

En la sala hay mucha gente, están vecinos, familia, conocidos y muchas personas más que solo vinieron a cotillear de mi regreso y sobre todo lo que hay alrededor. Veo a mamá sentada en un sillón con Clar y dos hombres más. Sandra me jala hasta ella.

Cuando llegamos a ellos miré a mamá, saludé y vi quienes eran los otros hombres, uno es Sebastian y el otro es... ¡Dios mío! ¿Por qué justo tenía que ser él?

—Hola eliza— dice dándome una sonrisa de lado; y en este momento lo único es que me tragué la tierra y me escupe en Júpiter.

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